Adsense

lunes, 10 de diciembre de 2018

LA DESMORALIZACION DE LOS TRAIDORES

La terrible contienda a que citaron al pueblo los militares sublevados puede considerarse definitivamente decidida a favor de la nación en armas. No hay la menor sombra de duda. Lo que hace tres días era corazonada popular difícil de traducir en razones, es, desde ayer; evidencia palmaria de los hechos mismos. Los que proyectaban sitiar, se ven sitiados y reducidos a la mayor impotencia. Mutuamente se demandan socorros. Cabanellas se los pide a Mola, Mola se los pide a Cabanellas. Queipo de Llano angustia a Franco con una dramática imploración de tropas del Tercio. Aranda, sitiado en firme por los mineros, a punto de sufrir su arremetida o entregarse, reclama el envío apresurado de columnas de auxilio. Tal es el panorama moral de los sublevados; todos quieren recibir apoyos. ¿ dónde podrían encontrarlos? Sus propios soldados se han desentendido de la contienda y no quieren saber nada de entrar en fuego. Saben sus oficiales que con ellos no puede contarse. Estamos, ello está claro, al comienzo del fin. El instinto popular lo ha percibido y, dando de lado a toda inquietud, ordena sus fuerzas y las aploma serenamente. Madrid, y con Madrid España, ha recobrado su calma, sin abandonar su decisión, convencido de que asiste al epílogo de la traición. Un epílogo trágico; pero epílogo. No puede dejar de ser trágico el epílogo de drama tan terrible como el que los traidores, estimulados por el dinero y el numen siniestros de March, han desencadenado sobre el país entero, que aguarda el momento de la liquidación para hacer el balance de sus víctimas innumerables y gloriosas.

Estamos al principio del fin. Escuchando por radio la voz de los sublevados se advierte de un modo claro la falta de moral que los caracteriza. Seguros de que no se les oye se transmiten reciprocamente sobresaltos y angustias, pesadumbres y reproches. Al engaño de sus primeras alocuciones ha sucedido este desplome moral que teníamos previsto. Hay quien se aferra a la resistencia — caso de Queipo de Llano — confiando en que Santiago le ceda su caballo celeste, en forma de avión, para escapar al castigo de la ley. Si Franco gallea un poco más es, justamente, por la personal seguridad de que cree disponer teniendo a dos pasos la frontera del protectorado francés. Con todo, se muestra bien moderado en sus jactancias. También él sabe que ha jugado, ha perdido y necesitará abonar su cuenta. ¿Quién de los sublevados puede desconocer su derrota? Una certidumbre común—en los sublevados de su fracaso, en el pueblo de su victoria—iguala a los españoles. Y, sin embargo, sigue corriendo la sangre por la contumacia de los generales traidores, decididos a causar el mayor volumen de daños. Ni siquiera advierten los riesgos terribles de esa contumacia que necesitará ser castigada con ejemplaridad equivalente al daño innecesario que está infiriendo al pueblo.

A este pueblo español que, entre torrentes de sangre, está sacando adelante una España nueva y luminosa, capaz de ser ofrecida al mundo como ejemplo. Conquistar dominios ajenos es para todos los pueblos empresa más sencilla que ganar su propio dominio. Esto último es lo que estamos haciendo los españoles: ganar nuestro propio (suelo, y con él, la admiración del mundo. Pronto, de un día para otro, van a caer, doblados por la justicia, los traidores que han dado ocasión a que España se descubra a sí misma y se magnifique ante el mundo.

El Socialista (27/7/36)

No hay comentarios:

Publicar un comentario