Emiliano Barral, escultor segoviano y militante socialista, murió defendiendo Madrid en 1936. Descubre su doble legado artístico y comprometido durante la Guerra Civil Española.
Emiliano Barral: arte y compromiso en las trincheras de Madrid
El 21 de noviembre de 1936, en plena defensa de Madrid, un obús alcanzó un coche que transportaba a un grupo de periodistas extranjeros y a un hombre que no era soldado, pero sí combatiente: Emiliano Barral, escultor de renombre y comisario de las milicias segovianas. Su muerte, a los 40 años, simboliza el destino de una generación de intelectuales y artistas que eligieron defender la República con las armas en la mano.
De la cantera al frente de batalla
Nacido en Sepúlveda (Segovia) en 1896, Barral creció en una familia de canteros y en un ambiente anarquista y solidario. Autodidacta, se formó en talleres de París y Madrid, y pronto fue reconocido por su realismo antiacademicista. Su obra incluye retratos de figuras como Antonio Machado, Gregorio Marañón y, sobre todo, Pablo Iglesias, cuyo monumento en La Moncloa inauguró en mayo de 1936.
Pero cuando estalló la Guerra Civil en julio de 1936, Barral no se limitó a crear arte: participó en el asalto al Cuartel de la Montaña y se puso al frente de las milicias segovianas que defendían Madrid, junto a su hermano Alberto y compañeros como Agapito Marazuela.
Protección del patrimonio y compromiso político
Además de su rol militar, Barral fue nombrado vocal del Patronato de Misiones Pedagógicas en junio de 1936 y actuó como secretario de la Comisión de Protección del Tesoro Artístico Español. En medio del caos bélico, trabajó para rescatar y proteger obras de arte de los bombardeos y el vandalismo, demostrando que su compromiso con la cultura era tan firme como su lealtad republicana.
Muerte en el frente y homenaje de Machado
El 21 de noviembre de 1936, mientras acompañaba a periodistas cerca del frente de Usera, su vehículo fue impactado por un proyectil. Herido en la cabeza, falleció horas después en el hospital de sangre del Hotel Palace de Madrid. Fue enterrado en el Cementerio Civil, rodeado de esculturas funerarias propias.
Su amigo Antonio Machado le dedicó un epitafio conmovedor en Nuevas canciones:
“Cayó Emiliano Barral [...] defendiendo su patria contra un ejército de traidores, de mercenarios y de extranjeros. Era tan gran escultor, que hasta su muerte nos dejó esculpida en un gesto inmortal.”
Legado truncado, memoria recuperada
El monumento a Pablo Iglesias, obra cumbre de Barral, fue destruido en 1939 por el régimen franquista. Sus restos se usaron para construir una tapia en el Retiro. Sin embargo, la cabeza de granito del líder socialista fue enterrada en secreto por un delineante y recuperada en 1979, ya en democracia.
Hoy, su obra se conserva en el Museo Reina Sofía, el Museo de Segovia y colecciones privadas. Pero su figura trasciende el arte: representa el compromiso ético del intelectual en tiempos de crisis, dispuesto a dar la vida por sus ideales.
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