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domingo, 24 de abril de 2022

Espionaje militar en la Guerra Civil

Hasta bien entrado el siglo XX España careció de un servicio de inteligencia equiparable con el de otros países europeos. Para subsanar esta carencia se creó el 27 de noviembre de 1912, bajo la dirección de Ramón Méndez Alanís, la Dirección General de Seguridad (DGS),  que, dada su orientación policial y anticonspirativa, no pudo evitar que, durante la Gran Guerra, numerosos agentes extranjeros actuaran en España con casi entera libertad.

Por todo ello, se hizo necesaria una reorganización que llegaría durante el breve mandato del general Emilio Mola, con la creación de un servicio específico de información que, entre otros éxitos, se apuntó el descubrimiento de la sublevación de Jaca, el 12 de diciembre de 1930. También montó una sección exterior en París al amparo del embajador José María Quiñones de León, si bien, dados los escasos medios de que disponía, esta tuvo que utilizar una agencia de detectives privados.

Sería bajo el ministerio de Guerra de Manuel Azaña, en 1932, cuando naciera el primer servicio de inteligencia militar como tal: la Sección del Servicio Especial (SSE) de la secretaría técnica del Estado Mayor Central . Dirigida por el general Carlos Masquelet Lacaci, en 1934 incorporaría un Servicio Especial de Contraespionaje y una Red Especial, presente en todas las unidades militares.

Su función consistía en “pisar la calle”, aunque fuera incapaz de desarbolar el Alzamiento. Quizá porque algunos de sus miembros, especialmente en el Protectorado de Marruecos, estaban comprometidos con los conspiradores.

Comienzo de la guerra

Al comenzar la contienda, tal como ocurrió en la sociedad, el Ejército estaba dividido, por lo que ambos bandos tuvieron que echar mano de lo que quedaba del antiguo SSE y las segundas secciones de las divisiones orgánicas, centradas en el análisis de los informes militares que les llegaban de las embajadas, para crear los  necesarios servicios de información. El problema surgió con los personalismos, las suspicacias ideológicas y el amateurismo de algunos entorpecieron su desarrollo. Con todo, pronto se observaría una distinta forma de actuar en ambos contendientes.

Del lado republicano, no solo la mayoría de partidos y los gobiernos autónomos de Cataluña y el País Vasco contaban con sus propios servicios de información, sino que el gobierno creó otros nuevos como el DEDIDE, el SIM, el SIEP, el SIEM, el SIEJ, etc., dependientes de distintos organismos y ministerios que poca o nula coordinación tuvieron entre sí y que, con demasiada frecuencia, más que colaborar, se estorbaban. Sin que podamos olvidar la pronta injerencia del NKVD y el GRU soviéticos.

También en el lado de los sublevados existieron diversas agencias, como el Servicio de Información e Investigación de Falange, o el muy eficaz SIFNE, pero, al igual que en lo político y militar, pronto se tendió a la unificación.

De carácter civil, aunque autorizado por el general Mola y en contacto con elementos carlistas, el Servicio de Información del Nordeste de España (SIFNE) creó una amplia red de espionaje, bajo la jefatura del conde de los Andes, Francisco Moreno Herrera principalmente, en Francia y Cataluña, aunque también en otras zonas de la retaguardia republicana, con un objetivo básicamente de información. De acuerdo con el embajador José Quiñones de León, actuaba a favor de la Junta de Defensa Nacional, y se extendió por toda la frontera noroeste, con centros en Francia e Italia.

La central, entre San Juan de Luz y Biarritz, estaba dirigida por el abogado y dirigente de la Lliga Regionalista José Bertrán y Musitu, bajo el amparo económico de Francesc Cambó y Juan March. Entre sus miembros había importantes intelectuales como Eugenio d’Ors o Josep Pla, y mantuvo contactos con otros servicios alemanes e italianos. Su actividad fue realmente eficaz.

El Servicio de Información Militar

En parte porque obedecía a una necesidad imperiosa –aunque el papel civil y demasiado catalanista del SIFNE seguramente tuvo algo que ver–, el 26 de septiembre de 1936, poco antes de su disolución, la Junta de Defensa Nacional, presidida por el general Miguel Cabanellas, crearía el Servicio de Información Militar (SIM), que no debe confundirse con su homólogo republicano del mismo nombre. El SIM de los sublevados quedaba a las órdenes del coronel Salvador Múgica Buhigas, y tenía su sede en la calle Almirante Bonifaz 23-25 de Burgos.

