Uno de los intelectuales más admirados y criticados de la época, evoluciona desde la defensa de una nueva España enfrentada a la de la Restauración hacia un pensamiento tradicionalista fundamentado en el catolicismo
Maeztu, uno de los intelectuales más admirados, pero también más criticados de su época, pasa sus últimos días de vida en la cárcel de Las Ventas de Madrid, donde la casualidad quiere que se encuentre con otro Ramiro, Ledesma Ramos, con el que ha compartido algunos ideales pero del que le separan otros. Ledesma afirma en el primer número de la revista teórica JONS que le considera “uno de los pocos españoles capaces de ofrecer los valores de España”, pero a la vez añade que “éste es el único aspecto de Maeztu que nos interesa. Ningún otro. La política de las JONS no es su política”.
El mismo día en que comienza la guerra, Ramiro de Maeztu y Whitney, obsesionado con la idea de que lo van a matar -su compañero en la revista Acción Española, Vegas Latapié, afirma que un día llega a interrumpir un discurso de Prieto en el Parlamento gritándole: “Me doy por muerto”- se refugia en casa de su amigo José Luis Vázquez Dodero. Allí permanece unos días, hasta que el 28 de ese mismo mes de julio entran en el domicilio unos milicianos, buscando a religiosos.
Maeztu cree que están allí por él y se presenta espontáneamente dando a conocer su nombre, por lo que es llevado a la comisaría de Buenavista. Una vez en las dependencias, según cuenta César Vidal en su libro Checas en Madrid, un inspector lo pone en libertad al no encontrar causa para detenerlo. Pero son ya las once de la noche y a la puerta espera un coche de milicianos, por lo que el propio Maeztu solicita que lo vuelvan a detener. Entonces es enviado a la cárcel de Las Ventas.
En prisión pasa tres meses hasta que el 29 de octubre del 1936 es trasladado, junto con el líder fascista Ledesma Ramos, al cementerio de Aravaca, donde pese a los esfuerzos de la Embajada inglesa por salvarlo, muere asesinado. Tiene 62 años y ha pasado ya por muy diferentes etapas a lo largo de su vida: desde sus inicios como defensor e impulsor de una nueva España enfrentada a la tradicional, hasta su evolución hacia un pensamiento tradicionalista fundamentado en el catolicismo.
Esta conversión le hace objeto de innumerables críticas, tanto de la derecha como de la izquierda. Él mismo llega a decir en una autobiografía escrita en tercera persona y publicada en Alma Española que “de Maeztu se ha dicho cuanto pueda decirse de un escritor [...]; aunque no es político, ni ha hecho libros ni obras de teatro, no hay periódico en España que no se haya ocupado de su nombre”.
Según su amigo Juan Ignacio Luca de Tena, director de ABC, “a los 20 años era anarquista, a los 30 republicano y su firma veíase frecuentemente en El Sol. Yo no recuerdo exactamente cuándo empezó su evolución hacia la derecha”.
Sus concepciones políticas y filosóficas se van modificando con los años. Nace en Vitoria el 4 de mayo de 1874 en una familia distinguida, hijo de padre vasco y madre inglesa. Cursa bachillerato y obtiene unas notas brillantes, pero la bancarrota familiar no le permite acceder a la Universidad.
Así, a los 16 años marcha a París, donde intenta aprender el oficio de comerciante, pero ante su falta de habilidad, tiene que volver a casa. Entonces decide ir a Cuba, donde pasa cuatro años trabajando en los más diversos oficios y viajando por América Central y del Norte, Tres años después regresa a Vitoria y, tras la muerte de su padre, la familia se traslada a Bilbao.
En esta ciudad empieza su carrera periodística que es en realidad la vocación de su vida; comienza en un pequeño periódico, El Porvenir Vascongado y se da a conocer con sus artículos sobre el problema cubano, coincidiendo con los primeros intentos de insurrección en la que todavía era isla española.
En 1897 se traslada a Madrid, donde entra de lleno en la vida literaria y forma, junto a Azorín y Baroja el Grupo de Los Tres, el primer núcleo de la célebre Generación del 98. Es precisamente en ese año cuando Maeztu publica su primer libro, con el título de Hacia otra España.
En él se hace una dura crítica al sistema de la Restauración y se presenta el desastre del 98 como un punto de partida para derribar todos los obstáculos y crear una España distinta. Tan sólo unos años más tarde dice, en referencia a esta obra, que “todas sus páginas merecen ser quemadas, pero el título responde al ideal de entonces y de ahora”.
Esta frase deja entrever que el objetivo siempre es el mismo: cambiar España, pero la idea de cómo llevar a cabo esta regeneración se modifica con los años. A principios de 1905 marcha a Londres como enviado de La Correspondencia de España, y los 15 años que reside allí le marcan para siempre y le hacen afianzarse en su defensa de la autoridad. Las ideas presentes en este periodo de su vida quedan reflejadas en su libro Authority, Liberty and Function in the Light of War, publicado en España como La crisis del Humanismo.
En 1916 se casa con la inglesa Alice Mabel Hill y nace su único hijo. Para cuando regresa a España, en 1919, ya es una figura consagrada y se vincula a la redacción del El Sol. Pero la férrea defensa de Maeztu del general Primo de Rivera hace que pronto tenga que abandonar el periódico, que adopta una línea pro republicana. Desde 1927 pertenece a la Unión Patriótica -único partido durante la Dictadura-y escribe en La Nación, órgano oficial del régimen. Al año siguiente es nombrado embajador de España en Argentina, de donde regresa el 19 de enero de 1930.
Tras el advenimiento de la República, Maeztu comienza una etapa combativa y en diciembre empieza a colaborar con la revista Acción Española, publicación de la que luego llega a ser director. En esta última fase de su pensamiento recoge por un lado la línea tradicional española de Menéndez Pelayo y, por otro, algunas influencias del pensamiento fascista que recorre toda Europa.
En 1932 es nombrado académico de Ciencias Morales y Políticas y en 1933 es elegido diputado por Guipúzcoa de Renovación Española. Al año siguiente ingresa en la Academia de la Lengua Española y publica uno de sus libros más afamados, Defensa de la Hispanidad, que es en realidad una recopilación de artículos en la que Maeztu ofrece su definición de Hispanidad: “Hispánicos son, pues, todos los pueblos que deben la civilización o el ser a los pueblos hispánicos de la Península”.
Cuando edita este libro comunica a sus amigos que tiene el propósito de completar esta obra con otras dos más, llamadas Defensa del Espíritu y Defensa de la Monarquía de tal modo que correspondan sus libros a los términos del tradicional lema carlista: Dios, Patria y Rey. La primera de estas obras la intenta terminar en la cárcel, pero las cuartillas quedarán en poder de sus guardianes, y la segunda no llegará a pasar de un proyecto.
Siniestro personaje ,admirador de Hitler y Goebels …Y eso de distinguida familia???
ResponderEliminarVaya comentario petardo de ilustre ignorante y sectario. Quizás Alberti te parece más ético.......
ResponderEliminar