Adsense

sábado, 22 de septiembre de 2012

Juan Yagüe Blanco (1891-1952)

Falangista de primer orden, amigo de José Antonio Primo de Rivera y compañero de Franco en la Academia de Toledo, encabeza la sublevación rebelde en Ceuta y dirige las columnas que inician la marcha hacia Madrid

Juan Yagüe Blanco nace en 1891 en la localidad soriana de San Leonardo. Hijo de un médico rural, ingresa en la Academia Militar de infantería de Toledo en 1907, graduándose tres años después. Uno de sus compañeros de la 14ª promoción es Francisco Franco, del que será leal subordinado y amigo, aunque la amistad se enturbia años después por sus diferencias ideológicas y por el modo de llevar la guerra. Como otros militares con ganas de aventura y de hacer carrera, ansia ser destinado a África. Sin embargo, su primer destino no son las cálidas tierras del Rif sino la fría Capitanía de Burgos.

No obstante, su sueño se cumple en 1914, cuando se incorpora a los Regulares de Melilla. Su carrera es meteórica, alcanzando el grado de comandante en 1921. Para entonces ya ha recibido ocho cruces al Mérito Militar individual, casi tantas como heridas.

Su delicada salud, hecho que le acompaña durante toda su vida, le devuelve a la Península en 1924. En Burgos, sirve como ayudante del general Ricardo Burguete, al que sigue en su nuevo destino, la Capitanía General de Madrid. Consigue regresar a África en 1928, con el rango de teniente coronel, y lo destinan al grupo de Regulares de Larache.

Con motivo de las reformas militares de Azaña y la revisión de ascensos de buena parte de los militares africanistas, en 1933 le degradan a comandante, destinándolo a Vitoria.

Pocos meses después, Francisco Franco le encarga, por orden del ministro de la Guerra, Diego Hidalgo Durán, sofocar la revolución de los mineros asturianos de octubre de 1934. Le encomienda el mando de la columna de legionarios y regulares que, procedente de Marruecos, desembarca en Gijón el 10 de octubre. Su política de mano dura con el enemigo le provoca un fuerte enfrentamiento con el general López Ochoa, teórico jefe de la expedición. Juan Yagüe dará en el futuro nuevas muestras de su forma de entender el trato  los prisioneros.

Tras pacificar la cuenca minera le destinan a un regimiento de la guarnición de Madrid. Para entonces, Yagüe ya es amigo personal de José Antonio Primo de Rivera y ha entrado en contacto con la ideología falangista, que considera una alternativa al tradicionalismo de la mayoría de sus camaradas. Es de los pocos militares de alto rango que se afilia a Falange Española antes de la sublevación.

Franco le paga los servicios prestados en Asturias consiguiendo que le destinen de nuevo al Marruecos español, donde se pone al mando de la 2ª Bandera de la Legión de Dar Riffien, a las afueras de Ceuta, en febrero de 1936. Desdo allí, juega un papel secundario en la preparación del golpe, pero vital en sus inicios,. Por su rango de teniente coronel, no interviene en las reuniones de los generales en Madrid, aunque Mola le considera enlace un enlace con los militares de mentalidad falangista. Se convierte en la pieza clave del levantamiento en tierras marroquíes.

 Nada más llegar a Ceuta, el general Emilio Mola es destituido de su mando en África por el nuevo Gobierno. Antes de partir a su nuevo destino se reúne con varios de sus oficiales, Yagüe entre ellos. Muchos son los jefes de las columnas que se lanzan en verano sobre Madrid. En el puerto de Ceuta, Mola le estrecha la mano y se despide con un: "Juanit0, yo te avisaré». 

El 12 de marzo, éste se entrevista con José Antonio Primo de Rivera, líder de Falange. Tras intercambiar impresiones sobre la situación y sondearse el uno al otro respecto al pronunciamiento, Franco recuerda a Primo de Rivera que si necesita algo se ponga en contacto con su amigo común, Juan Yagüe. 

El residente del Gobierno, Casares Quiroga, al tanto de parte de los planes de los militares, tiene un encuentro con el teniente coronel Yagüe el 6 de junio de 1936. Casares pretende neutralizar el peligro que supondría un levantamiento en África. Aunque el presidente del Gobierno y ministro de Guerra tiene en mente relevar del mando a Yagüe, finalmente no se atreve e intenta neutralizarlo ofreciéndole la agregaduría militar de la embajada en Roma. Según algunas versiones, Yagüe rechaza el ofrecimiento, le jura lealtad y decide conservar su puesto en Ceuta: ya ha hecho sus planes. En esos días comenta a unos amigos falangistas en Burgos: "Vosotros aguantad aquí, que yo subiré con la Legión". El 14 de junio regresa a Ceuta y se dedica a hacer los preparativos para cumplir su promesa. El 17 de julio Mola envía un telegrama a Yagüe con el inocente texto: "El pasado día 15, a las cuatro de la mañana, Elena dio a luz un hermoso niño". Es la contraseña, la orden de rebelarse.

