Descubre el papel de la Real Academia de la Historia durante la Guerra Civil española: su postura institucional, el impacto del conflicto y su legado documental verificable.
La Real Academia de la Historia y la Guerra Civil Española (1936–1939)
Fundada en 1738, la Real Academia de la Historia (RAH) ha sido desde sus orígenes una institución clave en la preservación y estudio del pasado español. Sin embargo, su actuación durante uno de los episodios más traumáticos del siglo XX —la Guerra Civil Española (1936–1939)— merece un análisis riguroso, basado exclusivamente en fuentes documentales y archivísticas disponibles.
Aunque no existen estudios monográficos centrados exclusivamente en la RAH durante la contienda, los archivos institucionales, la historiografía académica y fuentes secundarias confiables permiten reconstruir su trayectoria en aquel periodo crítico.
Neutralidad institucional en un contexto de polarización
Durante los primeros meses del conflicto armado, la RAH, al igual que otras instituciones culturales del Instituto de España (del que forma parte desde 1938), adoptó una postura de relativa neutralidad formal. No obstante, la ubicación de su sede en Madrid —zona republicana hasta la caída de la capital en marzo de 1939— implicó una cierta continuidad administrativa bajo la autoridad del gobierno republicano hasta el final de la guerra.
Según el historiador Antonio Rumeu de Armas en La Real Academia de la Historia (2001), la institución no emitió pronunciamientos políticos colectivos durante el conflicto, y sus sesiones se vieron interrumpidas o reducidas drásticamente. Muchos académicos se vieron forzados al exilio, al silencio o a la adhesión a uno de los dos bandos, lo que fragmentó el cuerpo académico.
El traslado de fondos y la protección del patrimonio
Uno de los episodios más documentados es el esfuerzo por proteger su patrimonio bibliográfico y documental. La RAH contaba ya con una importante biblioteca y el Gabinete de Antigüedades, que incluía piezas arqueológicas, manuscritos y archivos históricos. Durante la guerra, estas colecciones corrieron riesgo de destrucción o saqueo, como ocurrió con otros centros culturales.
Aunque no hay constancia de evacuaciones masivas como las realizadas por el Museo del Prado, fuentes archivísticas indican que se tomaron medidas de custodia preventiva: traslado de fondos a sótanos, listado de piezas valiosas y nombramiento de responsables de vigilancia. Estas acciones se enmarcan en los esfuerzos más amplios realizados por la Junta de Salvación del Tesoro Artístico, creada por el gobierno republicano en 1936.
Reorganización tras la victoria franquista
Tras el final de la guerra en abril de 1939, la RAH fue reorganizada bajo la nueva autoridad franquista. El régimen promovió una depuración ideológica en las instituciones culturales, y aunque la RAH no fue disuelta, se produjeron cambios en su composición. Académicos vinculados a la Segunda República o al bando republicano fueron apartados, mientras se nombraron nuevos miembros afines al régimen.
Este proceso de reestructuración institucional formó parte de la política cultural del franquismo, que buscaba instrumentalizar la historia para legitimar el nuevo orden. La RAH, al igual que otras academias, se integró en el aparato de nacionalcatolicismo histórico, promoviendo una narrativa que exaltaba la unidad de España, la continuidad monárquica y el papel de la Iglesia.
Legado documental y memoria histórica
Hoy, los archivos de la RAH contienen abundante documentación de la posguerra inmediata, pero escasos registros internos del periodo 1936–1939, lo que dificulta un análisis exhaustivo. No obstante, su papel durante la guerra puede entenderse como un ejemplo del colapso de la vida académica en tiempos de conflicto civil, así como de la subordinación posterior de las instituciones culturales al relato histórico del vencedor.
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