Miembro del Partido Comunista desde su fundación, la Pasionaria' es una de las figuras más controvertidas de la Guerra Civil: mientras unos la consideran la heroína de la contienda, para otros es una mujer cruel y sin escrúpulos
"Antigua monja, se casó con un fraile que había colgado sus hábitos. De ahí su odio por los religiosos. Se ha hecho célebre por haberse arrojado en plena calle sobre un sacerdote, seccionándole la yugular". Así de sanguinaria la describía el periódico derechista Gringoire reflejando el rechazo que provocaba en los sectores más reaccionarios por comunista y sobre todo por asumir roles reservados hasta entonces a los hombres. Dolores Ibárruri, la Pasionaria, se rebeló contra su destino, adelantado por su madre, "hilar, parir y llorar" para convertirse en secretaria general del Partido Comunista Español y terminar siendo una de las figuras más controvertidas de la Guerra Civil.
Ibárruri nace en Gallaría, un pueblo minero de Vizcaya, el 9 de diciembre de 1895. Hija, hermana y esposa de mineros, pertenece a un mundo en el que todavía se recuerdan los combates de las guerras carlistas y donde la miseria campa a sus anchas, "donde no llegaba el sol y que a veces se iluminaba trágicamente con los sangrientos resplandores de la lucha que brotaba en llamaradas de violencia, cuando la capacidad de resistencia al trato brutal llegaba al límite de lo soportable", según narra en sus memorias. Probablemente fue en los mítines carlistas a los que la mandaba su padre cuando comenzó a formarse el talento oratorio de la futura Pasionaria. Fue una niña rebelde, católica devota hasta los 17 años y despierta en los estudios. Asistió a la escuela del pueblo hasta los 15, pero la realidad económica de la familia la obligó a abandonar su sueño de hacerse maestra para trabajar en un taller de costura y más tarde como sirvienta. "Buscando la liberación del duro trabajo en casas ajenas, mal alimentada y peor pagada, me casé con un minero a quien había conocido en la primera casa en la que presté servicios". Se refiere a Julián Ruiz, a través del cual, Dolores conoce la literatura marxista que devora en la biblioteca de la casa del pueblo de Somorrostro, donde se instalan.
La huelga revolucionaria de agosto de 1917 lleva a Julián a la cárcel dejando a Ibárruri a cargo de la casa y de su primera hija. Frente a la dureza de las condiciones de vida, la noticia de la Revolución Rusa de octubre de ese mismo año representa para ella una luz de esperanza. Un año más tarde comienza a colaborar en dos publicaciones, Lucha de clases y El minero vizcaíno, con el seudónimo Pasionaria, que utilizó probablemente por escribir su primer artículo en Semana Santa.
Ibárruri y su marido se afilian al PCE en 1921, año de su fundación. Al poco tiempo es elegida miembro del primer comité provincial del Partido Comunista de Vizcaya. Los años 20 significan una auténtica pesadilla para la futura líder comunista. Julián ingresa a menudo en prisión y las condiciones de miseria en las que viven provocan una sucesión de mueras trágicas. Su segundo hijo, Rubén, nace en 1920, el mismo año en el que la primogénita moría. En 1923 Dolores pare trillizas, pero a los dos años sólo una de ellas, Amaya, sobreviviría. Una quinta hija, Eva, nace sn 1928, pero apenas vive dos meses. Pese a la frustración y la pena, permanece políticamente activa, organiza manifestaciones, pronuncia discursos, ascribe artículos y comienza a ser muy valorada en el PCE. El agente de la Iternacional Comunista en Bilbao, Mijail Koltsov escribe : "La mujer de sencillo vestido negro constituía una enorme adquisición para el partido".
En 1930, cuando Alfonso XIII trata de salvar la monarquía borbónica, Ibárruri es elegida miembro del comité central del PCE y se traslada a Madrid para trabajar de periodista en Mundo Obrero.
Dos años más tarde accede al Comité Ejecutivo. Su matrimonio para entonces ha fracasado. Sale del País Vasco con 35 años y desde entonces sus únicas relaciones amorosas conocidas tendrán como protagonista a Francisco Antón, mucho más joven que ella y al que, según el escritor Gregorio Morán, ella misma junto a Carrillo acabaron condenando al destierro en Polonia.
