Descubre el papel clave de Joaquín Bau Nolla durante la Guerra Civil: tradicionalista, ministro del bando sublevado y figura del franquismo. Rigor histórico y contexto político.
Joaquín Bau Nolla: el tradicionalista al frente de la economía franquista
En el complejo mosaico de la Guerra Civil Española, Joaquín Bau Nolla emerge como una figura esencial del bando sublevado, no desde las trincheras, sino desde los despachos donde se diseñó la estructura del Estado franquista. Su trayectoria —marcada por el carlismo, el conservadurismo y una lealtad inquebrantable al alzamiento militar— lo convirtió en uno de los arquitectos civiles del régimen que nació de la contienda.
Orígenes y formación política
Nacido en Tortosa (Tarragona) en 1897, Joaquín Bau pertenecía a una influyente familia carlista dedicada al comercio del aceite. Su formación jurídica en la Universidad de Valencia y su temprana vinculación a las Juventudes Católicas lo orientaron hacia la política tradicionalista. Durante la Dictadura de Primo de Rivera, fue alcalde de Tortosa entre 1925 y 1930, y miembro de la Unión Patriótica.
Con la proclamación de la Segunda República, Bau se integró plenamente en la Comunión Tradicionalista, partido al que representó como diputado por Tarragona en las Cortes republicanas de 1933 y 1936. Su cercanía personal con José Calvo Sotelo, cuyo asesinato en julio de 1936 fue un detonante inmediato del conflicto, subraya su posición en el corazón de la oposición de derechas al régimen republicano.
Papel en la Guerra Civil: ministro del bando sublevado
Tras el estallido de la guerra en julio de 1936, Bau no dudó en alinearse con los sublevados. Su relevancia institucional creció rápidamente: en octubre de ese mismo año fue nombrado presidente de la Comisión de Industria, Comercio y Abastos de la Junta Técnica del Estado, el primer organismo de gobierno del bando franquista. Este cargo, equiparado al de ministro, lo situó al frente de la política económica en la zona nacional.
Durante su mandato (1936–1938), Bau gestionó los recursos esenciales para sostener el esfuerzo bélico, incluyendo el abastecimiento de alimentos y materias primas. Su labor fue clave para articular una administración civil en medio del caos bélico, anticipando la burocracia que caracterizaría al régimen franquista.
Su familia, refugiada en la zona republicana, fue objeto de un intercambio humanitario: su esposa e hijos fueron canjeados por los familiares del general José Miaja, uno de los líderes militares republicanos.
Del franquismo a la memoria histórica
Tras la victoria nacional en 1939, Bau consolidó su influencia en el nuevo régimen. Empresario exitoso —fue propietario del Banco de Tortosa— y político de alto rango, ocupó cargos como procurador en Cortes (1958–1971), presidente del Consejo de Estado y vicepresidente del Consejo del Reino hasta su muerte en 1973.
Fue reconocido con títulos nobiliarios —recibió el título de conde de Bau dos días antes de fallecer— y distinciones como la medalla de oro de Tortosa. Sin embargo, su legado ha sido revisado críticamente en el siglo XXI: en 2022, el título nobiliario fue suprimido por la Ley de Memoria Democrática, y en 2017 el Ayuntamiento de Tortosa retiró su nombre de espacios públicos.
Un carlista en la sombra del franquismo
A diferencia de intelectuales como Azorín, cuyo silencio y regreso han sido objeto de debate sobre complicidad o supervivencia, Joaquín Bau Nolla fue un actor activo y comprometido con el bando sublevado desde el primer momento. Su perfil combina el tradicionalismo carlista, la gestión económica de guerra y la consolidación institucional del franquismo.
Su figura representa la alianza entre los sectores civiles conservadores y el proyecto autoritario que surgió de la Guerra Civil, un ejemplo de cómo la derecha no falangista también fue pieza clave en la construcción del nuevo Estado.
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