Su función era dirigir "todo lo relacionado con los servicios de espionaje y contraespionaje, centralizando las informaciones de esta clase procedentes de los segundos negociados SSE y Jefes de Columnas", aunque su labor principal fue la clasificación ideológica de los civiles de las poblaciones ocupadas conseguida de prisioneros y evadidos, amén de las escuchas de radio, preparaba un boletín que hacía llegar a la superioridad. 

Aunque no era su jefe nominal, el servicio cayó pronto en manos del impulsivo comandante militar de Irún, paso de entrada obligado a la España “nacional” de los evadidos que cruzaban los Pirineos. Julián Troncoso Sagredo, amigo personal de Nicolás Franco, era partidario de las labores de sabotaje contra intereses republicanos en Francia, algo que Roma y Berlín consideraron peligroso, por lo que advirtieron a Franco.

En marzo de 1937, el coronel Múgica sería sustituido transitoriamente por el comandante Escartín, y este, a su vez, por el coronel José Ungría Jiménez, el 17 de mayo de 1937, a fin de reorganizar el servicio. Una de sus primeras medidas sería integrar en su seno el Servicio de Información de Falange; otra, pedir ayuda a los servicios germanos e italianos para estructurarlo.

Número uno de su promoción de Estado Mayor en 1922, el coronel Ungría era un hombre disciplinado y metódico, que había ejercido como agregado militar en la embajada de París entre 1930 y 1934. Escondido en la legación francesa de Madrid, al estallar la contienda, conseguiría llegar a Francia, vía Marsella, y de allí a Irún, siendo recomendado para el puesto por el general Mola, con el beneplácito de Franco.

Algo más que un cambio de nombre

El 30 de noviembre de 1937 a través de Orden secreta, el SIM no solo cambió su nombre por el de SIPM (Servicio de Información y Policía Militar), sino que sufrió una amplia reestructuración, en la que, entre otras cosas, se regularon las tareas de los agentes y sus modos de actuación “para dar carácter homogéneo y coordinado a la función del contraespionaje”. Para cubrir el personal necesario se recurrió a voluntarios civiles españoles, muchos de ellos falangistas y todos fieles al nuevo régimen, militares franquistas, militares alemanes e italianos, y ciudadanos de otras nacionalidades que apoyaban a la dictadura.

Asimismo, sus funciones básicas quedaron mucho mejor definidas: investigación militar en territorio enemigo y en el extranjero; seguridad y orden público en la zona de vanguardia (unos treinta kilómetros por detrás del frente); y contraespionaje en lugares o regiones de interés militar.

Es decir, información, propaganda y acción en territorio enemigo; y contraespionaje, contraguerrilla y antiextremismo en campo propio, todo ello sin interferir en las segundas secciones del Estado Mayor, a las cuales “compete la información total de carácter militar”.

Igualmente, se crearía un Servicio Exterior, bajo el control del teniente coronel Francisco Bonel Huici, con la función de coordinar los diferentes grupos que, de forma autónoma, habían surgido en la retaguardia republicana: la célebre Quinta Columna.

En el mismo proceso, tal como había ocurrido con los servicios de Falange o las agencias que operaban en el Protectorado de Marruecos, el 28 de febrero de 1938 el SIFNE también se integró en un SIPM que, al contrario que en el bando republicano, no apostó por el empleo de guerrilleros y/o saboteadores, centrándose en la información, quizá porque dada la iniciativa del ejército nacional durante casi toda la guerra, no lo consideró necesario.

Con la promulgación de un reglamento, en mayo de 1938, y la concesión de una partida presupuestaria por la Junta Técnica del Estado, que dejaba atrás pasadas estrecheces y le permitía establecer acuerdos de tú a tú con algunos servicios extranjeros, el SIPM quedaba definitivamente constituido.

Mucho se ha hablado del número de agentes que incorporó a lo largo de la contienda, según algunos, hasta treinta mil, cifra que parece excesiva. Sea como fuere, sus hombres no solo estaban identificados con una letra y un número, sino que se les había inculcado cómo debían obtener la necesaria información, así como un sistema para los interrogatorios de prisioneros y evadidos.

