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martes, 13 de noviembre de 2012

Mario Roatta 'Mancini' (1887-1968)

Jefe de las tropas italianas enviadas a la Península y hombre de confianza de Mussolini, "Mancini" dirige las batallas de Málaga y Guadalajara contra las fuerzas republicanas, aunque con resultados desiguales

Durante los meses de febrero y marzo de 1937 tienen lugar las primeras acciones de las tropas fascistas italianas destinadas en España, protagonizadas por el Cuerpo de Tropas Voluntarias (CTV) -Corpo di Truppe Volontarie- formado por regulares y camisas negras -milicianos del Partido Fascista italiano, creado por Mussolini en 1921- A la cabeza de este grupo se encuentra el general italiano Mario Roatta, también conocido por el sobrenombre de Mancini, hombre de confianza del Duce y partidario de llevar a cabo acciones importantes que den prestigio al Ejército italiano. Por esa razón, Roatta dirige las batallas de Málaga (febrero) y Guadalajara (marzo), aunque con resultados distintos.

Roatta nace en la ciudad italiana de Módena en 1887. Desde los primeros compases del fascismo italiano permanece al lado de Benito Mussolini y desempeña varios cargos dentro del Partido Fascista italiano. Participa en la campaña de Abisinia -actual Etiopía- en 1935 y está al frente del servicio secreto interno del Ejército italiano.


Tras la conquista del país africano, su siguiente misión es la de coordinar el apoyo italiano a las tropas nacionales españolas que se han sublevado contra la República. Con este fin, a finales de agosto de 1936, establece una serie de contactos con los conspiradores. Acompañado por el coronel de Estado Mayor del Ejército alemán, Walter Warlimont, y por el también alemán, almirante Wilhelm Canaris, Roatta se entrevista con Queipo de Llano en Sevilla y con Franco en Cáceres.

Después regresa a Italia con el objetivo de preparar el desembarco que protagonizan las tropas italianas en la Península a finales de 1936 y comienzos de 1937. El objetivo de Mussolini es conseguir que los rebeldes ganen la Guerra y que la victoria se produzca lo más rápidamente posible. De este modo se asegurarían el predominio en el Mediterráneo y no comprometerían en exceso su posición internacional.

El 7 de diciembre de 1936, Mussolini nombra a Roatta jefe de las tropas italianas en España. Al día siguiente se constituye el Ufficio Spagna en la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores italiano. La idea es que Roatta, al llegar a España, establezca un Estado Mayor conjunto entre ambos países.

A partir de ese momento, comienzan a llegar a España tropas regulares de Ejército y camisas negras fascistas. A finales de diciembre el Duce establece el envío de 3.000 hombres, que desembarcan en el puerto de Cádiz, y a comienzos de 1937 Roatta cuenta ya con más de 15.000 nombres a su mando. El filtro seguirá abierto hasta alcanzar un total, según diversas estimaciones, de unos 50.000 nombres.

Estos voluntarios del CTV, también conocidos como legionari, cuentan con nueve batallones de camisas negras, abundante equipo motorizado y carros de combate, a los que hay que sumar los Savoia que Italia ofrece a Franco al comienzo de la contienda y que suponen la primera ayuda fascista a los militares rebeldes españoles.

Nada más poner el pie en España, Roatta entra en conflicto con Franco. Éste acepta que Mussolini envíe sus tropas sin necesidad de pedirle consentimiento, con la condición de que los italianos nombren a los mandos hasta el nivel de compañía y que, a partir de ahí, la oficialidad pase a cargo de militares españoles. Sin embargo Roatta, bajo orden directa de Mussolini, decide operar de forma independiente en las acciones importantes. Es el caso de la conquista de Málaga, en la que el Duce dicta que las 20 compañías de camisas negras actúen en dicha operación. Además, se cambia la táctica ya establecida por los franquistas y se adopta la de Roatta: una ofensiva rápida comandada por él -según los patrones de la guerra celere o relámpago- en la que los italianos obtengan una victoria clara y de importancia estratégica sobre "objetivos decisivos", según las pautas acordadas por el ministro de Exteriores italiano, Galeazzo Ciano, y los subsecretarios de los ministerios militares italianos.

De este modo, los cerca de 50.000 italianos -30.000 milicianos y 20.000 regulares-que se encuentran en España en los momentos previos a la Batalla de Málaga, se disponen a conquistar la ciudad republicana. La zona, protegida del avance de los militares rebeldes por la Serranía de Ronda y las estribaciones de Sierra Nevada, se encuentra muy apartada de la zona republicana y forma una especie de enclave conectado tan sólo por la carretera de Motril.

