Líder del espionaje nacional, este coronel coordina desde la Jefatura del SIPM toda la información y la actividad de la quinta columna, y desempeña una labor clave en las conversaciones entre ambos bandos al final de la Guerra
La tarde del 25 de marzo de 1939, el coronel Ungría, jefe de los servicios secretos de Terminus -nombre con el que es conocido el cuartel general de Franco-, espera a dos emisarios republicanos y dos miembros de la quinta columna en el aeródromo de Gamonal, cerca de Burgos. Tiene órdenes de, o bien recibir una rendición incondicional -hecho que no sucederá- o bien romper las negociaciones con los hombres de Casado y proseguir con la ofensiva general programada por Franco para el día siguiente.
Nacido en Barcelona en 1890, José Ungría Jiménez ingresa en la Academia de Infantería de Toledo con sólo 15 años. En 1915, número uno de su promoción, alcanza el grado de capitán del Estado Mayor. Entre 1922 y 1924 cursa estudios en la École de Guerre de París, donde compartirá aula con De Gaulle y logra el diploma del Estado Mayor. Un año después es destinado al cuartel general del Ejército francés en Marruecos. Tres años más tarde asciende a teniente general -con la reforma militar azañista se le degradó a comandante, recuperando su gradación años después-, y en 1930 asume el cargo de agregado militar de la embajada de París. Es allí donde su trayectoria se cruza con la de Franco. El curso 1932-33, el general pasa el año escolar en la Escuela Superior de Guerra en París. "Estando conmigo en París, se ofreció para acompañarme a sitios de diversión y vicio, cosa que no quise aceptar, pues estaba allí dedicado al estudio y al trabajo; así que le agradecí su ofrecimiento, pero no acepté", recuerda el propio Franco, según recoge su primo Salgado-Araujo en Mis conversaciones privadas con Franco. Desde la embajada, Ungría actúa como asistente y contribuye a estrechar la relación entre el general y el matrimonio Carrero Blanco, al que Franco conocías de su estancia en Baleares.
En 1934 toma parte en la represión militar de la Revolución de Asturias y en 1936 fija su residencia en Madrid. No participa en el golpe de Estado de julio del 36, y no se hace sospechoso de colaboracionismo porque se mantiene, aparentemente, a las órdenes del general Miaja. Sin embargo, el 16 de octubre de 1936 consigue refugiarse en la embajada francesa, en la que permanece oculto hasta el 4 de abril de 1937, estableciendo contactos con la quinta columna. Con el auxilio de la Marina francesa logra pasar al país vecino, llegando desde Alicante a Marsella, y de allí a territorio sublevado.
Profundamente monárquico y antirrepublicano, Ungría goza de la amistad del general Mola, quien le recomienda a Franco para la reorganización del contraespionaje nacional. En mayo de 1937 es nombrado director del órgano de inteligencia con base en Burgos, y poco después asume el resto de labores de espionaje e información como jefe del Servicio de Información para la Policía Militar. En febrero de 1938, cuando el SIFNE (Servicio de Información del Nordeste), una red privada creada por Francesc Cambó y José Bertrán y Musitu, que tenía línea directa con Burgos, es expulsado de su sede en Biarritz, se integra en el SIPM, bajo la dirección de Ungría, que asumía así la Jefatura de todo el aparato de información nacional, incorporándole grupos dedicados a pasar información a la zona nacional y coordinando la acción de la quinta columna.
Siempre cerca de Franco y con una labor tan oscura como eficaz, su papel va ganando importancia a medida que se acerca el final de la Guerra.
El 10 de noviembre de 1937, un informe de Ungría recogía los temores del SIPM a que Francia se incorporara al conflicto con una intervención preventiva en Cataluña. Ese temor estuvo presente hasta el final de la Batalla del Ebro. En septiembre de 1938, en el puesto de mando del Coll del Moro (Tarragona), Ungría entrega a Franco una carta del general Gamelin, jefe de Ejército francés, en la que invita a Franco a realizar una solemne declaración de neutralidad, de forma que España quedara al margen del inminente conflicto europeo.
De la Cierva se refiere a Ungría como el "master spy de la España nacional". A mediados de 1938 cuenta con 30.000 personas a su servicio -el mayor de los ejércitos de Franco bajo un solo mando militar-, entre agentes y colaboradores, bien por oportunismo o idealismo.
Desde el 5 de febrero de 1939, el SIPM fija en Madrid comunicación regular entre El Servicio -la quinta columna- y el general Segismundo Casado. El 11 de febrero Ungría firma una carta dirigida a Franco: "Casado se encuentra en comunicación Besteiro. Pide en principio que se respete la vida a los militares decentes...". En el escrito, el coronel pregunta a Franco cuál es el siguiente paso a dar por el servicio secreto. "Al Ejército nacional no interesan como objetivos inmediatos las poblaciones, sino la entrega y/o destrucción de Ejército rojo o de sus grandes núcleos (...). Deben tener en cuenta que nos sobran medios y hombres para lograrlo rápidamente por fuerza armas", contesta.
Pero es en los días 23 y 25 de marzo, durante las conversaciones de Gamonal, cuando Ungría pasa al primer plano bélico. La noche del día 23, dos oficiales del Estado Mayor de la República, Garijo y Ortega, y dos delegados de la quinta columna en Madrid, Guitián y Guardiola, se reúnen con Ungría y el coronel Gonzalo en el aeropuerto de Gamonal. Esa noche, según Garijo, las aclaraciones sobre las condiciones de la rendición siguen estando confusas. En una segunda visita dos días después, Ungría recibe a Garijo de manera más cordial, pero rompe al comprobar que la segunda propuesta no responde a las exigencias de Franco y corta las negociaciones. "Los negociadores no traían en sus manos la rendición incondicional completa, ni siquiera la simbólica de su aviación de guerra y únicamente persistían en su pretensión, denegada desde el primer instante, de establecer y firmar un pacto entre los dos bandos", explica Ungría en una carta recogida por De la Cierva.
Franco siempre tendrá un gran concepto de Ungría. Tiene información de primera mano sobre su biografía, ya que convivió con él en París, y sabe que de él se dice que flirteó con la masonería. En las Conversaciones, el propio Franco se refiere a esos fundados rumores: "En tiempos de su juventud, cuando se dedicaba a jugar en el casino militar, tal vez haya tenido algún contacto con la secta (...). Ungría una vez me dijo que había tenido mucha suerte al abandonar el camino que seguía en su juventud...".
Acabada la Guerra, Ungría desempeña funciones depuradoras y de represión como jefe del Servicio Nacional de Seguridad. En 1943 es ascendido a general de brigada y en 1947 a general de división. Más adelante será nombrado director de la Escuela Superior Militar y gobernador militar de Madrid. Pasa a la reserva en 1958, y fallece 10 años después, cuando ocupa un cargo en el INI.
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