Acompañando a los vencedores y al servicio de su propaganda durante los primeros meses de posguerra, regresa a su tierra el gran escritor catalán, comprometido con el bando nacional a través de su fidelidad a Cambó
Con Retorno sentimental de un catalán en Gerona, artículo en el que describe la situación de su tierra tras la huida de las tropas republicanas y la entrada victoriosa de los nacionales, Josep Pía refrenda su regreso literario y personal a Cataluña. Se publica el 10 de febrero en La Vanguardia Española, diario que junto a Manuel Aznar, después de acompañar a las tropas del general Yagüe en la entrada a Barcelona, dirige interinamente hasta el mes de abril.
Hijo de propietarios rurales, Josep Pla i Casadevall nace en Palafrugell (Gerona) el 8 de marzo de 1897. Después de los felices años de bachillerato en Gerona, en 1913 marcha a Barcelona para iniciar sus estudios universitarios. Estudia Derecho y con el tiempo se introduce en los círculos del Ateneo de la Ciudad Condal, centro de su vida cultural. En 1917 publica sus primeros textos. Su incipiente estilo obtiene voz propia tras un obligado retiro al hogar familiar a causa de una epidemia de gripe que asola Barcelona. Alexandre Plana, amigo y mentor en los primeros momentos de su vida literaria, influye definitivamente en su estilo sagaz y critico, que tiende a la exaltación del paisaje y la autobiografía, casi siempre de manera controvertida.
Su destacada labor como periodista eclipsa una faceta literaria cuyo impulso definitivo llegará finalizada la Guerra. Colabora con las cabeceras más relevantes del momento -La Veu de Catalunya, La Vanguardia, El Diario Vasco, entre otras-lo que le da la oportunidad de recorrer un buen número de países en calidad de corresponsal. En París, enviado por el periódico vespertino La Publicidad, mantiene contacto con parte de la aristocracia cultural catalana en las tertulias de La Rotonda, local situado en el bohemio barrio de Montparnasse. Un trato permanente que también le permite pronunciarse políticamente a favor de la causa catalanista. Por ello, firma en marzo de 1924 el manifiesto de intelectuales catalanes en contra de la dictadura de Primo de Rivera y de sus efectos en su región. Ese mismo mes es procesado por un artículo crítico con el Ejército colonial, por lo que permanece tres años alejado de Cataluña.
Es ese continuo tránsito entre países lo que le confiere una visión política mucho más completa; le hizo conocer y rechazar tanto el fascismo italiano como la política de Hltler, y en Rusia percibe la realidad del país y el socialismo de Estado con ayuda de Andreu Nin, miembro fundador del POUM y traductor de Pla durante su estancia en Moscú. Todo ello le hace "no estar en ninguna parte, es decir, tener en frente a casi todos»"como explica el escritor Andrés Trapiello. A pesar de ser consciente de la polémica que levanta con sus trabajos, la literatura de Pla permanece ligada a su opción política, única y personal. Así lo demuestran obras como Francesc Cambó. Político y seductor, recorrido por la política de la Lliga Regionalista y la figura de su líder, o Madrid. El advenimiento de la República, donde quedan registrados, en forma de diario, los cambios de la capital en los primeros meses del nuevo régimen y la evidente insatisfacción del autor ante los mismos.
Con el estallido de la Guerra decide huir con Adi Enberg, su mujer desde 1927, tras recibir amenazas por su proximidad a la Lliga, de todos conocida por sus colaboraciones con el órgano de prensa del partido, La Veu de Catalunya -a pesar de que durante los años 20, cuando es seguidor de Maciá, combinara en sus artículos respecto a Cambó los halagos con las críticas, antes de estrechar su relación con el que fuera líder del partido-. Desde ese momento -septiembre de 1936-, tanto Adi como él colaboran con el Servicio de Información de la Frontera Norte de España (SIFNE) en algunas localidades de Francia e Italia. Años más tarde, el propio Pla expresaría su más profundo arrepentimiento por haber realizado tales actividades. Roma será durante un tiempo su nuevo destino bajo el patrocinio de Cambó, como muchos otros exiliados, a cambio de la "difusión del conservadurismo español en el extranjero", explica Cristina Badosa, autora de Josep Pla. Biografía del solitario. Entre esos trabajos se encuentra la redacción de Historia de la Segunda República española, publicado años más tarde, en 1940. Enberg actúa como secretaria personal de Pla mientras él colabora con el Corriere della Sera, en Milán.
Su regreso a España llega en 1938, cuando Manuel Aznar, íntimo amigo y compañero de exilio y actividades propagandísticas, le ofrece colaborar en el periódico que dirige en aquel momento, El Diario Vasco. De esa forma se traslada a San Sebastián.
Poco tiempo después, ambos se encargan de la dirección provisional de La Vanguardia -uno de los diarios de referencia por su prestigio técnico y periodístico, de corte burgués y conservador-bajo petición de Ramón Serrano Suñer, por entonces ministro del Interior. El 27 de enero de 1939 aparece la primera edición franquista de la publicación. Tras convertirse en La Vanguardia Española, de manera casi inmediata adopta el subtítulo de Diario al servicio de España y del Generalísimo Franco y retoma la numeración anterior a la Guerra. Los dos periodistas han formado parte de la expedición de las tropas de Yagüe que entran en Barcelona el día 26. Tras tomar posesión de La Vanguardia, Pla realiza una exhaustiva labor de observación y análisis para escribir días más tarde Retorno sentimental de un catalán en Gerona en el periódico de Caries Godó.
En los años posteriores llega el éxito literario, así como su propósito de escribir en catalán: emprende con la Editorial Selecta la publicación de sus obras completas y la reedición de Cartes de lluny, Viatge a Catalunya y Cadaqués, entre 1946 y 1947. Desde ese momento logra intercalar el castellano con su lengua materna, pero no así evitar la censura en su labor periodística. Ya separado de Adi Enberg -ella añoraba la libertad de la que gozaba en los permanentes viajes con Pla-, en 1940 inicia su colaboración con Destino, revista de gran relevancia cultural en la Cataluña del franquismo. Josep Vergés, fundador de la editorial del mismo nombre, se convierte en editor de Pla en 1966. Con él consigue concretar la publicación de su obra capital, El cuaderno gris, y un nuevo proyecto de obras completas cuya gestación acaparará sus esfuerzos en las siguientes décadas.
Numerosos homenajes, la Medalla de Oro de la Generalitat entre ellos, celebran la obra del literato ampurdanés; actos a los que no se adhiere una parte de la sociedad catalana, al considerarse agraviada por la postura política de Pla, siempre manifestada en sus textos. El escritor pasa los dos últimos años de vida en diferentes localidades de Gerona, en busca de un lugar en el que esperar su muerte. Ésta llega el 23 de abril de 1981, en la localidad de Mas Pla de Llofriu, cuando cuenta con 84 años de edad. Deja así sin terminar su Obra Completa, -lo hace Vergés en 1992-, proyecto que le obsesiona hasta el fin de sus días.
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