Destacado falangista, pasa de ser condenado por su disidencia ante el Decreto de Unificación a ocupar el cargo de ministro secretario general del Movimiento, siendo así un paradójico personaje entre díscolo y leal
En plena Guerra Civil, el falangista José Luis Arrese salta a la palestra con un acto de disidencia, uno de los pocos que protagonizaría en su vida.
El 19 de abril de 1937, Franco lanza su denominado Decreto de Unificación que conglomera a los carlistas de Comunión Tradicionalista con Falange Española y de las JONS. En respuesta, Manuel Hedilla, entonces jefe nacional de Falange, escribe un telegrama a las Jefaturas Provinciales ordenando que sólo acepten órdenes directas por vía del, ya decaído, mando supremo de Falange Autónoma.
Entre las filas de los camisas azules que se adhieren a estas ideas separatistas, se encuentra Arrese, que viaja a Andalucía para entrevistarse con distintos mandos falangistas y es detenido en Sevilla. Aparentemente, se ordena al general Queipo de Llano que ejecute una condena de fusilamiento por disidente. No obstante, en lugar de la pena máxima, tras un Consejo de Guerra en Salamanca, es condenado a una reclusión de 20 años que posteriormente se reduce a dos. No la cumple. La presión de su esposa -María Teresa Sáenz de Heredia, prima hermana de José Antonio Primo de Rivera- y su hermana ante Serrano Suñer, parecen cruciales.
Al respecto, Sir Arnold Lunn, célebre escritor británico católico y apologista de Franco, escribe lo siguiente: "Unos años más tarde el falangista, perdonado y ocupando un cargo importante en el Gobierno, se encontró con Queipo de Llano con ocasión de la conmemoración en Málaga. Se oyó entonces al falangista expresar tímidamente su agradecimiento al general por haberle salvado la vida. Oh, cuándo le dije que lo haría fusilar, usted se deshizo en lágrimas. Es tan raro ver llorar en España a un hombre adulto que pensé que deberíamos mantenerle en vida como curiosidad de museo".
Nacido en Bilbao en 1905, José Luis Arrese y Magra se convierte en una de las figuras fuertes de Falange Española. Huérfano desde temprana edad, ex alumno de los jesuítas y licenciado en Arquitectura, se afilia a Falange en la década de los 30, probablemente no en 1933, tal como citaban las biografías franquistas, sino más bien poco antes del estallido de la Guerra, en 1936, como apuntan los autores Manuel Valdés Larrañaga o Alvaro de Diego.
El peso de su hermano Domingo es crucial en su formación ideológica. Éste, catedrático de Teología y Filosofía, había desempeñado el puesto de Secretario de la Agrupación Política, Minoría Vasco-Navarra en las Cortes Constituyentes de la República.
El bilbaíno se moviliza políticamente por la victoria del Frente Popular y alentado por el asesinato de Andrés Sáenz de Heredia, hermano de su esposa. Su implicación política le lleva a contactar con Falange en Granada, donde lleva a cabo obras como arquitecto.
El alzamiento le sorprende en Madrid y, el mismo 18 de julio de 1936, se refugia en la embajada de Noruega para evitar una represión tanto social como política. En 1937, consigue pasar a la zona nacional para alistarse, acto seguido, con las milicias falangistas. Su papel militar no parece particularmente notorio y en abril de ese mismo año, ya en territorio fronterizo francés, gestiona el canje de familiares.
Tras la victoria franquista, Arrese es designado Gobernador Civil de Málaga en diciembre de 1939. Destaca allí su labor urbanística en la construcción de viviendas protegidas.
Cuando el 19 de mayo de 1941, Francisco Franco reorganiza su Gobierno, José Luis Arrese presenta su dimisión. El nombramiento de un reconocido antifalangista, el coronel Galarza Morente, como ministro de Gobernación, es el motivo más evidente.
Del encontronazo de fuerzas políticas Arrese sale, no obstante, fortalecido. Franco debe contentar a Falange y, por ello, designa al arquitecto como ministro secretario general del Movimiento, puesto vacante desde el cese del general Muñoz Grandes en abril de 1940.
Dada su filiación familiar, su prestigio entre las filas de Falange es muy importante, por lo que su nombramiento satisface a las filas de camisas viejas.
Falange, de hecho, aumenta su peso en este Gobierno con la incorporación de Girón de Velasco al Ministerio de Trabajo y de Miguel Primo de Rivera al Ministerio de Agricultura.
Si bien, el incremento de poder de Arrese será paralelo al relativo desprestigio de Serrano Suñer.
El 28 de noviembre de 1941 recae sobre Arrese la responsabilidad de la reorganización del proyecto falangista, y en 1942 redacta el articulado de la Ley de Cortes.
En 1943, se entrevista en Berlín con Hitler, cuando el Caudillo se muestra ya reacio a una participación beligerante en la Segunda Guerra Mundial. En lugar de prometer cooperación, Arrese pide una revisión del sistema de alianzas alemán.
Destituido en julio de 1945, tras intentar presentar ante las Cortes franquistas un esquema del Fuero de los Españoles, vuelve a ocupar el cargo en 1956 con la idea de revitalizar el partido, sustituyendo a Raimundo Fernández Cuesta.
En el mismo año presenta un proyecto de Constitución, que no es aceptado, y a continuación su dimisión, igualmente rechazada. El 25 de febrero de 1957, es nombrado ministro de Vivienda, mientras que José Solís ocupa su antiguo cargo.
Pese a sus gestos de discordancia con la jefatura de Estado, Arrese se mantiene leal a Franco, "absolutamente leal" según el autor de su biografía más reciente, Alvaro de Diego. El historiador Herbet Southworth, apostilla: "Hubo españoles que prefirieron morir a arrodillarse. Pero es evidente que Arrese no fue uno de ellos. Franco, que poseía un sistema especial para domar la voluntad de los falangistas algo recalcitrantes, no tuvo necesidad de grandes esfuerzos para doblar la rodilla a Arrese".
Responsable, en diciembre de 1961, del II Plan Nacional de Vivienda, cesa el 11 de julio de 1962 y se retira de la vida política.
Será, con todo, miembro del Consejo del reino desde su creación en 1948, procurador en Cortes y Académico de Bellas Artes de Sevilla desde 1972, hasta su muerte, en 1986.
Su labor como ensayista y teórico se centra en "espiritualizar la vida, españolizar España e implantar la justicia", como él mismo deja escrito. Así, publica títulos como La revolución social del Nacionalsindicalismo, El Estado totalitario en el pensamiento de José Antonio, Capitalismo, Comunismo y Cristianismo, y otras obras hasta un total de 36, relacionadas con el arte y la política.
Su ideario se resume en máximas como la siguiente: "La era del nacionalsindicalismo no será la del materialismo, no será la era prosaica del cocido; será la era del espiritualismo, la del despertar caballeresco de la dignidad humana".
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