Yagüe saca sus tropas de Dar Riffien y toma Ceuta a las 11 de la noche, sin disparar un tiro. Cinco horas más tarde, telegrafía a Franco, que se encuentra en Las Palmas, poniendo todo el Ejército africano a sus órdenes.

El 7 de agosto Franco y el ya coronel Yagüe vuelan hasta Sevilla, y con ellos los primeros contingentes de legionarios y regulares marroquíes. Franco da la orden de marchar sobre Madrid, entregando el mando de unos 10.000 hombres a Juan Yagüe, que inicia una marcha espectacular. Su aureola crece a la par que avanza por las tierras del sur. Sus columnas cubren 300 kilómetros en una semana.

El 11 de agosto toma Mérida, unificando las dos zonas de la España nacional. Sólo encuentra dificultades en Badajoz, que es finalmente tomada el 14 de agosto. El sometimiento de la ciudad dirigido por Yagüe se convierte en uno de los episodios más sangrientos de la represión durante la Guerra: de los 4.000 milicianos y guardias de asalto que defienden la ciudad, unos 2.000 son ajusticiados en la plaza de toros.

El 20 de agosto retoma la marcha. De camino a la capital surge el primer encontronazo con su idolatrado jefe; el coronel Moscardó resiste con un puñado de hombres en el Alcázar de Toledo. La ciudad no tiene ningún valor militar, pero Franco decide que Yagüe desvie sus tropas para rescatar a los sitiados el 21 de septiembre. Yagüe se enfurece. Para él, supone perder la ocasión de tomar Madrid, ya que la demora ofrece una gran oportunidad para que las fuerzas de la capital preparen su defensa. Dos días después es relevado del mando y es sustituido por el general Varela.

Pero el coronel, que osa rechazar una orden de Franco, intriga junto a Nicolás Franco y los generales Kindelán y Millán Astray para apoyar la creación de un mando único encabezado por Franco.

A finales de septiembre, el coronel Yagüe se reúne con la Junta de Defensa Nacional y recuerda a los generales, casi todos reacios a entregar todo el poder a Franco, que la Legión está con él.

El 7 de octubre se reinicia la marcha sobre Madrid. Yagüe es rehabilitado y se le encomienda una columna, pero bajo el mando de Varela. En la Batalla de Madrid, los hombres de Yagüe destacan con la toma del cerro Garabitas y en la entrada de Ciudad Universitaria.

Un ataque al corazón a mediados del mes de diciembre de 1936 obliga a Yagüe a dejar el frente. En la primavera de 1937, muchos falangistas de primera hora, Yagüe entre ellos, se muestran disconformes con el Decreto de unificación entre Falange y los tradicionalistas, por el cual Franco reúne a todos los partidos que han apoyado el alzamiento.

En julio, tras la Batalla de Brunete, se crea el cuerpo de Ejército marroquí al mando del ya general de Brigada Juan Yagüe, que lo conduce victorioso en la campaña de Teruel, en diciembre del mismo año. La conquista de Vinaroz y la partición de la España republicana en dos hacen pensar a Yagüe que el próximo objetivo debe ser Barcelona. Sin embargo, y como pasa con Toledo, Franco decide esperar.

El 19 de abril de 1938, Yagüe pronuncia unas palabras que reflejan la radicalidad nacionalsindicalista de su pensamiento y que colman la paciencia de Franco. "En las cárceles, camaradas, hay miles y miles de hombres que sufren prisión. ¿Y por qué?. Por haber pertenecido a algún partido o a algún sindicato. Entre esos hombres hay muchos honrados y trabajadores, a los que con muy poco esfuerzo, con un poco de cariño, se les incorporaría al Movimiento. (...) Hay que ser generosos, camaradas. Hay que tener el alma grande y saber perdonar. (...) Yo pido a las autoridades que revisen expedientes, que lean antecedentes y que pongan en libertad a esos hombres para que devuelvan a sus hogares el bienestar y la tranquilidad, y podamos desterrar el odio". Este discurso de reconciliación es censurado y le cuesta un nuevo relevo. Sin embargo, Franco le recupera tres meses más tarde para la Batalla del Ebro.