Tales informaciones eran sistematizadas y ordenadas en un boletín que, desde el 1 de diciembre de 1937 hasta julio de 1939, llegaba diariamente al Cuartel General del Generalísimo. Dicho documento se hizo cada vez más amplio, hasta el punto de que requirió un índice por materias. Franco lo valoraba mucho y, tras leerlo, realizaba múltiples anotaciones y comentarios en sus márgenes.

Reinventarse tras la contienda

A pesar de su excelente labor, los hombres del SIPM no siempre fueron bien vistos por sus compañeros de armas, en especial por aquellos que actuaban tras las líneas enemigas. A Ungría le preocupaba cómo computaría el tiempo de servicio y las posibles pensiones para sus deudos, hasta que el 27 de septiembre de 1938, con el fin de la guerra en el horizonte, una orden del Cuartel General del Generalísimo estableció cuáles debían ser sus privilegios. Y lo cierto es que el mando nacionalista nunca se mostró especialmente generoso con aquellos hombres que habían arriesgado sus vidas, a veces, en condiciones muy difíciles.

Durante la inmediata posguerra, la función principal del SIPM consistió en descubrir elementos enemigos ocultos, hasta que, con la creación del Alto Estado Mayor, la inteligencia pasó a depender de su Tercera Sección (SIAEM), al mando del coronel Arsenio Martínez Campos, que absorbería las funciones antaño llevadas a cabo por el SIPM, que, finalmente, sería disuelto en diciembre.

La mayoría de sus elementos militares se reincorporaron entonces a sus puestos en el escalafón, mientras que los civiles reiniciaron sus vidas, con los privilegios propios de los excombatientes. Algunos, no obstante, se integraron en la Brigada Social y otros pasaron a colaborar con el germano Abwehr o el italiano Servizio di Informazione Militare (SIM), en el marco de la guerra mundial que ya había comenzado.

miércoles, 6 de abril de 2022

La implementacion del servicio militar obligatorio

Una vez que los dos bandos decidieron que necesitaban llamar a filas todos los hombres de los que disponían, pusieron en marcha el reclutamiento obligatorio basándose en el sistema que ya estaba en vigor en tiempo de paz y que dependía de los ayuntamiento civiles, los cuales disponían de historiales básicos de la población masculina.

En ese sentido, tanto los republicanos como los nacionales partieron de un marco común al que añadieron nuevos elementos. Básicamente, los españoles eran llamados a presentarse en los ayuntamientos del país, donde pasaban revisión médica y, si se les consideraba aptos para el servicio o para desempeñar servicios auxiliares, eran reclutados en el ejército. De ese modo la República movilizó a 28 clases de reserva hasta el final de la guerra, que ascendían teóricamente a un total de 1,7 millones de hombres de edades comprendidas entre los 16-45 años (remplazos de 1915-1942) disponibles para el esfuerzo bélico. Por su parte, cuando lograron la victoria  en abril de 1939 los nacionales habían movilizado a 14 grupos con un total de 1,26 millones de hombres de entre 18-33 años (remplazos de 1927-1941: una edad máxima de reclutamiento muy inferior a la del Ejército Popular de la República. 

Para facilitar la movilización masiva, ambos bandos crearon organizaciones que debían supervisar ese proceso de vital importancia. La República montó en septiembre de 1937 los centros especializados, Centro de Reclutamiento, Instrucción y Movilización (CRIM), inicialmente se crearon 16, uno por cada demarcación provincial, y los que hicieran falta en Cataluña. Dependieron de la Inspección de los CRIM, subordinada a su vez de la Subsecretaría del Ejército de Tierra del Ministerio de Defensa. Se componía de 5 secciones:

- Reclutamiento
- Movilización
- Recuperación (Hospitales y material)
- Instrucción 
- Contabilidad

Los ayuntamientos enviaban la documentación del personal al CRIM, donde se verificaban las operaciones que tenían lugar en las cajas de reclutas y centros de movilización. Se ocuparon de la movilización de todas las fuerzas excepto de los cuerpos de Seguridad y Carabineros. 