El 6 de febrero, cuando los italianos aún no han acabado de deshacer sus pertrechos, se inicia la conquista de la ciudad. Dos columnas españolas, una desde Marbella y otra desde Granada, apoyan a las tres columnas italianas que bajan hacia la ciudad por las montañas. Les escoltan 50 aviones y cuatro lanchas torpederas italianas. Asimismo, cuentan con una compañía de motoametralladoras, cuatro baterías de ingenieros y otra de carros. El poderío motorizado de los fascistas es espectacular.

Roatta es herido en la operación, lo cual no retrasa la marcha, y el 8 de febrero los italianos toman la ciudad. La población y los milicianos que huyen por la carretera de Motril son ametrallados y bombardeados por la artillería y la aviación.

La rapidez con que Málaga es tomada por los italianos tiene varias consecuencias. En primer lugar, Roatta se atribuye la victoria a sí mismo y a sus hombres, que comparan despectivamente el fulminante ataque con la interminable batalla por Madrid. La acción es asimismo publicitada por el régimen fascista como un "éxito de su sistema militar". Por último, aumentan los recelos por parte de las tropas de Franco. Éstas no sólo cuentan con pocas unidades motorizadas, sino que sus uniformes y equipos son menos especializados que los de los italianos. Por este motivo, y aunque agradecen el apoyo de los hombres de Roatta a la causa nacional, las tropas franquistas desean que los italianos sufran "un pequeño escarmiento", como han manifestado diversos historiadores.

La ocasión aparece con la Batalla de Guadalajara, apenas un mes después de la toma de Málaga. Aunque se trata de uno de los objetivos que los jefes italianos han establecido antes de que las tropas entrasen en acción, Roatta y los suyos, henchidos de victoria, quieren atacar primero Valencia para romper en dos la zona republicana y acabar de forma rápida con la Guerra. Con este fin, Roatta envía al teniente coronel Faldella, jefe del Estado Mayor italiano, a Salamanca para entrevistarse con Franco. Éste, molesto con la actitud de los italianos, no recibe a Faldella e invita al coronel Barroso, jefe del Estado Mayor español, a que lo haga él.

Al parecer, Barroso despacha a Faldella diciéndole que los militares rebeldes han cruzado el Jarama y que en breve se cortarán las comunicaciones con Valencia. El italiano acepta las explicaciones, pero propone que las tropas fascistas italianas apoyen esa maniobra atacando por el Norte, desde Guadalajara. El día 13 de febrero se reúnen finalmente Faldella y Zanussi -miembro del Estado Mayor del Ejército italiano- con Franco, Barroso y el general Moreno. Franco aprovecha para reprender a los italianos por su actitud y por sus imposiciones estratégicas, cuando él considera que la Guerra Civil es un asunto político en el que hay que vencer al enemigo poco a poco. Además, Franco propone que el CTV se fragmente y reparta entre varias zonas. Al final, los italianos consiguen que se acepte su propuesta sobre Guadalajara y emprenden rumbo a Castilla.

Parece ser que Roatta no se conforma con ser un apoyo de las tropas nacionales del Jarama y diseña junto con Faldella un plan en el que los italianos avancen hasta Guadalajara, aislen Madrid y emprendan la marcha triunfal hasta Valencia. Una vez establecido en el sur de la provincia de Soria, el CTV se prepara para la acción, que tiene lugar el 8 de marzo. Este plan se divide en dos partes: en la primera se rompe el frente y en la segunda las unidades motorizadas avanzan hasta contactar con los franquistas del Jarama. Toda una puesta en escena de la guerra celere tan propugnada por los fascistas.

Sin embargo, el triunfo en Málaga niebla la vista de Roatta y le impide ver cuáles fueron las razones reales de su primera victoria. En realidad, los italianos basan todo su potencial en sus vehículos. Estos son veloces y ligeros, aunque necesitan que haya buenas carreteras, pues son casi todos de ruedas y no de cadenas, como los tanques alemanes y soviéticos utilizados por los republicanos. En Málaga, Roatta logra su objetivo gracias a las calzadas de la ciudad y al apoyo de la aviación.

Ajeno a esto, Roatta prepara la ofensiva, en la que le secunda la división de Soria, comandada por el general Moscardó.Todo está preparado cuando, la noche anterior a la ofensiva, se desata una violenta tormenta con lluvia, nieve y niebla. Las unidades motorizadas apenas pueden avanzar, la aviación se queda en tierra por la niebla y las piezas de artillería son incapaces de detectar el blanco. Semejante cúmulo de circunstancias acaba por desmoralizar a los camisas negras, hasta entonces un cuerpo casi invencible, pero que en ese momento muestra su verdadera naturaleza: un grupo de hombres poco preparados y reclutados a la fuerza, en su mayor parte.

