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viernes, 30 de noviembre de 2012

Carlos Saenz de Tejada (1897-1958)


Pintor e ilustrador, trabaja para la Junta Nacional de Defensa durante la Guerra y, acabada ésta, colabora en la 'Historia de la Cruzada Española', una extensa obra sobre el conflicto, contada desde el punto de vista nacional

Artista polifacético dedicado especialmente a la ilustración, alcanza gran repercusión por su colaboración artística con el bando nacional durante la Guerra Civil. En estos años, Carlos Saenz de Tejada realiza numerosos carteles de propaganda en apoyo a los alzados contra la República. Tras el levantamiento, el artista se incorpora a la Junta de Defensa Nacional donde desempeña el trabajo de ilustrador oficial, puesto en el cual comienza realizando caricaturas e ilustraciones de sucesos y narraciones de tipo policiaco.

La Guerra Civil supone para él no sólo un cambio vital, por su marcado compromiso político, sino también, y quizá como consecuencia de ese cambio, una evolución en su trayectoria artística. Como afirma Valeriano Bozal, profesor de Historia del Arte, Saenz de Tejada pasa de "un costumbrismo tradicionalista bastante anecdótico, hacia una ilustración (...) supeditada a las exigencias de su función narrativa, ornamental, simbólica. (...)". Efectivamente, las obras anteriores a la contienda recogían, fundamentalmente, la
vida cotidiana en la época de la dictadura de Primo de Rivera y la Segunda República.

Pronto, sus ilustraciones sobre la Guerra comienzan a aparecer en diversas revistas de ámbito nacional, pero también internacional, como The lllustrated London News y The Sketch. Una de las características principales de sus pinturas es, tal y como explica Valeriano Bozal, que Saenz de Tejada adopta un punto de vista desde abajo, "o que le permite destacar las figuras sobre el horizonte (...)", ya que los perfiles de aquellos a quienes dibuja aparecen como enormes figuras. Siguiendo con la descripción de Bozal, "los hombres son gigantes, y estos gigantes son militares, falangistas o requetés, capaces de grandes acciones, de gran vigor masculino, y las mujeres son madres y esposas".

Todo este trabajo lo realiza Saénz de Tejada desde el frente, ya que forma parte de las milicias armadas de La Guardia, población alavesa de la que es originaria su familia.

En 1937 colabora en la Delegación Nacional de Prensa y Propaganda, que tiene su sede en Salamanca, y más tarde trabaja para Ediciones Españolas, en Sevilla. Un año después, en 1938, realiza las ilustraciones para Canción de la Falange, de Agustín de Foxá, pero su colaboración más significativa y conocida es la que realiza en 1939, poco antes de acabar la Guerra, en Historia de la Cruzada Española, dirigida por Joaquín Arrarás, en la que participa como director artístico. La obra, publicada por tomos hasta 1945, es un extenso relato de la Guerra Civil desde el punto de vista del bando nacional.

También realiza los dibujos para Poema de la Bestia y el Ángel, de José María Pemán y Marruecos, diario de una bandera, de Francisco Franco.

Saenz de Tejada nace, por azar, en Tánger, Marruecos, en 1897, lugar al que se habían trasladado sus padres por motivos de trabajo. Sus estudios artísticos comienzan en el Centro de Fomento de las Artes de Madrid y en el estudio del pintor José María López Mezquita, y continúan en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde ingresa en 1916. En sus años en Madrid, recibe las influencias de sus maestros entre los que se encuentran el propio López Mezquita, Joaquín Sorolla y Álvarez Sotomayor.

Su talento le sirve para colaborar con las revistas más importantes de la época como La Esfera, Nuevo Mundo o Aire Libre y en el periódico ABC.

En 1925 es becado por la Junta de Ampliación de Estudios y decide marcharse a Francia. En París, continúa su faceta de ilustrador en algunas publicaciones como Robe, Femina y Vogue. Vuelve a España en 1935, justo un año antes de ser sorprendido por el estallido de la Guerra.

Al acabar el conflicto participa como artista en la Bienal de Venecia de 1940, y en 1943, es nombrado director de La Moda en España. Este mismo año participa en la exposición Así eran los rojos celebrada en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Al año siguiente ingresa como profesor en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, y en 1948 es nombrado catedrático de la misma.

La implicación artística de Saenz de Tejada, a pesar de su gran entusiasmo, no se puede considerar, según el crítico de Arte Arturo Ángel Madrigal, "como formando parte de un corpus configurador de una infraestructura artística en el seno del franquismo -una infraestructura que no existió-, al contrario de lo que ocurría en el republicanismo y en las fuerzas de la izquierda en general".

Carlos Saenz de Tejada muere en Madrid en 1958, poco después de recibir lo que, en palabras de Valeriano Bozal, son dos recompensas claramente políticas: el ingreso en la Orden Civil de Alfonso X el Sabio, y la Cruz de segunda clase al Mérito Militar. Aunque también cuenta con premios puramente artísticos, como la primera medalla en la Exposición de Artes Decorativas, celebrada en Madrid en 1947.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Josep Tarradellas (1899-1988)

Figura clave del independentismo catalán de izquierdas, en septiembre de 1936 es nombrado "conseller en cap", puesto desde el cual intenta acabar con el predominio de la CNT y coordinar la economía de guerra


"Ja soc aquí", con esta frase anunciaba Josep Tarradellas, el 23 de octubre de 1977, desde el balcón del Palacio de la Generalitat, el inicio de un nuevo periodo, en el que dicha institución recobraba el papel que había tenido durante la República.

Nacido en Cervelló en 1899, en el seno de una familia de campesinos, a los 15 años se traslada a Barcelona, donde vive su padre, el cual le insta a inscribirse en el Centro Autonomista de Dependientes del Comercio y de la Industria (CADCI), organización en la que será nombrado, en 1917, secretario de Propaganda. Allí, en una conferencia celebrada un año antes, había conocido a Francesc Maciá, el líder del nacionalismo catalán de izquierdas.

Por entonces, el nacionalismo catalán giraba en torno a partidos abiertamente conservadores, como la Lliga Regionalista. Sin embargo, en el seno del CADCI surge un grupo de jóvenes que, liderado por Maciá, comienza a plantearse la necesidad de crear un partido catalanista y de izquierdas. El primer gran paso en este sentido será la fundación, en 1917, del semanario independentista Abradament.

Convertido en mano derecha de Maciá, Tarradellas va a ser uno de los iniciadores de este movimiento. El joven político aprovecha los numerosos viajes que, como representante de tejidos, realiza por Europa, para trabar relación con otros movimientos nacionalistas.

Tarradellas demuestra estar muy dotado para el diálogo y la negociación. Por ello, durante los primeros años de la República, cuando Barcelona vive bajo la amenaza del terrorismo anarquista, será él a quien Maciá envíe para negociar con Ángel Pestaña o Salvador Seguí, entonces los líderes del anarquismo violento en Cataluña.

Todo este bagaje y su habilidad como negociador, así como su fama de hombre dialogante y comedido, serán durante la Guerra muy útiles para la Generalitat.

Cuando en marzo de 1931 se funda Esquerra Republicana de Cataluña (ERC), el partido va a aglutinar a una serie de formaciones diferentes, en torno a Francesc Maciá, que hasta entonces militaba en el Estat Catalá. Será esta facción, que pretende lograr la independencia de Cataluña llevando sus reivindicaciones al contexto internacional, la que va a marcar la política de ERC durante esos años.

Tarradellas no está a favor de esta causa -"Yo creo que el problema de Cataluña no es un problema internacional, sino de relaciones con España"- y por lo que se irá distanciando de la política orquestada por Maciá.

Tras la aprobación del Estatuto de Autonomía, en 1932, ERC gana las primeras elecciones en Cataluña, Maciá es elegido presidente de la Generalitat y Tarradellas consejero de Gobernación y Sanidad. Pero las buenas relaciones duran poco, y en 1933 comienzan a surgir divergencias que estallan cuando Maciá rechaza la candidatura de Tarradellas como gobernador civil de Barcelona, lo que supone su inmediata dimisión.

Así, Tarradellas estará fuera del Gobierno durante tres años, aunque mantiene su despacho en la Vía Layetana, desde el que sigue desarrollando una considerable actividad política como Secretario General de Esquerra Republicana.

En este periodo, dedica mucho tiempo a su hija Montserrat, que padece síndrome de Down, hasta el punto de que la Fundación Montserrat Tarradellas i Maciá, que gestiona el legado de sus archivos personales al monasterio de Poblet, lleva su nombre.

La noche del 19 de julio de 1936, cuando estalla el alzamiento en Barcelona, Tarradellas es el primero en acudir al palacio de la Generalitat. Cuando llega al despacho del presidente Companys -que sustituye a Maciá desde su la muerte de éste, el 25 de diciembre de 1933- aún no son las seis de la mañana, y éste le pregunta en un tono seco: "¿Qué haces tú aquí?". Tarradellas contesta que, como diputado que es, en un momento de peligro su lugar está al lado del presidente. De la calle llega el sonido de disparos y, una columna de la Guardia Civil se acerca al Palacio.

Tarradellas recuerda: "La gravedad de aquel apuro era para espantar: iban con las armas a punto. Salimos al balcón. ¿Nos respetarían o descargarían los fusiles contra nosotros? Cuando llegaron, el coronel ordenó el alto y gritó: '¡Viva la República!'. Desde aquel día no me separé del presidente Companys mientras duró la Guerra".

Tras varios gobiernos, el 29 de septiembre se forma el nuevo Ejecutivo catalán, el primero que aglutina a catalanistas, anarquistas y poumistas, y del cual Tarradellas será su conseller en cap. El presidente de la Generalitat, Companys, le asigna como primera tarea controlar el movimiento anarcosindicalista. La misión de Tarradellas es tratar de canalizar la revolución para que no degenere en el caos, además de ir socavando el poder de la CNT-FAI en favor de la Generalitat.

Gracias al éxito de su gestión con los anarcosindicalistas, Companys decide inhibirse temporalmente en favor de Tarradellas. El 17 de diciembre de ese mismo año se forma Gobierno de nuevo, esta vez sin la participación del POUM. El nuevo Ejecutivo continúa presidido por Tarradellas, el cual se mantiene en el poder hasta los sucesos de mayo, cuando Companys asume el control y Tarradellas queda relegado a la cartera de Hacienda.