Los nacionales, por su parte, dieron a la cuestión mayor importancia institucional y crearon la Dirección General de Movilización, Instrucción y Recuperación (MIR), que era responsable de la movilización y adiestramiento de reclutas para el ejercito. Aunque el adiestramiento era por lo general bastante rudimentario en ambos bandos, los nacionales concedieron al asunto mayor prioridad y establecieron un sistema por el que las unidades se preparaban para ir al frente de forma continuada y relativamente larga. Pudieron aprovechar que poseían el Marruecos español para entrenar juntas a unidades grandes, lejos de las primeras líneas, lo que daba a los oficiales y a los hombres tiempo para crear la cohesión que es tan importante para la eficacia militar. Aunque los nacionales tuvieran alguna ventaja en el entrenamiento, esto no les eximia de problemas como así los refleja un informe enviado por la Dirección General de Movilización, Instrucción y Recuperación al CGG a principios de febrero de 1938 en el que se adjuntaba un programa de entrenamiento intensivo para los reclutas de reemplazo de 1941, que habían acumulado diversos reportes negativos por sus deficiencias " en tiro y orden abierto". Para paliar este tipo de problemas se tendía a mezclar en las unidades a soldados recién movilizados con otros más veteranos, de cara a que estas no perdiesen su eficacia combativa. Igualmente, se apuntaban una serie de causas que habían motivado estas deficiencias, como la falta de instructores, dificultades organizativas inherentes a la movilización masiva de reclutas o la gran demanda de personal por parte de las nuevas unidades y de las que se encontraban en los frentes. Sin embargo, las lagunas de formación militar no solo afectaban a la tropa sino también era evidente en los oficiales formados durante el conflicto, es decir, en los denominados "provisionales", la espina dorsal de las fuerzas sublevadas. Por ello, se instaba a ejercer un mayor control en el proceso de selección de candidatos para estos puestos, valorando "además de las circunstancias relativas a la cultura, edad, etc., que ha de dedicarse atención preferente a la capacidad y dotes de mando y energía de los convocados". Como quedaba patente en un documento enviado por el CGG al Ejército del Centro a mediados de octubre de 1938, el significativo crecimiento de los efectivos del ejercito nacional había conllevado una escasez de mandos preparados, algo que ya databa de finales del año anterior, pero no había conseguido paliarse en absoluto, sino más bien al contrario, extendiéndose a las nuevas hornadas de combatientes conscriptos. 

No obstante, en momentos de necesidad operativa, ambos bandos mandaban a toda prisa a los soldados al frente sin apenas preparación y esperando que aprendiesen de los veteranos. A veces solo se permitía a los soldados republicanos que hiciesen cinco disparos de prácticas antes de destinarlos al frente, y cada compañía de adiestramiento disponía de cinco rifles. Todo ello reducía la eficacia de las operaciones militares, ya de por sí lastradas por el empleo de tácticas anticuadas heredaras de la Guerra de Marruecos, y añadía una dimensión mayor de brutalidad y sufrimiento a la experiencia bélica de los soldados, pues la falta de instrucción provocaba más bajas y con ellos un flujo constante y elevado de refuerzos con falta de preparación que afectaba a la eficacia de las unidades y sus tácticas, un bucle sin fin.

Así pues, los sistemas de reclutamiento no era radicalmente distintos a los que se habrían puesto en marcha en el caso de que España hubiera estado luchando en un conflicto internacional. Y, al igual que en las movilizaciones a escala nacional de todas las partes, ambos bandos intentaron eximir del llamamiento forzoso a filas a los miembros más vulnerables de la sociedad, como eran los hijos de viudas pobres en la zona republicana y el tercer hermano de la misma familia en la nacional. Los dos bandos también intentaban asignar las posiciones más difíciles a hombres jóvenes y solteros siempre que era posible. El desagrado que producía a algunos grupos del bando republicano el reclutamiento forzoso recuerda  a la renuncia que se dios en Gran Bretaña en la Primera Guerra Mundial, cuando en 1916 el primer ministro H. H. Asquith presento el proyecto de "Ley de Soltero" bajo la guisa de querer impedir el reclutamiento forzoso general, aunque en el bando republicano fuese por razones distintas y principios generalmente antimilitaristas. Y mientras la República preparaba sus  brigadas mixtas -unidades recién creadas de 3000 a 4000 hombres- como entidades individuales dentro del territorio que controlaba, los nacionales en cambio, usaron el regimiento de inspiración británica como el componente básico para crear batallones de 700 hombres a los que después se asignaba que operasen independientemente de su regimiento organizador. 

