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jueves, 6 de noviembre de 2025

Barnés Salinas, Domingo (1879-1940): pedagogo republicano y exiliado

Domingo Barnés Salinas fue ministro de Instrucción Pública en la Segunda República y víctima de la depuración franquista. Descubre su papel en la educación y su exilio tras la Guerra Civil.

Domingo Barnés Salinas: la educación como resistencia republicana

En los albores de la Segunda República, Domingo Barnés Salinas encarnó el ideal de una educación laica, científica y transformadora. Aunque su labor política se concentró antes del estallido de la Guerra Civil, su figura fue marcada por el conflicto: depurado sin juicio por el régimen franquista, murió en el exilio mexicano como símbolo de la represión contra la intelectualidad republicana.

De la Institución Libre de Enseñanza al Ministerio

Nacido en Sevilla en 1879, Barnés pertenecía a la llamada “segunda generación” de la Institución Libre de Enseñanza, discípulo directo de figuras como Manuel Bartolomé Cossío y heredero del legado krausista. Fue director del Museo Pedagógico Nacional y profesor en la Escuela de Estudios Superiores del Magisterio, donde impulsó una pedagogía basada en la razón, la paz y la justicia social.

En 1933, durante el primer bienio republicano, fue nombrado ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes en el gobierno de Alejandro Lerroux, y brevemente también ministro interino de Justicia. En su corto mandato, promovió la creación de la Escuela Nacional de Educación Física, integrada en la Universidad de Madrid, como parte de una visión integral de la formación humana.

La Guerra Civil y la depuración franquista

Aunque no ocupó cargos durante la Guerra Civil (1936–1939), su trayectoria republicana y su vinculación con el proyecto educativo laico lo convirtieron en blanco del nuevo régimen. El 3 de febrero de 1939, apenas semanas después del final del conflicto, el Ministerio de Educación Nacional emitió una orden que lo separaba definitivamente de la Universidad de Madrid sin derecho a defensa ni juicio previo.

La resolución lo acusaba de “desafección al nuevo régimen” y de una “política antinacionalista y antiespañola”, junto a figuras como Fernando de los Ríos, Luis Jiménez de Asúa y Juan Negrín. Esta medida formaba parte de la depuración masiva del magisterio y la universidad impulsada por Franco para eliminar cualquier rastro del ideario republicano.

Exilio y legado pedagógico

Tras la derrota republicana, Barnés se exilió en México, donde falleció en 1940. Su obra —entre la que destacan títulos como El desenvolvimiento del niño o La educación de la adolescencia— sigue siendo referente en la historia de la pedagogía española.

Traductor de John Dewey y promotor de la educación para la paz, Barnés representó una corriente intelectual que el franquismo buscó erradicar. Hoy es recordado no solo como ministro, sino como uno de los pedagogos más influyentes del primer tercio del siglo XX en España.


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