Las responsabilidades de Tarradellas van a ir reduciéndose a medida que lo hace el poder de la Generalitat desde que, en noviembre de 1937, el Gobierno de la República se traslada a Barcelona. En sus memorias reconoce que, de sus visitas al Frente del Ebro y de una entrevista que mantiene con Azaña, llega al convencimiento de que la Guerra está perdida.

A pesar de ello, sigue trabajando, en un principio para garantizar la producción del material bélico y, más adelante, en la organización del éxodo hacia Francia del medio millón de refugiados que, en 1939, acoge Cataluña.

Tarradellas es de los últimos en partir hacia el exilio. Durante los primeros años es detenido en Francia en innumerables ocasiones, ya que había sido sentenciado a pena de muerte por Franco y sobre él pesa una orden de extradición. Sólo las intervenciones del cardenal de Niza, monseñor Raymond, y del Gobierno de México, logran que no se haga efectiva.

Después de la Segunda Guerra Mundial, Tarradellas retoma sus actividades políticas y en 1954 es elegido presidente de la Generalitat por los parlamentarios catalanes exiliados. Desde entonces se dedica a ejercer este cargo, meramente simbólico durante muchos años, hasta que, en 1980, lo abandona tras las primeras elecciones autonómicas de Cataluña. Después se retira de la vida política y en 1986 el Rey le concede el título de marqués por su aportación a la vida política del siglo XX. Muere en Barcelona en 1988.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Pedro Martínez Cartón (1906- 1977)

Afiliado al Partido Comunista, el mismo día del alzamiento se incorpora a las milicias, y en mayo de 1937 dirige las fuerzas republicanas en el asalto al santuario de Santa María de la Cabeza, lo que será su mayor éxito


Muchas leyendas se han contado sobre el hombre que dirige el asalto al santuario de Santa María de la Cabeza, Pedro Martínez Cartón. El republicano no desata una vorágine de asesinatos y vejaciones contra los sitiados, como contaron algunos autores, sino que permite que los heridos sean atendidos en un hospital de los propios republicanos y ofrece a los niños y las mujeres, la evacuación a la retaguardia.

Martínez Cartón nace en Santander en 1906, en una familia de pocos recursos económicos. Muy joven, abandona su ciudad para dirigirse a Madrid con el propósito de trabajar en su oficio de tipógrafo. Allí se hace un hueco en los talleres del diario Mundo Obrero, el órgano de expresión del PCE. Es el de las Artes Gráficas un gremio dominado por los sindicatos socialistas y Martínez Cartón es uno de los escasos militantes comunistas, pero esto no le arredra, y empieza a llevar a cabo misiones de importancia que, si bien por un lado le proyectan a cargos de responsabilidad dentro de su sindicato, por otro le llevan una y otra vez a la cárcel. Su juventud transcurre entre la celda, el sindicato y la Escuela de Magisterio, donde cursa la carrera con gran éxito y brillantes calificaciones.

A los 28 años, participa en los acontecimientos revolucionarios de octubre de 1934 y, por ello, es encerrado de nuevo en la cárcel. Todavía del otro lado de las rejas, se presenta a las elecciones de febrero del 36 y obtiene un escaño con el triunfo del Frente Popular, pasando directamente de la prisión al Parlamento.

Cuando estalla la Guerra Civil se encuentra en Madrid y no vacila en incorporarse a las milicias. Su afición al arte de la guerra y sus aptitudes bélicas le llevan a lograr con rapidez el grado de comandante. En la capital colabora en la creación del Quinto Regimiento, antes de pasar a Albacete, donde trabaja preparando la 16ª Brigada, que es encuadrada dentro de las Internacionales por algunos autores, debido a su creador -General Gómez- y a la presencia de extranjeros en sus filas. Al mando de esta Brigada, Martínez Cartón se dirige en marzo del 37 al citado santuario de Santa María de la Cabeza.

Tras el que, sin duda, es su gran éxito en la Guerra, continúa su lucha en los frentes del sur e interviene en la Batalla de Teruel. Su última acción, curiosamente, no le enfrenta a las tropas de Franco, sino a los anarquistas que se han sublevado en Ciudad Real aliándose con el coronel Casado. Martínez Cartón es hecho prisionero por los anarquistas y enviado a Valencia, de donde consigue escapar aprovechando el desconcierto causado por la toma de la ciudad por los nacionales. Su primer destino tras salir de España es la Unión Soviética, desde donde, más tarde, marcha a México.

martes, 27 de noviembre de 2012

Santiago Cortés (1897-1937)

Capitán de la Guardia Civil en Jaén, recibe la Cruz Laureada de San Fernando por su decisión de resistir a toda costa el asedio republicano en el santuario de Santa María de la Cabeza, donde pierde la vida

"No quiero que nadie permanezca en el campamento contra su voluntad (...). Aquí nos espera una brega dura y difícil a cuantos permanezcamos defendiendo el honor del uniforme que vestimos". Con estas palabras se dirige el capitán Santiago Cortés González a sus hombres, en el momento en que se toma la decisión de encerrarse en el santuario de Santa María de la Cabeza, de Andújar, Jaén. Al producirse el levantamiento, Cortés se une a los sublevados, y forma parte de los casi 1.200 hombres que se atrincheran en el Santuario. Para dar ejemplo a su tropa, sube con sus dos hijos mayores, de los cuatro que tiene.

Nacido en Valdepeñas, Ciudad Real, en 1897, pronto entra a formar parte de la Guardia Civil, cuerpo en el cual, para 1936, ya ha ascendido al grado de capitán y se encuentra en Jaén.

En un principio, el campamento del Santuario queda bajo el mando del capitán Nofuentes, pero a medida que el bando republicano comienza a presionar, Nofuentes se muestra cada vez más favorable a la rendición. Por el contrario, Cortés es partidario de resistir hasta que las tropas nacionales acudan en su auxilio. Nofuentes es destituido por sus propios hombres y Cortés aclamado como jefe indiscutible.

En septiembre de 1936, la República lanza sobre el Santuario un comunicado en el que se les insta a su rendición, amenazando, en el caso de no producirse, con el uso de la fuerza. Cortés decide preparase para la resistencia. El 15 comienzan los bombardeos, alternados con el lanzamiento de octavillas en las que se invitaba a los allí encerrados a sublevarse contra sus propios mandos.

Los días pasan y Cortés comprende que la liberación no está próxima, a pesar de lo cual intenta por todos los medios mantener en alto la moral de los que le rodean, pero cada vez le resulta más difícil, incluso a él mismo.

A finales de abril de 1937 se desata el ataque final y el primer día de mayo, los sublevados han de rendirse. Cortés es herido varias veces. El capitán es rápidamente trasladado al Hospital de Sangre de la 16ª Brigada, donde es intervenido por el doctor Santos Laguna, cirujano de Valdepeñas de Jaén, que ya nada puede hacer por salvar su vida.

El historiador Marín Muñoz cuenta que "Cortés dio al doctor Santos Laguna 600 pesetas que contenía su cartera para su entrega a los huérfanos de la Guardia Civil". En todo momento el capitán es consciente de lo crítico de su situación, ya que tiene conocimientos de medicina, y a las doce y media de ese mismo día 2 de mayo, fallece finalmente. Unos meses después, el 9 de noviembre de 1937, el bando nacional le concede la máxima condecoración del Ejército nacional: la Cruz Laureada de San Fernando. 

lunes, 26 de noviembre de 2012

Manuel Monleón (1904-1976)

Cartelista comprometido con la causa republicana, fundamenta su obra artística sobre los cimientos de una preocupación social y una ideología política que acaba llevándole a la cárcel y posteriormente al exilio

Reconocido como uno de los diseñadores gráficos más destacados de la Guerra Civil, las ideas de Manuel Monleón le llevan a involucrarse políticamente como artista luchando contra el bando nacional y utilizando sus carteles como auténticas armas.

Su vida y su obra -afirma el académico Francisco Agramunt Lacruz- "fue un intento continuo de llevar sus postulados artísticos e ideológicos a sus últimas consecuencias. Por ello fue encarcelado, silenciado y obligado a vivir en el exilio. Si no logró el reconocimiento y el aplauso del público y la crítica de su tiempo no fue por su culpa, sino por las particulares circunstancias políticas que tuvo que superar y que le marcaron como hombre, artista e intelectual de izquierdas comprometido con su época".

Monleón, que reside en Valencia, -la ciudad de más movimiento artístico y cultural del momento- entra rápidamente en contacto con el grupo del conocido cartelista José Renau, en el que se encuentran artistas e intelectuales como, José Sabina, Eleuterio Bauset, Rafael Pérez Contel, Francisco Carreño, Armando Ramón, Francisco Badía, Juan Renau, Eduardo Muñoz Orts -Lalo- y Manuela Ballester. Este grupo se reunía para debatir en torno al arte y la sociedad del momento. Estas tertulias constituyen los primeros pasos para lo que más adelante, Monleón y este grupo de artistas e intelectuales, llamarían la Unión de Escritores y Artistas Proletarios (UEAP).

De su trabajo en el taller de la UEAP, salieron algunos de sus carte les más conocidos como los titulados ¡Compañeros! Alistaos en la Columna Iberia, realizado por encargo de la CNT-FAI.

El artista, admirador incondicional de la Revolución soviética y de los ideales comunistas, realiza sus obras inspirándose en estos postulados pero cultivando su propio estilo. Un estilo muy agresivo, con vivos colores y de gran expresividad que hicieron que sus carteles alcanzaran gran popularidad. Como explica Francisco Agramunt, "fue uno de los cartelistas más destacados del subgénero que algunos críticos de arte denominaron 'bestiario', es decir, la presentación del fascismo como una bestia. (...) Sus carteles se hallan influenciados por la gráfica soviética de la Revolución de Octubre y la alemana de agitprop (aparatos de agitación y propaganda), pues no en vano trabajó y colaboró con José Renau en divulgar y promocionar la obra de John Heartfield".

