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sábado, 20 de diciembre de 2025

Bilbao Eguía, Esteban de (1879-1970): Tradicionalismo y poder en el Franquismo

Esteban de Bilbao Eguía (1879-1970) fue un político español clave, cuya trayectoria desde el carlismo hasta la cúspide del régimen de Franco lo sitúa como una figura esencial para entender la construcción del Estado franquista y el papel de la Guerra Civil Española en su ascenso. Ministro de Justicia y durante más de dos décadas Presidente de las Cortes, su pensamiento jurídico y político, anclado en el tradicionalismo católico, dejó una profunda huella en la España de la posguerra.


Orígenes y formación: La raíz carlista

Nacido en Bilbao en 1879, Esteban de Bilbao Eguía se forjó en el seno del tradicionalismo carlista desde muy joven. A los 23 años ya estaba afiliado al partido, considerándose discípulo del intelectual Juan Vázquez de Mella. Esta ideología, basada en la defensa de la monarquía tradicional, el catolicismo y los fueros, marcó para siempre su visión del mundo y de la política.

Su formación fue sólida: se licenció en Derecho y en Filosofía y Letras, doctorándose después en Derecho. Combinó pronto su actividad política con la intelectual, participando activamente en la Sociedad de Estudios Vascos, donde abogó por los estudios sociales, y colaborando con diversos periódicos tradicionalistas como El Pensamiento Navarro o El Correo Español.

Trayectoria política antes de la Guerra Civil

Su carrera pública comenzó como concejal en Bilbao en 1904, aunque fue breve. Pronto saltó a la política nacional, siendo elegido diputado en varias ocasiones entre 1916 y 1920 por distritos de Guipúzcoa y Navarra, siempre bajo la bandera jaimista (una facción carlista). Su colaboración con la dictadura de Primo de Rivera, como presidente de la Diputación de Vizcaya (1926-1930), le valió la expulsión de los jaimistas, un primer indicio de su pragmatismo político.

Con la llegada de la Segunda República, se erigió en un líder destacado de la Comunión Tradicionalista y un enemigo frontal del nuevo régimen. Su oposición fue más allá de lo parlamentario: estuvo implicado en el intento de golpe de Estado del general Sanjurjo en 1932 y en conspiraciones posteriores, lo que le valió ser confinado por el gobierno republicano. Esta actografía de rebeldía anticonstitucional prefigura su papel en el conflicto que se avecinaba.

La Guerra Civil: del cautiverio al poder

Al estallar la Guerra Civil Española en julio de 1936, Bilbao Eguía se encontraba en Bilbao, territorio leal a la República. Fue detenido y recluido en el barco-prisión "Altuna Mendi". Su liberación llegó el 25 de septiembre de 1936, gracias a un canje por el dirigente nacionalista Ernesto Ercoreca, gestionado por la Cruz Roja. Una vez en la zona sublevada, se integró sin reservas en la junta política de FET y de las JONS, el partido único que Franco estaba forjando, unificando a carlistas, falangistas y otros derechistas.

Este paso fue crucial: significó la adhesión de un histórico líder carlista al proyecto franquista, aportando legitimidad tradicionalista al régimen de Franco. Su lealtad fue rápidamente recompensada con responsabilidades de primer nivel.

Ministro de Justicia: la forja del Nuevo Estado (1939-1943)

El 9 de agosto de 1939, apenas terminada la guerra, Francisco Franco lo nombró Ministro de Justicia. En este cargo, que ocupó hasta 1943, a Bilbao Eguía le correspondió la ingente tarea de desmantelar el ordenamiento jurídico republicano y sentar las bases legales del Nuevo Estado.

Su gestión estuvo guiada por los principios nacionalcatólicos y tradicionalistas: la confesionalidad católica del Estado, la defensa de la propiedad y la familia, y la represión de toda disidencia. Desde su ministerio se impulsó la dura represión legal contra los vencidos y se comenzó a moldear un sistema judicial afín a los valores del régimen, trabajo fundacional para la larga dictadura.

Presidente de las Cortes Franquistas: la institucionalización (1943-1965)

En 1943, Franco lo designó Presidente de las Cortes Españolas, una cámara no electiva y puramente consultiva, pero símbolo de la institucionalización del régimen. Ocupó este cargo durante 22 años, hasta 1965, siendo también presidente del Consejo del Reino (el alto órgano consultivo para los nombramientos más importantes).

Desde este puesto de enorme prestigio y influencia, Bilbao Eguía presidió la elaboración y promulgación de leyes fundamentales como el Fuero de los Españoles (1945) o la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado (1947). Su discurso político, centrado en la "idea de orden" y la persona como sujeto del Derecho, impregnó la retórica oficial. Tal fue su lealtad que, en octubre de 1949, ejerció interinamente la Jefatura del Estado como presidente del Consejo de Regencia durante un viaje de Franco a Portugal.

Legado y muerte

Esteban de Bilbao Eguía falleció en Durango (Vizcaya) el 23 de septiembre de 1970, a los 91 años. Había recibido honores como el marquesado de Bilbao Eguía, ser hijo predilecto de Bilbao y miembro de las Reales Academias de Jurisprudencia y de Ciencias Morales y Políticas.

Su figura encarna la simbiosis entre el tradicionalismo carlista histórico y el franquismo triunfante. Fue un puente ideológico esencial que ayudó a dotar al régimen de Franco de un andamiaje doctrinal y jurídico conservador y católico. Su larga presencia en las más altas instituciones lo convierte en un testigo y arquitecto clave de la España franquista, desde su violento origen en la Guerra Civil hasta su fase de consolidación y declive. Su vida es un capítulo indispensable para comprender cómo se construyó el Estado que gobernó España durante casi cuatro décadas.

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