El jefe del CTV desoye las recomendaciones de sus suboficiales y de los españoles y emprende la ofensiva. En esta ocasión cuenta con cuatro divisiones y dos grupos de banderas -35.000 hombres en total- Les apoyan siete grupos de artillería, 250 carros blindados y 88 aviones.

En un principio, la situación es favorable para Roatta y Moscardó, y los republicanos, sorprendidos, huyen. Sin embargo esa primera victoria, en la que se consigue llegar hasta Jadraque, no acaba por consolidarse. Y es que la división que debía afianzar la primera embestida queda atrapada -Roatta incluido- en un atasco debido a la incompatibilidad de los vehículos con el terreno fangoso.

Estas contrariedades no impiden que el 10 de marzo el CTV llegue hasta Brihuega y continúe su avance. Al mismo tiempo, las reorganizadas tropas republicanas, comandadas por Jurado, Líster, Mera y Lacalle, emprenden el contraataque. Antes de que ambas choquen, al CTV le da tiempo a conquistar Trijueque.

No obstante, los primeros en frenar el avance de los italianos fascistas son, precisamente, los italianos antifascistas del Batallón Garibaldi. Antes de entrar en acción, los brigadistas internacionales desmoralizan a sus compatriotas a través de altavoces. Es en ese momento cuando aparecen los tanques soviéticos que, en las circunstancias meteorológicas de la batalla, resultan superiores a los vehículos italianos. En el combate cuerpo a cuerpo, los brigadistas son igualmente mortíferos frente a los camisas negras.

Roatta decide entonces relevar a las dos divisiones más avanzadas. El cambio se produce en medio de un verdadero caos de deserciones y avances republicanos. La situación es tal que el día 15 Roatta se entrevista con Franco para exigirle que sus hombres abandonen el campo de batalla, argumentando que no están preparados para mantener un frente y que está en juego el prestigio del fascismo. Franco le niega el permiso y ambos acuerdan una pequeña pausa hasta el día 19 para estabilizar el frente. Pero para ese momento la iniciativa ha pasado a los republicanos, que el día 18 reconquistan Brihuega. Roatta vuelve a abandonar el frente para reunirse con Franco, con idéntico resultado al de la primera entrevista. En uno de los avances republicanos, mueren los generales Italianos Luizzi y Bergonzoli. El primero es a jefe del Estado Mayor de Roatta y el segundo, el más eficiente de sus oficiales. Estas muertes, unidas a la ausencia de Roatta del frente, provocan el hundimiento de los voluntarios del CTV.

El día 20, después de 10 días de dura batalla, Roatta exige por tercera vez que se les releve del frente. La respuesta, una vez más, es negativa. Todo esto acaba provocando la reconquista republicana y la derrota del CTV. Esta primera derrota del fascismo, tan publicitada por los republicanos como lo fue la victoria de Málaga por los italianos, sirve para mostrar al mundo la magnitud de la participación de Mussolini en la Guerra Civil. La Batalla de Guadalajara sirve para que las tropas franquistas se olviden de Madrid hasta el final de la contienda.

Las razones de esta derrota hay que achacarlas al tiempo y a la falta de preparación de los camisas negras, pero también a la incompetencia de Roatta y a la de sus oficiales, así como a las tropas franquistas, que en ningún momento acuden en auxilio de los italianos desde su posición en el Jarama.

Tras la derrota de Guadalajara, Roatta es relevado al frente del CTV por el general Ettore Bastico. Se disuelven dos divisiones y se crea la Agrupación XXIII de marzo, así como varios cuerpos mixtos de italianos y españoles. La Batalla de Guadalajara es también una victoria de Franco sobre los italianos, que a partir de ese momento pasan a acatar las órdenes de Salamanca. Dentro de esa nueva política, Roatta realiza diversas acciones militares en la ofensiva del Norte.

Con el fin de la Guerra Civil, Roatta regresa a Italia, y es jefe de Estado Mayor durante los años 1941, 1942 y 1943 y comandante de las tropas en Croacia. A pesar de que se opone a la persecución judía por parte de los nazis, es acusado como criminal de guerra por los aliados y condenado en 1945, aunque en 1949 se le retiran los cargos. Muere en Roma en 1968.

1 comentario:

  1. Quisiera saber si el Comando del general Roatta estuvo situado en Briñas, a 3 kilómetros de Haro, en La Rioja. Gracias

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