Comienza a cultivar este estilo a partir del ascenso de Hitler al poder. Este hecho y el estallido de la Guerra Civil española, provocarían en el artista una necesidad vital de lucha contra los movimientos autoritarios que están emergiendo en toda Europa.

Llevado por esta necesidad de implicación en la vida política, realiza numerosas colaboraciones para revistas afines al comunismo y al anarquismo, como por ejemplo Estudios, Orto, Cuadernos de Cultura y Nueva Cultura, para las que dibuja magníficas portadas, ilustraciones y viñetas. Su actividad como cartelista e ilustrador en las revistas de la época le hace adquirir cierta popularidad como diseñador y en 1937 participa en el Pabellón Español de la Exposición Internacional de París, junto a otros cartelistas republicanos.

Además de los carteles de este periodo, Monleón abarca casi todos los géneros, realizando fotomontajes, esculturas, pinturas, dibujos, etcétera.

El artista se inicia en el mundo de las artes desde muy joven en el taller del Mariano Pérez, prestigioso pintor de abanicos y miniaturista, donde comienza como aprendiz. Con el tiempo se independiza de su maestro y protector y se dedica de lleno a la pintura de miniaturas, exponiendo sus obras con éxito en diferentes galerías de Valencia y Alicante. Comienza entonces la búsqueda de su propio camino como artista, destacando en la creación de atmósferas tomadas del naturalismo que quedaron plasmadas en algunas publicaciones de la época como Helios y colecciones de Estudios.

Desde sus años de aprendizaje en el taller de abanicos, Manuel Monleón tiene una profunda preocupación social y política, inquietud extendida en la Valencia de su tiempo.

Al terminar la Guerra Civil, Monleón, debido a su actividad política durante el conflicto, es encarcelado varios años, de 1939 a 1942. Pasa por diferentes cárceles alicantinas, la cárcel de Carabanchel, y finalmente acaba en la cárcel Modelo de Valencia. A pesar de todo, durante este periodo, su actividad creativa no cesa, y bajo el seudónimo de Lenko, en referencia a su hijo, realiza caricaturas de personajes como Eleuterio Bauset, Gil o Juan B. Nebot. Retratos esperpénticos o reducidos a la mínima expresión, según fuera el caricaturizado. Junto con estas caricaturas, y en consonancia con sus inquietudes políticas y sociales, Monleón realiza una serie de dibujos narrativos sobre la vida cotidiana de los presos y también de los carceleros.

Al mismo tiempo, desarrolla su faceta de diseñador gráfico, esta vez mirando al mundo infantil, diseña portadas para cuentos, barajas de cartas, alfabetos, etcétera. También realiza varias piezas escultóricas en madera, de influencia neocubista.

Al salir de prisión, Monleón decide continuar con su pasión, el diseño gráfico, y crea junto a Antonio Castaño y Carrogio, compañeros de cárcel, la empresa DIARCO (Diseño Artístico y Comercial). Otros compañeros se fueron incorporando a esta empresa, como Manuel Iranzo, Cuadrado, Pérez Contel, y su propio hijo Lenko, entre otros. Además del trabajo estrictamente publicitario, se dedican a la maquetación de la revista Triunfo, fundada en Valencia en el año 1946.

Posteriormente, el artista decide trasladarse con su familia a Colombia, donde comienza a trabajar en la empresa gráfica Retina.

En 1957, requerido por la conocida empresa de diseño gráfico Young & Rubicam, se establece en Venezuela. Allí crearía años más tarde una empresa propia junto a su hijo.

El periodo en el que vive en estos países latinoamericanos le marca profundamente y le inspira para crear, en contraposición con su marcada orientación laboral, gran cantidad de óleos, acuarelas, dibujos e incluso esculturas, en los que se observan ciertos rasgos y matices mestizos, trazos muralistas y temas que recogen la realidad deprimida de esos países.

No es hasta 1962, con 58 años, cuando Manuel Monleón decide regresar a España. De vuelta en su país se instala en la población valenciana de Mislata y trabaja hasta su jubilación en la empresa de publicidad Cid.

Una vez retirado de la actividad profesional, Monleón continúa pintando hasta el mismo día de su muerte, en 1976.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Hugo Von Sperrle (1885-1953)


General alemán designado por Adolf Hitler comandante en jefe de la Legión Cóndor es considerado por algunos historiadores el principal responsable del bombardeo de Guernica

Tres días antes del bombardeo de Guernica, con los mandos de la Legión Cóndor desesperados por las victorias alcanzadas en Vizcaya, Von Richthofen, jefe de Estado Mayor de la citada legión y nieto del mítico piloto alemán de la Primera Guerra Mundial, conocido como el Barón rojo, recordaba el mensaje de Mola y se planteaba reducir Bilbao a cenizas. La férrea defensa que los republicanos hicieron en el Frente vasco probablemente salvó a la capital vizcaína, pero colocó a la villa de Guernica en la zona de combate. De acuerdo con las anotaciones en el diario de Von Richthofen, Guernica fue atacada el 26 de abril de 1937 porque era un importante centro de comunicaciones en la retaguardia de un Ejército vasco en retirada.

Von Sperrle, general de la Legión Cóndor, aparece como el principal responsable del bombardeo, aunque muchos historiadores lo niegan. La polémica continúa décadas después.

Hugo von Sperrle nace en Ludwigsburg (Alemania) el 7 de febrero de 1885. Con 18 años ingresa en el Ejército, en el que escala posiciones rápidamente hasta alcanzar el grado de haumpmann (capitán) al comienzo de la Primera Guerra Mundial en la que combate en diversas unidades aéreas hasta que en 1916 cae herido siendo hospitalizado dos meses. Por sus destacadas actuaciones en los cielos franceses es considerado unos de los ases de la Aviación germana durante la Gran Guerra.

Tras la contienda, forma parte del Reichwehr, un Ejército exclusivamente defensivo compuesto por pocos efectivos y creado tras el armisticio de 1918. Más tarde, en 1926, llega su primera misión importante: hacerse cargo de una fuerza aérea secreta que los alemanes están formando y que viola los acuerdos de desarme tomados gracias al Tratado deVersalles de 1919.

Cuando Adolf Hitler gana las elecciones en 1933, se rompen definitivamente los acuerdos con las potencias ganadoras de la Gran Guerra y se crea la Luftwaffe, la fuerza aérea alemana. El alto mando asciende a Von Sperrle a generalmajor (mayor general) y lo nombra comandante de la Quinta Región Aérea, correspondiente a la zona de Múnich. Este puesto es, según afirma Raúl Arias Ramos en su libro La Legión Cóndor, "un premio por ser uno de los oficiales del Arma Aérea que más se había distinguido y esforzado para que la nueva Luftwaffe adquiriera una verdadera importancia".

Cuando comienza la Guerra Civil española y Hitler decide ayudar al bando sublevado, Von Sperrle es designado, el 1 de noviembre de 1936, befehshaber (comandante en jefe) de la Legión Cóndor. Como principal responsable de esta unidad, tiene continuas discusiones con los militares españoles por sus distintas concepciones de la guerra aérea. Su bombardeo "en alfombra" -vuelo en paralelo de varios aviones que descargan bombas de manera continuada y simultánea- constituye uno de los avances que Von Sperrle pone en marcha en España y que luego exporta a la invasión de Europa.

En el mes de abril de 1937 los alemanes de la Legión Cóndor bombardean la ciudad de Guernica con 40 aparatos -entre bombarderos y cazas- que reducen su casco urbano a cenizas. Para algunos historiadores, su responsabilidad es limitada, ya que esta operación es, según los mismos, orden personal de Wolfgang von Richthofen. Para otros, se trata del principal culpable de su ejecución.

El periodista Manuel Leguineche, en su obra Los años de la infamia, cree que "el general Mola, el jefe del Estado Mayor de las Brigadas de Navarra, Juan Vigón, Wolfgang von Richthofen y el general Hugo von Sperrle decidieron el bombardeo de la ciudad vasca por la Legión Cóndor y la Aviazione Legionaria Italiana".

Al hablar del bombardeo de la histórica villa vizcaína, Von Sperrle comenta a sus colaboradores más cercanos que el incidente "fue exagerado artificialmente por los ingleses por razones político-tácticas, queriendo ocultar sus intereses comerciales en el norte de España".

Según la obra de Hugh Thomas, no hay constancia de que Sperrle concretara los detalles del bombardeo con Mola o Franco, preocupados en aquel momento con los problemas que acontecían en Falange.

El 31 de octubre de 1937, Von Sperrle se despide de Franco en Burgos como jefe principal de la Legión Cóndor para ser relevado por el general Helmuth Volkmann. Ese mismo día regresa a Alemania. Parece ser que esta destitución no está relacionada con el polémico bombardeo de Guernica, sino con las desavenencias que mantuvo con la jefatura de la Aviación rebelde durante esta fase de la contienda.

El historiador Raúl Arias reproduce la frase que pronunció Franco refiriéndose a los militares alemanes y que escuchó el coronel Jaenecke, miembro del Estado Mayor de la Legión Cóndor: "El único que no me ha desilusionado es el general Von Sperrle, pues todos los consejos suyos aceptados por mí siempre resultaron beneficiosos»"Estas palabras ponen de manifiesto la buena relación que existió entre Von Sperrle y el Generalísimo.

En enero de 1939, con Alemania preparando todo su arsenal armamentístico para la Segunda Guerra Mundial, asume el mando de la III Luftflotte, uno de los tres grandes grupos aéreos en los que se dividía la Luftwaffe. Cuando estalla la contienda, contribuye con sus aviones a perfeccionar la blitzkrieg, la temida guerra relámpago, que usa la aviación como apoyo para golpear las vías de abastecimiento del enemigo antes de la llegada de los carros de combate y la infantería.

Sander, como se conocía a Von Sperrle en España, despliega sus aparatos en el Frente francés en 1940 para destruir objetivos en la retaguardia y apoyar el avance de los panzers. Su papel en la invasión del país galo le vale el ascenso a generalfeld-marschall (mariscal de campo). Desde ese puesto, se responsabiliza de todas las fuerzas aéreas del Eje en la campaña del Oeste. Obra suya serán las tácticas de bombardeos masivos sobre Londres, Liverpool y otras ciudades británicas durante la Batalla de Inglaterra.

