Desde el cargo de jefe de Prisiones de la República, este activo militante anarquista actúa enérgicamente contra las "sacas" descontroladas y las checas puestas en marcha en varias ciudades por las organizaciones comunistas
"En relación a la orden dada por el tal Cazorla referente a sacar de las cárceles del Gobierno a los absueltos por los tribunales populares, tras ser retenidos gubernamentalmente por él, para, valiéndose de engaños, y órdenes verbales secretas, dadas a los agentes de su mando, conducirlos a cárceles clandestinas y batallones de milicias comunistas (..,); declaro estar dispuesto a comparecer ante las autoridades o comités responsables para verbal o documentalmente demostrar la funesta política seguida desde la Consejería de Orden Público de Madrid por Santiago Carrillo y Serrano Poncela, primero, y por José Cazorla últimamente (...)".
Este fragmento es parte de la denuncia pública que realiza Melchor Rodríguez a través de la prensa confederal el 20 de abril de 1937, y que recoge íntegramente José Peirats, del conocido como caso Cazorla, uno de los primeros en los que queda de manifiesto la práctica de las llamadas checas, las cárceles organizadas por milicianos comunistas al margen del poder republicano. Y es que desde los primeros días del levantamiento, en aquellas ciudades donde no tiene éxito, comienza la ejecución de militares comprometidos con la sublevación. Se crean las checas y se realizan las conocidas sacas (los presos eran sacados, literalmente, de las cárceles, procediéndose luego a una ejecución selectiva). La oposición de Melchor Rodríguez, desde su puesto de jefe de Prisiones, a las sacas y la persecución y denuncia de las checas le valió el sobrenombre de El Ángel Rojo y el reconocimiento por parte de ambos bandos.
Nacido en 1893 en el seno de una familia humilde de Sevilla, el joven Melchor Rodríguez decide hacer realidad su sueño, muy alejado de lo que será su trayectoria posterior: convertirse en torero. Se forma al lado de Paulino Diez y Manuel Pérez, pero termina por abandonar su vocación taurina tras una cogida en Madrid, en agosto de 1918, y otras tentativas frustradas en Salamanca, Viso y Sevilla, en 1920.
Se traslada a Madrid, donde desempeña diversos trabajos (calderero, carrocero y ebanista). Es entonces cuando se afilia a la Confederación Nacional del Traba (CNT) y forma con Celedonio Pérez, Francisco Trigo, José Barrios, Manuel López y Feliciano Benito, entre otros, el grupo anarquista Los Libertos. Se adhiere a la Federación Anarquista Ibérica (FAI) en 1927, el mismo año de su fundación.
En los años de preguerra, Melchor Rodríguez desarrolla una intensa actividad dentro de la CNT y la FAI. Además, como delegado del Comité republicano revolucionario, constituido en San Sebastián para implantar la República, es enviado a Jaca en diciembre de 1930 para negociar con Fermín Galán, que, ante las indecisiones y contradicciones de los partidos republicanos, decide levantarse en Jaca el día 12 del mismo mes (el 14, Galán será fusilado en Huesca). En octubre de 1933, Rodríguez participa en el mitin pro-amnistía organizado en Gijón por la CNT, y preside con Celedonio Rodríguez el gran mitin madrileño de julio de 1934.
CNT y FAI compartían la estrategia de la no participación política. Sin embargo, tras el estallido de la Guerra Civil y la llegada de los sublevados a las proximidades de Madrid, deciden cambiar de planteamiento. El 25 de octubre de 1936 tiene lugar un pacto para la acción conjunta y CNT-FAI, UGT y PSUC de Cataluña deciden colaborar con el Gobierno de Largo Caballero, que un mes antes había subido al poder, incorporando a cuatro ministros anarquistas.
Uno de ellos es Juan García Olíver, responsable de la cartera de Justicia, que el 10 de noviembre nombra a Rodríguez director de Prisiones. Éste, sin embargo, decide renunciar al cargo debido a las numerosas dificultades que dentro del mismo Gobierno encuentra para realizar su función. Dificultades especialmente planteadas, a juicio de César Vidal, por Santiago Carrillo y otros dirigentes comunistas. Rodríguez viaja a Valencia para presentar su dimisión, pero Garda Oliver -de nuevo según César Vidal-, "no estaba dispuesto a que los comunistas le pisaran el terreno", y el 4 de diciembre vuelve a nombrarle para el cargo, esta vez con plenos poderes. Nada más volver a su puesto, Melchor Rodríguez prohibe que los traslados y liberaciones se realicen entre las seis de la tarde y las ocho de la mañana; en adelante, toda orden de traslado o libertad deberá llevar su sello y firma. Y ordena que, en caso de duda, se le llame personalmente para acompañar a los detenidos y garantizar su seguridad, como hizo varias veces. Expulsa a los milicianos de las cárceles, y restituye a los oficiales de Prisiones. El 8 de diciembre se presenta en Alcalá de Henares y se encara a la multitud y a 200 milicianos armados que pretenden asaltar la cárcel para vengar un bombardeo enemigo sobre la ciudad.
Su actuación al frente de Prisiones le granjea numerosas enemistades entre los miembros del Partido Comunista. Al cesar Santiago Carrillo como consejero de Orden Público el 24 de diciembre, su sustituto José Cazorla acaba por conseguir la destitución de El Ángel Rojo el 2 de marzo de 1937.
En marzo de 1939, Rodríguez se adhiere a la causa del coronel Casado, sublevado contra el Gobierno de la República ante la inminente derrota, con el objetivo de obtener una paz acordada con el el bando nacional. Rodríguez fue nombrado concejal en la Alcaldía de Madrid, aunque ocupó el cargo durante pocos días, pues el 17 de marzo de 1939 es enviado por el Consejo del Movimiento Libertario a Francia, donde se ocupará de ayudar a los militantes refugiados, de evitarles una larga estancia en los campos de "reagrupamiento" franceses y de embarcarlos hacia México.
Tras la victoria de los sublevados, Melchor Rodríguez es condenado a 30 años de prisión. Muchos de los militares de Franco recordaban su paso por Prisiones. Al año y medio fue puesto en libertad.
En la posguerra se convierte en el eje del anarcosindicalismo clandestino y uno de los más firmes apoyos del Comité nacional de Marco Nadal (secretario de la CNT desde 1946). Posteriormente lucha enérgicamente contra el llamado cincopuntismo, táctica llevada a cabo desde el seno del sindicalismo vertical franquista con el objetivo de integrar en la Confederación Nacional de Sindicatos a viejos militantes cenetistas de prestigio y así combatir el nuevo sindicalismo encarnado por los jóvenes.
Melchor Rodríguez muere en Madrid en 1972. A su entierro acuden tanto militantes de la CNT como adictos al Régimen. Alguno de estos últimos había salvado la vida gracias al celo con que Rodríguez desempeñara su cargo al frente de Prisiones.
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