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sábado, 8 de marzo de 2014

Jaume Miravittles (1906-1988)

Periodista, político y escritor, protagoniza una agitada vida dedicada al compromiso social y político con el catalanismo y la República, con la que colabora de manera activa, especialmente desde el ámbito de la cultura

Conocido coloquialmente como Met, diminutivo de Jaumet, este periodista, político y escritor, nace en Figueras (Gerona) en 1906 en el seno de una familia de la pequeña burguesía comercial de la zona.

Con 16 años se traslada a Barcelona para comenzar sus estudios de ingeniería industrial y se afilia a Estat Catala, el partido político de ideología separatista recién creado por Francesc Maciá.

Dinámico activista, al producirse el golpe de Estado de Primo de Rivera, en 1923, pasa a la clandestinidad engrosando las filas de Bandera Negra, un grupo de acción paramilitar. Al año siguiente es detenido por primera vez y, tras pasar seis meses en prisión, el partido decide exiliarle a París donde proseguiría sus estudios. Durante su residencia en esta ciudad, entra en contacto con los círculos surrealistas. Amigo del también ampurdanés Salvador Dalí, en 1928 protagonizaría junto al artista la famosa escena del piano de Un chien andalou y ya en 1937, Dalí intenta convencerle de la necesidad de crear un Ministerio del caos o de la Desorganización social.

En 1926, Jaume Miravitlles i Navarra se apunta como voluntario para tomar parte en el intento de invasión de Cataluña perpetrado por Maciá desde Prats de Molló, acción por la que será juzgado en París y expulsado a Bélgica. Posteriormente, consigue escapar a la capital francesa donde en 1929 finaliza su carrera universitaria. Al año siguiente cruza la frontera y es detenido en Figueras permaneciendo en prisión hasta el final de la dictablanda de Dámaso Berenguer.

Prolífico ensayista, en 1932 publica: Ha trait Maciá, Contra la cultura burguesa, De Jaca a Sallent y Los obreros y la política. Posteriormente alcanza notoriedad con El ritme de la revolució, ilustrado por Dalí en 1933 y Crítica del 6 d'octubre, de 1935.

Bajo el influjo del marxismo se afilia al Bloc Obrer i Camperol (BOC) para catalanizar el movimiento obrero, siendo cabeza de lista por Gerona en tas elecciones generales de noviembre 1933.

Ya al año siguiente recala en Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) desde la que funda la asociación Spartacus a través de la cual crea la Agrupación Constructiva de Esquerra Republicana (ACER) y colabora con el Ateneo Enciclopédico Popular. 

Incansable, paralelamente a su actividad colabora en numerosas revistas de izquierda: L´Espurna, L´Hora, Avant...

Secretario en 1936 del Comité Ejecutivo de la Olimpiada Popular Obrara, cuya inauguración estaba prevista para el 19 de julio y que acaba siendo suspendida, trata de dotarla de un contenido social y cutural en un contexto cívico por encima de la propaganda partidista que se había creado en torno a este evento como respuesta la política racista que había impuesto Hitler la Olimpiada de Berlín. 

Estos valores, unidos a sus dotes organizativas le configuran como el secretario ideal del Comité de Milicias Antifascistas creado el 23 de julio de 1936 por la Generalitat tras el aplastamiento de la rebelión militar en Barcelona.

En octubre de ese mismo año funda y dirige el Comisariado de Propaganda que se convertirá en instrumento muy eficaz, de difusión más que de propaganda a pesar del nombre, en pro de la República y la Generalitat tanto dentro de nuestras fronteras como en el entorno internacional. Al frente del mismo organiza multitud de actividades en España y en el extranjero (México, Francia...) donde cuenta con delegaciones. Realiza una valiosa labor informando a la prensa internacional -trabaría amistad con algunos de los corresponsales más destacados como George Owell, Robert Capa o llya Ehrenburg- y promueve numerosas acciones culturales -Editorial Forja, Laya Films, Catatonía Films, exposiciones destacadas sobre la Guerra, la sección de festivales...- consiguiendo llevar la realidad de la Guerra a las calle.

Denuncia las acciones alemanas en España -bombardeos, ayudas militares, etc.- en diversas conferencias celebradas en Valencia. Madrid y París utilizando innovadoras técnicas de comunicación y colabora en el dorio de ERC La Humanitat con artículos de opinión. 

Audaz, -escapa de los sublevados tras ser detenido en Barcelona el 19 de julio- y encantador en el trato según sus contemporáneos -André Malraux. a quien ayuda a producir su película L´espoír, lo define como "la sonrisa de Cataluña"- en el trabajo destaca por su capacidad metódica y propia de un organizador nato.

Durante toda la Guerra fue uno de los hombres de confianza de Companys, al que desde el primer día hasta que atraviesan juntos la frontera, respeta y obedece como un fiel colaborador.

Terminado el conflicto se exilia en Francia donde dirige la revista institucional El Poblé Catalè y colabora en el periódico La Flèche.

Al entrar los alemanes en París, en 1940, huye hacia África del Norte y México, país donde entabla relación con otros intelectuales catalanes afincados allí y en el que permanece hasta que en 1944 se traslada a Nueva York donde desarrollará una intensa labor periodística. 

Colaborará allí con los gobiernos republicanos en el exilio de J. Giral, Claudio Sánchez Albornoz y R. Llopis y dirigirá el boletín Spanish Information portavoz editorial de la República exiliada.

Su capacidad de gestión le convertirá en uno de los más afamados publicistas. Abandona Estados Unidos en 1962 tras consolidar su prestigio como periodista de relieve. Su crónica diaria, El mundo desde Nueva York, se publica en 22 diarios durante 16 años, distribuyéndose a varias cadenas de periódicos y alcanzando notable aceptación.

A su vuelta a España reside en Madrid hasta que consigue regresar a Barcelona donde colabora en los mismos medios suramericanos, excepto los que caen bajo dictaduras militares, analizando el entorno internacional bajo el seudónimo Spectator,  lo hará también en El Correo Catalán, La Vanguardia y Tele-Express.

Posteriormente publica semblanzas y textos de carácter memorialistico donde retrata a Negrin, Prieto, Companys, Tarradellas, Franco, Fraga. Dalí, Malraux. Maciá, Azaña... en una sucesión de anécdotas, análisis y comentarios de gran valor periodístico y humano. 

Su primera recopilación obtuvo el premio Pla de 1979 y, destaca especialmente Episodiosde la Guerra Civil espanyola (1972) y Los comunicados secretos de Franco, Hitler y Mussolini (1977).