En agosto de 1944, con los aliados desembarcando en Normandía, Hitler ordena que sea sustituido por el general Dessloch. Von Sperrle pasa entonces a la Führerreserve del OKL (Alto Mando de la Luftwaffe).

En los últimos días de la contienda es capturado junto a Von Rundstedt, comandante de los ejércitos del Oeste y Hermann Goring, el mariscal del Reich y jefe supremo de la Luftwaffe. Es juzgado en Nüremberg en 1948 por crímenes contra la Humanidad junto a otros jerarcas nazis. Se le declara inocente de todos los cargos imputados y es absuelto.

Fallece el dos de abril de 1953 en Múnich mientras se le practica una operación estomacal. Inexplicablemente, su funeral se celebró, tras haber sido incinerado y con la asistencia de la plana mayor de la antigua Luftwaffe, un año más tarde después de su muerte.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Javier de Borbón Parma (1889-1977)


Príncipe regente de la rama carlista consagra su vida a salvaguardar las consignas de su doctrina política y defender las prerrogativas de su herencia enfrentándose al general Franco, que acaba por expulsarle de España

Cuando, en mayo de 1937, el príncipe regente del carlismo, don Javier de Borbón Parma, entra en España, oficialmente lo hace para ver a su hermano Cayetano, herido de gravedad en el Frente de Vizcaya. Evita entonces pronunciarse sobre el cisma abierto dentro del carlismo, en el que un sector encabezado por los Condes de Rodezno y la Florida ha decidido asumir el papel que el general Franco les ha asignado tras la publicación del Decreto de Unificación.

En la mente de Javier de Borbón permanecen las desavenencias de la Junta Nacional Carlista, que él dirige desde San Juan de Luz, con Falange, con toda la cúpula militar y, sobre todo, con el Generalísimo.

Unas desavenencias que habían tenido, en diciembre de 1936, su primer resultado con el destierro de Fal Conde por el intento de instaurar una academia de oficiales no adscrita al Ejército.

En la primavera de 1937, fuentes carlistas estiman que unos 100.000 voluntarios ingrasan sus filas, unas fuerzas que, desde el 18 de julio han sido clave para afianzar el éxito de los rebeldes.

Javier de Borbón Parma y de Braganza, nacido el 25 de mayo de 1889 en Viareggio (Italia), es hijo del Infante de España Roberto de Borbón y Borbón y María Antonia de Braganza, Infanta de España y Portugal, y descendiente de Felipe V, por lo que ocupa un importante lugar en la línea de sucesión a la Corona de España.

Después de pasar su infancia en Austria, Javier de Borbón cursa en París estudios universitarios de Ciencias Políticas e Ingeniería Agrónoma. Cuando estalla la Primera Guerra Mundial, lucha entre los aliados en el Ejército belga y alcanza el rango de comandante. Durante la contienda va a participar en el frustrado intento de Austria -su hermana Zita era la emperatriz-, para desmarcarse de Alemania y firmar la paz a instancias del Vaticano. Estos hechos, junto con una -en palabras de su hija, María Teresa de Borbón- "repetida y manifiesta repugnancia hacia el nazismo y el fascismo", le van a proporcionar la mayor desconfianza por parte de la diplomacia alemana.

En 1928 contrae matrimonio con Magdalena de Borbón Busset, con la que tendrá seis hijos. Cuando, en 1931, su tío don Alfonso Carlos se proclama rey de los carlistas, éste cuenta con 82 años y no tiene ningún hijo varón, por lo que va a delegar en Javier de Borbón buena parte de sus funciones hasta que, el 23 de enero de 1936, lo nombra regente.

Durante la República, el partido carlista se ha ido reorganizando en el ámbito militar gracias, en gran medida, a la labor del abogado sevillano Manuel Fal Conde, que, tras la destitución de la Junta Nacional, llega a la Secretaría General del partido a propuesta del pretendiente carlista Alfonso Carlos en 1934.

Las negativas, tanto de Mola como de Sanjurjo, a negociar su adhesión a las principales reivindicaciones carlistas y las reticencias de Javier de Borbón a que la Junta Regional Carlista de Navarra se sume al alzamiento quedan patentes las semanas previas al 18 de julio de 1936.

Por ello, y después de lograda la adhesión in extremis del carlismo, resultan aún más significativas -y premonitorias-las palabras que Javier de Borbón dirige, el 13 de julio de 1936, a Joaquín Baleztena. El regente envía una carta al presidente de la junta Regional Carlista de Navarra para prohibirle que negocie con Mola las condiciones de la adhesión al alzamiento: "Si hoy día que se necesita nuestra colaboración se niegan las garantías mínimas y solamente morales que pedimos, ¿qué pasará mañana cuando el Ejército haya triunfado? Se nos agradecerá disolviendo nuestro partido, y ante el pasado centenario, nuestro gesto, ciertamente generoso pero inconsiderado, pasará como una traición a nuestros principios y a nuestras gentes, cuya sangre habremos sacrificado inútilmente".

En julio de 1936, el partido carlista cuenta en toda España con miles de milicianos armados y listos para entrar en acción, pero la unidad en su seno es sumamente precaria. La razón, según Joaquín Cubero Sánchez, es que la Junta Regional de Navarra va a disputarse con la Junta Nacional el mando de las operaciones. Esta división va a ser explotada por los militares que, como se deduce de una carta de José María Lamamié, desde otoño de 1936 ponían cada vez más reticencias a la organización de nuevas unidades de requetés.

Según el historiador Josep Caries Clemente, durante los meses de invierno crecerá la división entre una parte de la cúpula carlista, representada por Rodezno y el otro bloque carlista, con Javier de Borbón a la cabeza, apoyado por la mayoría del partido y las bases.

Esto provoca un debilitamiento de la capacidad de maniobra de Javier de Borbón, ya de por sí mermada, al tener restringida la entrada a España y más aún tras el destierro de Fal Conde. Borbón tendrá que aceptar la imposición de Franco que exige como interlocutor para las conversaciones sobre la formación del partido único a Rodezno.

La Junta de Navarra le dirige, el mismo día que se publica el Decreto de Unificación, 19 de abril de 1937, una carta solicitándole la adhesión al mismo. Javier de Borbón no enviará comunicado alguno.

Su respuesta llegará, el 23 de abril de 1937, en una carta dirigida a Fal Conde, que sigue al frente del partido desde Portugal, para que éste fije las líneas de actuación necesarias al efecto. La misiva concluye: "Ante la situación presente te debo declarar que soy ajeno al plan desarrollado y que nadie debidamente autorizado por mí ha tomado parte en él, lo que no debes tomar como una orden de rebeldía".

La unidad de las masas de Comunión Tradicionalista permanece, sin embargo, con Javier de Borbón que decide, en noviembre de 1937, entrar en España para desautorizar públicamente a quienes habían decidido entrar en el Consejo Nacional de FET y de las JONS. Tras negarse a aceptar de un oficial una orden de marcharse del país firmada por el Generalísimo, es emplazado a reunirse con Franco el 25 de noviembre de 1937. Durante la reunión, el regente le expresa a Franco su más absoluta desconfianza: "Estoy dispuesto a trabajar todo lo que pueda por España, pero no personalmente por usted, no me fío".

Al día siguiente es expulsado de España. Durante la Segunda Guerra Mundial, Javier de Borbón pasa los peores años de su vida.

Es acusado de colaborar con la resistencia francesa, será detenido y deportado al campo de exterminio de Dachau del que, después de más de dos años, regresará milagrosamente.

En 1952 y ante un grupo de carlistas, se autoproclama rey de España. Abdicaría en su hijo Carlos Hugo antes de morir en 1977.

viernes, 23 de noviembre de 2012

José María Gil Robles (1898-1980)

Creador de la CEDA y uno de los líderes de la derecha durante la Segunda República, pasará a ser víctima del fuego cruzado al no decantarse claramente ni a favor ni en contra de la sublevación militar

"En España no habrá dictadura. ¡La CEDA no va a permitir el fin del régimen parlamentario!", llega a decir José María Gil Robles, su presidente, en una rueda de prensa a finales del mes de octubre de 1934. Años más tarde, el 21 de abril de 1937, escribe a Franco para, tras el decreto de unificación, poner en sus manos toda la organización de Acción Popular. Hasta tres veces apuesta a caballo perdedor. Lo paradójico es que, de haber acertado, la Historia española bien podría haber sido otra muy distinta.

Tales declaraciones las hace tras propagarse el rumor de que Franco y los militares que habían sofocado la huelga revolucionaria de Asturias, preparan un golpe de Estado. Ha pasado un año desde el triunfo electoral de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas). Sin embargo, las reticencias de Niceto Alcalá Zamora, presidente de la República, obligan a la CEDA a apoyar desde fuera los sucesivos gabinetes de los radicales de Lerroux.

Precisamente, la mecha que provoca el levantamiento de las izquierdas es la entrada en el Gobierno de tres ministros de la CEDA el 4 de octubre de 1934. En realidad, los preparativos se venían haciendo desde la victoria de la derecha en las elecciones al Congreso, un año antes. Gil Robles, al que llamaban el Jefe, es para la izquierda la versión hispana de Dollfuss. Este político, líder del catolicismo austríaco, gana las elecciones de 1932 y, desde el poder, se dedica a desmantelar la democracia siguiendo el modelo fascista italiano.

A pesar de ser el partido más votado, el presidente Alcalá Zamora se niega a encargarle la formación de gobierno a Gil Robles. El creador y líder de la CEDA nunca ha jurado lealtad a la República y para Alcalá Zamora no es digno de confianza. También hay otro motivo. Gil Robles es de derechas, católico y hombre de orden, como Alcalá Zamora. El presidente ve en él a un recién llegado que puede ocupar el espacio político que el veterano moderado quiere para sí mismo.

Sin embargo, Gil Robles no se define entonces como antirrepublicano, se limita a transigir con la forma de Gobierno. Su objetivo era cambiar el sistema desde dentro, respetando la legalidad republicana. Tras el fracaso de las revueltas asturiana y catalana, el camino de Gil Robles hasta el Ministerio de la Guerra es más sencillo, tomando posesión el 6 de mayo de 1935. La llegada hasta el poder no ha sido tan larga como muchos pensaban.

