Reportero gráfico, testigo durante la Guerra Civil de los principales acontecimientos sucedidos en Cataluña, acaba exiliándose a Francia y consigue atesorar un significativo legado fotográfico de la memoria colectiva española
En agosto de 1936, el semanario estadounidense Newsweek ilustra en su portada uno de los testimonios gráficos más populares que nos ha dejado el conflicto español: tres guardias de asalto disparan parapetados tras varios caballos abatidos a tiros por el fuego nacional, en las calles de Barcelona durante la sublevación de julio. La imagen recorre medio mundo y catapulta la fama de su autor: el fotógrafo valenciano Agustí Centelles. Con ésta y otras imágenes, Centelles pasa a engrosar la lista de los reporteros gráficos que cubren el conflicto como Capa, Reisner o Namuth, entre otros muchos.
Nacido en la localidad valenciana de El Grao (1909), se traslada con tan sólo un año a Barcelona. Desde muy joven comienza a interesarse por el mundo de la fotografía, y con 16 años empieza a trabajar como ayudante fotográfico en el diario El Día Gráfico. Allí verá publicados algunos de sus primeros trabajos.
En 1927 entabla amistad con uno de los maestros de la fotografía catalana, Ramón Baldosa. De la mano de éste comienza a dar rienda suelta a su creatividad, y en 1932 se desliga de su mentor para trabajar por libre. Retrata las calles de Barcelona, a su gente, sus edificios... Incluso se atreve con reportajes de espectáculos y deportivos para después venderlos a periódicos como La Humanitat o La Veu de Cataluña. Todo ello tras el objetivo de su Leica 35 milímetros, comprada a plazos -por 900 pesetas de la época- con sus primeros ahorros.
Conforme su trabajo se consolida, comienza a colaborar con periódicos más significativos como La Vanguardia, Diario de Barcelona, Última Hora, La Opinión y La Rambla. Es en esta época —1935— cuando contrae matrimonio con Eugenia Martí Montserrat.
Al estallar el conflicto, Centelles y su Leica son testigos del frustrado intento de sublevación militar en Barcelona, convirtiéndose, quizá, en "el único fotógrafo profesional que se atrevió a salir a la calle el 19 de julio de 1936", según afirma Manuel Rubio Cabeza. Precisamente, de ese día es la portada del Newsweek.
El fotógrafo decide embarcarse con las milicias populares republicanas destinadas al Frente de Aragón, como colaborador de la publicación La Revista. Allí coincide con otros reporteros gráficos procedentes del extranjero que llegan a España para inmortalizar el conflicto, como el húngaro Robert Capa o los corresponsales alemanes de la revista francesa VU, Georg Reisner y Hans Namuth. Muchos de estos fotógrafos, una vez que llegan a Barcelona, son ayudados y financiados en primera instancia por el Comité de Milicias Antifascistas y el Comisariado de Propaganda de la Generalitat de Cataluña, dirigido por el periodista catalán Jaume Miravitlles (ERC).
Ya en 1937, Centelles se instala en Lérida para ocuparse de los servicios fotográficos del citado Comisariado. Además, se encarga de realizar la serie fotográfica Visions de guerra i de retaguarda, publicada por la editorial Forja, dependiente del organismo. El objetivo de esta publicación es influir en la opinión pública catalana mediante la divulgación fotográfica de los estragos y las devastaciones que la Aviación franquista produce entre la población civil. A su vez, pone de relieve la capacidad de resistencia republicana, que cuenta por entonces con el apoyo de la Unión Soviética.
Antes de la caída de Barcelona, a finales de enero de 1939, Centelles se exilia a Francia portando consigo unos 5.000 negativos. Su carné internacional de prensa le sirve de salvoconducto para resguardar estos materiales. Sin embargo, es en el país vecino donde padece la dureza que se vive en los campos de concentración franceses -como el localizado en Argeles sur Mer- donde capta las dramáticas situaciones en las que malviven los refugiados.
Ya en 1943, pasa a formar parte de un laboratorio en la localidad francesa de Carcassonne y a colaborar con la resistencia. Tan sólo un año después, es descubierto por la Gestapo, y con su familia decide volver a España utilizando el paso de Andorra para huir de los nazis. Nuevamente se instala en Cataluña, pero sin los archivos de guerra que deja a salvo en manos de una familia campesina de confianza.
En 1946, es juzgado y condenado por la Justicia española, aunque poco tiempo después obtiene la libertad condicional. Pese a que no llega a entrar en prisión, queda inhabilitado para ejercer como reportero gráfico, por lo que se dedica a la fotografía industrial, fundando la empresa Centelles S.L.
En agosto de 1976, Centelles regresará a Carcassonne en busca de sus negativos, recuperando con ellos un valioso testimonio de la memoria colectiva española. La llegada de la democracia a España le permite exponer el trabajo fotográfico que se creía perdido durante la Dictadura. En estos años, el cámara valenciano se dedica a divulgar su obra, mediante exposiciones y la elaboración de catálogos.
En 1984 se le concede el Premio Nacional de Artes Plásticas. Tan sólo un año después de este reconocimiento -el 1 de diciembre de 1985-, fallece en Barcelona, la ciudad que ha sido testigo de gran parte de su obra. Pese a su desaparición, Centelles deja un legado fotográfico que se extiende hasta nuestros días. Como ejemplo, la publicación del catálogo titulado Agustí Centelles (1909-1985). Fotoperiodista, o la muestra El Compromiso de la Mirada (2000). Es entonces cuando se le empieza a conocer popularmente como el Capa español.
Muchas gracias, publico información regular en mis perfiles en la red.
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