Fallecido en 1988, al final de su vida no se entendió, desde posiciones progresistas, la simpatía que manifestaba en numerosos escritos hacia la política norteamericana.

Su trayectoria y su obra, fueron poco conocidas hasta su parcial recuperación a partir, especialmente, de 1986, a raíz del 50º aniversario de la Guerra.

viernes, 7 de marzo de 2014

Miguel Buiza (1898-1963)

Nombrado jefe de la flota de la República casi al inicio de la Guerra Civil, su trayectoria quedará marcada por los desastres protagonizados por la Marina y por su deserción al ser partidario de poner fin al enfrentamiento

La mañana del 5 de marzo de 1939, el almirante Buiza se encuentra a bordo del buque Cervantes, en la bahía de Cartagena, junto al grueso de la flota republicana. El cuartel de Artillería Naval y el arsenal de la ciudad estaban desde hacía horas en manos del general Barrionuevo que acaba de hacerse con el mando en la ciudad en nombre de Franco, después de dos días de gran confusión y altercados con Negrín y el Gobierno. Buiza indica a Barrionuevo y al traidor teniente coronel Espá que procede a dar la orden de salida a los barcos republicanos, pidiendo que no se abra fuego contra ellos. A las 12:08 h., la flota compuesta por los cruceros Cervantes, Libertad y Méndez Núñez y los destructores Lepanto, Gravina, Vaídés, Antequera, Jorge Juan, Miranda, Escaño y Ulloa abandona a Negrín y a la República rumbo a Argel.

A las 00:17 horas del día 6 capta la noticia de que el comunista Francisco Galán y la Brigada Mixta 206 han recuperado el puerto para el Gobierno. Poco después el mando del Antequera le anuncia el éxito del golpe casadista y la formación de la Junta de Defensa anticomunista, sugiriéndole una "cálida asistencia" a dicha junta. El almirante ya no varia el rumbo.

Hacía semanas que Buiza avisaba a Negrín del creciente desánimo en la flota; pero está abierto el debate sobre si huyó siguiendo un plan marcado por Casado para desarmar definitivamente a la República o desertó bajo su propia responsabilidad, tras pactar su decisión con otros mandos de la Armada.

La vida de este oficial de la Escuadra republicana está marcada por la tragedia personal y militar.

Nacido en una distinguida familia sevillana en 1898, ingresa en la Marina en 1915. En 1932 es nombrado capitán de corbeta. El 20 de julio de 1936 se hace cargo del crucero Libertad, y se pone a la cabeza de la agrupación naval que desembarcó en Palma de Mallorca en agosto de 1936. Acto seguido es nombrado jefe de la flota republicana. Cuando Indalecio Prieto se hace cargo de la cartera de Marina y Aire en septiembre del 36, Buiza es confirmado en su puesto, que mantiene durante 13 meses.

Algunos autores han destacado el carácter irresoluto del almirante, aunque los sucesivos fracasos de la Marina no pueden ser achacables únicamente a su labor; sino a numerosos fallos en la cadena de mandos. Sí cabe cierta corresponsabilidad en decisiones cruciales como el abandono del Cantábrico en los dos primeros meses de la Guerra; la orden de abandonar el Estrecho; la inacción mostrada durante la defensa naval de Málaga, y el desastre del cabo Cherchel, incidente que motivó el relevo de Buiza en octubre de 1937; pero la ineficacia continuó con su sucesor, González Ubieta.

Apartado de la primera linea, deambula por diferentes cargos, desde la defensa móvil marítima a la inspección de bases secundarias. Más tarde ocupa los puestos de jefe del Estado Mayor de la Marina, jefe de la Junta de Recompensas y jefe de la Sección de Personal. 

Pasa los últimos meses de la Guerra sumido en una profunda depresión provocada por el suicidio de su esposa durante la caída de Barcelona. En febrero de 1939, tras haber pasado por una profunda depresión debido al suicidio de su esposa, es de nuevo llamado a tomar el mando de la flota.

El 11 de febrero, en Valencia, Buiza se reúne con Negrín al que, según Zugazagoitia, comunica que toda resistencia era inútil. "La desmoralización es alta", le dijo. Negrín le preguntó si se trataba de una opinión personal del marino, a lo que Buiza le respondió: "De la Escuadra en pleno". Quince días después, Buiza fue uno de los mandos y dirigentes que se reunieron en el aeródromo de Los Llanos el 27 de febrero, junto a Negrín, Miaja, Matallana, Camacho y Casado, entre otros. De la Cierva relata la reunión: "Buiza avisa de que la flota está decidida a abandonar las aguas jurisdiccionales si rápidamente no se hace la paz. A lo que Negrín le contesta que debe fusilar a los derrotistas que así reaccionan. Buiza contesta que son ellos los que tienen razón, ya que la Guerra estaba irremisiblemente perdida y procede negociar la paz con máxima urgencia".

En Cartagena, el 4 de marzo, como explica Tusell, "la confusión se tornó indescriptible". Hubo un momento en que las baterías de la base naval junto a la costa eran franquistas, la flota, republicana y el mando de la base de tierra lo había tomado Galán, un comunista. Para acabar de complicar la situación, Franco decide un desembarco en la base naval y envía inmediatamente tropas, desde Castellón, en buques que carecen de protección, con la confianza de que las baterías de costa eran amigas. "Uno de estos buques, el Castillo de Olite, fue hundido ante la costa y, de esta manera, una sublevación que se había liquidado con escaso derramamiento de sangre acabó trayendo los centenares de muertos más absurdos de toda la Guerra. No se puede exculpar de ello a Franco", apunta Tusell.

En la mañana del 6 de marzo, la flota republicana esperaba entrar en Argel, pero Buiza recibe órdenes de las autoridades francesas de seguir hasta el puerto de Bizerta, en Túnez. Al día siguiente llega a este puerto el submarino C-4, mandado por Eugenio Calderón. El día 26, Salvador Moreno, futuro ministro de la Marina franquista en agosto de ese año, sale en el Ciscar para recuperar los buques los cuales le fueron entregados el día 30, coincidiendo con la salida de Casado y su grupo de Denia (Alicante) en el Galatea.

Entre 1939 y 1941, según Salas Larrazábal, 192 mandos de la Armada fueron juzgados, diez de ellos ejecutados.

