Obligado a emprender el camino del destierro tras desafiar a Franco, este dirigente carlista, fundador de Comunión Tradicionalista, ha llegado a ser un referente intelectual, moral e ideológico para los nacionales
La tensión reina en los círculos tradicionalistas a la altura de diciembre de 1936. La creación de una Real Academia Militar Carlista a iniciativa del histórico militante Manuel Fal Conde, como muestra de la independencia política que quieren mantener en el bando franquista algunos sectores carlistas, significa un acto de desobediencia en el proceso de unificación que trata de imponer Franco. El enfrentamiento lleva a éste a tener que elegir entre un consejo de guerra o la expatriación. El 8 de diciembre de 1936 el dirigente carlista cruza la frontera con Portugal para fijar su residencia en Lisboa.
Nacido en Higuera de la Sierra (Huelva) en 1894 en el seno de una familia acomodada andaluza, Fal Conde no encuentra en su casa el sustrato tradicionalista que más tarde desarrollaría. Estudiante en un colegio de jesuítas y destacado alumno de la Facultad de Derecho de Sevilla, marcha en su juventud a Madrid para doctorarse. Pero será en 1932, en el contexto del levantamiento militar contra la República protagonizado por el general Sanjurjo, cuando el joven abogado aparezca como referente político para los sectores sublevados.
Esta paulatina identificación con el ideario carlista le lleva a ser nombrado en 1933 por el pretendiente Alfonso Carlos delegado personal para toda Andalucía, llegando más tarde a ocupar los cargos de secretario de la causa tradicionalista en 1934 y de jefe delegado de Comunión Tradicionalista en 1935. Su visión del carlismo desde Comunión Tradicionalista queda plasmada en el deseo de reunificar y armar política y militarmente a las distintas tendencias dentro de esta organización. Desde ese momento sus voluntarios, los requetés, constituyen ya un cuerpo armado. Esta reorganización lleva a una primera demostración de fuerza el 15 de abril de 1934, en la finca El Quintillo de Sevilla, lo que constituye un serio aviso a la democracia republicana. Una vez llegado el 18 de julio, los requetés participan de modo activo en el alzamiento: "La Comunión Tradicionalista se suma con todas sus fuerzas en toda España al movimiento militar por la salvación de la Patria" (orden de alzamiento firmada por Fal Conde en julio de 1936). La nueva situación lleva a Fal Conde a disolver todos los organismos de Comunión Tradicionalista y reconvertirlos el 28 de agosto de 1936 en las denominadas Juntas y Comisarías de guerra, columna vertebral de la organización militar carlista, Estas estructuras se ven acompañadas desde septiembre del mismo año por la Junta Nacional Carlista, nuevo órgano rector de los sectores tradicionalistas.
Manuel Fal Conde trata de dotar de órganos independientes al carlismo hispánico, algo que va contraviniendo cada vez más directamente las pretensiones del mando franquista, Pero es en diciembre de 1936, momento en el que Fal Conde diseña la Real Academia Militar Carlista, cuando se acentúa el enfrentamiento con Franco, El dirigente sevillano es llamado inmediatamente para que se presente en Salamanca. La tesitura es sencilla: Fal Conde debe elegir entre un consejo de guerra o la expatriación. En una reunión mantenida por la cúpula carlista en la Casa de las Conchas de Salamanca se toma la decisión de que Fal Conde marche a Lisboa el 8 de diciembre de 1936 para evitar así su fusilamiento.
En 1937, las luchas de poder en el bando nacional se hacen cada vez más intensas. Franco desea controlar el poder político a través de la unificación bajo un mando único de todos los sectores vinculados al alzamiento. En un primer momento, el jefe de los falangistas, Manuel Hedilla, trata de llegar a un acuerdo de unificación con Fal Conde mandando dos delegados a Lisboa. Pero este pacto nunca se llega a cerrar, ya que Serrano Suñer lo impide interponiendo un tercer delegado que distorsiona el encuentro. Este acuerdo entre el dirigente carlista ahora exiliado y Hedilla se asienta con el compromiso de no aceptar cargos en el futuro gobierno si no se contaba para ello con los carlistas.
La centralización política comienza con el Decreto de Unificación firmado el 19 de abril. Se crea así la Falange Española Tradicionalista de las JONS (FET-JONS), órgano político unitario para todo el Gobierno sublevado. En la primera Junta Política de FET-JONS entran cuatro tradicionalistas que, por carecer de la autorización del pretendiente Don Javier de Borbón, son expulsados de las organizaciones tradicionalistas. Desde este momento, el carlismo se convierte en uno de los principales frentes que Franco tiene abierto entre sus filas. Tanto el pretendiente carlista Don Javier como Fal Conde desde el exilio, se muestran contrarios a este nuevo proceso, lo que le cuesta al "regente carlista" su expulsión del país el 17 de mayo de 1937.
Desde Lisboa, Fal Conde sigue oponiéndose al partido único, pero siempre guardando lealtad y respeto a la causa nacional, Franco tiene en cuenta su liderazgo al frente del tradicionalismo y le ofrece en marzo de 1938 un cargo en el Gobierno como consejero Nacional, pero Fal Conde lo rechaza: "El partido político -dirá- es contrario al verdadero fin del Estado y, de manera especial en España en las presentes circunstancias, es necesaria su desaparición para la salvación de la Patria (...) el régimen del partido oficial acumula los males de la pluralidad de los partidos liberales".
Después de la guerra mantendrá su oposición al sistema dictatorial de partido único. Estas diferencias políticas se vieron articuladas, como recoge el historiador del carlismo Josep Caries Clemente, en torno a varios textos que Fal Conde escribe junto a sus colaboradores para definir el ideario carlista y que aparecen bajo el título de El pensamiento carlista sobre cuestiones de actualidad.
En ese sentido, el propio Fal Conde escribe una carta al general Franco exponiendo su postura: "Lo que me separa es una cuestión sustancial de concepción y de sistema político, que juzgo inadecuado a las circustancias actuales de España". En otra carta remitida a Don Juan de Borbón explica su rechazo al modelo autoritario que quiere imponer el general Franco, lo que le cuesta el rechazo absoluto de los jefes del bando nacional. Fal Conde habla de "una conspiración que trata de llevar la victoria a una restauración monárquica de significado adverso al de la guerra, al espíritu de los combatientes y al bien de la Nación". Reitera de nuevo su crítica al "partido único" y, advierte a! Generalísimo de que, después de la victoria, la Comunión Tradicionalista "seguirá profesando su inalterable credo y su actuación con respecto al régimen que impere".
Manuel Fal Conde es confinado en Menorca. Sus manifestaciones políticas, en especial sobre la muerte del general Sanjurjo, desatan las iras de Franco. No regresa a Sevilla hasta 1945. El largo periodo de crisis del movimiento carlista y una grave enfermedad de garganta le llevan a dejar todos sus cargos en la jefatura del carlismo en 1957. La muerte le llega en Sevilla en 1975.
Un tipo repelente al máximo.
ResponderEliminarQue va Miguel! Una gran persona, generosa, patriota y comprometida con sus ideales. Ojalá pudiera explicarle en persona su categoría.
EliminarUn tipo interesante,donde puedo encontrar sus escritos,esos que tanto molestaron a Franco..?
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