Dirigente de Falange de Castilla durante los primeros compases de la contienda, jura este mes su puesto de consejero nacional, un escalón más en su ascendente trayectoria política que continuará tras el fin de la Guerra
Al finalizar el año 1937, el bando nacional se encuentra en plena reestructuración de cargos políticos. La necesidad de nombrar multitud de puestos que hagan posible el gobierno de la zona ya controlada por los sublevados pone en primera línea a los nuevos líderes forjados en los comienzos de la Guerra. José Antonio Girón de Velasco, destacado miembro de Falange de Castilla será nombrado consejero nacional de FET de las JONS.
El 28 de agosto de 1911 nace en Herrera de Pisuerga (Palencia) José Antonio Girón de Velasco. Su padre, Justo Girón, de profesión abogado y con tradición en el estudio del Derecho le mandará en 1918 a estudiar a Orduña en un colegio de jesuítas, para más tarde pasar a estudiar Derecho en Valladolid y Salamanca, donde se licencia en el año 1932. Es en la Universidad donde comienza su militancia política. En el año 1931 se afilia a las Juntas Castellanas de Actuación Hispánica (JCAH), desde donde consolida una primera fase de activismo que le lleva a ser expulsado de la Universidad. Una vez acabada la carrera, participa en la formación de Falange Española en marzo de 1933 en Valladolid y en el primer Congreso Nacional que ésta desarrolla en Madrid ese mismo año, conociendo allí a destacados líderes como Onésimo Redondo y a Ramiro Ledesma.
"Mi vida política quedó prendida en dos instancias irrenunciables: el sueño de rehacer España desde sus cimientos, según la propuesta joseantoniana, y la inmediata tarea de no permanecer indiferente al toque de guerra que se avecinaba", reconocerá posteriormente el propio Girón.
Una vez iniciado su activismo conspirativo, será detenido en San Sebastián junto a otros cuatro falangistas en abril de 1936 y llevado a prisión. Falange -en estos momentos ilegalizada-, está reforzando la acción callejera para desestabilizar el régimen republicano. Girón, jefe de las milicias de Valladolid en 1936, una vez
comenzada la Guerra será el encargado de tomar el Alto del León dentro la Bandera de Castilla de voluntarios falangistas. Esta acción le dará un gran reconocimiento dentro de Falange y le llevará a escalar posiciones de la mano del propio Hedilla. El 1 de enero de 1937 alcanzará la jefatura territorial de Falange. Esta fase es, sin duda, una de las más controvertidas de su vida, ya que tanto en el inicio de la Guerra como en los meses posteriores está en el centro de lo que se ha denominado "terror caliente y terror legal" en Valladolid, como expresa el historiador Jesús María Palomeras: asesinatos provocados por las milicias falangistas en los primeros meses de Guerra y juicios políticos sumarísimos realizados desde principios del año 1937.
Abandonado ya este primer momento, pasa a desempeñar funciones a nivel nacional, siendo nombrado en octubre de 1937 consejero nacional de FET de las JONS, puesto que revalidaría en septiembre de 1939 como segundo consejero nacional, y nombrado a su vez el 1 de septiembre de 1939 como delegado nacional de ex combatientes. Durante este periodo, en el que irá tomando cada vez mayores responsabilidades dentro de las estructuras de la inminente Dictadura, viajará a Roma en marzo de 1939 con la misión de entrevistarse con el Papa y con Mussolini, un viaje que servirá para estrechar lazos políticos y desde donde la delegación hispánica, encabezada por Raimundo Fernández Cuesta, se enterará del final de la Guerra Civil.
Al consolidarse el régimen franquista, Girón de Velasco es designado ministro de Trabajo en mayo de 1941, un cargo que desempeñará hasta 1957. Su labor en estos años se centrará en conformar un mínimo sistema de relaciones laborales en torno a los sindicatos verticales y en la promulgación de una serie de decretos que establecen ayudas al muy retrasado mundo laboral hispánico. Así, en 1942 se aprueban el decreto de seguro obligatorio por enfermedad y el plus de cargas familiares.
En 1944 forma el Instituto de Higiene y Seguridad del Trabajo, y tres años después promulga la Ley de Jurados de Empresa, la Ley de Seguros de Invalidez y la creación de las Universidades Laborales. Estas medidas no quedan exentas de polémica, ya que si bien hay quienes ven en su aplicación un progreso significativo, sobre todo en lo que se refiere a las ayudas familiares, desde otras ópticas se perciben unos efectos muy limitados y que dejan muy lejos al sistema sociolaboral hispánico del que se forma en toda la Europa de posguerra en cuestiones como la libertad de sindicación, de reunión, huelga o protección sanitaria.
Tras este periodo, Girón de Velasco quedaría retirado del Gobierno después del cambio de ministros de 1957, momento en el que entrarán los denominados tecnócratas, aunque Girón tendría un puesto en el Consejo del Reino y seguiría siendo consejero nacional. Otro cargo que desempeñará desde 1974 será el de presidente de la Confederación Española de Ex combatientes, un puesto de prestigio que le permite seguir teniendo amplia notoriedad pública.
Esta actividad la compaginará con multitud de negocios inmobiliarios en la Costa del Sol, en especial en Fuengirola, lo que le convertirá en un gran promotor. Su distanciamiento parcial será simplemente nominal, ya que, desde la distancia malagueña, se significa como uno de los máximos representantes del denominado bunker o sector conservador del franquismo, opuesto a todo proceso de apertura de la Dictadura. Este posicionamiento lo expresa de manera muy clara en el denominado Gironazo, un llamamiento publicado en el periódico Arriba en el que realiza un alegato contra el proceso de reformas que el Gobierno de Arias Navarro pretende emprender en 1974 y que será conocido como el espíritu del 12 de febrero. Desde la muerte de Franco, Girón se destaca en sus críticas a las reformas de Adolfo Suárez, aunque su opinión irá perdiendo influencia según va cambiando el signo político del país.
En todos estos años escribe numerosos artículos en la prensa de la Dictadura y se editan muchos de sus discursos, pero será en el año 1994 cuando publique su libro de recuerdos bajo el título Si la memoria no me falla, un texto en el que realiza un balance de toda su labor pública, en especial de sus años al frente del Ministerio de Trabajo. En 1995 muere en Fuengirola. José Antonio Girón cierra con su muerte el ciclo de toda una generación de falangistas crecida políticamente en el alzamiento militar y que fue paulatinamente desplazada por las nuevas generaciones reformadoras nacidas después de la Guerra.
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