Buiza no regresa con sus compañeros, siendo internado en el campo de concentración de Meknassy. En mayo de 1939 pide el ingreso en la Legión Extranjera Francesa, y excepcionalmente se le concede de entrada el grado de capitán. Al comenzar la Guerra Mundial era comandante y en 1940 combate contra los alemanes. Sin embargo al poco tiempo dimite y se establece en Orán como tenedor de libros. Tras el desembarco aliado en el Norte de África, en noviembre de 1942, se vuelve a alistar en el Corps France, y manda una compañía en la campaña de Túnez, recibiendo la cruz de guerra con palmas en junio de 1943. Poco después cayó gravemente enfermo y causó baja en el Ejército.

Tras la victoria aliada, en 1947 se ofrece a las organizaciones israelies de resistencia para transportar a los judíos supervivientes a Palestina. Con pasaporte falso de judío apátrida y bajo el nombre de Moisés Blum, comanda el mercante Paducah. Es capturado por los ingleses e internado en un campo de concentración en Haifa. Liberado en febrero de 1948, vuelve a Orán para trabajar de nuevo como contable. Fallece de cáncer de pulmón en un sanatorio de Hyéres cerca de Marsella, el 23 de junio de 1963.

jueves, 6 de marzo de 2014

Cervera y Valderrama (1870-1952)

Ligado al mar de por vida este almirante de la Marina de férreas convicciones monárquicas dirige exitosamente durante toda la Guerra Civil el Estado Mayor de la Armada nacional por encargo de Franco


"¡Marinos de guerra! ¡Marinos de España! (...) vosotros representáis honor de un Cuerpo; vosotros sois (...) los marinos del Imperio español, que diciendo Imperio hay que decir Marina, y cuando la Marina desaparece, cuando sus buques no surcan los mares, cuando la bandera de España no se pasea por el mundo, ya no hay Imperio y ya no hay España (...)".

Con estas palabras, pronunciadas por Franco en el Segundo Año Triunfal -como los nacionales llamaron al segundo año de la Guerra Civil- el Caudillo deja claro la importancia que da a la Marina. Y para dirigirla llamará a quien él consideraba el mejor: Juan Cervera y Valderrama.

El almirante Cervera está al frente de la Marina nacional desde octubre de 1936 cuando es nombrado por el general Franco jefe del Estado Mayor de la Armada, cargo que ostentará durante toda la contienda. Cervera y Valderrama acepta el puesto a pesar de haber cumplido una semana antes los 66 años de edad.

Nace en San Fernando (Cádiz) el 8 de octubre de 1870 en el seno de una familia adinerada. Pierde a sus padres muy joven: a su madre con ocho años, y a su padre, un científico de prestigio, con 15. Huérfano y con cinco hermanos, vive bajo la tutela de sus tíos.

Cervera y Valderrama es un hombre inquieto y no deja de trabajar hasta que termina la Guerra, con casi 70 años. Antes de morir, a los 82 años, preparaba sus memorias, un libro (Memorias de guerra) que unos años más tarde terminó de compilar y escribir su hijo Pascual Cervera y Cervera, 2º Marqués de Casa Cervera y almirante de la Armada, publicánsdose en 1968.

Con sólo 15 años, en febrero de 1886, alcanza la plaza de aspirante de la Armada e ingresa en la fragata Asturias. Sólo dos años más tarde, a los 17, asciende a guardia marina. En ese tiempo, aún muy joven, ya destaca por su espíritu de observación y aptitudes literarias, de las que años después haría gala en publicaciones de libros y en la prensa madrileña.

Recién cumplidos los 19 embarca en el Ulloa para tomar parte en la campaña colonial en Filipinas. Tras dos años en ultramar  regresa ya como alférze de navío.

Desde este cargo, forma parte de la dotación de crucero Reina Regente, que sera la escolta del celebre viaje de la reproducción de la carabela Santa María que con la Pinta y la Niña, constituye la escuadrilla destinada a rememorar la hazaña del descubrimiento de América.

Su ascenso en la Marina será imparable. A los 27 años, se casa con su prima Rosana. Al año siguiente, se le encarga la vigilancia del estrecho de Gibraltar, y a los 33 es profesor de electricidad, máquinas de vapor y construcción naval en la fragata Asturias.

En 1927, con 57 años, es capitán del primer crucero de la serie Almirante Cervera, que entonces se bautiza con el nombre Principe Alfonso y más tarde Galicia. En el viaje inaugural navega con el rey Alfonso XIII desde Barcelona a Nápoles y otras ciudades italianas. Recibe entonces el nombramiento de Gentilhombre de Cámara.

Un año más tarde dimite del cargo tras haber ascendido al Almirantazgo. Y uros meses después también es nombrado director de material del Ministerio de la Marina, puesto que ocupó tan sólo medio año, ya que que pasado ese tiempo se le encomendó el cargo de director general de Aeronáutica Naval.

Siguiendo con su carrera de constantes ascensos, Cervera y Valderrama será creador y jefe del según algunos autores, primer Estado Mayor de la Armada.

Muy poco después, la composición política del país cambia. Llega la Segunda República en abril de 1931, Cervera y Valderrama intenta abandonar su cargo de jefe del Estado Mayor de la Armada. En esos días de alboroto, Alfonso XIII le dedicó estas palabras: "Don Juan, quédate al pie del cañón para salvar del caos la Marina y a España; ése es el deber que te impongo".

Tras varias semanas, cuando cesa la "peligrosidad", según cuenta su hijo Pascual Cervera en su libro Memorias de guerra, Juan Cervera y Valderrama deja sobre su mesa de la Jefatura del Estado Mayor de la Armada una instancia en la que pedía su pase a la reserva para retirarse.

Sin embargo, los republicanos, sabedores de sus conocimientos, no querían que se retirara: "Don Juan, ya sabemos que usted es monárquico y católico, que ideológicamente nunca estará con nosotros, pero también que usted es un caballero, y las personas así las necesitamos, pues tenemos una República sin republicanos y muchos de sólo saben de demagogia (...)". Así, sólo se le concede la baja por enfermedad, pero se le deniega su pase a la reserva.

Unos años más tarde, en los que Cervera y Valderrama y su familia vivieron con problemas debido a su declarado antirrepublicanismo, llegó la Guerra: el 18 de julio de 1936.

Dos días después, el 20 de julio, el almirante Cervera y Valderrama llega a Cádiz y se une al Movimiento. El 15 de octubre de ese mismo año, Franco lo llama para que acuda a Salamanca, le pone entonces al frente de la Marina nacional con el cargo de almirante jefe del Estado Mayor de la Armada.

En el tiempo de guerra, se encargó de la organización, preparación y utilización de toda la Marina nacional.

El 11 de abril de 1939, al restablecer Franco las categorías de teniente general y almirante, que la República había suprimido, vuelve a ser ascendido a almirante como "premio a sus servicios".

