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martes, 18 de marzo de 2014

Abad Conde, Gerardo (1881-1936)

Cursó las primeras letras en Cuba, de donde regresó a la Península en 1889, licenciándose en Derecho por la Universidad Central de Madrid. Afincado en La Coruña, fue catedrático de Legislación Mercantil y Marítima en la Escuela de Comercio de dicha ciudad, y luego, aunque de manera fugaz, en la de Vigo, de donde regresó a La Coruña para hacerse cargo de la dirección de su Escuela Náutica. 

Vinculado desde joven al republicanismo y a la masonería y dotado de notables cualidades oratorias, no tardó en erigirse en el líder y secretario (1908) del Partido Republicano Autónomo, con muy poca incidencia militante, pero de estimable ascendiente en los círculos culturales y dirigentes de la capital de Galicia, en abierta disputa y franco desencuentro con los jefes republicanos de otras provincias. Recibió críticas acentuadas cuando se pasó a un lerrouxismo en subida imparable.

Edil del municipio coruñés, llegó a presidir su consistorio en el bienio 1918-1919, después de haber pasado fugazmente por la cárcel por su participación en la huelga general de agosto de 1917. Su arraigo en el territorio gallego, intrigas internas de su propio partido le privaron del acta de diputado en representación de La Coruña en las primeras Cortes de la Segunda República, logrando, sin embargo, in extremis, ocupar uno de los escaños lucenses. 

Al final de la legislatura de 1931, algunos de sus correligionarios lograron que se le nombrara vocal del Tribunal de Garantías Constitucionales (julio, 1933), y un año y medio después, en diciembre de 1934, tras un nuevo revés electoral en los comicios generales de noviembre del mismo año, fue designado presidente del Consejo de Estado. Ministro de Comunicaciones a título interino durante la ausencia del titular entre el 7 de mayo de 1931 y el 15 de junio de 1931, Lerroux, en su tercer gabinete (4 de octubre de 1934-3 de abril de 1935), lo responsabilizó de la cartera de Marina, en la que sucedió a Juan Rocha y, por ello, desempeñada de modo muy breve: 23 de enero de 1935-3 de abril del mismo año. 

Al estallar la guerra civil se hallaba en Madrid; donde fue detenido por una patrulla de milicianos afectos a la República. Recluido en la prisión de Porlier, fue juzgado, pocos días después, por un tribunal de emergencia, donde murió asesinado el 10 de septiembre de 1936,a pesar de ser republicano. Azaña, siempre displicente, le caracterizará en sus famosos diarios como “un cursi” en medio de un coro de páparos.

1 comentario:

  1. La información es erronea,no tuvo ningún juicio ni fue ejecutado, al contrario, brutalmente e injustamente asesinado en la leñera. Fue una de las pocas personas que lucho y trabajo por su amada Republica.

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