Descubre el papel clave de Eduardo Barriobero durante la Guerra Civil española: defensor de obreros, impulsor de tribunales populares y víctima de la represión franquista.
Eduardo Barriobero en la Guerra Civil: justicia revolucionaria y represión
Eduardo Barriobero y Herrán (1875–1939) fue mucho más que un intelectual polifacético: durante la Guerra Civil española se convirtió en una figura central —y controvertida— de la justicia revolucionaria en Cataluña. Abogado, político republicano federal y cercano a la CNT, su compromiso con los sectores obreros lo llevó a ocupar un rol decisivo en los primeros meses del conflicto, antes de ser perseguido, encarcelado y finalmente ejecutado por el régimen franquista.
Un abogado al servicio de la clase obrera
Antes del estallido de la guerra, Barriobero ya tenía una larga trayectoria defendiendo a trabajadores y militantes anarquistas. Había ingresado en la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) en 1912 y se ganó el respeto del movimiento obrero por su defensa en causas emblemáticas como los sucesos de Cullera (1911), la huelga general de 1917 o los acontecimientos de Turón (1934). Su oratoria, su conocimiento jurídico y su alineamiento con el anarcosindicalismo lo convirtieron en una figura de referencia para los sectores más radicales del republicanismo.
Tribunales populares en Barcelona
Tras el estallido de la Guerra Civil en julio de 1936, Barriobero fue enviado por la CNT a la Oficina Jurídica del Palacio de Justicia de Barcelona, ocupado por milicias anarquistas. Allí organizó lo que se conoció como tribunales populares, instancias de justicia revolucionaria que juzgaban —a menudo sumariamente— a supuestos enemigos del pueblo.
Esta iniciativa generó fuertes tensiones con las instituciones republicanas catalanas. Tanto Lluís Companys, presidente de la Generalidad, como Santiago Gubern, presidente del Tribunal de Casación de Cataluña, consideraban que estos tribunales socavaban el Estado de derecho. En noviembre de 1936, la oficina fue disuelta por presión gubernamental.
El veto de Azaña y la caída en desgracia
A pesar de su perfil anarquista, el ministro de Justicia del gobierno republicano, Juan García Oliver (también de la CNT), propuso a Barriobero como fiscal general de la República. Sin embargo, el presidente Manuel Azaña vetó el nombramiento, desconfiando de su radicalismo y de su gestión en Barcelona.
En septiembre de 1937, el gobierno republicano lo acusó de apropiación indebida de 8 millones de pesetas durante su gestión en la Oficina Jurídica. Aunque el Tribunal Supremo lo absolvió, permaneció encarcelado hasta el final de la guerra. Enfermo, fue trasladado a un hospital penal en Barcelona.
Ejecución y legado histórico
Tras la caída de Barcelona en enero de 1939, Barriobero fue detenido por las fuerzas franquistas. El 7 de febrero de 1939 fue sometido a un consejo de guerra sumarísimo, condenado a muerte y fusilado el 10 de febrero. Algunas fuentes mencionan que su ejecución se realizó mediante garrote vil. Fue enterrado en una fosa común, como miles de víctimas de la represión franquista.
Su figura simboliza la compleja intersección entre republicanismo federal, anarcosindicalismo y justicia revolucionaria durante la Guerra Civil. Aunque su obra literaria y sus traducciones (fue el primer traductor al español de Rabelais) merecen atención, su papel en los tribunales populares y su trágico final lo convierten en un referente del compromiso político extremo en tiempos de guerra.
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