Es en Madrid donde comienzan las detenciones, En el primer encarcelamiento la acusan de ocultar a un camarada comunista huido de la Guardia Civil. En 1932, la detienen por "insultar al Gobierno" en un mitin político. Tras recuperar la libertad, Pasionaria viaja a la Unión Soviética por primera vez como delegada al XIII pleno de la Komintern. Es su presentación en la sociedad comunista internacional. Allí conoce a Stalin, al que deja impresionado con su oratoria y descubre Moscú, "a ciudad más maravillosa de la tierra".
Ya de vuelta en casa, la situación se endurece cada vez más. Si en un principio el Partido Comunista, siguiendo la batuta de Moscú, considera a la República como burguesa, el intento de golpe de Sanjurjo en 1932 cambiaría su análisis político ante lo que consideraba una amenaza involucionista. Mediante la Unión de Mujeres Antifascistas, la Pasionaria se involucra directamente en las luchas obreras como la revuelta de los mineros de Asturias de 1934. En junio de 1936, ya como diputada por Asturias, la Pasionaria pronuncia uno de sus discursos más sonados en el Parlamento. Denuncia la preparación del golpe de Estado, "y si hay generalitos reaccionarios que, en un momento determinado, azuzados por elementos como el señor Calvo Sotelo, pueden levantarse contra el Estado, hay también soldados del pueblo que saben meterles en cintura". Este discurso está considerado por muchos como la orden tácita de asesinar a Calvo Sotelo. En la primavera de 1936 la dirigente comunista hace campaña por la amnistía de los presos, defiende la revolución en ardientes mítines y se implica personalmente en huelgas y encierros, siempre al lado de los obreros, Santiago Carrillo escribe: "En esa época, en el partido, ella era el gran tributo que movilizaba a las multitudes, porque poseía una voz que se te agarraba a la garganta y extraordinarias dotes de orador; poseía sobre todo intuición política".
El 19 de julio de 1936, un día después del levantamiento, desde el Ministerio de Gobernación, emite un comunicado del Partido Comunista de España. Aquí comienza la construcción del mito. En un vibrante llamamiento a cada hombre, mujer y niño de todas las regiones de España, acuña el lema "¡Los fascistas no pasarán!, ¡No pasarán!». Pasionaria convence a los soldados del batallón de infantería de Wad Ras, ubicados en la base militar de El Goloso, de que se pongan al lado de la República; en el momento más duro de la refriega se dirige al Alto de los Leones de Segovia y cava trincheras para la defensa de Madrid. Ibárruri viaja a París donde se entrevista con el jefe de Gobierno frentepopulista Léon Blum para tratar de lograr ayuda internacional y para alejarle de su política de no intervención. Su incendiario discurso en el Velódromo de Invierno de París, el 8 de septiembre de 1936, se reproduce en la prensa mundial: "Más vale morir de pie que vivir de rodillas". Allí lanza una advertencia, "Tenéis que ayudar al pueblo español. ¡Cuidado! Hoy somos nosotros, pero mañana os llegará vuestro turno".
El efecto Pasionaria llega a Hollywood, y actores como James Cagney, Joan Crawford o Bette Davis le envían una carta de agradecimiento y aluden a Ibárruri como "símbolo viviente de la lucha de los obreros por la democracia y la libertad". Idealizada por la leyenda obrera es cantada por los poetas Nicolás Guillén, Machado, Alberti o Miguel Hernández.
La imagen de la Pasionaria se hace familiar en los frentes de batalla, junto al Quinto Regimiento o dando aliento a las Brigadas Internacionales. Según Koltsov: "La presencia de Dolores introduce una nota de especial ambiente en la dirección del partido. A la atmósfera masculina del Buró Político, severa, a veces de un practicismo acentuado, su presencia le da calor, alegría, sentido del humor o ira apasionada".
La lealtad de Ibárruri hacia la Unión Soviética es incondicional. Critica el trotskismo y en sus memorias se refiere al POUM como "anarcotrotskistas fascistas". En el 37 Pasionaria forma parte de una delegación que visitó al presidente Azaña para oponerse al traslado del Gobierno a Barcelona. Azaña comenta: "Supongo que eso de la dictadura del proletariado lo habrán aplazado por una temporadita". Ibárruri responde: "Sí, señor presidente, porque tenemos sentido común". Con la guerra casi perdida, su discurso de despedida a las Brigadas Internacionales en el otoño del 38 condensa las emociones de los derrotados: "Sois la historia, sois la leyenda, sois el ejemplo heroico de la solidaridad y de la universalidad de la democracia. No os olvidaremos".
