Documentalista de origen holandés, centra su trayectoria en los conflictos sociales, políticos y bélicos que castigan al mundo durante el siglo XX aportando su propia visión sobre la Guerra Civil con su obra 'Tierra española'
"Aunque había muchas buenas razones para no acudir, era inevitable que viniese a España para filmar una guerra en la que se enfrentaban abiertamente el Bien y el Mal, donde el fascismo preparaba una Segunda Guerra Mundial". Y allí acudió. Joris Ivens, el "cineasta militante por excelencia", no podía quedarse de brazos cruzados.
Durante más de 50 años, Ivens dedicó su vida a recorrer el mundo para filmar los distintos aspectos de la lucha de los hombres por el progreso social y civil y contra la opresión. Su monumental obra documental ofrece un magnífico testimonio de las fases más importantes y dramáticas de la Historia del siglo XX: desde la Guerra Civil española hasta la Guerra de Vietnam.
Joris Ivens nace en Nijmengen (Holanda), en 1898. Se familiariza a muy temprana edad con la técnica cinematográfica, ya que su padre era fotógrafo. A los 13 años realiza su primera película: un western mudo interpretado por sus hermanos.
Después de varios documentales de carácter científico, inicia su activismo político y funda, en 1927, la Film Liga, una organización de cine-clubs holandeses, donde estrenará películas inéditas en su país. Entre 1928 y 1929 lleva a cabo sus primeras obras maduras: Le pont d'acier y Pluie, dos cine-poemas influidos por el impresionismo vanguardista.
A partir de los años 30, su obra experimenta un cambio. De la poesía pasa a la acción: Ivens se sentirá atraído por cualquier lugar donde haya oprimidos que defender o revoluciones que sostener. Este espíritu de lucha le convertirá en un artista nómada. Recorrerá toda la geografía mundial para reflejar los grandes problemas que atenazan a la humanidad.
Antes, en su tierra natal rueda la que para muchos es su obra maestra: Zuyderzee (1930), un documental sobre la lucha del hombre contra el avance del agua. A pesar de contar con el apoyo económico del Gobierno holandés, Ivens, fiel a su espíritu crítico, no se limita a reflejar lo positivo. Con sus imágenes, el cineasta demuestra que la extensión de la tierra incrementa la producción y provoca un desajuste de precios que se soluciona tirando el café al mar o utilizando el trigo como combustible para locomotoras. El resultado es el aumento del paro entre los obreros. El tono combativo con el que Ivens documenta esta destrucción de la riqueza, en contraste con la pobreza de los parados, será la causa de la prohibición del documental por parte de la censura holandesa y la de otros países.
La película que marca el comienzo de esa nueva etapa es Komsomolk o El canto de los héroes (1932), rodada en la Unión Soviética, donde el análisis social adquiere prioridad sobre la experimentación técnica.
A partir de este momento, Ivens se dedicará casi exclusivamente al documental social y político. Junto a Buñuel, será uno de los primeros documentalistas en potenciar este género desde una posición independiente, aunque con tendencias filo-izquierdistas.
Será en Bélgica donde ruede su primer documental verdaderamente social, junto al cineasta Henri Storck: Borlnage (1935). Esta película presenta la situación de los mineros belgas después de la larga y dramática huelga de 1932. Aunque se trata de una reconstrucción, el documental posee una gran fuerza expresiva. La huelga de Borinage se sitúa en el marco de la crisis mundial capitalista de los años 30, de ahí que se prohibiera en todas partes salvo en los cine-clubs. Aun así, según algunos autores, abre el camino a obras maestras del realismo poético francés y del neorrealismo italiano.
Sus detractores le reprochaban la pérdida de cualquier capacidad artística al venderse a la clase obrera. Ivens no compartía esta opinión. "No me considero un político que haga cine, sino un artista, un cineasta que intenta abarcar mediante una ideología materialista y revolucionaria una lucha y una filosofía que me hacen más libre". En esta línea se encuentra su documental Tierra española (1937), con el que, más que hacer un documental profesional, pretendía concienciar a la opinión pública estadounidense sobre la necesidad de ayudar al Gobierno de la Segunda República. Su intención, como él mismo señala, "era la de plasmar la verdad del pueblo español en su lucha contra el fascismo, queriendo dar a entender al mundo la proximidad de un conflicto generado por la ideología fascista y que desembocará en la Segunda Guerra Mundial".
Tanto en Tierra española como en el resto de sus documentales, Ivens lleva a cabo un tratamiento creativo de la realidad. Su intención no es la objetividad, sino la presentación de su punto de vista ante la realidad. "El periodista", afirmaba Ivens, "capta la realidad exterior, mientras que el documentalista analiza en profundidad el trasfondo de esa realidad; esto implica que nuestro trabajo sea una toma de postura clara que determine un horizonte abierto a nuestra expresión y a la visión del espectador".
Después de la experiencia española, éste viaja a China, donde rueda 400 millones (1939), sobre la resistencia del pueblo chino ante la invasión japonesa.
Años más tarde volverá a la China de la Revolución Cultural para realizar Cómo Yukong desplazó las montañas (1973-75) y el que sería su último trabajo, Yo y el viento (1988).
Ivens documentará prácticamente todos los grandes conflictos del siglo XX. Colabora con Frank Capra durante la Segunda Guerra Mundial en la serie de documentales propagandísticos ¿Por qué luchamos?.
Ya en la posguerra, se interesa por los nuevos estados comunistas en documentales como Los primeros años (1947-49), Carnet de viaje (1960) y Pueblo armado (1961), centrados en Cuba. También defiende las esperanzas de las asociaciones pacifistas y antimilitaristas internacionales con La paz vencerá la guerra (1951) y La amistad vencerá (1952).
La Guerra de Vietnam supone un nuevo desafío para el cineasta holandés: con El cielo, la tierra (1965), Paralelo 77(1967) y El pueblo y sus fusiles (1969), sobre el conflicto vietnamita, consolida un modelo indiscutible de cine de compromiso político de calidad.
Esta extensa e intensa labor cinematográfica será merecedora de reconocimientos como la Palma de Oro en Cannes y el León de Oro en Venecia.
Pero Ivens es el único cineasta que ha sido distinguido con el Premio Mundial de la Paz, el Premio Lenin para la Ciencia y la Cultura de Moscú y la Medalla de Oro de Bellas Artes de España, entre otros.
Después de aproximadamente 50 documentales y de toda la geografía recorrida, este holandés errante termina sus pasos en París, ciudad donde muere en 1989.
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