El abogado y periodista, nacido en 1898 en el seno de una familia acomodada, se confiesa católico por los cuatro costados, conservador y monárquico. Y en esos tres pilares basa su labor política, afición que hereda de su padre que, además de catedrático de Derecho Político en la Universidad de Salamanca, fue diputado en Cortes por la circunscripción de Pamplona, por los carlistas. Estudia en colegios religiosos de Salamanca y, al acabar el bachillerato, se traslada a Madrid. En 1922, se doctora en Derecho, ganando por oposición la cátedra de Derecho Político de la Universidad de La Laguna, en Tenerife. Sin embargo, no llega a ejercer la docencia, pidiendo la excedencia para dedicarse a su gran pasión, la política real.

Ese mismo año entra a formar parte de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas y en el consejo de redacción del periódico católico El Debate.

Gil Robles da sus primeros pasos en la política con 25 años, participando en un mitin del Partido Social Popular, heredero de la Democracia Cristiana, en el teatro de la Comedia de Madrid el 15 de abril de 1923. Durante la dictadura de Primo de Rivera, simpatiza con la Unión Patriótica del general.

El mismo día de la proclamación de la República, Gil Robles escribe un artículo titulado El poder constituido que aparece en El Debate al día siguiente. "Desde ayer existe la Segunda República española (...). Es la forma de gobierno establecida de hecho en nuestro país. En consecuencia, nuestro deber es acatarla (...). Y no la acataremos pasivamente, la acataremos de un modo leal, activo, porque no son la simpatía o la antipatía las que nos han de dictar normas de conducta: es el deber. La Nación está por encima de las formas de gobierno".

Este posibilismo político y su idea sobre la accidentalidad de las formas de gobierno la mantendrá a lo largo de toda la vida republicana. Con ello, se gana la desconfianza de las izquierdas y la crítica de las derechas monárquicas. En abril de 1931 participa en la fundación de Acción Nacional. Este partido, impulsado por Ángel Herrera, editor del periódico El Debate y futuro cardenal, se presenta como el partido de los católicos. Tras la dimisión de Herrera y ya como Acción Popular, Gil Robles pasa a dirigir la formación.

Elegido parlamentario en las elecciones de junio de 1931 por el Bloque Agrario, Gil Robles se convierte en la voz de la oposición, en especial por su rechazo a las reformas agraria y religiosa. Pero más que en el presente, se pone a trabajar en el futuro. Ambiciona presentarse a las siguientes elecciones y ganarlas. Para ello, consigue reunir a la derecha posibilista bajo las siglas de la CEDA, creada el 4 de marzo de 1933. Cuatro meses después se casa y hace coincidir la luna de miel con su asistencia, como observador, al congreso del partido nazi en Nuremberg.

Los 102 diputados que consigue la CEDA en las elecciones del 11 de noviembre de 1933 la convierten en la fuerza más importante del Congreso. Sin embargo Alcalá Zamora encarga la formación de gobierno a Lerroux. Gil Robles, haciendo de tripas corazón, justifica su apoyo al Partido Radical en la sesión de investidura asegurando que "es por miedo a nosotros mismos, porque creemos que nuestro espíritu no se halla aún preparado para llegar a las alturas del poder".

Desde fuera, consigue desmantelar buena parte de la herencia del anterior Gobierno republicano-socialista. Desmantelamiento que se acentúa cuando, a finales de 1934, la CEDA coloca a varios de sus hombres al frente de algunos ministerios. Sin embargo, la inestabilidad política es la tónica a lo largo del año siguiente. Cuando Gil Robles consigue arrancar de Alcalá Zamora su nombramiento como ministro de la Guerra en la remodelación de mayo, se produce un fuerte enfrentamiento entre ambos por el nombre del candidato a jefe del Estado Mayor Central del Ejército. El favorito de Gil Robles es Francisco Franco, el pacificador de Asturias.

Gil Robles defiende su elección porque era el hombre preferido dentro de las Fuerzas Armadas. Alcalá Zamora se resiste, rechaza la elección. "Pero Gil Robles, ¿por qué insiste usted en ese nombramiento, sabiendo que se opone a él casi todo el Ejército, comenzando por el jefe de mi cuarto militar, el general Queipo de Llano?", le llega a decir. Gil Robles amenaza con dimitir si el presidente no acepta. Lerroux, presidente del Gobierno, hace suya la exigencia del político católico y secunda su amenaza. Alcalá Zamora no tiene otra que aceptar a Franco.

Según recoge el propio Gil Robles en No fue posible la paz, su libro de memorias, el presidente de la República no deja de repetir una cantinela durante el transcurso del Consejo de Ministros en el que se aprobó la designación. "Los generales jóvenes son aspirantes a caudillos fascistas". Gil Robles renovaría su puesto en el Ministerio en los sucesivos gobiernos de septiembre y octubre. Coincidiendo con el escándalo del Estraperlo, en el que se ven implicados sus aliados radicales, cesa el 14 de diciembre. Alcalá Zamora, antes de nombrar presidente del Gobierno a Gil Robles, opta por convocar nuevas elecciones para febrero de 1936.

"Todo el poder para el Jefe" o "A por los trescientos", son algunos de los lemas de la campaña de Gil Robles. Con tal cantidad de diputados, el Jefe, podría terminar su obra.

La CEDA era ya un partido de masas moderno que nada tenía que envidiar al PSOE. Con comités locales en el 90% de los pueblos, una sección femenina y la Juventud de Acción Popular, su organización juvenil, se hace con la calle. En respuesta al Frente Popular, Gil Robles crea la coalición electoral Frente Nacional.

El 13 de febrero, Madrid se despierta con un gigantesco cartel de 185 metros cuadrados con el rostro de Gil Robles colgando de uno de los edificios de la Puerta del Sol. Sin embargo, Gil Robles y los suyos pierden las elecciones.

En los meses previos al 18 de julio, la situación social se hace insostenible. Muchos de los que le apoyaban le abandonan a él y a su fe en cambiar el sistema desde dentro. Hasta sus juventudes del JAP se pasan en bloque a la Falange.

En el mes de marzo, Gil Robles mantiene conversaciones con los moderados de izquierda, como el socialista Indalecio Prieto o el republicano Marcelino Domingo, para crear una fuerza parlamentaria ad hoc que ocupase el centro político de una cámara dividida en bloques. También se niega a abandonar el Congreso, como hacen el resto de partidos de la derecha.

El 16 de abril se produce un incidente con José Díaz, diputado y Secretario General del PCE. El líder comunista le espeta desde la tribuna que "si se cumple la justicia del pueblo, morirá con los zapatos puestos". En todo este periodo, Gil Robles tiene la precaución de pasar los fines de semana en la localidad francesa de Biarritz, donde ya se encuentran su mujer y sus siete hijos, volviendo cada lunes a Madrid.

La noche del 13 de julio, Calvo Sotelo es asesinado por guardias de asalto en represalia por la muerte del teniente Castillo a manos de falangistas. El siguiente en la lista negra era Gil Robles.

Pero el político católico estaba en las playas de Biarritz. Regresa a Madrid y en su casa se organizan los detalles del entierro de Calvo Sotelo. El 15 de julio, por la tarde, abandona Madrid con destino a Francia donde le sorprende el levantamiento militar. Gil Robles no participa en la conspiración aunque tampoco hace nada por evitarla. Por lo visto, Ángel Herrera, a instancias del general Mola, le invita a una reunión de políticos de derechas en Burgos prevista para el 17 de julio, un día antes del golpe. "Me negué a colaborar en ese proyecto. Mi negativa me colocaba, por supuesto, en una situación muy difícil ante los militares sublevados", confiesa Gil Robles. Aquello fue su muerte política. Meses más tarde, Ángel Herrera le manda una carta en la que le recuerda la ocasión perdida. "Te lo propuse, y si hubieras aceptado, creo que hubieras sido el futuro jefe del Estado".

Gil Robles se limita a entregar el dinero sobrante de la campaña electoral al general Mola y a pedir a los suyos que, a título personal, se unan al alzamiento. Otro episodio en el que interviene es en las gestiones para la contratación del Dragón Rapide, el avión que trasladará a Franco desde Canarias a suelo marroquí. Tras ser expulsado por el Gobierno galo, fija su residencia en Lisboa. Desde entonces se convierte en persona non grata entre los nacionales. Gil Robles mira ahora hacia la Monarquía pero buscando una "Monarquía para todos" y entra a formar parte del Consejo de Juan de Borbón. Durante la Segunda Guerra Mundial, el otrora poderoso líder de los católicos se empeña en desautorizar la colaboración de éstos con Franco. Gil Robles piensa, equivocadamente, que la victoria de los aliados haría inviable el régimen franquista. Son años en los que propone el regreso de la Corona, en la persona de don Juan de Borbón. El príncipe le elige como uno de sus representantes en las conversaciones que se mantienen con Franco. El Generalísimo desata entonces una dura campaña contra él. El punto álgido de los ataques se produce el 5 de mayo de 1944 con la aparición de un artículo en el diario ABC titulado El apuntalador de la República. En el texto, se acusa a Gil Robles de traidor y de haber entregado a los republicanos listas de militantes de Acción Popular, su partido, para que los fusilasen.

Un primer ejemplo de su temprana apuesta por la reconciliación son sus reuniones con el socialista Indalecio Prieto en Londres en octubre de 1947. En 1953 regresa a Madrid.

La enésima de sus desventuras fue el precio que tiene que pagar por participar en el llamado Contubernio de Múnich en 1962, reunión en la que intervienen políticos españoles de todas las tendencias, salvo el PCE. Al conocerse su participación, el Conde de Barcelona le desautoriza y Gil Robles presenta la dimisión de su Consejo Privado. Al mismo tiempo, Franco le destierra. Tras varios años en Ginebra, vuelve a España y a la abogacía. Como defensor de uno de los implicados en el caso Matesa en 1969, llega a solicitar la comparecencia de Franco ante el tribunal. Su idea era vincular al Régimen con la corrupción.

