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lunes, 8 de octubre de 2012

Ricardo Sanz (1898-1986)

Anarquista y revolucionario valenciano, el 20 de noviembre de 1936 recibe el encargo más importante de su vida: sustituir al fallecido Durruti a la cabeza de las columnas catalanas que luchan en el Frente de Madrid

"Por el presente escrito se nombra jefe de todas las fuerzas catalanas que operan en el Frente de Madrid al compañero Ricardo Sanz, el cual se hará cargo de dichas fuerzas en el tiempo más breve posible, por exigirlo así las actuales circunstancias". Barcelona, 20 de noviembre de 1936, firmado por el teniente coronel Díaz Sandino. Esas "actuales circunstancias" se refieren, ni más ni menos, a la muerte de Buenaventura Durruti.

Además de este comunicado, la misma noche de la muerte del anarquista, el ministro de Justicia, Juan García Oliver, llama a Ricardo Sanz para informarle y para ordenarle que se trasladara desde Figueras a Barcelona y que desde allí marchara inmediatamente a Madrid. Al amanecer del día 21, Sanz emprende la marcha hacia la capital.

Según cuenta el historiador Joan Llarch, en el camino se cruzó con el séquito que acompañaba al cadáver de su gran amigo: "Ricardo Sanz hizo detener el fúnebre cortejo y, reconocida su personalidad y jefatura, requirió pormenores respecto a las circunstancias en que había ocurrido aquella muerte violenta e inesperada. Manzana (sargento de Artillería y asesor militar del fallecido líder anarquista) le dijo, levantando la vista para mirar el furgón que llevaba el cadáver de Durruti: "Ya sé que te han nombrado a ti para sustituirlo. No vayas a Madrid. Te van a matar como a él". Sanz no le contestó nada, no le preguntó nada. Continuó su camino".

Tanto el ministro García Oliver como Manzana o la propia Federica Montseny, saben que, por encima de todo, Ricardo Sanz es un luchador tenaz y consecuente. A media tarde del día 21 de noviembre Sanz llega a Madrid. Abel Paz recoge sus palabras al llegar a la capital: "Un gran desorden reinaba en todas partes. Nadie quería creer que Durruti hubiera muerto. Todo el mundo creía que Durruti no podía morir. Lo han matado los comunistas -decían unos-, lo han matado desde un balcón -añadían otros- (...). Tenía necesidad de saber con todo detalle lo ocurrido para saber la forma en que yo tenía que proceder desde mi nuevo destino como jefe de la unidad que hasta entonces había mandado Durruti".

Federica Montseny y García Oliver acompañan a Sanz para que se presente ante las milicias que ahora tendrá bajo sus órdenes. La mayoría de los milicianos quieren, a toda costa, abandonar el Frente de Madrid y volver a Aragón, afirman que la muerte en Madrid es segura, ya que las bajas sufridas en la Columna Durruti en aquellos días han sido muy cuantiosas. Así que Sanz deja que cuantos quieran vuelvan al Frente de Aragón. Unos 300 milicianos se quedarían en Madrid hasta que en el 37 la Columna, ya militarizada, regresa a Aragón. Por su parte, las tropas que quedan al frente de la capital cambian su denominación anterior -Columna Durruti-, y pasan a ser conocidas como la 26 División.

Ricardo Sanz nace en Canals, Valencia, en 1898, en una familia de obreros y agricultores. Sus dos hermanos, Eusebio y Carlos, son también miembros de la CNT. Ricardo es obrero de la industria textil y participa en el ramo del Agua de la organización.

Con 18 años se traslada a Barcelona, donde comienza a trabajar como ayudante en una tintorería y es entonces cuando comienza a destacar como activista anarcosindicalista. Su militancia se va acentuando con los años y llegó a formar parte de Los Solidarios, que más tarde se transformaría en Nosotros, un grupo anarquista y terrorista creado en Barcelona en 1922. En 1930 llega a ser el presidente del Sindicato de la Construcción de la CNT.

Hasta 1931 su vida transcurre entre detenciones (la primera vez que ingresa en prisión tiene 22 años), asambleas, y acciones anarquistas. Con la República se convierte en uno de los mitineros oficiales de la CNT.

El 19 de julio del 36, cuando se produce la sublevación militar en Cataluña, participa junto a García Oliver, Ascaso y Durruti en la dirección de las masas obreras sindicalistas que logran acabar con los rebeldes y organiza las primeras columnas que parten hacia Aragón.

Además es el encargado del suministro de armas y avituallamiento de sus fuerzas desde los cuarteles de Pedralbes, los llamados Bakunin. Una vez estabilizada la situación, es nombrado agregado a la comisión de armamento anexa a la embajada rusa en Barcelona.

Allí, acompañado de una intérprete y de un técnico ruso, es el encargado de inspeccionar los barcos soviéticos que llegan a Valencia, Alicante o Cartagena con armamento para los republicanos. Sanz se encarga de verificar la clasificación del material de guerra recibido. Como agregado de esta comisión de armamento, su último servicio lo realiza en Cartagena. A esta ciudad llega un barco de México con un cargamento de 30.000 fusiles y sus correspondientes municiones, una remesa muy esperada por la República. Es el transatlántico Magallanes.

Más tarde, la consejería de Defensa de Cataluña crea la Inspección General de Fortificaciones de los frentes de Aragón y las costas catalanas, y Sanz es el elegido para encargarse del nuevo organismo.

Es en este momento cuando es llamado a sustituir a Durruti al mando de las tropas desplazadas a Madrid.

Sanz, un hombre interesado por las letras y la cultura, es de la opinión de que la verdadera emancipación llegaría de mano de la instrucción de las masas; de hecho él mismo colabora en periódicos anarquistas como CNT del Norte y Solidaridad Obrera de Galicia. Además, ya desde los años 30 comienza su trabajo de escritor y publica algunos libros como Ruta de titanes y Los treinta judas, ambos editados en 1933.

Acabada la guerra, marcha al exilio, que le lleva al campo de concentración de Vernet (Francia), lugar en el que permanece hasta 1942 y luego al de Djelfa, en Argelia, desde donde consigue por fin salir libre. En este país trabaja como panadero durante un tiempo, hasta el año 1945, cuando marcha a Marsella, en Francia. En los años 80, tras la fractura de la CNT, acude al Congreso de los Escindidos en Madrid.

Durante los años en el exilio sigue con su labor creadora, escribiendo sobre todo ensayos políticos entre los que destacan El sindicalismo y la política. Los Solidarios y Nosotros (1966); Los que fuimos a Madrid. Columna Durruti (1969), ambos publicados en Toulouse y Figuras de la Revolución Española, editado en Barcelona en 1972. Ricardo Sanz muere el 25 de noviembre de 1986 en Toulouse a los 88 años.

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