Descubre la vida de Antonio Beltrán Casaña, el “Esquinazao” de Canfranc: combatiente republicano, jefe de la 43.ª División en la Guerra Civil, resistente en los Pirineos y exiliado en la URSS y México.
Antonio Beltrán Casaña: El “Esquinazao” de la resistencia republicana
En los valles pirenaicos de Aragón, donde el silencio de las montañas guarda siglos de historia, nació un hombre cuyo destino se entrelazó con los grandes conflictos del siglo XX: Antonio Beltrán Casaña, conocido como “El Esquinazao”. Su trayectoria —desde las trincheras de la Primera Guerra Mundial hasta los campos de batalla del Ebro, pasando por la URSS y el exilio en México— lo convierte en una de las figuras más singulares del bando republicano en la Guerra Civil Española.
Orígenes y primeros compromisos políticos
Nacido en Canfranc (Huesca) en 1897, Beltrán emigró muy joven a Estados Unidos, como tantos aragoneses de su generación en busca de oportunidades. En 1917, con apenas 20 años, se alistó voluntario en el Ejército estadounidense enviado a Francia durante la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, desilusionado o por razones personales aún no del todo esclarecidas, desertó y regresó a España en 1918.
Su compromiso con la causa republicana se hizo evidente el 12 de diciembre de 1930, cuando participó en la sublevación de Jaca, liderada por los capitanes Fermín Galán y Ángel García Hernández. Tras los combates en Cillas, fue arrestado, condenado a muerte y encarcelado en la ciudadela de Jaca. La proclamación de la Segunda República en abril de 1931 le trajo la amnistía y la libertad.
Ascenso militar en la Guerra Civil Española
Con el estallido del conflicto en julio de 1936, Beltrán huyó a Francia, pero pronto regresó para unirse a las milicias republicanas. Afiliado al Partido Comunista de España (PCE), su carrera militar fue meteórica: en poco tiempo alcanzó el rango de teniente coronel de milicias y asumió el mando de la 43.ª División del Ejército Popular de la República.
Su liderazgo se puso a prueba durante la ofensiva nacional en Aragón en marzo de 1938, cuando el frente republicano colapsó. En lugar de rendirse, Beltrán condujo a su división hacia los valles pirenaicos de Bielsa y Añisclo, donde resistió aislado durante meses contra las tropas franquistas. Esta acción, conocida como la “Resistencia del Pirineo aragonés”, se convirtió en un símbolo de tenacidad republicana.
Finalmente, el 18 de junio de 1938, la 43.ª División cruzó a Francia, desde donde regresó a Cataluña para continuar la lucha.
La batalla del Ebro y el exilio
La 43.ª División, bajo el mando de Beltrán, tuvo un papel destacado en la batalla del Ebro (julio-noviembre de 1938), la última gran ofensiva republicana. Tras la derrota y la retirada hacia Francia en febrero de 1939, Beltrán fue internado en el campo de concentración de Argelés-sur-Mer.
Sin embargo, su destino no terminó allí. Fue seleccionado entre un grupo reducido de republicanos españoles para ser trasladado a la Unión Soviética, donde asistió a cursos en la prestigiosa Academia Militar Frunze en Moscú. Durante la Segunda Guerra Mundial, participó en la lucha contra las fuerzas nazis, integrado en las estructuras soviéticas de apoyo a los aliados.
Retorno a la lucha y desengaño político
Tras la liberación de Francia en 1944, el PCE lo envió a la frontera pirenaica para organizar las acciones del maquis antifranquista. Pero el contexto político había cambiado: la Guerra Fría, las tensiones internas del exilio y las purgas estalinistas provocaron su desencanto con el comunismo.
Expulsado de Francia en 1950, Beltrán se desligó del PCE y partió a México, uno de los principales destinos del exilio republicano. Allí vivió sus últimos años en relativa oscuridad hasta su muerte por cáncer el 6 de agosto de 1960.
Legado histórico
Antonio Beltrán Casaña, “El Esquinazao”, representa una figura compleja: internacionalista, republicano, comunista y luego crítico del estalinismo. Su vida refleja las contradicciones, esperanzas y desilusiones de una generación que luchó por una España democrática y justa, y pagó un alto precio en el exilio, el combate y el olvido.
Hoy, su nombre resurge en estudios sobre el maquis antifranquista, la resistencia republicana en los Pirineos y el exilio español en la URSS, apareciendo en obras de historiadores como José Luis Ledesma, Helen Graham y Antony Beevor, así como en archivos del Centro Documental de la Memoria Histórica y testimonios recogidos por el Archivo del Exilio de la UNED.
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