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miércoles, 24 de septiembre de 2014

La hermandad (Diario: Imperio, diario de la Falange de Zamora)

Hubo un tiempo en que aún los más excelsos filósofos creyeron honradamente que entre los hombres existía una diferencia esencial, constitutiva y la humanidad aparecía fraccionada en dos grandes grupos o clases. Hombres libres y esclavos. 

Para el mundo antiguo, el «Hombre libre» tenía una diferencia sustancial con el «hombre esclavo». Es más, el esclavo, ni siquiera era hombre; era un valor económico y patrimonial; era simplemente «una cosa». 

No vamos a sacar de esta concepción antigua, mas que una sola consecuencia: la diferencia de naturaleza traía consigo una diferencia de atribuciones y facultades; más claro aún, una desigualdad de derechos. Quedamos pues, en que la Filosofía y el Derecho admitían y regulaban una diferencia sustancial entre los hombres. 

Ante ese panorama desolador, aparece el Hijo del hombre proclamando la igualdad de todos los hombres como hijos de un mismo Padre, y llamados a un mismo destino. 

Por vez primera resonó en los ámbitos del mundo, con escándalo del paganismo, la afirmación evangélica de que todos los hombres son hermanos e iguales. 

Este principio moral fue ínformando la vida colectiva con más o menos rigor hasta el 1789 en que la Revolución Francesa, en su Declaración de los derechos del hombre y del Ciudadano, le dio ropaje jurídico en su lema de LIBERTAD, IGUALDAD y FRATERNIDAD. 

Lo que era un principio moral, es entonces un precepto jurídico; pero comenzaba entonces la gran industria y la proletarización del artesanado que, poco a poco, vio con dolor y escarnio que la hermandad moral y jurídica era desplazada por la opresión económica. 

Aquellos asalariados que moral y jurídicamente eran hermanos del capitalista, eran esquilmados por éste. 

No es de este lugar, trazar las consecuencias desoladoras y catastróficas que este olvido de la Hermandad ha producido. 

Esas legiones de hombres, hienas que ahora roban, incendian y asesinan en holocausto al doctrinarismo satánico de la lucha de clases, son el fruto infernal de haber olvidado el sentimiento de la Hermandad. 

F.E. de las J.O.N.S. proclama como una consecuencia de la unidad de destino, el sentido de la Hermandad entre todos los hombres; por ello no admite la lucha de clases que es la herejía mayor que cometerse puede contra el principio de la Hermandad, ni admite tampoco la explotación del hombre instaurada y organizada por el régimen capitalista en donde el individuo no es más ni menos -en muchos casos quizá sea menos- que una pieza de la gran maquinaria industrial con olvido lamentable y pagano de que es un complejo de cuerpo y espíritu, con una dignidad excelsa. 

A este panorama angustioso de la actual organización económica y social, nosotros venimos a restaurar el sentido cristiano de la vida y el principio de justicia, conforme al cual, todos los hombres son iguales y hermanos por esencia. 

Esta Hermandad, dentro de la misma Falange, tiene un matiz más íntimo y cordial, el de camaradería, cuando nosotros llamamos a un correligionario Camarada, añadimos el sentimiento de fraternidad como postulado; el calor y la cordialidad del cariño de la amistad, del amor, que al mermar en extensión aumenta en intensidad. 

Esta es nuestra Hermandad, que como veremos en otra glosa rebasa el ámbito de la vida para extenderse más allá de la muerte. 

¡¡ARRIBA ESPAÑA!!

Imperio : Diario de Zamora de Falange Española de las J.O.N.S. Año I Número 6 - 1936 Noviembre 04

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