Terminada la campaña, el 16 de agosto de 1939 dimite por fin como jefe de Estado Mayor de la Armada y pasa definitivamente a la reserva. Fija su residencia en Puerto Real (Cádiz), donde, apartado totalmente de toda intervención oficial y dedicado a obras de caridad, sociales y religiosas -según cuenta su hijo-, vive los últimos años de su vida, hasta que muere a los 82 años de edad en noviembre de 1952. En 1961, Franco le concede a título póstumo la distinción de marqués de Casa Cervera.

En el prólogo de sus memorias, Cervera y Valderrama argumenta la publicación de su libro con la excusa de que se ha hablado mucho sobre la Guerra, pero poco sobre lo que pasó en el Ejército de Mar: "Se ha escrito bastante sobre esta campaña: abundan libros (...) de las operaciones del Ejército de Tierra, algo referente al del Aire, muy poco acerca del Mar (...). Quienes figuramos como autores de primera fila, tenemos la obligación de ayudar a la historia". 

miércoles, 5 de marzo de 2014

María Zambrano (1904-1991)

Filósofa, poeta y ensayista, colabora con el bando republicano durante la Guerra Civil desde el ámbito de la intelectualidad, lo que marcarla una vida transcurrida en el exilio y una obra basada en la reflexión poética

El 25 de enero de 1939, un día antes de la caída de Barcelona en poder de las fuerzas franquistas, María Zambrano parte para el exilio junto a su familia. En la puerta del domicilio familiar les espera el mismo coche que semanas antes abría el cortejo fúnebre de su padre, el pedagogo liberal Blas José Zambrano.

Poco antes de llegar a La Junquera, ciudad fronteriza de Gerona, se cruza con Antonio Machado, que marchaba también hacia Francia casi sostenido por su madre. El destino de ambos será bien distinto. Machado apenas sobrevive al exilio y muere en febrero de 1939 en Colliure (Francia). María Zambrano se reúne con su marido, Alfonso Rodríguez Aldave, e inicia un periplo de 45 años que la llevará a La Habana, México, Roma o Ginebra. El destierro termina con la vuelta a Madrid en 1984, ciudad en la que vive hasta su muerte, el 6 de febrero de 1991. Según la escritora Chantal Maillard, "deja atrás todo lo suyo, incluida una caja con los apuntes de las clases de Ortega (Ortega y Gasset) y de Zubiri que había preparado para llevarse. Fue, escribió, un acto de renuncia que le permitió recuperar, desde el fondo de la memoria, de manera necesaria, el contenido que tanto le había marcado".

Pensadora, ensayista y poeta, María Zambrano nace en Vélez-Málaga el 22 de abril de 1904. Cuatro años después se traslada a Madrid con sus padres, ambos maestros. Posteriormente, se asientan en Segovia, donde estudia bachillerato y descubre al místico San Juan de la Cruz. Guiada por esta inquietud, entre 1921 y 1927 estudia Filosofía y Letras en la Universidad Central de Madrid con profesores como José Ortega y Gasset, Xavier Zubiri, Manuel García Morente o Julián Besteiro. También conoce a León Felipe y a Federico García Lorca a través de su primo, Miguel Pizarro, el hombre con quien mantiene una relación tachada por su familia de "incestuosa", como reconoció la propia María según la biografía de la investigadora mexicana Mariana Bernárdez.

Ya por estos años comienza su actividad política y periodística. Se integra la Federación Universitaria Española, y en la Liga de Educación Social. Escribe para El Liberal y La Libertad de Madrid, El Norte de Castilla , o Revista de Occidente. Desde esta última publicación asume papel de intertocutora entre Ortega, fundador y director, y las nuevas generaciones da escritores.

Entre 1928 y 1929 su delicada salud le obliga a guardar reposo y es en esta época cuando descubre la reflexión poética y comienza a escribir ensayos que culminan con la obra Hacia un saber del alma. Recuperada, retoma sus clases y publica su primer libro Horizontes del liberalismo, que defiende una profunda renovación cultural, social y política, asumiendo la socialización económica. Se adhiere a la causa republicana, una decisión que se salda con un leve enfrenamiento con su maestro Ortega y Gasset.

En 1931 se integra en la Cátedra de Metafísica de la Universidad Central y comienza su tesis doctoral sobre Spinoza que nunca llegaría a concluir. 

Señala Isabel Salguero en su obra Escritos de María Zambrano recuperados que en 1932 participa en el Frente Español, un grupo inspirado por Ortega para combatir la "desnacionalización" provocada por la lucha de clases y los intereses partidistas y frenar la histórica crisis del Estado. Para autores como Ian Gibson, este grupo fue un germen de Falange Española, la cual se apropió de sus iniciales, sus estatutos e ideas como la condena al materialismo marxista o el carácter militante de la vida. Ella misma lo califica de "error político".

En 1933 aparece su mejor obra, Nostalgia de la tierra, una reflexión sobre la pintura contemporánea y la critica cultural. Participa también en los círculos intelectuales de varias revistas: la juvenil Hoja Literaria, la cristiana Cruz y Raya de su amigo José Bergamin y Cuatro Vientos, en la que toma contacto con Lorca, Dámaso Alonso y Juan Ramón Jiménez.

A partir de 1935, dicta conferencias que revelan la existencia de una voz filosófica propia. Su casa madrileña se convierte en punto de encuentro para su grupo de amigos: Rafael Dieste, Jorge Guillén, Pedro Salinas, Bergamin, Ramón Gaya, Camilo José Cela, Luis Cernuda, Maruja Mallo o Miguel Hernández. Con algunos de ellos emprendería el proyecto Hora de España en 1937.

El 14 de septiembre de 1936 contrae matrimonio con Alfonso Rodríguez Aldave, y tras hacer un periplo por Latinoamérica, recalan en Chile donde éste desempañaría el cargo de secretario de la embajada de la República.

En junio de 1937, tras la caída de Bilbao, regresan a España para apoyar a la República. Mientras su marido se incorpora al Ejército, Zambrano colabora en multitud de actos de apoyo en el Consejo de Propaganda y en el Consejo Nacional de la Infancia Evacuada. También escribe para Mono Azul, la hoja publicada por la Alianza de Escritores Antifascistas.

A raíz del exilio, su familia corre desigual suerte. Su madre y su hermana Araceli se quedan en Francia. El compañero de Araceli es extraditado a España y fusilado, y ella será encarcelada y torturada por los nazis. María y su esposo siguen viaje a México donde, mediante la Casa de España, el matrimonio recupera el contacto con parte de la intelectualidad exiliada. Durante algún tiempo, Maria da clases en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y publica Pensamiento y poesía en la vida española.

