Fiel seguidor de la República hasta 1936, es el encargado de encabezar la fallida sublevación rebelde en Barcelona bajo las órdenes de Goded, muriendo en Montjuïc a manos de un pelotón de fusilamiento
Hasta el año 1936, Alvaro Fernández Burriel sigue una discreta carrera militar. Su trayectoria intachable y su lealtad a la República le permiten obtener el grado de general de la 5ª brigada de Caballería y desempeñar eficazmente este cargo en Barcelona. Por esa razón, el 19 de julio de 1936, cuando las tropas rebeldes se disponen a tomar Cataluña, ninguno de sus superiores sospecha de su implicación en el golpe. No en vano, Burriel ha asegurado varias veces al general de su División, bajo palabra de honor, que nunca se sublevaría. Pero la realidad es otra, ya que es el elegido para capitanear el pronunciamiento en Barcelona, tras el triunfo de la rebelión en Marruecos, Canarias y Sevilla. Sin embargo, esta vez la suerte no va a estar de su lado.
El día 19, Fernández Burriel se hace cargo de la jefatura de la sublevación bajo las órdenes del general Goded, que llega procedente de las islas Baleares. El plan de los rebeldes consiste en que Burriel capitanee el alzamiento, apoyado por el general Legorburu desde el cuartel de San Andrés. Sólo le preocupa un detalle crucial del ataque, y es que la victoria depende, en gran medida, de que las fuerzas del orden público decidan no intervenir y apoyen el pronunciamiento, como ha ocurrido en otras zonas de la Península.
A pesar de este punto débil, ya es demasiado tarde para echarse atrás y, a las cinco de la madrugada, Burriel da orden para que una parte de las tropas acantonadas en Barcelona abandonen los acuartelamientos, con el fin de ocupar los puntos estratégicos de la ciudad. Casi de inmediato, en la zona del Paseo de Gracia y la Diagonal, se produce un enfrentamiento entre las tropas rebeldes y varios escuadrones de las fuerzas de seguridad, a las que se han sumado grupos obreros enviados por la CNT.
El choque resulta nefasto para los rebeldes, que no esperan una resistencia tan fuerte en las primeras horas del alzamiento. A pesar de todo, Fernández Burriel decide seguir adelante con el grueso de la operación. Sin embargo, los acontecimientos se precipitan hasta el punto de que no le es posible alertar de la situación a su superior Manuel Goded.
A las dos de la tarde, los peores temores de Burriel se confirman cuando la Guardia Civil decide mantenerse leal a la República. En las horas siguientes, Burriel y Goded telefonean al consejero de Gobernación para rendirse sin condiciones. Poco después de las siete, son detenidos por la Guardia Civil.
Alvaro Fernández Burriel es encarcelado, a espera de juicio. Días después es condenado a muerte por un Consejo de Guerra, y la madrugada del 12 de agosto es fusilado en Montjuïc. Antes de morir es informado del fracaso total del alzamiento militar en Barcelona, donde los últimos reductos rebeldes han sucumbido el día 20 de julio.
Noticias:
. Han sido condenados a muerte los ex generales Goded y Burriel por alzarse en armas contra el Gobierno republicano (La Libertad, 12/8/1936)
. El Consejo de Guerra contra Goded y Fernández Burriel (El Dia, 12/8/1936)
Noticias:
. Han sido condenados a muerte los ex generales Goded y Burriel por alzarse en armas contra el Gobierno republicano (La Libertad, 12/8/1936)
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