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lunes, 16 de junio de 2014

Aguirre y Lecube, José Antonio (1904-1960)

Abogado -experto en temas municipales-, empresario y jugador de fútbol del Athletic de Bilbao. "Joven, elegante, amable: por su aspecto parece un artista, pero su especialidad es la producción de chocolate", lo describe Koltsov, en su Diario de la guerra de España, aludiendo, sin duda, a los negocios a que se dedicaba su acomodada familia, vinculada al carlismo por tradición. Organizador y presidente de las Juventudes Católicas bilbaínas, hizo suyo el lema "Dios y la Ley Vieja". Al advenir la República se convirtió en el máximo exponente del nacionalismo vasco, que él mismo definió como una agrupación de "católicos viriles e íntegros"; hizo causa común con los carlistas y formó en las filas de la oposición al Gobierno en el bloque vasconavarro. Sin embargo, con el tiempo fue rompiendo con sus antecedentes pro monárquicos hasta convertirse en un decidido partidario de una república vasca dentro de una federación de repúblicas españolas. 

Promotor, con otros de sus correligionarios, de la asamblea de Estella, celebrada el 14 de junio de 1931, en la que se aprobó un proyecto de Estatuto que, según Indalecio Prieto, constituía un intento de convertir el País Vasco en un «Gibraltar vaticanista». 

Diputado en las Cortes constituyentes por Navarra, en representación del Partido Vasconavarro; reelegido en 1933 y 1936 por la provincia de Vizcaya (Partido Nacionalista Vasco). En 1933, tras el triunfo electoral de las derechas y ante el temor de que la aprobación del Estatuto se estancara, buscó apoyo en las izquierdas, lo cual justifica, en gran parte, su alineación posterior. Fracasada la sublevación militar en Vizcaya y en Guipúzcoa en julio de 1936, se prestó a colaborar con el Gobierno formado por Largo Caballero -en el que figuró un representante del nacionalismo vasco- a cambio de que el Estatuto autonómico se convirtiera en una realidad. Efectivamente, por ley de 1 de octubre de 1936, promulgada el día 4 del mismo mes y año, "Álava. Guipúzcoa y Vizcaya se constituían en región autónoma dentro del Estado Español, adoptando la denominación de País Vasco". El 7 de octubre, antes de que la Gaceta de Madrid publicara el Estatuto, Aguirre era elegido presidente del Gobierno provisional del nuevo país autónomo. Poco tiempo después, y ante los continuos descalabros sufridos por las tropas republicanas en el frente del Norte, puso especial empeño en organizar un ejército propiamente vasco, del que se nombró jefe supremo -de ahí el apodo que le dieron de Napoleonchu-, a pesar de lo cual no consiguió mejorar la situación. De igual modo procedió respecto a la Marina, creando una Armada de emergencia, consistente en artillar cuatro grandes barcos bacaladeros, los cuales sucumbirían en el primer encuentro que tuvieron con el Canarias, a la salida de la ría de Bilbao. "Hablar del Ejército del Norte -escribe Dolores Ibárruri en El único camino- era un eufemismo. Había las milicias de Asturias, las milicias de Santander y las del País Vasco, que en general actuaban cada una con sus propios mandos... No se toleraba que ningún intruso se inmiscuyese en asuntos de familia, aunque la estrechez egoísta y localista llevase a unos y a otros a la catástrofe, y a todos, a ir preparando el terreno para la derrota de la República...". "Todas las cuestiones vinculadas con la guerra -pone Dolores Ibárruri en boca de José Antonio Aguirre-, relativas a la utilización de los efectivos humanos y de los recursos materiales en el territorio de Euzkadi, a excepción de la dirección de las operaciones militares, son competencia directa del Gobierno de Euzkadi y de su ministro de la Guerra." 

Tras la caída de Bilbao en manos de los nacionalistas, Aguirre se retiró a Santander, y ante la gravedad de la situación, el Gobierno vasco hizo algunas gestiones oficiosas para llegar a una paz pactada con los nacionalistas, pero ninguna de tales gestiones dio resultado positivo. Con la pérdida de Santander se derrumbó definitivamente el frente del Norte. Aguirre escapó milagrosamente a Francia, y de allí pasó a Barcelona, donde pretendió el traslado de las tropas vascas al frente catalanoaragonés para, con ellas, atacar Navarra, pero no consiguió que el Gobierno republicano prestara atención a su demanda. 

Al finalizar la guerra en Cataluña se refugió en Francia. Buscado por la policía alemana cuando los ejércitos de Hitler ocuparon este último país, consiguió despistarla huyendo a Berlín. De allí pasó a Estados Unidos, donde es nombrado profesor de Historia de lá Universidad de Columbia. Terminada la Segunda Guerra Mundial, regresó a Francia, donde se ocupó, hasta su muerte, de la reorganización del Gobierno vasco en el exilio. Es autor, entre otras obras, de Entre la libertad y la revolución, 1930-1935 (1935) y De Guernica a Nueva York pasando por Berlín (1944). v. Cortes republicanas.

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