Posteriormente, el matrimonio se muda a La Habana. Allí entabla una importante amistad con el poeta José Lezama Lima y da dases en la Universidad. En 1943 se traslada a Puerto Rico como profesora de la Universidad de Rio Piedras. Durante este tiempo, profundiza en el personalismo y en la critica al existencialismo. En agosto de 1946 se reencuentra en París con su hermana Araceli donde permanecen hasta que rompe con su esposo dos años después. Las hermanas regresan a México y Cuba y en 1953 la escritora recala en Roma donde conocería a Gil de Biedma. Después de unos años de trabajo incansable y libros como Claros del bosque, en 1981 es distinguida con el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. En 1984, Zambrano regresa a España definitivamente. Se le dedica el libro María Zambrano o la Metafísica, en el que participan Aranguren, Valente, Guy, Doblas Bravo o Gimferrer y es nombrada doctora Honoris Causa por la Universidad de Málaga. En 1988, como colofón a su carrera se le concede el Premio Cervantes. En sus últimos años no dejó de recibir invitados y premios en su piso madrileño. Ni dejó de escribir -o dictar- sus artículos. Tampoco dejó de pensar.

martes, 4 de marzo de 2014

Giménez Caballero (1899-1988)

Polifacético escritor madrileño y teórico del fascismo español, su bagaje intelectual le pone al servicio del emergente régimen franquista donde despliega su talento literario en favor de una ideología en declive

Fancisco Umbral le definió de esta guisa: "Algo así como el Groucho Marx del fascismo español". Excéntrico, impulsivo y grandilocuente son adjetivos que también se repiten con cierta frecuencia en sus biografías. Ernesto Giménez Caballero había sido casi de todo cuando se jubiló: editor, diplomático, alférez provisional, propagandista y profesor; pero, por encima de todo, fue un literato. Un escritor que puso su pluma y su vida al servicio de la causa fascista en España.

Su trayectoria, con todo, dista mucho de guardar siquiera un esbozo de linealidad. Giménez Caballero nace en Madrid el 2 de agosto de 1899; en el negocio de su padre, una pequeña imprenta venida a más en el centro de la capital, se asoma al mundo de la edición y de la literatura cuando todavía cursa estudios de bachillerato. Tras licenciarse en Filosofía y Letras, marcha a Francia para ejercer como lector de Lengua y Literatura españolas en la Universidad de Estrasburgo.

Sin embargo, a Giménez Caballero le reclaman en su país para cumplir con el obligado servicio militar. Corren tiempos de guerra con Marruecos y Ernesto aterriza al otro lado del Estrecho con las tropas españolas. Y no le gusta lo que ve. Hace lo que puede: observa, anota, escribe. Cuando regrese a España, él mismo compondrá con los tipos de la imprenta de su padre su primer libro: Cartas marruecas de un soldado español (1923). Y los lectores, muy críticos con la política africanista del Gobierno, se llevan todos los ejemplares de las librerías en pocas semanas. El propio Indalecio Prieto, en plena campaña contra la Guerra de África, promueve su publicación por entregas en la prensa. Ernesto Giménez Caballero se convierte en una celebridad a los 24 años. Pero su primera obra le va a acarrear más de un disgusto: el Gobierno, indignado por el desprestigio que le granjea la visión que el volumen ofrece de la campaña marroquí, le lleva ante la jurisdicción militar y el escritor da con sus huesos en la cárcel. Será el general Primo de Rivera, que dará el golpe de estado poco después, quien se ocupe de devolverle la libertad. 

Un aliviado Giménez Caballero vuelve a Estrasburgo para continuar con sus tareas universitarias. Sólo tarda un año en regresar a España, y lo hace para casarse con una joven italiana fascista a quien ha conocido pocos meses atrás. Será ella quien le introduzca en los entresijos del nuevo régimen que empieza a construirse en aquel país. Al joven escritor, que ya empieza a escribir memorables artículos en la prensa de la época, le seduce el movimiento vanguardista. Aspira a ser un renovador y el futurismo, con su fascinación por los avances de la ciencia y de la técnica, le ofrece una excepcional fuente de inspiración. Sus escritos van apareciendo en las publicaciones culturales europeas y su fama no hace más que crecer. Durante estos años, el propio Giménez Caballero reconoce como maestros a Ortega y Gasset y a Unamuno, de quien renegará más tarde, cuando su conversión al fascismo sea ya clara e inequívoca. Pero antes, el madrileño había de protagonizar uno de los hitos más importantes en el periodismo cultural español con ta fundación de la Gaceta Literaria en 1927. Para sacar su ambicioso proyecto adelante, se rodeó de los más insignes colaboradores. El propio Gecé -seudónimo que adopta en 1926, aunque sólo lo utilizará ocasionalmente-llegaré a decir un día que la "criatura" de la Gaceta Literaria resultó ser nada meaos que la Generación del 27.

Por aquellos años, los intelectuales españoles se agrupaban en las llamadas generaciones sin distinción de credos ni de ideas. Sin embargo, la crispación política en España y la gravedad de los acontecimientos terminarán por exigir a sus hombres más ilustres una toma de posición. De esta forma, la revista dirigida por Giménez Caballero, aquella que había nacido con una explícita y confesa voluntad de "excluir toda exclusión, contar con la integridad del orbe literario y sus espacios afines", terminará por convertirse en el órgano personal de un escritor abandonado por todos los demás por sus continuas manifestaciones a favor del fascismo. Tanto será así, que los seis últimos números de la revista aparecerán escritos íntegramente por el propio Ernesto Giménez Caballero, bajo el numantino título de El Robinsón literario. La actitud del director de la publicación refleja, en palabras del escritor Franco Meregalli, "la historia patética de un joven inteligente y egotista que se debate en la soledad y se siente orgulloso de serlo". El último número de Gaceta Literaria aparecerá en febrero de 1932.

Con la revista quedan atrás algunos proyectos que habían surgido al amparo de la publicación, como el primer cineclub español o memorables exposiciones culturales; pero su desaparición no dejará a Giménez Caballero en la cuneta. En 1932, Lucy Tandy, una profesora de la Universidad de Oklahoma, publica un estudio sobre la etapa vanguardista del escritor, que se suma a los que ya se están llevando a cabo en Europa. Giménez Caballero sabrá aprovechar el prestigio y los contactos de los que dispone por aquellos días para viajar, mientras multiplica sus colaboraciones en la prensa e intensifica su producción literaria; ambas actividades quedan consagradas, especialmente entre 1931 y 1934, a propagar las ideas fascistas en España.