Yagüe tiene a su cargo la línea paralela al rio, que discurre entre Mequinenza y el mar. En uno de sus puntos, el Ejército republicano lanza su ofensiva en la noche del 24 de julio de 1938. Tras dos semanas para reponerse del avance inicial republicano, Yagüe lanza una contraofensiva el 14 de agosto. Día a día, sus tropas avanzan hasta que, finalmente, el 16 de noviembre no queda un soldado republicano en el margen derecho del río Ebro.

Para el asalto final sobre Cataluña, Franco se toma el tiempo necesario para recibir material alemán. Una vez en su poder, lanza la ofensiva final. El flanco sur de la misma es responsabilidad de Yagüe, que el 14 de enero de 1939 alcanza Tarragona y el 24 llega al río Llobregat, cruzándolo al día siguiente. Dos días más tarde instala sus tropas en Montjuïc y al mediodía entra en Barcelona. Es, sin duda, uno de los momentos de mayor gloria del general de Brigada Juan Yagüe Blanco.


Tras finalizar la guerra, Yagüe es el militar más aclamado de los que han luchado sobre el terreno. Respetado por sus compañeros de armas, es idolatrado por los falangistas de a pie. Además, ha demostrado tener carisma e incluso que sabe dar discursos. Por su parte, el Caudillo le nombra ministro del Aire en el nuevo Gobierno de agosto de 1939.

Según el historiador británico Paul Preston, Franco buscaba apartar a Yagüe del mando del Ejército de Marruecos. El nuevo ministro es un convencido germa-nófilo empeñado en que España entre en la Segunda Guerra Mundial del lado de los nazis. Desde su cartera, se afana en reconstruir las fuerzas aéreas españolas llegando a planear la creación de una industria aeronáutica nacional.

Así, a finales del verano de 1939, varios oficiales, tan falangistas como germanófilos, crean una| Junta clandestina encabezada por el coronel Tarduchy, Su contacto más importante dentro de la jerarquía militar es el ministro del Aire. Uno de los capitanes se encarga de denunciar a Yagüe ante el director general de Seguridad, acusándole de participar en un plan para desplazar a Frarco del poder con ayuda de los alemanes.

El 27 de junio de 1940, tres meses después de que le ascienda a general de División, Franco le recibe en su despacho. Los detalles del encuentro aparecen los papeles personales del Generalísimo. "La doblez de tu conducta, formar par de un gobierno y por detrás de él poner cátedra de difamación del mismo ( hay disidente o rebelde que no sea amp rado en el Ministerio del Aire (...). Donde hay alguien que me sangre, allí estás tú".  Franco saca a relucir, incluso, la matanza de Badajoz. Yagüe sale de la reunión destituido y confinado durante casi dos años en su pueblo natal.

Sin embargo, a mediados de 1942, Franco cree necesario compensar el creciente poder que tienen los militares monárquicos. Así, recupera a Yagüe y le encarga, el 12 de noviembre, el mando del cuerpo del Ejército de Marruecos. Sobre él tendrá al general Orgaz, alto comisario en Marruecos, monárquico y aliadófilo. Un año después, Franco le asciende a teniente general, dándole el mando de la 6ª Región militar, con cabeza en Burgos. Desde entonces se centraren un nuevo peligro, el maquis -la guerrilla emboscada en las montañas del sur de Francia-.

Con los ejércitos del Eje en retirada, el general republicano Riquelme y Santiago Carrillo planean cruzar el Pirineo con 5.000 hombres. Son meses de gran actividad guerrillera, y para combatirla Yagüe crea un arco sanitario entre Burgos y Barcelona para evitar la invasión.

En marzo de 1945, con la Segunda Guerra Mundial a punto de terminar y la incertidumbre ante la postura de los vencedores frente al régimen franquista, se reúne el Consejo Superior del Ejército. Se debate la continuidad de Franco en la Jefatura del Estado. Yagüe, a pesar de sus desencuentros, se muestra partidario de que siga al frente.

La última de sus disidencias queda recogida en un nuevo discurso pronunciado en marzo de 1950. En esta ocasión el centro de las críticas son los arribistas y falsos falangistas que medran ante la indiferencia de Franco. Yagüe asiste desencantado al progresivo distanciamiento entre la sociedad y las fuerzas armadas: "Incultos, ineducados, sin más bagaje que su habilidad para comprar conciencias, que se enriquecen rápidamente y hacen alarde de su desvergüenza; otros son encumbrados a puestos distinguidos sin que nadie sepa cuál es la mano negra que los eleva y los mantiene (...). Y cuando vemos todo esto nos preguntamos hasta cuándo va a durar nuestra paciencia, hasta cuándo querrá Dios que suframos a estos individuos".

Juan Yagüe Blanco muere el 20 de octubre de 1952. Dos días después, Franco le concede el título de Marqués de San Leonardo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario