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miércoles, 13 de febrero de 2013

Joan Peiró (1887-1942)


Destacado anarcosindicalista, este vidriero de profesión llega a ostentar la cartera del Ministerio de Industria con Largo Caballero desde donde intenta, a pesar de los comunistas, llevar a cabo reformas colectivizadoras

En el verano de 1937 el diario Catalunya, dirigido en esos momentos por el ex ministro de Industria Joan Peiró, todavía se plantea los problemas que desde mayo de este año acechan al bando republicano. Cuestiones como la ilegalización del POUM y el enfrentamiento armado en los sucesos de mayo se venían a unir al derrumbamiento del Frente Norte.

Peiró, que en estos momentos había apostado por formar una cooperativa de vidrio, seguía abriendo los interrogantes que quedaron pendientes tras su salida del Gobierno junto a los otros tres ministros anarquistas.

Rodeado por una realidad de pobreza, nace en 1887 Joan Peiró Belis. Condenado al analfabetismo y a los trabajos más duros, desde los ocho años entra como aprendiz en un horno de vidrio. A los 15, ya trabaja en un taller vidriero de Poblé Nou. Tras una infancia en la que su única ilusión es la de llegar a ser torero, se traslada en su adolescencia a Badalona, lugar donde toma el primer contacto con el movimiento obrero y en el que se afilia a la Sociedad Obrera, aficionándose al teatro y a la política.

Es en Badalona donde forma la Federación Local de sindicatos y el periódico La Colmena Obrera, enmarcados en una primera fase activista que le costaría la cárcel en 1909. En este periodo de reclusión, el vidriero acaba con su analfabetismo y comienza un proceso autodidacta de gran magnitud.

Al año siguiente, y tras ser excarcelado, Peiró participa como observador en el congreso fundacional de la CNT, una organización a la que ligaría su vida hasta el día de su muerte.

Entre 1916 y 1920 sería nombrado Secretario de la Federación española del vidrio, llegando a dirigir el periódico del ramo, El Vidrio.

Desde estos momentos, Joan Peiró se convierte en un columnista habitual en distintos medios escritos y en un hombre de prestigio dentro de la CNT.

En 1922 es elegido secretario general de la CNT, el puesto de mayor responsabilidad dentro del sindicato anarquista. Esta notoriedad política le llevará a la cárcel en otras dos ocasiones y hará que sufra dos atentados dirigidos por la patronal catalana, una situación crítica que será permanente en todo el periodo de oposición contra la dictadura de Primo de Rivera.

Llegando el final de la dictadura y ya como destacado miembro del Comité Nacional de la CNT, Peiró participa de manera activa en todos los debates internos de la organización, una cuestión que le convertiría en un personaje polémico en su defensa del sindicalismo, ya fuese estando a favor de las Federaciones Nacionales de Industria en el Congreso de la CNT de 1931 (agrupaciones de los sindicatos por sectores de producción: metal, madera, construcción, etc.) o firmando en ese mismo año el famoso Manifiesto de los Treinta en defensa del anarcosindicalismo de masas y criticando las posturas más insurreccionalistas que había en el seno de la CNT.

Estas disensiones harán que en 1933 se forme la Federación Sindicalista Libertaria, que se convertirá durante unos pocos años en una pequeña escisión de la CNT para volver a reintegrarse en 1936. Una vez inciada la Guerra, Peiró, como destacado militante anarcosindicalista ocuparía el puesto de delegado en el Consejo de economía de la Generalitat para pasar a desempeñar el cargo de ministro de Industria en el segundo Gobierno de Largo Caballero formado en noviembre de 1936.

Él mismo afirma: "Soy yo de los que creen que la organización de la base económica de la sociedad futura ha de estar confiada al sindicato y a la comuna; el primero habrá de encargarse de organizar la producción, y la distribución de ésta al consumo será función de órganos creados expresamente por la segunda".

Según recoge la historiadora Dolores Marín, su obra ministerial estaría marcada por el bloqueo impuesto por el enfrentamiento con los sectores comunistas del Gobierno, en especial con el doctor Negrín, a la sazón ministro de Hacienda y que en todo momento trató de poner cerco financiero a las propuestas políticas de Peiró. Esta obra, resumida en el decreto del 22 de febrero de 1937 de incautación e intervención de empresas imprescindibles para la Guerra, destinada a proteger la obra colectivizadora desarrollada por los sindicatos, quedaría sin efectos prácticos en muchas ocasiones por no disponer el Ministerio de Industria de los fondos necesarios para apoyar y relanzar este tejido productivo. Para Peiró este relanzamiento pasaba por hacer un nuevo decreto de colectivizaciones y nacionalizar la electricidad, pero estas ideas son desechadas por el propio Largo Caballero.

Una profunda crisis de Gobierno en el contexto de los sucesos de mayo de 1937, hacen que los cuatro ministros anarquistas abandonen sus carteras y den paso a una nueva composición ministerial. Peiró, inserto ya en nuevos proyectos como la cooperativa vidriera de Matará y como articulista, escritor político y director de Catalunya, periódico de la CNT catalana, no volvería a aceptar un cargo público hasta abril de
1938, cuando sea nombrado comisario general de energía eléctrica. Este puesto lo desempeñará durante pocos meses, ya que el propio devenir de la Guerra le obligará, ante la llegada inminente de las tropas franquistas a toda Cataluña, a dejar su casa y partir con su familia hacia Francia el 22 de enero de 1939.

Una vez instalado en el país galo sería consejero delegado de la CNT en la JARE (Junta de Ayuda a los Refugiados Españoles), cargo en el que estaría hasta la invasión nazi del territorio francés, momento en el que será detenido cuando trataba de embarcar hacia México. Una vez descubierta la identidad de Peiró por el Ejército nazi y puesto en conocimiento de Franco, Serrano Suñer reclamaría a Joan Peiró que, tras un largo viaje será puesto a disposición de las autoridades franquistas el 17 de febrero de 1942. El historiador Pere Gabriel sostiene que una vez encarcelado en España y justo antes de realizarse el Consejo de Guerra, Joan Peiró recibirá una oferta por parte del Gobierno de Franco para incorporarse a organizar las estructuras del sindicalismo franquista, algo que Peiró rechaza.

Llegado este momento, el 22 de julio de 1942 da comienzo el Consejo de Guerra que le declarara culpable, y el 24 de julio es fusilado en Paterna (Valencia).

Así acaba la vida de Joan Peiró. Entre sus libros más destacados se deben señalar Escrits 1917-1939, Trayectoria de la CNT, Ideas sobre sindicalismo y anarquismo, Perill a la retaguardia y Problemas del sindicalismo y el anarquismo. También son reseñables sus artículos en Catalunya, Solidaridad Obrera, El Vidrio, Mañana o Acción

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