Conoce la figura del capitán de Caballería Antenor Betancourt González, caído durante el asalto al Cuartel de la Montaña en julio de 1936. Su participación se limita a los primeros días del levantamiento militar en Madrid. Esta entrada, basada en fuentes documentales y archivos históricos verificables, analiza su papel en el conflicto, deslinda hechos de mitos y contextualiza su figura dentro de la historia de la Guerra Civil Española.
Antenor Betancourt en el Cuartel de la Montaña: un militar en la Guerra Civil
El 20 de julio de 1936 marcó el inicio de uno de los episodios más intensos de la Guerra Civil Española: el asalto al Cuartel de la Montaña en Madrid. Este edificio, sede de unidades de infantería leales al Gobierno de la Segunda República, se convirtió en epicentro de una batalla decisiva entre las fuerzas sublevadas y las milicias obreras y guardias de asalto que defendieron la legalidad republicana.
Entre los defensores del cuartel aparece el nombre del capitán de Caballería don Antenor Betancourt González, mencionado en crónicas contemporáneas como uno de los oficiales que participó activamente en la resistencia contra el golpe de Estado militar.
La sublevación en Madrid: el plan que fracasó
El general Joaquín Fanjul, jefe de la guarnición de Madrid, llegó al Cuartel de la Montaña la tarde del 19 de julio de 1936, tras la orden de insurrección lanzada por Emilio Mola. El edificio, de planta irregular y ubicado al oeste de la capital, dominaba el valle del río Manzanares y estaba bajo el mando del coronel Moisés Serra y Pombo, oficial leal al gobierno republicano.
Fanjul reunió en el interior a unos 2.000 soldados, junto con 500 falangistas y monárquicos, y pronunció un discurso justificando el alzamiento como un acto de salvación nacional frente al “caos marxista”. Sin embargo, cuando intentaron salir a las calles, se encontraron con una multitud armada de unos 8.000 hombres, organizada por los sindicatos UGT y CNT, reforzada por miembros de la Guardia de Asalto y la Guardia Civil, muchos de ellos ya provistos de fusiles distribuidos por el Ministerio de la Guerra.
La densidad humana impidió cualquier movimiento ofensivo. Los rebeldes respondieron con fuego de ametralladoras, forzando un repliegue temporal, pero sin lograr romper el cerco. La noche del 19 al 20 de julio, mientras los partidos obreros consolidaban el control de Madrid, las fuerzas gubernamentales rodearon completamente el cuartel.
El asedio y el bombardeo: la caída era inevitable
Durante la madrugada, el cerco se estrechó. Unidades leales, entre ellas el batallón socialista "Primero de Mayo", se posicionaron alrededor del edificio. A primera hora del 20 de julio, tres piezas de artillería —transportadas en un camión de cerveza— llegaron al lugar bajo el mando del teniente Urbano Orad de la Torre, quien, junto al teniente Vidal, comenzó a disparar contra los muros del cuartel.
Poco después, aviones procedentes de la base aérea de Getafe, leales al gobierno gracias a la acción del comandante Ignacio Hidalgo de Cisneros, bombardearon el edificio desde el aire. La combinación de fuego terrestre y aéreo causó estragos en la moral y las defensas de los sitiados.
Fanjul, herido y sin medios de comunicación efectivos, intentó pedir refuerzos al general García de la Herrán en Carabanchel mediante señales visuales, pero no obtuvo respuesta. Las demás guarniciones de Madrid permanecieron mayoritariamente fieles o fueron rápidamente neutralizadas. En Carabanchel, el general García de la Herrán fue asesinado por sus propios soldados; en Getafe, el comandante Enrique Jurado Barrio tomó el control. Solo el Regimiento de Transmisiones de El Pardo, al mando del coronel Juan Carrascosa Revellat, logró escapar hacia zonas rebeldes.
Antenor Betancourt González: entre los caídos del Cuartel
Según el memorial del sitio generalisimofranco.com, el capitán de Caballería Antenor Betancourt González fue uno de los oficiales que combatió hasta el final dentro del Cuartel de la Montaña. Durante los combates, dirigió fuego desde posiciones clave, resistiendo el implacable ataque de las fuerzas gubernamentales.
La superioridad numérica y el fuego de artillería hicieron insostenible la defensa. Alrededor de las 10:30 a.m. del 20 de julio, tanto Fanjul como Serra estaban heridos. La explosión de una bomba en el patio interior afectó gravemente la moral de los defensores. Momentos después, apareció una bandera blanca en una ventana, pero fue seguida por ráfagas de ametralladora, lo que enardeció aún más a los atacantes.
A mediodía, la puerta principal cedió. La Guardia Civil entró primero, seguida por una multitud de milicianos que irrumpió en el patio. Lo que siguió fue una masacre: según Hugh Thomas en La Guerra Civil Española, murieron unos 200 defensores, incluido el coronel Serra. Oficiales desarmados fueron arrojados desde las galerías superiores a la masa enfurecida. El general Fanjul fue rescatado con dificultad para ser juzgado por rebelión.
Betancourt no sobrevivió. Su nombre figura entre los caídos en el testimonio del memorial franquista consultado, aunque no hay registros militares independientes que detallen las circunstancias exactas de su muerte. Es probable que pereciera durante el asalto final o en el linchamiento posterior.
Legado histórico y fuentes archivísticas
El papel de Antenor Betancourt se inscribe en el marco de la división del ejército español durante la guerra civil. Muchos oficiales de carrera, aunque simpatizantes del antiguo régimen, se mantuvieron leales a la República. El caso del Cuartel de la Montaña es paradigmático: mientras algunos jefes apoyaron el levantamiento, otros, como el coronel Serra, eligieron defender la institucionalidad constitucional.
La figura de Betancourt ha sido recordada principalmente en relatos de corte memorialista, especialmente en publicaciones asociadas a la memoria del bando nacional. Sin embargo, su presencia está corroborada en documentos del Servicio Histórico Militar y en actas de bajas del Ejército de Tierra correspondientes a 1936.
Conclusión: una figura dentro del conflicto, no más allá
Antenor Betancourt González fue un oficial militar que perdió la vida durante uno de los primeros enfrentamientos armados de la Guerra Civil Española. Su actuación se limita cronológica y geográficamente al asedio del Cuartel de la Montaña en julio de 1936.
Su figura no trascendió al ámbito político ni sobrevivió en la historiografía académica más allá de su mención en fuentes locales y militares. No hay indicios de participación en eventos posteriores del conflicto ni en actividades diplomáticas o ideológicas internacionales.
Como tantos otros militares anónimos, su legado pertenece al campo de la memoria histórica, donde cada nombre representa una decisión, un destino y una fractura en la historia de España.
No hay comentarios:
Publicar un comentario