Es entonces cuando empieza a renegar de Ortega y Unamuno, sus antiguos maestros, para sustituirlos por Mussolíni y Hitler. En 1929, incluso, llegó a titular la traducción de la obra Italia frente a Europa, del escritor fascista Curzio Malaparte. En torno al casticismo de Italia, parafraseando al filósofo español. Ese mismo año, Giménez Caballero, en sus reflexiones sobre el fenómeno fascista, llega a descubrir que el invento no es un mérito de los italianos, sino español, y que éste se había producido nada menos que durante el reinado de los Reyes Católicos. A partir de la traducción del latín fascis por haz, da con el meollo de la cuestión: el hacismo español, simbolizado en el haz de flechas del escudo de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón.

En esta tesitura colabora con Ramiro Ledesma en la creación del periódico La Conquista del Estado, participa en la fundación de las JONS y posteriormente en la de Falange Española, siendo testigo como miembro del Primer Consejo Nacional de Falange, en febrero de 1934, de la fusión de estas dos organizaciones.

No corren, sin embargo, buenos tiempos para el fascismo en España. Aunque las ideas proclamadas por Gecé y otros falangistas habían tenido cierto calado hasta entonces, a partir de la proclamación de la Segunda República su influencia queda mermada. El propio Giménez Caballero, ya convertido en catedrático del Instituto Cardenal Cisneros de Madrid, se presenta a los comicios de febrero de 1936 en las listas de una formación fundada por él mismo, el Partido Económico de los Patrones Españoles, cosechando un sonoro fracaso electoral.

El estallido de la Guerra Civil sorprende a Giménez Caballero en Madrid, de donde tiene que huir apresuradamente en una avioneta en octubre de 1936 rumbo a Francia; después, una breve estancia en Italia precede su regreso a España, a la zona nacional, para poner sus servicios a disposición del cuartel general del Generalísimo en Salamanca. Allí, en el Palacio de Anaya, se pone a las órdenes del general Millán Astray en el Servicio de Propaganda; ante la falta de aptitudes del militar para desempeñar esta tarea, será Giménez Caballero quien tome las riendas del servicio, aunque su titularidad continúe recayendo en Millán Astray.

Durante la Guerra, Giménez Caballero no descansa: artículos, intervenciones radiofónicas, discursos... En cualquier ocasión, como sucedió, por ejemplo, con la caída de Barcelona a manos de los nacionales, Giménez Caballero se ocupa de servir los intereses de los sublevados durante la contienda. Terminada la Guerra, el escritor regresa a Madrid para simultanear las labores propias de su condición de catedrático con los cargos de consejero general del Movimiento, procurador en Cortes y consejero de Educación.

En 1941, la visión política y la audacia de Giménez Caballero le llevan a protagonizar -y a evocar, emocionado, muchos años después en sus memorias- un curioso episodio de la política europea. El escritor tenía un plan para el destino de España. Se trataba, nada menos, que de "catolizar a Hitler", ocupado por entonces en dirigir el Ejército alemán en plena Guerra Mundial, y de paso lograr "la urgente reanudación de la estirpe hispano-austriaca, que traería el armisticio a Europa, con un enlace tradicional y revolucionario". Giménez Caballero tenía a quién acudir: la esposa de Goebbels le había sido presentada en cierta ocasión, con lo que se las arregló para que el jefe de la propaganda nazi le recibiera para cenar dos días antes de la Nochebuena de 1941. En el momento oportuno, se acerca a Magda, la esposa de su anfitrión, y le propone una candidata a emperatriz: "Sólo una, por su limpieza de sangre, por su profunda fe católica y, sobre todo, porque arrastraría a todas las juventudes españolas" podría llevar a feliz término la alianza matrimonial con el Führer. Pilar Primo de Rivera, la hermana del Ausente. Pese a reconocer su "extraordinaria visión", Magda Goebbels se ve obligada a decirle que "no habría continuidad de estirpe", según cuenta el propio Giménez Caballero, porque Hitler tiene "un balazo en un genital, de la primera guerra... que le ha invalidado para siempre...". Los años sucesivos los empleará en servir al régimen de Franco y a las letras. Le quedan por conseguir infinidad de galardones, entre ellos el Premio Espejo de España (ex aequo con Emilio Romero), el Juan Valera y el Nacional de Literatura, este último en dos ocasiones.

En 1957 será nombrado agregado cultural en Brasil y Paraguay, país donde ejercerá como embajador de España a partir de 1958. No abandonará su cargo, que simultanea con diversos proyectos culturales en aquel país, hasta cumplir la edad de la jubilación, en el año 1969. Desde entonces, vivirá en la colonia madrileña de El viso, consagrado exclusivamente a la Literatura. La muerte le llegará en 1988, a la edad de 88 años. Antes, se había ocupado de dejar escrito, en su Ensayo sobre mí mismo. "Un día, cuando haya desaparecido, las Academias -hasta la española- me rendirán la justicia que creo haberme ganado" .

sábado, 1 de marzo de 2014

Manuel Aznar (1893-1975)

Periodista navarro procedente del entorno nacionalista vasco, al comenzar la contienda recala en el bando franquista con el que colabora desde distintos cargos en el ámbito informativo y en el cuerpo diplomático

En enero de 1939 las páginas del Diario Vasco recogen, cerca ya del final de la contienda, una entrevista al general Franco. La firma Manuel Aznar Zubigaray, un periodista de dilatada trayectoria al que le fue concedido el Premio Nacional de Prensa Francisco Franco ese mismo mes. No sorprende en los medios la noticia del galardón a la labor del periodista que, de orígenes nacionalistas, se acercó a diversas posiciones políticas a lo largo de una trayectoria como periodista y diplomático que abarcó casi 60 años.

Nacido en la localidad navarra de Echalar el 18 de noviembre de 1893 pronto ingresa en el seminario de Vera de Bidasoa y tras su primer curso de Humanidades, se inscribe en el de Pamplona. Allí permanece hasta 1909, fecha en la que es elegido organista del seminario de Madrid. Sin embargo, su carrera eclesiástica se trunca por falta de vocación sacerdotal.

Impulsado al periodismo por "una fuerza muy misteriosa", regresa a Pamplona y comienza a colaborar en 1912 con el periódico La Tradición Navarra.

Al año siguiente, se traslada a Bilbao, donde trabaja como redactor del joven diario nacionalista Euzkadi y de la revista Hermes. En ocasiones con el seudónimo Imanol, cuando escribía de política, cultura, sociedad y deportes, y Gudalgai (recluta en euskera), cuando lo hacía sobre la Gran Guerra. Esta etapa destila una notable carga nacionalista y religiosa.

