Descubre el controvertido papel de Jacinto Benavente durante la Guerra Civil Española: sus declaraciones en zona republicana, su exilio frustrado y su posterior adhesión al franquismo. Basado en fuentes históricas y documentales.
Jacinto Benavente en la Guerra Civil: un Nobel dividido por la contienda
Premio Nobel de Literatura en 1922, Jacinto Benavente era ya una figura consagrada del teatro español cuando estalló la Guerra Civil en 1936. Sin embargo, su posicionamiento durante el conflicto —y sobre todo después— revela una trayectoria marcada por la ambigüedad, la presión del contexto y una clara voluntad de supervivencia en un país profundamente fracturado. Su experiencia refleja las tensiones morales y políticas que atravesaron a muchos intelectuales de su generación.
En zona republicana: entre el homenaje y la coacción
Al comienzo de la guerra, Benavente se encontraba en Madrid, y posteriormente se trasladó a Valencia, entonces sede del gobierno de la República. Allí, las autoridades del Frente Popular le rindieron homenajes públicos en varias ocasiones. Incluso llegó a actuar en escena, interpretando el papel de Crispín en su obra Los intereses creados.
No obstante, tras la victoria franquista, Benavente alegó repetidamente que sus declaraciones y apariciones públicas en favor de la República habían sido impuestas bajo amenaza de muerte. Esta justificación, recogida en fuentes como la prensa de la época y sus propios testimonios posteriores, forma parte central de su narrativa durante el posguerra.
Entre la crítica y la petición de exilio
Durante su estancia en Valencia, y en un gesto que subraya las contradicciones de su postura, publicó un artículo titulado “Traidorzuelos”, en el que ironizaba sobre la huida de España del dramaturgo Carlos Arniches. Sin embargo, pocos meses después solicitó permiso al presidente del gobierno republicano, Juan Negrín, para salir del país. Según la obra Yo fui ministro de Negrín. Memorias ineludibles (1976) de Mariano Ansó, Negrín denegó la petición, argumentando que su partida podría afectar negativamente la moral de la población.
Este episodio —documentado en fuentes archivísticas y memoirs del propio gobierno republicano— ilustra la compleja posición de Benavente: crítico con quienes abandonaban el país, pero deseoso de hacerlo él mismo.
La adaptación al franquismo
Tras el fin de la guerra en 1939, Benavente se vio sometido a una fuerte censura. Sus obras podían representarse, pero sin mencionar su nombre en carteles ni programas; se anunciaban como “por el autor de La malquerida”.
Sin embargo, no tardó en mostrar signos de adhesión al nuevo régimen. En 1940 estrenó la obra Lo increíble, seguida por Aves y pájaros y Abuelo y nieto en 1941, piezas interpretadas como alineadas ideológicamente con el franquismo. Asistió también al desfile de las tropas “nacionales” en Valencia y, en 1946, participó en la gran manifestación profranquista en la plaza de Oriente de Madrid, un acto ampliamente cubierto por la prensa oficial.
Estas acciones lograron rehabilitar su figura ante las autoridades franquistas, poniendo fin al silencio impuesto por la censura. En 1948 fue nombrado presidente honorario de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles, cargo que mantuvo hasta su muerte en 1954.
Un legado político en disputa
La figura de Jacinto Benavente durante la Guerra Civil y el franquismo ha sido objeto de debate entre historiadores. Algunos lo consideran un intelectual acomodaticio, que adaptó su discurso a las circunstancias para preservar su carrera y seguridad. Otros destacan que, como muchos artistas de su generación, navegó en un entorno de extrema presión política, donde la neutralidad no era una opción viable.
Lo que sí es documentable —y verificable en fuentes como la prensa contemporánea, archivos del gobierno republicano en el exilio y estudios académicos como los de Andrés Trapiello o Mariano Ansó— es que Benavente transitó desde el reconocimiento republicano al alineamiento franquista en menos de una década, dejando un rastro de ambigüedad que aún suscita análisis histórico.
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