Durruti, el camarada jefe de la columna que lleva su nombre, ha muerto frente a su eterno enemigo, el fascismo, como mueren los hombres que luchan por un ideal, con las armas en la mano y dando el pecho al enemigo. Como, seguramente no morirá el traidor Queipo de Llano, emboscado tras un micrófono, porque este ex-general, no quiere saber que los generales, los caudillos, son para luchar, para dirigir, para morir, si es preciso, en la lucha.
Durruti, es, sin hipérbole alguna Empecinado. El formó sus centurias para luchar contra los fascistas, en los frentes de Aragón, impidiendo con su actuación que los facciosos cayesen contra Cataluña. En Durruti, que no era profesional de la guerra, había, sin embargo, un técnico militar, porque le guiaba, en primer lugar su inteligencia, y porque sentía en su sangre un ideal grande, que lo llenaba todo en él Anarquista por ideal, ahora, frente a la brutal traición de los generales fascistas, luchaba con ardor y bravura, junto a todos los elementos afines a esta defensa sacrosanta de la Libertad de España y de Europa.
Durruti que mandaba su columna en los frentes de Aragón, organizada por él, como otro Empainado, con las mismas admirables dotes de guerrillero, hizo mucho por la reconquista de Aragón, y cuando conseguidas allá muchas victorias, vio en peligro a Madrid, se trasladó con sus centurias a los frentes de más peligro madrileños, que así de clara y exaltada era su actuación, porque quería evitar, luchar, vencer personalmente a los traidores en su ataque a la capital de la República.
Herido mortalmente, se negó a ser retirado de la línea de fuego, y solo a presiones grandes de quienes se dieron cuenta de da gravedad de su herida, de quienes ansiaban salvar su vida, fue evacuado... Y ha muerto, entregando su sangre y su vida, en el mismo campo de batalla, en aras do un ideal.
Durruti ha sido siempre el luchador por su idea, y en Barcelona, siempre, y más acentuadamente desde que en Julio comenzó la rebelión fascista, al frente de sus hombres, tan entusiastas como él, lo ha dado todo, inteligencia, entusiasmos y hasta la propia vida.
El cadáver ha sido trasladado a Barcelona, donde mañana se verificará su entierro, enorme demostración de lo que Durruti suponía y era para la gran urbe catalana.
Ha muerto el moderno Empecinado en esta guerra civil, el guerrillero que supo triunfar siempre porque puso en sus hombres el mismo ferviente ideal que vivía en él.
Durruti era insuperable jefe de milicias, por su talento, por su valor, y por su exaltado idealismo.
Así se producen los hombres antifascistas, en los frentes de combate, dando el pecho a las balas, no escudándose tras el micrófono y usando de chascarrillos chabacanos como razones a su traición.
Durruti ha muerto luchando, ¡qué mejor gloria para él!...
A la C.N.T. y F.A.I. a la invicta Columna Durruti, acompañamos do corazón en su intenso dolor.
El Luchador : diario republicano Año 24º Número 8698 - 1936 Noviembre 21
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