Militante carlista desde joven, es testigo, a su pesar, de la radicalización de la derecha. El telegrama que envía el 19 de julio para defender el orden republicano le cuesta una dura persecución por ambos bandos
Talante dialogante y planteamientos moderados en lo político. Son dos apuntes de color para definir la vida y la ideología de Luis Lucia y Lucia, y que no le serán tenidos en cuenta tras el estallido de la Guerra Civil.
Periodista castellonense, en 1930 funda Derecha Regional Valenciana, integrada en la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), de la que llega a ser su vicepresidente. Pese a sus intentos de calmar los exaltados ánimos de su partido y su propósito de mantenerse al margen de la radicalización de la CEDA, la situación para Lucia llega a un punto de no retorno el 19 de julio. A las 11 de la mañana, una de sus hijas se persona en la oficina postal de Benicassim y envía un telegrama a nombre de su padre.
"Madrid, Ministro Gobernación. Como ex ministro de la República, jefe Derecha Regional Valenciana, diputado y español, levanto mi corazón por encima de las diferencias políticas para ponerme al lado de la autoridad que es, frente a la violencia y la rebeldía, la encarnación de la República y de la Patria".
A las pocas horas de enviar este comunicado, rescatado por el historiador Vicent Comes, Lucia comienza una alocada huida por masías y pinares valencianos, escapando de las patrullas anarquistas y republicanas que buscan ajusticiar a cualquiera relacionado de modo directo o indirecto con la derecha golpista. Escondido desde septiembre del 36 en un caserón de Cantavieja (Castellón) llamado El Batán, es apresado el 27 de febrero de 1937 y acusado de colaboracionista con los golpistas y prófugo.
Permanece en prisión el resto de la guerra, Inmerso en múltiples procesos judiciales en los que, en balde, intenta probar, pese a su milltancia derechista, su fidelidad a la República.
Sus últimos días de prisión republicana transcurren en la cárcel Modelo de Barcelona, de donde se fuga en enero de 1939, un día antes de que los nacionales tomen la ciudad. Tres semanas después, el 13 de febrero, la Audiencia de Guerra de Barcelona vuelve a ponerlo entre rejas.
Ahora, la prisión la dictan los nacionales, quienes se basan en la (fortuita) aparición del telegrama que anteriormente tanto había buscado y en el que Lucia tomaba partido frente al levantamiento militar. El 27 de febrero, un juicio sumarísimo le sentencia a pena de muerte.
La intervención de un viejo conocido, Joaquín Maldonado, evita su ejecución y se le condena a 30 años de prisión. El 18 de julio de 1941 es indultado, y el tiempo que le queda por cumplir se conmuta por el destierro peninsular. El 27 de ese mismo mes llega a Palma de Mallorca. Sin embargo, le espera una última prisión de la que ya no podrá escapar: cáncer hepático. Intervenido quirúrgicamente en Valencia, Luis Lucia fallece el 5 de enero de 1943.
Solo aclarar que Cantavieja se encuentra en la provincia de Teruel,de la cual son oriundos sus padres.
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