Este.—Con mayor intensidad que en las jornadas anteriores se ha combatido hoy en los frentes de Aragón.
Al norte de Huesca, la presión rebelde obligó a nuestras fuerzas a evacuar Nueno y Sabayés.
En el sector de Pina, una columna facciosa, apoyada por tanques y protegida por constante y muy fuerte acción aérea, progresó ligeramente, consiguiendo llegar hasta la unión de la carretera de Gelsa y la general de Zaragoza.
Al sur del Ebro se ha contenido la iniciativa de los rebeldes, que sólo lograron escasísimas ventajas en el sector de Alcorisa.
A las once y media de la mañana, dos escuadrillas de «Chatos» ametrallaron una columna motorizada compuesta por más de 100 camiones y numerosísimas tropas que marchaba a pie a lo largo de la carretera general de Zaragoza a Lérida, cerca de Osera, y en una extensión de tres kilómetros. El ametrallamiento se hizo en varias pasadas de vuelo rasante, hasta el total agotamiento de las municiones.
Los resultados de este servicio fueron verdaderamente extraordinarios. Las bajas entre la tropa, que no se dispersó a tiempo por suponer facciosos a los aparatos, alcanzaron enormes proporciones. Además, se incendiaron e hicieron estallar varios camiones que debían de ir cargados de municiones.
Mientras se verificaba este ametrallamiento, otras dos escuadrillas leales atacaron a tres trimotores de modelo desconocido hasta ahora, presentándose entonces la caza enemiga, constituida por un centenar de aparatos, entablándose violentísimo combate que resultó desfavorable para nosotros por la grandísima superioridad de la aviación enemiga. Dos «Chatos» chocaron en el aire y sus pilotos lograron la salvación lanzándose en paracaídas. Otros cuatro «Chatos» fueron derribados.
En los demás Ejércitos, sin novedad.
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