En 1915 contrae matrimonio con Mercedes Acedo con la que tiene cinco hijos; el primogénito, Manuel, sería el padre del ex presidente de Gobierno José Mª Aznar.

A partir de julio de 1916, fija la mirada en empresas nacionales, sin dejar Euzkadi pues acababa de ser nombrado director técnico del periódico. Ese año se afilia al Partido Nacionalista Vasco, encabezando su tendencia más radical.

En 1918, gracias a sus crónicas de guerra, es nombrado director del periódico El Sol de Madrid, proyecto que ayuda a concebir junto al empresario vasco Urgoiti y el intelectual Ortega y Gasset. La vocación de estilo y profesionalidad llevó a las páginas de El Sol nombres como los de Baroja y Unamuno, entre otros. Este diario conoció pronto enfrentamientos con el conservador ABC que acusaba a El Sol de querer hacerse con un monopolio informativo. La respuesta de Aznar fue lanzar el periódico vespertino La Voz, que suponía un complemento económico, mientras ayudaba a su hermano mayor a mantener la lucha informativa. Suavizaba la pugna y con una plantilla ya muy completa y proíesionalizada, Aznar decide dejar El Sol en 1921. Al año siguiente, abandona España con su familia para dirigir sucesivamente los periódicos El País y el Diario de la Marina en Cuba, donde permanece hasta la proclamación de la Segunda República Española.

Diez años después de su partída, el periodista vuelve a la Península para ostentar de nuevo la dirección de El Sol favorable entonces al Gobierno. No fue esta una época de esplendor económico y era complicado mantener la tirada, de modo que el plan de Aznar consistió en aproximarse a Azaña. Quería reconciliarse con Ortega y sumar a Miguel Maura, que se encontraba inmerso en la fundación de un partido republicano y conservador, organización a la que luego se afilió Aznar. Las cosas se complicaron. Con el cambio en la propiedad del periódico a favor del circulo cercano a Azaña, Aznar se queda en la cuerda floja. A partir de octubre de 1932, Azaña ya pudo servirse indirectamente del grupo El Sol, La Voz y Luz, haciéndose patente la salida de periodistas ese mes. Aznar dimite y comienza a colaborar en Luz y en la agencia Febus.

En enero de 1933 fallece su esposa coincidiendo con el delicado momento profesional del periodista, que se refugia en nuevas actividades profesionales.

En 1934, Aznar encuentra trabajo en la Compañía General de Tranvías como jefe de relaciones laborales desde donde afianza sus ideales republicanos y negocia con el comité anarquista de la compañía. Durante ese año escribe también para el Diario de Madrid -del grupo republicano conservador- y, en 1935, en el Heraldo de Aragón, en el que tiene una sección de política nacional titulada Madrid al día.

Para entonces, no se conforma ya con contar la agitada realidad política y decide tomar parte en ella presentándose como candidato del centro por Albacete en las elecciones de 1936.

Desengañado, tras el alzamiento aprovecha su cargo en la Compañía de Tranvías para organizar una reunión en París que acaba en su paso al lado nacional. Recala en Zaragoza, donde el amparo de Falange evita su fusilamiento, gracias a la intervención del general Mola, tras ser arrestado por Valdés Cabanillas, gobernador general del Estado. A pesar de estos antecedentes y su pasado nacionalista, su trabajo como propagandista y cronista militar le abre las puertas en el bando nacional.

Durante la contienda, continúa escribiendo en el Heraldo de Aragón y poco después ostenta la dirección del diario La Vanguardia que pasa a llamarse La Vanguardia Española. Ya al final del conflicto dirigiría el Diario Vasco.

Auspiciado por el Ministerio de Gobernación y de la mano de Manuel Halcón, funda la revista Semana en 1939, de la que es director y copropietario hasta que sus obligaciones diplomáticas le reclaman. En la primavera del año siguiente ve la luz su Historia militar de la Guerra de España (1936-1939), quizá su obra más importante, y, tiempo después colabora con Historia de la Cruzada (1943-1944), de fuerte tinte nacional-católico.

Durante estos primeros años 40 ve nacer la agencia EFE, de la que fue consejero, pasando posteriormente a ser director y presidente. Con motivo de la Segunda Guerra Mundial, comienza a colaborar con el diario falangista Arriba.

En marzo de 1945 es nombrado ministro plenipotenciario en Washington, cargo que abandona en 1948 para incorporarse como embajador en Santo Domingo, donde permanece hasta 1951, pasando entonces a ser el titular de la embajada de Buenos Aires, cargo del que es destituido en 1955. Ese año gana la Presidencia de la Asociación de la Prensa de Madrid.

La década de los 50 estuvo marcada por su vuelta al periodismo activo en la sección Internacional de Blanco y Negro y como director de la agenda EFE desde 1958 y hasta 1963. Son también los años de su vuelta a la dirección de La Vanguardia Española. Su culminación diplomática llega con su cargo de embajador en Marruecos. En 1964 es nombrado representante ante la Organización de Naciones Unidas, cargo que abandona en 1967, aquejado por problemas de salud. Hasta su muerte en Madrid en 1975 escribe una columna semanal en La Vanguardia Española y vuelve a presidir EFE. 

viernes, 28 de febrero de 2014

Juan Perea Capulino (1890-1962)

Coronel republicano próximo al ideario anarquista, participa en la defensa de Madrid al frente de una columna y contiene a los nacionales en Cataluña, en diciembre de 1938, como jefe del Ejército del Este

A finales de 1938, Cataluña aparece como el objetivo principal en la agenda de Franco. Tras la victoria de las fuerzas nacionales en la Batalla del Ebro, la región se encuentra ya aislada del resto de la España republicana, por lo que parece que el ataque al frente catalán no se demorará demasiado. Finalmente, y pese a que en un principio el Alto Mando militar nacional tiene previsto realizar el ataque el 10 de diciembre, se elige el día 23 como fecha límite para iniciar la ofensiva. Por tanto, la llegada de la Navidad no impide que se produzca el ataque en la zona catalana.

Allí, el jefe del Ejército del Este, el coronel republicano Juan Perea, y sus hombres esperan la llegada de las tropas franquistas. Desplegado en un terreno montañoso favorable para la defensiva, su Ejército lleva semanas aguantando el avance enemigo, pero es en diciembre de 1938 cuando se inicia definitivamente el principio del fin para ef Ejército republicano en la Guerra Civil.