Tras la muerte de Franco y la llegada de la monarquía funda la democristiana Federación Popular Democrática. En una entrevista al diario Ya llega a decir: "Soy un luchador vencido, que tiene lo que no tienen quienes me han vencido: una conciencia tranquila". En las elecciones generales de 1977 no consigue el acta de diputado y se retira definitivamente de la política. Muere tres años más tarde en Madrid y casi en el olvido.

jueves, 22 de noviembre de 2012

José Luis Arrese (1905-1986)

Destacado falangista, pasa de ser condenado por su disidencia ante el Decreto de Unificación a ocupar el cargo de ministro secretario general del Movimiento, siendo así un paradójico personaje entre díscolo y leal

En plena Guerra Civil, el falangista José Luis Arrese salta a la palestra con un acto de disidencia, uno de los pocos que protagonizaría en su vida.

El 19 de abril de 1937, Franco lanza su denominado Decreto de Unificación que conglomera a los carlistas de Comunión Tradicionalista con Falange Española y de las JONS. En respuesta, Manuel Hedilla, entonces jefe nacional de Falange, escribe un telegrama a las Jefaturas Provinciales ordenando que sólo acepten órdenes directas por vía del, ya decaído, mando supremo de Falange Autónoma.

Entre las filas de los camisas azules que se adhieren a estas ideas separatistas, se encuentra Arrese, que viaja a Andalucía para entrevistarse con distintos mandos falangistas y es detenido en Sevilla. Aparentemente, se ordena al general Queipo de Llano que ejecute una condena de fusilamiento por disidente. No obstante, en lugar de la pena máxima, tras un Consejo de Guerra en Salamanca, es condenado a una reclusión de 20 años que posteriormente se reduce a dos. No la cumple. La presión de su esposa -María Teresa Sáenz de Heredia, prima hermana de José Antonio Primo de Rivera- y su hermana ante Serrano Suñer, parecen cruciales.

Al respecto, Sir Arnold Lunn, célebre escritor británico católico y apologista de Franco, escribe lo siguiente: "Unos años más tarde el falangista, perdonado y ocupando un cargo importante en el Gobierno, se encontró con Queipo de Llano con ocasión de la conmemoración en Málaga. Se oyó entonces al falangista expresar tímidamente su agradecimiento al general por haberle salvado la vida. Oh, cuándo le dije que lo haría fusilar, usted se deshizo en lágrimas. Es tan raro ver llorar en España a un hombre adulto que pensé que deberíamos mantenerle en vida como curiosidad de museo".

Nacido en Bilbao en 1905, José Luis Arrese y Magra se convierte en una de las figuras fuertes de Falange Española. Huérfano desde temprana edad, ex alumno de los jesuítas y licenciado en Arquitectura, se afilia a Falange en la década de los 30, probablemente no en 1933, tal como citaban las biografías franquistas, sino más bien poco antes del estallido de la Guerra, en 1936, como apuntan los autores Manuel Valdés Larrañaga o Alvaro de Diego.

El peso de su hermano Domingo es crucial en su formación ideológica. Éste, catedrático de Teología y Filosofía, había desempeñado el puesto de Secretario de la Agrupación Política, Minoría Vasco-Navarra en las Cortes Constituyentes de la República.

El bilbaíno se moviliza políticamente por la victoria del Frente Popular y alentado por el asesinato de Andrés Sáenz de Heredia, hermano de su esposa. Su implicación política le lleva a contactar con Falange en Granada, donde lleva a cabo obras como arquitecto.

El alzamiento le sorprende en Madrid y, el mismo 18 de julio de 1936, se refugia en la embajada de Noruega para evitar una represión tanto social como política. En 1937, consigue pasar a la zona nacional para alistarse, acto seguido, con las milicias falangistas. Su papel militar no parece particularmente notorio y en abril de ese mismo año, ya en territorio fronterizo francés, gestiona el canje de familiares.

Tras la victoria franquista, Arrese es designado Gobernador Civil de Málaga en diciembre de 1939. Destaca allí su labor urbanística en la construcción de viviendas protegidas.

Cuando el 19 de mayo de 1941, Francisco Franco reorganiza su Gobierno, José Luis Arrese presenta su dimisión. El nombramiento de un reconocido antifalangista, el coronel Galarza Morente, como ministro de Gobernación, es el motivo más evidente.

Del encontronazo de fuerzas políticas Arrese sale, no obstante, fortalecido. Franco debe contentar a Falange y, por ello, designa al arquitecto como ministro secretario general del Movimiento, puesto vacante desde el cese del general Muñoz Grandes en abril de 1940.

Dada su filiación familiar, su prestigio entre las filas de Falange es muy importante, por lo que su nombramiento satisface a las filas de camisas viejas.

Falange, de hecho, aumenta su peso en este Gobierno con la incorporación de Girón de Velasco al Ministerio de Trabajo y de Miguel Primo de Rivera al Ministerio de Agricultura.

Si bien, el incremento de poder de Arrese será paralelo al relativo desprestigio de Serrano Suñer.

El 28 de noviembre de 1941 recae sobre Arrese la responsabilidad de la reorganización del proyecto falangista, y en 1942 redacta el articulado de la Ley de Cortes.

En 1943, se entrevista en Berlín con Hitler, cuando el Caudillo se muestra ya reacio a una participación beligerante en la Segunda Guerra Mundial. En lugar de prometer cooperación, Arrese pide una revisión del sistema de alianzas alemán.

Destituido en julio de 1945, tras intentar presentar ante las Cortes franquistas un esquema del Fuero de los Españoles, vuelve a ocupar el cargo en 1956 con la idea de revitalizar el partido, sustituyendo a Raimundo Fernández Cuesta.

En el mismo año presenta un proyecto de Constitución, que no es aceptado, y a continuación su dimisión, igualmente rechazada. El 25 de febrero de 1957, es nombrado ministro de Vivienda, mientras que José Solís ocupa su antiguo cargo.

Pese a sus gestos de discordancia con la jefatura de Estado, Arrese se mantiene leal a Franco, "absolutamente leal" según el autor de su biografía más reciente, Alvaro de Diego. El historiador Herbet Southworth, apostilla: "Hubo españoles que prefirieron morir a arrodillarse. Pero es evidente que Arrese no fue uno de ellos. Franco, que poseía un sistema especial para domar la voluntad de los falangistas algo recalcitrantes, no tuvo necesidad de grandes esfuerzos para doblar la rodilla a Arrese".

Responsable, en diciembre de 1961, del II Plan Nacional de Vivienda, cesa el 11 de julio de 1962 y se retira de la vida política.

Será, con todo, miembro del Consejo del reino desde su creación en 1948, procurador en Cortes y Académico de Bellas Artes de Sevilla desde 1972, hasta su muerte, en 1986.

Su labor como ensayista y teórico se centra en "espiritualizar la vida, españolizar España e implantar la justicia", como él mismo deja escrito. Así, publica títulos como La revolución social del Nacionalsindicalismo, El Estado totalitario en el pensamiento de José Antonio, Capitalismo, Comunismo y Cristianismo, y otras obras hasta un total de 36, relacionadas con el arte y la política.

Su ideario se resume en máximas como la siguiente: "La era del nacionalsindicalismo no será la del materialismo, no será la era prosaica del cocido; será la era del espiritualismo, la del despertar caballeresco de la dignidad humana". 

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Sancho Dávila (1905-1972)

Pariente de José Antonio Primo de Rivera, será uno de los principales impulsores de la unificación de Falange con los tradicionalistas, de la que saldrá milagrosamente vivo y convertido en un defensor a ultranza de Franco

El hito decisivo en la Historia del fascismo español, su punto de inflexión, la plataforma para su promoción política pero también su íntimo cargo de conciencia, es su asimilación al régimen de Franco, por la que tuvo que sacrificar sus esencias revolucionarias y amalgamarse con el tradicionalismo. Las simplificaciones interesadas han tendido a consustanciar sublevación militar y Falange, pero, por indiscutibles que resulten la simpatía de ésta hacia el golpe y su participación en las ejecuciones de retaguardia, la unificación distó de ser una maniobra sencilla.

El 2 de octubre de 1936, en una entrevista que concede desde la cárcel y que cita el historiador lan Gibson, José Antonio Primo de Rivera declara: "Si este movimiento gana y no es más que reacción, entonces retiraré a mi Falange. Yo representaba otra cosa, algo positivo. Usted ha leído mi programa de sindicalismo nacional, reforma agraria y todo aquello".

Sancho Dávila desempeña un papel protagonista y contradictorio en las diversas fases del proceso de unificación. Al principio es uno de sus impulsores y el encargado de representar a Falange Española (FE) y de las JONS en las conversaciones que este grupo inicia con los carlistas de Comunión Tradicionalista para consensuar la fusión, antes de que Franco la imponga por su cuenta y los términos del acuerdo escapen al control falangista. Después, cuando las negociaciones fracasan, Dávila se une a sus parientes del sector legitimista que consideran que el arreglo traiciona el pensamiento de Primo de Rivera e intentan desplazar a Manuel Hedilla, el presidente de la Junta de Mando provisional, que dirige Falange ante la falta del Ausente.

Sancho Dávila Fernández de Celis, nacido en 1905, es uno de los aristócratas andaluces que pasan a engrosar las filas de Falange. Aun sin acercarse a la proporción dominante de obreros y clases medias, Andalucía es una de las regiones donde FE recluta un mayor número de adeptos de extracción social nobiliaria. Sevillano, hijo de los condes de Villafuente Bermeja y primo del mismo José Antonio Primo de Rivera, ingresa en el movimiento el año de su fundación, 1933, y se le encomienda la jefatura territorial de Andalucía. Según sus cálculos, cuenta con unos 500 militantes a sus órdenes.

El epistolario de José Antonio en los últimos tres años de su vida contiene 16 cartas muy afectuosas hacia su primo Sancho, que además será una de las 13 personas a quien escriba la víspera de su ejecución. El líder falangista aprecia la lucha de Dávila contra el gobernador civil de Sevilla, que le detiene en varias ocasiones, y su manera de enfrentarse a algunas disidencias internas. Por ejemplo, en julio de 1934 le escribe: "En cuanto a ti, ¿para qué decirte? Toda palabra es pálida para ensalzar tu esfuerzo, tu valor y tu serenidad". Y en septiembre de 1935: "Con toda la autoridad de jefe te ordeno de manera terminante que no descuides ni un segundo la vigilancia de tu seguridad personal. Sí no bastara para que atendieses a esta indicación el pensar en todas las obligaciones y afectos que te obligan a vivir, habrías de tener en cuenta la falta que le haces a la Falange".

