Descubre el papel de Mariano Bertuchi durante la Guerra Civil Española. Pintor oficial del protectorado español en Marruecos, su arte se convirtió en propaganda del bando nacional desde el primer momento. Analizamos su adhesión al 18 de julio, su labor pictórica como instrumento ideológico y su legado cultural en el contexto colonial. Información basada en fuentes archivísticas y académicas.
Mariano Bertuchi y la Guerra Civil: el pintor que ilustró la Cruzada
Cuando el 17 de julio de 1936 estalló el levantamiento militar en el Protectorado español de Marruecos, uno de los primeros civiles en sumarse a las nuevas autoridades fue un artista: Mariano Bertuchi. Pintor por vocación y funcionario colonial por designación, Bertuchi no solo acogió con entusiasmo el golpe de Estado, sino que puso su talento artístico al servicio de la causa nacional desde sus primeras semanas. Su figura encarna cómo el arte y la cultura fueron instrumentalizados para legitimar el nuevo régimen, especialmente en una región clave como el norte de África.
Adhesión inmediata al bando sublevado
La sublevación militar tuvo éxito inmediato en el Protectorado español de Marruecos, y Bertuchi, que residía en Tetuán como inspector jefe de Bellas Artes, mostró su "acatamiento entusiasta" a las nuevas autoridades desde el inicio del conflicto.[1] Esta postura contrasta con la situación personal de su hijo, Fernando Bertuchi, médico que se incorporó a la Sanidad Militar republicana en Madrid. Durante la guerra, Fernando permaneció en el bando contrario, lo que supuso un drama familiar. Tras la victoria nacional, fue detenido, juzgado en consejo de guerra y encarcelado en el castillo de Montjuïc. Fueron las gestiones de su padre las que permitieron su excarcelación y reencuentro en Tetuán.[2]
Este episodio personal refleja las tensiones vividas en muchas familias españolas, pero también subraya el compromiso inequívoco de Bertuchi con la causa franquista, incluso cuando afectaba directamente a su familia.
Arte como propaganda del Movimiento Nacional
Bertuchi utilizó su condición de artista reconocido para contribuir activamente a la construcción simbólica del nuevo orden. Entre sus acciones más destacadas figuran:
- La ilustración del primer volumen de la Historia de la Cruzada Española, obra de Joaquín Arrarás, una de las principales piezas de propaganda del régimen.[3]
- La organización de la primera gran exposición pictórica en Barcelona tras su ocupación por las tropas franquistas, mientras la guerra aún continuaba. La muestra, compuesta por pinturas sobre temas bélicos, fue calificada como obras que «desarrollan temas del glorioso Movimiento español» y tuvo gran éxito antes de trasladarse a Madrid.[4]
- La creación de carteles turísticos con contenido propagandístico, como uno dedicado al valle de Ketama que incluye el Monumento del Llano Amarillo con el Yugo y las Flechas y una lápida con la inscripción «17 de Julio. 1936», fechando así el inicio del nuevo régimen.[5]
Estas intervenciones no fueron aisladas, sino parte de una estrategia más amplia para proyectar una imagen de legitimidad, continuidad y gloria asociada al alzamiento militar.
Contexto institucional: el arte al servicio del Estado
Como inspector jefe de los Servicios de Bellas Artes del Protectorado, Bertuchi ocupaba un cargo clave en la administración colonial. Desde 1928, había impulsado instituciones culturales como el Museo Marroquí (hoy Museo Arqueológico de Tetuán), la Escuela de Artes Indígenas y la Escuela Preparatoria de Bellas Artes.[6] Esta posición le otorgó una influencia significativa, que aprovechó para alinear la producción cultural con los valores del nuevo régimen.
Su estilo, de raíz orientalista e impresionista, había servido previamente para difundir una imagen idealizada del Protectorado. Durante y después de la guerra, esa misma estética fue empleada para representar una visión ordenada, tradicional y paternalista del dominio español en Marruecos, en línea con la ideología imperial del franquismo.[7]
Legado controvertido
Tras su muerte en 1955, la figura de Bertuchi cayó en el olvido durante décadas, excepto en ciudades como Ceuta, donde su obra sigue presente en colecciones públicas.[8] Solo a partir de los años 90 comenzó una recuperación crítica, con exposiciones retrospectivas que han permitido repensar su obra en toda su complejidad.
Hoy, Bertuchi es considerado el pintor por antonomasia del Protectorado español, responsable de fijar la imagen visual de Marruecos en España durante el siglo XX. Sin embargo, su papel en la Guerra Civil lo sitúa también como un ejemplo paradigmático de cómo el arte puede convertirse en un instrumento de legitimación política en contextos de conflicto y dictadura.
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