Periódicos:

martes, 5 de abril de 2022

Recluta voluntaria (La Libertad, 2-4-1938)

Se crea en el Ejército de tierra una recluta voluntaria entre los españoles comprendidos entre los diecisiete y los cuarenta y cinco años de edad y que no pertenezcan a los reemplazos llamados a filas 

Barcelona, 2.— El «Diario Oficial del Ministerio de Defensa Nacional» publica hoy, día 2 de Abril, la siguiente orden circular: 

«Excelentísimo señor: Expuesto a través de los partidos políticos comprendidos en el Frente Popular y organizaciones sindicales el deseo de muchísimos ciudadanos de defender la independencia de España con las armas en la mano, es necesario encauzar tan generoso anhelo en forma adecuada, empresa que no puede realizarse por procedimiento ordinario, y en su virtud se ha resuelto: 

l.º Se abre en el Ejército de tierra una recluta voluntaria con sujeción a las normas que se determinan en los artículos siguientes. 

2.º Individuos que pueden enrolarse.—  Todos los españoles útiles para el servicio de las armas comprendidos entre los diecisiete y cuarenta y cinco años no pertenecientes a los reemplazos llamados a filas, y además, los que, estando comprendidos en los reemplazos movilizados, no se hubieren incorporado. A estos últimos les será abonado para todos los efectos el tiempo que sirvan como voluntarios. 

3.º Tiempo de duración del compromiso. — Hasta que termine la campaña. 

4. ° Período en que se realizará la recluta. — Desde el 5 al 20 del presente mes, ante los presidentes de los Consejos municipales o personas en quienes delegue la referida autoridad, salvo en las localidades donde haya Comité provincial o comarcal de Educación militar, en cuyo caso la incorporación hará ante éste. Los menores de dieciocho años presentarán en el momento de inscribirse el consentimiento paterno, otorgado por escrito ante dos testigos que acrediten la personalidad del otorgante. Los voluntarios serán Inscritos en relaciones en las que constarán el nombre, la edad, estado y profesión, y si ha servido en el Ejército y en qué Arma o Cuerpo. Estas relaciones serán remitidas a los Centros de reclutamiento, instrucción y movilización los días 10, 15 y 20 del actual. 

6.º Organismos donde han de hacer su presentación los voluntarios.— El personal reclutado con arreglo a la presente orden se incorporará a los C.R.I.M. más inmediatas a los puntos de residencia a partir del 16 del corriente. Cada voluntario se presentará con manta, plato, cuchara y calzado en buen uso. 

7.º Reconocimiento. — Con el fin de evitar retraso en la organización de unidades, los voluntarios serán reconocidos al inscribirse por los médicos titulares de los Consejos municipales, quienes expenderán la certificación de utilidad, que se unirá a las relaciones que han de ser enviadas a los C.R.I.M. 

8.º Distribución del personal.— Los C.R.I.M. darán diariamente, a partir del 15 del actual, a la Sección de Movilización y organización de la Subsecretaría del Ejército de tierra noticia numérica de los reclutados, expresando los que han recibido instrucción y los que no la tengan. 

9.° Medios para la incorporación.—  Los viajes necesarios para la concentración en los C.R.I.M. será de cuenta del Estado, utilizándose el ferrocarril. De estar interrumpidas las comunicaciones ferroviarias o no existir éstas, los voluntarios efectuarán el viaje en coche, requisados para este exclusivo fin por los presidentes de los Consejos municipales. En caso de no haber medio alguno, los reclutas se trasladarán desde el punto de su residencia al C.R.I.M. respectivo mediante marchas a pie, a razón de veinte kilómetros por día, efectuando para ello la salida con la necesaria antelación, con objeto de presentarse en la fecha señalada. 

10.º Devengos. — Los voluntarios comprendidos en la presente orden serán socorridos desde el día que salgan de su casa hasta el de la presentación en los C.R.I.M., con cinco pesetas diarias en la forma establecida por el artículo 535 del vigente reglamento de Reclutamiento. Desde el instante en que efectúen su incorporación al referido Centro tendrán derecho, como si pertenecieran a Cuerpo, al percibo de todos los devengos correspondientes a los soldados, incluidos rancho y pan. A tal efecto los jefes de los C.R.I.M., a la vista del número de voluntarios que se alisten, formularán con urgencia pedido de fondos a la Pagaduría de Campaña de su demarcación. 