En el I Consejo Nacional de FE de las JONS, en octubre de 1934, el nombre de Dávila es uno de los seis que José Antonio designa como vocales de la Junta Política; el Consejo, responsable de la otra mitad de los cargos, le reelige en su segunda edición, en noviembre de 1935.

Entre las 11 candidaturas que Falange presenta infructuosamente a las elecciones de febrero de 1936, una es la de Sancho Dávila por Sevilla. De acuerdo con los cómputos del historiador Julio Gil Pecharromán, obtiene 942 votos. Tras el descalabro electoral del partido y el arresto de su líder al mes siguiente, José Luis Rodríguez Jiménez localiza a Dávila en Madrid coordinando la impresión del panfleto No importa. Boletín de los días de persecución, que divulga los artículos que Primo de Rivera escribe desde prisión.

Después del golpe, se refugia en la embajada de Cuba y llega a Burgos en septiembre. El 6 de octubre de 1936, una vez abierto el corredor extremeño, la Junta de Mando provisional de FE de las JONS se reúne en Sevilla e incorpora por sus méritos al anfitrión Sancho Dávila. Al mes siguiente, Dávila promueve en el III Consejo Nacional una moción que profesa "su lealtad a las ideas fundamentales del movimiento nacional-sindicalista" como "único medio de que la nueva política de España vuelva a una ardiente comunión nacional" y propone una reunión extraordinaria para cuando culmine el asedio de Madrid, con el objeto de estudiar la puesta en práctica de los principios nacional-sindicalistas en la nueva coyuntura.

En pleno consejo, Dávila recibe la última carta de su primo, ejecutado el día 20. "Querido Sancho: Pocas palabras, porque quizá no disponga de mucho tiempo: mil gracias por tu lealtad y por tus magníficas condiciones, y un abrazo muy fuerte. Que a ti, a tu mujer y a los hijos que os mande Dios, las mejores cosas. Os lo desea de corazón tu primo y camarada". Al margen añade: "No he de decirte lo que debes transmitir de mi parte a los de tu tierra". Es evidente, pues, que Dávila, como el resto de los dirigentes falangistas, conoce desde el principio el destino de quien durante dos años sería llamado El Ausente para no desmoralizar a las bases.

El 2 de diciembre, insinúa sin embargo la verdad en el diario FE, que tiene a su disposición en Sevilla: "Yo no quiero perder la esperanza de verle algún día entre nosotros (...). Precisamente, con ocasión de su preciada muerte, que todavía me niego a creer (...)". Treinta años después, afirma en su libro José Antonio, Salamanca y otras cosas: "Aunque a muchos les dio por llamar al jefe muerto El Ausente, y de buena fe creían que seguía vivo, la verdad es que la cordura aconsejaba no dejarse influir por lo que, desgraciadamente, no tenía remedio".

Paradójicamente, el período que convierte a Sancho Dávila en uno de los protagonistas de la Guerra Civil son los cinco meses posteriores a la muerte de su primo.

Franco, muy interesado en las experiencias de partido único de Italia y Alemania, había estudiado y anotado los estatutos de Falange y los discursos de José Antonio, poniéndolos en comparación con los del tradicionalista Víctor Pradera y desembocando en la conclusión de que la fusión era posible.

Entre los falangistas, no es seguro si la iniciativa parte de Manuel Hedilla o de Sancho Dávila, pero, cuando menos, éste último acaba de sacar adelante una moción profranquista y posibilista respecto a las oportunidades de desarrollar el ideario de Falange tras la victoria. Además, en este periodo se mostrará siempre como un decidido promotor de iniciar las negociaciones con Comunión Tradicionalista.

Otros parientes de José Antonio Primo de Rivera y próximos aliados de Dávila en el complot contra Hedilla son de diferente opinión. Pilar Primo de Rivera, hermana del fundador, le repite al presidente de la Junta de Mando: "Ten cuidado, la Falange no debe ser entregada a Franco. ¡No la entregues!". Y a Agustín Aznar le gusta decir que en el cuartel general hay que entrar sólo "con granadas de mano".

Dávila se desplaza a Lisboa el 16 de febrero de 1937 para hablar con el líder carlista Manuel Fal Conde. Le acompañan otras dos figuras de la Falange andaluza, especialmente indicada para esta tesitura debido a sus simpatías monárquicas. Sin embargo, esta coincidencia y el acuerdo en promover un régimen corporativo que suprima la democracia liberal no disimula que lo que pretenden los falangistas no es una unión entre iguales, sino la anexión del carlismo. Según el primer borrador que presenta Dávila, Falange se declara heredera de los valores tradicionalistas y "recibe con honor en sus filas y en sus mandos a los nuevos camaradas".

Los carlistas, que ya albergaban ciertos recelos ante la creciente primacía numérica e ideológica de sus interlocutores, contestan con un texto que reza abiertamente: "Ni Falange ni requetés tienen hoy tal preponderancia y fuerza que puedan plantear el problema como una incorporación pura y simple de una organización a otra". Además, reconoce que en el origen de la cumbre bilateral hay "una razón de conveniencia elemental: si nosotros no hacemos la unión, nos será impuesta".

Después de una segunda propuesta falangista en la misma línea, Fal Conde culmina la suya diciendo: "Esta nota se ha dado como transacción final y ante el absurdo que representa para la Comunión la petición de Falange de nuestra incorporación".

Una semana más tarde, Sancho Dávila lo intenta de nuevo con el más flexible conde de Rodezno, que, por ejemplo, no impone al pretendiente carlista Javier de Borbón sino que estaría dispuesto a admitir a don Juan. La reunión tiene lugar en Salamanca, y a ella acude Dávila con un curioso texto que intenta persuadir a los carlistas de que la anexión no es lo que parece. Dice que, en la fusión, el tradicionalismo aporta la doctrina y Falange "la capacidad de incorporar la gran masa a la comprensión" de los valores tradicionales. "Y, como el proselitismo (...) reside en una confianza quebradiza y sutil que raras veces logra producirse (...), nombre, estilo, modos e ímpetu deben ser, a beneficio de la unidad, falangistas". O también: "Se trata de una unión auténtica, que mal podría ser llamada ingreso del Tradicionalismo en Falange (...). La Comunión se incorpora a una Falange que, precisamente como resultado de tal incorporación, experimenta una transformación sustancial, aunque desde luego en la línea de su actual modo de ser". Rodezno contesta amablemente a su interlocutor que las bases tradicionalistas no entenderían una incorporación a Falange.

Para entonces, en la Junta de Mando ya han surgido los recelos hacia la figura de Manuel Hedilla. Los legitimistas le habían aceptado en principio como digno delegado del Ausente, pero ahora sospechan que Hedilla, que no debería ser más que una cara visible de la Junta, se quiere erigir como nuevo líder supremo del Movimiento, gracias a una descarada campaña de imagen a cargo de escritores afines, y reprueban su aparente simpatía por el general Franco y su trabajo a favor de la unificación. Dávila, Aznar y otros tres descontentos se reúnen con Hedilla el 16 de abril y le comunican su destitución, la disolución de la Junta y su reemplazo por un triunvirato del que forman parte los dos citados. Sin embargo, ese mismo día, Franco, que iba a convocar a su despacho a Hedilla y Dávila juntos, al final llama solamente al primero y, cuando éste le relata el plan para derrocarle, el jefe del Estado le comunica que no reconocerá a otro jefe de Falange. A continuación, ordena a los censores que no publiquen la nota de prensa en que el triunvirato notifica la destitución de Hedilla.

Con un respaldo tan significativo, el presidente de la Junta envía al provincial burgalés de milicias José María Alonso Goya y otros tres hombres armados a detener a Sancho Dávila a una pensión de Salamanca. El historiador Paul Preston cuenta cómo éste se figura que le van "a pasear" y sus escoltas le defienden a tiros. Mueren Alonso Goya y uno de los guardaespaldas de Dávila. La prueba de que se esperaba que ocurriera algo así es que el séquito enviado por Hedilla va acompañado por dos médicos. Dávila, Aznar y los demás conspiradores son arrestados por las autoridades militares.

Tras ser portavoz y luego enemigo de la unificación, parece que Sancho Dávila va a terminar siendo su chivo expiatorio.

En el IV Consejo Nacional, que se inaugura el día 18, Hedilla alude directamente a Dávila cuando replica: "Vanidad yo. ¡Vanidad la de aquéllos que se encargan, a costa de la Organización, centenares de fotografías en actitudes marciales, se organizan desfiles impresionantes en su honor y se sirven de la prensa territorial para exaltar su persona!". Sin embargo, aún queda un episodio más, que obra la rehabilitación del andaluz. Franco se vale de los sucesos de Salamanca para anunciar el día 19 el Decreto de Unificación que funda como partido único Falange Española Tradicionalista (FET) y de las JONS, con el objeto de evitar nuevos "incidentes desagradables"» entre facciones enfrentadas. La prensa interpreta el abrazo de Franco y Hedilla en el balcón del Cuartel General como un traspaso de poderes y los militares empiezan a tratar a los falangistas como subordinados.

Serrano Suñer redacta los estatutos de FET y Franco nombra una Junta Política llena de vocales dóciles en la que Hedilla sólo tiene rango de uno más. A eso parece quedar reducida la gloriosa Falange. Aznar y Pilar Primo de Rivera le acusan de traición y le instan a renunciar al puesto. Cuando Hedilla les obedece, Franco manda arrestarle por rebelión y un tribunal le sentencia a muerte. Sancho Dávila, en cambio, es absuelto.

Manuel Hedilla, tras reiterar su lealtad al Caudillo y alegar que su rechazo al nombramiento ha sido sólo para no levantar ampollas en su grupo, pasaría cinco años encarcelado y otros cinco confinado en Mallorca. Pero la cruel paradoja ya está consumada.

Mientras el dirigente denostado por sus veleidades franquistas desaparece de la escena política, los antiguos legitimistas hacen carrera en la administración de la Dictadura.

