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martes, 11 de diciembre de 2018

EL FASCISMO. EN AGONÍA

MENSAJES DE LA SOLIDARIDAD INTERNACIONAL

Por los mensajes emocionados que pos llegan del extranjero, principalmente de las Internacionales y de los Partidos obreros, podemos medir el grado de profundo interés que nuestra sangrienta contienda ha suscitado en el mundo. Y se comprende. Los países de Europa, sobre todo, y a la cabeza de ellos los que siguen una política de Frente popular o padecen la amenaza del fascismo, no podrían, aunque quisieran, mostrarse indiferentes al episodio dramático que está viviendo España. Quiéranlo o no, son beligerantes; a distancia, pero vinculados de manera directa al desenlace que, la bárbara agresión del militarismo español — antiespañol, sería más exacto — pueda tener. Ningún pueblo es independiente de los que le rodean. Lo que acontece en uno repercute en los otros. Y no se olvide que el fascismo y el antifascismo son corrientes que no se localizan en esta o en la otra nación, sino que tienen por escenario Europa entera. Europea, pues, por su valor histórico y por sus consecuencias inmediatas, es la página heroica que están escribiendo con su sangre, a pecho descubierto, las Milicias obreras y las fuerzas leales que están batiendo a los sublevados. No tiene nada de extraño que de los cuatro puntos del Continente nos lleguen voces de aliento y solidaridad. Quienes de tal modo nos estimulan saben bien que peleamos por una causa que no es sólo nuestra, sino suya también.

En realidad, España sintetiza a la hora actual, y en términos definitivos, una guerra latente en Europa y de dimensiones históricas jamás igualadas. Son el sentido de civilización y el impulso de barbarie los que están en pugna. La democracia contra el dominio de las viejas potencias sociales ya superadas, aunque insepultas. El proletariado, que pide plaza, como clase rectora, contra el capitalismo, que no se aviene a ceder sus posiciones de privilegio. Un mundo que nace contra un mundo que muere. Todo ese alcance tiene— aparte sus características nacionales — la lucha empeñada en España a la hora presente.

La victoria que de día en día está consolidando el fervor popular es una batalla que se gana para España y para Europa. Para el proletariado peninsular y para el proletariado internacional. Para los hombres liberales de nuestro país y para los liberales del mundo entero. Correlativamente, en la derrota, ya clara e inminente, de los traidores a su obligación y a su palabra, va implícita la derrota de quienes, fuera de aquí, aspiran, como ellos, a decapitar la ciudadanía. Ni siquiera excluimos a quienes consiguieron imponer un régimen de brutalidad y negación de la dignidad humana, que mantiene en secuestro moral de millones de hombres que miran hoy con angustia hacia España. Esos secuestrados saben mejor que nadie lo que significa el aplastamiento del fascismo en España.

Lo saben por la experiencia terrible que les toca vivir, encadenada su voluntad, vencido tu espíritu bajo la bota infamante del fascismo. Su ejemplo es el que centuplica el coraje de nuestros milicianos. Y en la bravura dé nuestros milicianos tendrán ellos que tomar enseñanza para un mañana que atisbamos muy próximo. Con nuestros muertos, y gracias a ellos, se está enterrando para siempre el fascismo.

El Socialista (27/7/36)

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