11.º Vestuario. — Por el Estado Mayor del Ejército de tierra se enviará a los C.R.I.M. el vestuario correspondiente. Si llegado el momento de emprender la marcha la expedición no se hubieran recibido las prendas de vestuario y equipo, no sufrirá demora la salida de dichas expediciones, siendo reexpedidas las indicadas prendas a los puntos donde hubiesen sido destinados los individuos a que corresponden. 

12.º Incorporación a los puntos de destino. — La Dirección de Transportes Ferroviarios, dependiente de la Dirección general de los Servicios de Retaguardia y Transporte será la encargada de transportar voluntarios desde los C.R.I.M. a los lugares de destino, comunicando a cada C.R. I.M. la fecha, hora y tren en que han de emprender la marcha, siendo responsables los jefes de los mencionados centros de la demora en la salida de los trenes organizados para el transporte. Los C.R.I.M. designarán las partidas conductoras que han de realizar dicho cometido, utilizando a tal fin oficiales, sargentos y tropa de los mismos o de los batallones de retaguardia que les estén afectos. 

13.º Disposiciones relativas a los individuos que han de recibir instrucción. — Los voluntarios recibirán instrucción en los C.R.I.M., cuyos jefes prepararán con la debida antelación alojamiento en los campos de instrucción, cuarteles y edificios que faciliten los comandantes militares de las plazas respectivas, las demás autoridades y organizaciones políticas y sindicales, de las que requerirán la cooperación necesaria. Por la Intendencia se establecerán en los puntos de concentración de los voluntarios los víveres precisos. 

14.º Instrucciones complementarias.— Se tendrán presentes las que figuran en la norma 11 de la orden circular de de Febrero último («D.O.» número 46, columna segunda, página 554). 

Lo comunico a V. E. para su conocimiento y cumplimiento. 

Barcelona, 1 de Abril de 1938. — El ministro de Defensa Nacional, Indalecio Prieto.* 

Nota de la Redacción.— El original de esta disposición .carece de artículo 5.° No habiéndose querido alterar la numeración para los efectos de posibles referencias a los artículos numerados. 

La Libertad: La Libertad - Año XX Número 5629 - 1938 abril 2 (02/04/1938)


Artículos:

Implementación del servicio militar obligatorio

domingo, 3 de abril de 2022

Concentración de reemplazo de 1939 (El Dia, 4-1-1938)

Decretada por la Superioridad  la concentración de mozos de reemplazo de 1939 esta tendrá efecto de la siguiente forma:

Primero. Los mozos que están recibiendo instrucción en los Campos de Instrucción Premilitar, se considerarán presentados en este CRIM numero 16 y causaran alta como soldados en el mismo, a partir del primero de enero, continuando en dichos campos hasta nueva orden.

Segundo. Asimismo los individuos que actualmente son instruidos en Centros de Instrucción Premilitar, permanecerán en los mismos mientras no se disponga lo contrario. Dichos individuos causarán también alta como soldados en el CRIM numero 16, a partir del primero del actual.

Tercero. Los individuos que no han recibido Instrucción Premilitar, y hayan efectuado la instrucción correspondiente, deberán efectuar su presentación en los Centros de Instrucción Premilitar en los próximos a su residencia, durante los días 5, 6 y 7 del correspondiente.

Cuarto. Los individuos que no hayan recibido Instrucción Premilitar y pertenezcan a Cajas situadas en terreno faccioso, deberán efectuar su presentación en los Centros de Instrucción Premilitar más próximos a su actual residencia durante los días 5, 6 y 7 del correspondiente.

Todo mozo deberá verificar su incorporación, siendo portador de una manta y un par de zapatos en buen uso. 

Las oficinas de Centro de Reclutamiento, Movilización e Instrucción numero 16

Las oficinas del Centro de Reclutamiento, Movilización e Instrucción numero 16, han sido trasladadas de la Calle Sicilia al edificio de Dependencias Militares, Puerta de la Paz.

Se advierte al público, que el Negociado de Clasificación, se halla instalado en los sótanos del indicado edificio.

El dia grafico: Año XXVI Número 6627 - 1938 enero 4

Artículos:

Implementación del servicio militar obligatorio