Sancho Dávila, en concreto, es nombrado inspector territorial de Andalucía en el primer Gobierno de Franco y luego llega a ser delegado nacional de Organizaciones Juveniles y la Vieja Guardia hasta su muerte en 1972.

. Sancho Dávila, elogio a la lealtad (20/6/37)

martes, 20 de noviembre de 2012

J.M. Lamamié De Clairac (1887-1956)

Político carlista convencido, interviene en la constitución del Bloque Nacional durante la República y destaca por su resistencia a la aglutinación de las fuerzas políticas nacionales promovida por Franco

Nacido en 1887, inicia muy pronto su carrera política, ingresando en el Partido Agrario de Salamanca. Con el advenimiento de la República, es elegido diputado a Cortes por dicha provincia. En 1933, es reelegido, aunque esta vez como miembro del partido Comunión Tradicionalista, sustentado en los ideales del carlismo. Así, se convierte en el principal impulsor de las unidades de acción, que intentan revitalizar la milicia carlista en Castilla La Vieja con el fin de combatir a la República por la vía insurreccional.

En 1934, Lamamié participa en la fundación del Bloque Nacional, liderado por Calvo Sotelo, que integra entre otros a Renovación Española -partido que apuesta por el regreso al trono de Alfonso XIII-. La creación de esta coalición es conflictiva desde sus inicios debido a las numerosas tensiones internas existentes entre sus miembros carlistas, alfonsinos y calvosotelistas.

De hecho, pese a algunos éxitos aislados, el Bloque Nacional pronto fracasa en sus propósitos de aglutinar a la derecha contrarrevolucionaria.

Los días previos al pronunciamiento del 18 de julio de 1936, el general Emilio Mola se entrevista en Pamplona con los principales líderes carlistas para obtener el apoyo de esta fuerza. Durante las negociaciones, Lamamié trata de convencer a Mola para que se comprometa a restaurar la monarquía en caso de que triunfe la insurrección militar. Sin embargo, todos sus intentos son en vano y su fracaso provoca que las fuerzas carlistas no se decidan a participar hasta tres días antes del levantamiento general.

En diciembre de 1936, Lamamié es destinado a Burgos por la Junta Carlista de Guerra para hacerse cargo de la coordinación de las unidades de acción que luchan en la zona. A comienzos de 1937, Franco realiza los primeros movimientos para unificar bajo su jefatura a todas las fuerzas políticas que participan en el bando nacional. Lamamié se posiciona claramente en contra de cualquier negociación que conduzca a la fusión entre su partido y los falangistas. Pese a todos sus esfuerzos, la unificación de las fuerzas nacionalistas tendría lugar el 19 de abril de ese año.

En enero de 1937, los miembros de la Junta Nacional Carlista se reúnen para acordar el candidato idóneo destinado a ocupar el trono español. Tras intensas deliberaciones, el ala más tradicionalista, liderada por Lamamié, apoya a don Javier de Borbón Parma que finalmente, se convierte en el principal aspirante a la regencia.

En abril de 1937, la Junta central toma una medida drástica para acabar con las divisiones internas. Sus representantes se entrevistan con don Javier y le sugieren que José María Lamamié -junto con Arauz de Robles y Zamanillo- abandone su puesto en la Junta. Antes de ocho días, la dirección del tradicionalismo queda descompuesta, Lamamié es apartado de su cargo y muere en 1956.

lunes, 19 de noviembre de 2012

George L. Steer (1909-1944)

Corresponsal de guerra de origen sudafricano, denuncia el ataque contra civiles durante el bombardeo de Guernica arrojando luz sobre este controvertido acontecimiento en el que arriesga su credibilidad y su propia vida

"Guernica, como Hiroshima, como el 11 de septiembre, marcó el comienzo de un nuevo orden de cosas". Son palabras de Nicholas Rankin, biógrafo del hombre que más cosas contó del terrible ataque sobre Guernica, el periodista británico George Steer. Con su primera crónica sobre el bombardeo para el Times londinense y el New York Times, Steer denuncia la participación nazi en la ofensiva, inspira el universal cuadro de Pablo Picasso y se gana un puesto en la lista negra de la Gestapo. Un ejemplo de la repercusión que puede alcanzar un artículo de prensa. El suyo en cuestión lo titula Pueblo histórico vasco destruido; aviones rebeldes ametrallan a civiles y ocupa la portada del New York Times el 28 de abril de 1937, dos días después del ataque.

George Lowther Steer, nacido en la provincia sudafricana de Eastern Cape en 1909, llega al País Vasco a principios de abril. Las tropas de Franco, que están fracasando en su intento de tomar Madrid, optan por atacar objetivos más accesibles, como es el Frente Norte. En esta campaña, el reportero se expone al peligro y corre más riesgos que la mayor parte de sus colegas. Su mujer y su hijo habían fallecido, por lo que puede que él pensara que tenía menos que perder.

El propio Steer tiene que guarecerse de las bombas el mismo día del ataque sobre Guernica. No es en el mismo pueblo, sino en Arbacegui y Gerrikaiz; pero sí son los mismos aviones, que en estas poblaciones cercanas también descargan munición. Ese día, desde Bilbao, el corresponsal transmite una crónica sobre un nuevo buque británico que pretendía romper el bloqueo del puerto de la capital vizcaína. Sin mucho énfasis, añade información sobre los bombardeos registrados en el frente. Ya en la cena, donde comparte mesa con el capitán Roberts -el marino que descubre el falso bloqueo del puerto de Bilbao-, se recibe una llamada telefónica del Gobierno vasco en la que se informa de que Guernica está en llamas. Los reporteros Steer del Times, Holme de Reuters, Monks del Daily Express, Corman de Ce Soir y Watson del Star se ponen en marcha hacia Guernica atravesando en mitad de la noche los mismos campos por los que habían vuelto hacía unas horas. "Al rebasar los montes vimos la propia Guernica, un armazón de mecano. Todas las ventanas eran penetrantes ojos en llamas; todos los tejados, ahora hundidos, soltaban fieros mechones de fuego", cuenta Steer.

El periodista había narrado la guerra en Abisinia, donde conoció el horror y la destrucción, pero la barbarie que contempla a su llegada a Guernica tan sólo unas horas después del vendaval de bombas de la Legión Cóndor alemana supera con creces cualquier experiencia pretérita. "Familias enteras, todos muertos y amoratados, llenos de contusiones. Fueron trayendo más cuerpos de las afueras de Guernica con balazos de ametralladora; uno de ellos, el de una preciosa niña", narra en una de sus crónicas.

En lugar de enviar la información al día siguiente, Steer dedica el martes 27 de abril a recabar declaraciones de los supervivientes del ataque que van llegando a Bilbao. Ese mismo martes regresa a Guernica para ver la ciudad de día. El fotógrafo que le acompaña, en lugar de hacer fotos, se une a los hombres y mujeres que buscan a sus familiares entre las ruinas de los edificios. Ese es el motivo de que su crónica se publique, con gran cantidad de detalles, dos días después de la ofensiva. El artículo de Steer destacó sobre todo por la interpretación que el periodista extrajo del suceso. A pesar de contar con tan poco tiempo de reacción, Steer no dudó en apuntar al corazón de los vascos como el verdadero blanco de los bombarderos alemanes: "El objetivo del bombardeo parecía ser la desmoralización de la población civil y la destrucción de la cuna de la raza vasca".

Curiosamente, en ese mismo ejemplar del New York Times en el que Steer testimonia las horrendas consecuencias del ataque nazi, una información de agencia ya recoge la negación del ataque por parte de los insurgentes. Los nacionales, temerosos por la reacción internacional al bombardeo, acaban por acusar a los propios vascos de haber incendiado y destruido Guernica. Desde Londres, el Times le pide a su corresponsal que envíe más afirmaciones contrastadas de lo ocurrido. Steer, ante la manipulación de unos hechos cuyos resultados ha contemplado con sus propios ojos, se ve obligado a enviar una crónica que explique la evidencia: "He hablado con cientos de personas angustiadas que se han quedado sin hogar, y todas dan la misma descripción de los hechos, con toda precisión. He visto los enormes cráteres de bomba de Guernica y los he medido, y, como pasé por la ciudad la víspera, puedo atestiguar que entonces no estaban allí".

La ocupación de Guernica el 29 de abril facilita a los nacionales el juego con la interpretación de los hechos. En los periódicos se suceden distintas lecturas de lo sucedido, según sean los reporteros afines a uno u otro bando. Lo que está claro es que, a diferencia de los reporteros desplegados en Bilbao, los periodistas del lado franquista no estuvieron en Guernica tras el bombardeo. Ante la flagrante mentira que sobrevuela sobre los acontecimientos que ha visto con sus propios ojos, Steer se encoleriza: "La declaración de Salamanca de que Guernica fue destruida por bombas incendiarias "rojas" es falsa", escribe el seis de mayo de 1937 en el Times.

Bilbao cae mes y medio después. Steer vive la resistencia vasca como un soldado más, escribiendo emocionantes crónicas de guerra a pie de trinchera e identificándose entre los protagonistas: "Formados en línea, se abalanzaron sobre nosotros disparando a una velocidad diabólica. Pero después del bombardeo del otro día, esto parecía un débil estertor. Ahora éramos indiferentes a cosas que antes nos habrían hecho correr a resguardarnos". El lunes 21 de junio, ya después de haber abandonado Bilbao, Steer envía por teléfono al Times su última crónica, titulada La última lucha de Bilbao. Sus experiencias como corresponsal de guerra en España son recogidas en El árbol de Guernica, que escribe el mismo verano de 1937.

Tras su labor en el País Vasco, Steer acude a otros lugares del mundo en conflicto. Primero en África, luego en la contienda ruso-finlandesa y más tarde en distintos frentes de la Segunda Guerra Mundial, llegando a combatir.

George Steer vive la guerra de cerca en lugares como Etiopía, España, Libia, Egipto, Madagascar y Birmania, acuñando esta definición sobre los conflictos armados: "La forma más elevada de ineptitud conocida por el hombre".

El día de Navidad de 1944, con sólo 35 años, se encuentra desplegado en la India con una unidad del Ejército británico cuando el coche que conduce se sale de la carretera, falleciendo junto al resto de ocupantes.