Al final de la guerra Pasionaria huye a Argel, pasa por Francia y se refugia en Moscú, donde su mayor consuelo será recuperar a sus hijos, a los que había dejado allí antes de la guerra. Exiliados en la Unión Soviética, los dirigentes del PCE se ven abocados a convertirse en inflexibles y ortodoxos estalinistas. La Pasionaria y otros dirigentes españoles del partido apoyaran el pacto entre Hitler y Stalin en septiembre de 1939. Profundamente deprimida por la derrota, la Pasionaria se limita a relacionarse con un círculo muy reducido de colaboradores y cualquier contacto con ella pasa por Irene Falcón, también comunista y su secretaria personal. En 1941, evacuan Moscú y Dolores se establece en Ufá, en los Urales, Se intensifican las luchas de poder en el seno del PCE. Tras una larga enfermedad, José Díaz termina suicidándose en 1942.
Es entonces cuando Pasionaria accede a la Secretaría General del Partido. El dirigente comunista Jesús Hernández, escribe de ella, "Pasionaria odiaba a Díaz, no podía olvidar que él había hecho comentarios sobre sus relaciones amorosas con Francisco Antón, jovenzuelo de 20 años menos que ella (...) se olvidó de que era la mujer de un obrero, que tenía hijos, olvidó que su esposo se batía en los frentes del norte; olvidó el decoro y el pudor (...)".
Meses más tarde, Nikita Jruschev le informa de la muerte de su hijo Rubén en el cerco alemán a Stalingrado, Esta noticia le lleva a una profunda depresión y durante nueve meses se encierra en un aislamiento total. Sobre este acontecimiento, añade Hernández que "Rubén se haría matar en la URSS para evitar la vergüenza de ver a su padre comido de piojos (...) mientras veía a Antón pasearse por Moscú en el automóvil de su madre".
Sale de esta penosa situación para tomar las riendas del partido, y comienza a emitir discursos dirigidos a los españoles a través de Radio Pirenaica. Aunque realiza una fuerte campaña exterior para derrocar el franquismo pronto se da cuenta de que Franco no compartiría la misma suerte que sus aliados alemanes e italianos. Liberada Francia, la dirección del PCE decide establecerse en París, ante la previsión de una posible y pronta caída del franquismo. A pesar de sus promesas iniciales, en 1948 Stalin aconseja a los comunistas españoles que cejen en la acción guerrillera y pasen a infiltrarse en los aparatos del régimen, sobre todo en los sindicatos. La URSS pactaría, en 1955, la entrada de la España de Franco en la ONU. Una decisión aplaudida por el nuevo líder efectivo del PCE, Santiago Carrillo, que desde París defiende la liberalización y la línea de reconciliación nacional frente a la vieja guardia, liderada por Ibárruri denuncia a Naciones Unidas por aceptar este ingreso.
En el VI Congreso del PCE celebrado en Praga en 1960, Carrillo es formalmente confirmado como Secretario General y la Pasionaria recibe el recién creado cargo de presidente del partido. Su dimisión es una muestra de realismo, anteponiendo los intereses del partido a los propios. Desde entonces, las obsesiones de Ibárruri se centran en la lealtad al aparato y a la unidad del PCE.
En 1975, dos semanas después de la muerte de Franco, Ibárruri celebra su octogésimo cumpleaños en Roma volviendo a traer a la memoria sus mejores momentos a través de un nostálgico discurso. "No os digo ¡adiós!, sino ¡hasta pronto en Madrid!". El 13 de mayo de 1977 y después de 38 años de exilio regresa a España. Es reelegida diputada de nuevo por Asturias en las primeras elecciones de junio de 1977 y presidirá la primera sesión de Cortes en compañía de Rafael Alberti.
En sus últimos años Ibárruri es testigo de la consolidación de la democracia y del colapso del PCE. Muere el 12 de noviembre de 1989, año de la caída del Muro de Berlín y en pleno desmoronamiento de la Unión Soviética.
A su muerte, Ibárruri concitó un respeto público casi unánime. José Bergamín, calificado por los nacionales como "señorito católico marxista" rescata de los recuerdos la imagen humana de Pasionaria, "una simple y pobre mujer española vasca que, por serlo tan de verdad, encarnó como un maravilloso mito a todo el pueblo padeciente español". Para otros, en cambio, su figura es más un mito que otra cosa y le reprochan su seguidismo absoluto a las directrices marcadas por Stalin.
Perfecto y precioso, gracias a quien ha publicado esto, a quien le ha ayudado a hacerlo y a la misma Dolores, gran mujer durante muchísimos años.
ResponderEliminarghienga!
ResponderEliminarHala, ahora busquen otra de imagen de esta sujeta en los libros de Enrique Castro Delgado.....
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