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viernes, 28 de febrero de 2014

Juan Perea Capulino (1890-1962)

Coronel republicano próximo al ideario anarquista, participa en la defensa de Madrid al frente de una columna y contiene a los nacionales en Cataluña, en diciembre de 1938, como jefe del Ejército del Este

A finales de 1938, Cataluña aparece como el objetivo principal en la agenda de Franco. Tras la victoria de las fuerzas nacionales en la Batalla del Ebro, la región se encuentra ya aislada del resto de la España republicana, por lo que parece que el ataque al frente catalán no se demorará demasiado. Finalmente, y pese a que en un principio el Alto Mando militar nacional tiene previsto realizar el ataque el 10 de diciembre, se elige el día 23 como fecha límite para iniciar la ofensiva. Por tanto, la llegada de la Navidad no impide que se produzca el ataque en la zona catalana.

Allí, el jefe del Ejército del Este, el coronel republicano Juan Perea, y sus hombres esperan la llegada de las tropas franquistas. Desplegado en un terreno montañoso favorable para la defensiva, su Ejército lleva semanas aguantando el avance enemigo, pero es en diciembre de 1938 cuando se inicia definitivamente el principio del fin para ef Ejército republicano en la Guerra Civil.

Brillante, ecuánime o respetable son algunos de los adjetivos que pueden definir la carrera militar de Juan Perea Capulino (1890) a juzgar por lo manifestado por muchos de sus contemporáneos . Sus simpatías por la ideo-logia anarquista y una clara vinculación a la CNT marcaron una trayectoria profesional caracterizada por mantenerse fiel a la República tanto como a sus creencias políticas, Perea se adhiere, en la noche de San Juan del año 1926, al grupo de militares líderados por los generales Aguilera y Weyler a la hora de manifestar su descontento con la dictadura de Primo de Rivera, provocando así una de las mayores crisis de su Gobierno. La sanjuanada -intento frustrado de "restablecer la legalidad constitucional" en el país, según el abogado y político Melquíades Álvarez, brazo político del mismo- fracasa por la falta de apoyo popular y supone el ingreso en prisión de Juan Perea, en la localidad barcelonesa de Montjuïc.

Sin embargo, el ascenso de éste como uno de tos líderes republicanos de la contienda se inicia con el primer acercamiento franquista a Madrid, en noviembre de 1936. Allí, la columna liderada por el entonces comandante Perea logra detener en Navafría el avance del teniente coronel Ricardo Rada y Peral aprovechando su proximidad a la capital, ciudad gubernamental desde la que podía abastecerse de recursos tanto humanos como bélicos. La Batalla de la carretera de la Coruña, en diciembre de ese mismo año, hace que el Ejercito republicano se reorganice en cinco divisiones, la 5ª a cargo de Juan Perea.

Pero si de algo adolece el bando republicano es de la desunión entre las fuerzas políticas que la conforman, fomentada por el excesivo individualismo de cada una de ellas y, para muchos, foco principal de desmoralización de sus combatientes. Sin embargo, eso es algo que no afectará a las unidades dirigidas por Juan Perea, que conseguirá neutralizar todo intento de convertir a su Ejército en un Ejército de partido. Entre sus hombres no hay lugar a las luchas internas, ya que la única ideología que se sigue en ellas es la contraria a todo fascismo, a todo atacante de la República española. Así lo afirma en Los anarquistas en la crisis política española José Peirats, periodista, historiador del movimiento anarquista español y miembro de la CNT. Desde que comienza el conflicto, cada sector ideológico cuenta con sus propios recursos dentro del Ejército republicano y entiende la Guerra de una forma distinta -la suya propia- sin tener en cuenta a los que, por otro lado, luchan en su mismo bando. Esta situación, tal y como describe el historiador César M. Lorenzo, pronto desemboca en un claro predominio del El Partido Comunista en el poder, ante "unos socialistas que se mostraban demasiado frágiles para asumir tal responsabilidad y unos libertarios que, a causa de su doctrina, de su extremismo antiautoritario, no podían ni querían hacerlo".

Pese a ello, las tendencias políticas y personales de Perea no cambian durante el conflicto, y su capacidad de liderazgo e influencia sobre sus hombres tampoco. Incluso el propio Perea se siente sorprendido de su posición como jefe militar. "Nos ha impresionado, tanto al general Kléber como a mí, ver que, incluso enfermos, los hombres no quieren abandonar el frente", argumenta en una ocasión.

A comienzos de 1937, Perea -ya como teniente coronel- se pone al frente del 4º Cuerpo de Ejército republicano.

Un año más tarde, con Juan Negrin como presidente del Gobierno y ministro de Defensa -en abril de 1938-, y a pesar de que tanto anarquistas como poumistas han desaparecido de la administración republicana, se convierte -con el grado de coronel- en jefe del Ejército del Este en sustitución del general republicano Sebastián Pozas.

A mediados de 1938, tanto las fuerzas nacionales como las filas del Ejército Popular se ven duramente castigadas en tierras aragonesas. Es por ello por lo que las unidades de Perea -al mando del Ejército del Este- y las tropas de Juan Modesto -responsable máximo del Ejército del Ebro, el otro gran núcleo militar que participará en Cataluña-, sufren un proceso de recomposición.

Por su parte, pese a conseguir dividir a la República en dos partes prácticamente incomunicadas, Franco decide frenar el avance hacia Cataluña y centrarse en un objetivo menor, como es Valencia.

A partir de abril, la situación se toma difícil en la zona levantina por lo que Vicente Rojo, jefe del Estado Mayor Central, ordena a Perea y a sus hombres iniciar un ataque a la cabeza de puente de Balaguer (Lérida) para, entre otros objetivos, mantener al enemigo al otro lado del río Segre. Al éxito inicial en los primeros momentos de la ofensiva, le sigue una serie de sangrientos episodios en los que los republicanos apenas consiguen avanzar. Es entonces cuando Rojo decide reestructurar el Ejército Popular y crear el GERO bajo las órdenes del general Hernández Sarabia.

En diciembre de 1938, la incursión en territorio catalán se convierte en un mero trámite antes de que el Ejército nacional obtenga la victoria final. A pesar de ello, el coronel Perea hace frente a las unidades franquistas al mando de nueve divisiones. Un mes después, Negrin ordena salir de Barcelona al aparato administrativo de su Gobierno al completo, estableciéndose en Figueras, en la provincia de Gerona.

Pocas semanas después de la caída de Cataluña, el Ejército nacional ocupa la zona central peninsular, lo que produce un enorme éxodo dirigido al norte de Francia. Perea se marcha con su familia al país galo para, en 1942, establecerse definitivamente en México, país donde encuentra la muerte en septiembre de 1962. 

1 comentario:

  1. El Coronel Juan Perea, conocido Federal y francmasón, participó en la reunión, que organizada por el Doctor Negrín, fue celebrada por los partidos que formaban el Frente Popular el 8 de agosto de 1945. A Perea le acompañaban los Federales Eugenio Arauz Pallardó, Abel Velilla Sarasola y Luis Cordero Bel, también francmasones.

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