Brillante, ecuánime o respetable son algunos de los adjetivos que pueden definir la carrera militar de Juan Perea Capulino (1890) a juzgar por lo manifestado por muchos de sus contemporáneos . Sus simpatías por la ideo-logia anarquista y una clara vinculación a la CNT marcaron una trayectoria profesional caracterizada por mantenerse fiel a la República tanto como a sus creencias políticas, Perea se adhiere, en la noche de San Juan del año 1926, al grupo de militares líderados por los generales Aguilera y Weyler a la hora de manifestar su descontento con la dictadura de Primo de Rivera, provocando así una de las mayores crisis de su Gobierno. La sanjuanada -intento frustrado de "restablecer la legalidad constitucional" en el país, según el abogado y político Melquíades Álvarez, brazo político del mismo- fracasa por la falta de apoyo popular y supone el ingreso en prisión de Juan Perea, en la localidad barcelonesa de Montjuïc.

Sin embargo, el ascenso de éste como uno de tos líderes republicanos de la contienda se inicia con el primer acercamiento franquista a Madrid, en noviembre de 1936. Allí, la columna liderada por el entonces comandante Perea logra detener en Navafría el avance del teniente coronel Ricardo Rada y Peral aprovechando su proximidad a la capital, ciudad gubernamental desde la que podía abastecerse de recursos tanto humanos como bélicos. La Batalla de la carretera de la Coruña, en diciembre de ese mismo año, hace que el Ejercito republicano se reorganice en cinco divisiones, la 5ª a cargo de Juan Perea.

Pero si de algo adolece el bando republicano es de la desunión entre las fuerzas políticas que la conforman, fomentada por el excesivo individualismo de cada una de ellas y, para muchos, foco principal de desmoralización de sus combatientes. Sin embargo, eso es algo que no afectará a las unidades dirigidas por Juan Perea, que conseguirá neutralizar todo intento de convertir a su Ejército en un Ejército de partido. Entre sus hombres no hay lugar a las luchas internas, ya que la única ideología que se sigue en ellas es la contraria a todo fascismo, a todo atacante de la República española. Así lo afirma en Los anarquistas en la crisis política española José Peirats, periodista, historiador del movimiento anarquista español y miembro de la CNT. Desde que comienza el conflicto, cada sector ideológico cuenta con sus propios recursos dentro del Ejército republicano y entiende la Guerra de una forma distinta -la suya propia- sin tener en cuenta a los que, por otro lado, luchan en su mismo bando. Esta situación, tal y como describe el historiador César M. Lorenzo, pronto desemboca en un claro predominio del El Partido Comunista en el poder, ante "unos socialistas que se mostraban demasiado frágiles para asumir tal responsabilidad y unos libertarios que, a causa de su doctrina, de su extremismo antiautoritario, no podían ni querían hacerlo".

Pese a ello, las tendencias políticas y personales de Perea no cambian durante el conflicto, y su capacidad de liderazgo e influencia sobre sus hombres tampoco. Incluso el propio Perea se siente sorprendido de su posición como jefe militar. "Nos ha impresionado, tanto al general Kléber como a mí, ver que, incluso enfermos, los hombres no quieren abandonar el frente", argumenta en una ocasión.

A comienzos de 1937, Perea -ya como teniente coronel- se pone al frente del 4º Cuerpo de Ejército republicano.

Un año más tarde, con Juan Negrin como presidente del Gobierno y ministro de Defensa -en abril de 1938-, y a pesar de que tanto anarquistas como poumistas han desaparecido de la administración republicana, se convierte -con el grado de coronel- en jefe del Ejército del Este en sustitución del general republicano Sebastián Pozas.

A mediados de 1938, tanto las fuerzas nacionales como las filas del Ejército Popular se ven duramente castigadas en tierras aragonesas. Es por ello por lo que las unidades de Perea -al mando del Ejército del Este- y las tropas de Juan Modesto -responsable máximo del Ejército del Ebro, el otro gran núcleo militar que participará en Cataluña-, sufren un proceso de recomposición.

Por su parte, pese a conseguir dividir a la República en dos partes prácticamente incomunicadas, Franco decide frenar el avance hacia Cataluña y centrarse en un objetivo menor, como es Valencia.

A partir de abril, la situación se toma difícil en la zona levantina por lo que Vicente Rojo, jefe del Estado Mayor Central, ordena a Perea y a sus hombres iniciar un ataque a la cabeza de puente de Balaguer (Lérida) para, entre otros objetivos, mantener al enemigo al otro lado del río Segre. Al éxito inicial en los primeros momentos de la ofensiva, le sigue una serie de sangrientos episodios en los que los republicanos apenas consiguen avanzar. Es entonces cuando Rojo decide reestructurar el Ejército Popular y crear el GERO bajo las órdenes del general Hernández Sarabia.

En diciembre de 1938, la incursión en territorio catalán se convierte en un mero trámite antes de que el Ejército nacional obtenga la victoria final. A pesar de ello, el coronel Perea hace frente a las unidades franquistas al mando de nueve divisiones. Un mes después, Negrin ordena salir de Barcelona al aparato administrativo de su Gobierno al completo, estableciéndose en Figueras, en la provincia de Gerona.

Pocas semanas después de la caída de Cataluña, el Ejército nacional ocupa la zona central peninsular, lo que produce un enorme éxodo dirigido al norte de Francia. Perea se marcha con su familia al país galo para, en 1942, establecerse definitivamente en México, país donde encuentra la muerte en septiembre de 1962. 

jueves, 27 de febrero de 2014

André Malraux (1901-1976)

Polifacético y controvertido escritor francés, su labor a favor de la República durante la Guerra Civil abarca acciones tan dispares como la Jefatura de una escuadrilla de Aviación o el rodaje de una película sobre el conflicto

Novelista, editor, arqueólogo, político y crítico de arte, Malraux persigue durante toda su vida la aventura. Su interés por la política le lleva a comprometerse en diferentes acontecimientos sociales: lucha contra el colonialismo francés en Indochina y contra el nazismo, y se involucra en la Guerra Civil española, en tareas tan dispares como la de dirigir una escuadrilla aérea -sin saber pilotar un avión- o rodar una película sobre el conflicto.

André Malraux nace el 3 de noviembre de 1901 en París. Desde muy joven se interesa por el mundo de la literatura y a los 16 años decide ser escritor. Poco después abandona sus estudios para continuar su formación de manera autodidacta. Comienza entonces a realizar sus primeros escritos en prosa y verso, mientras se gana la vida comprando y revendiendo libros hasta convertirse en un verdadero experto.

Es entonces cuando conoce a Clara Goldschmidt, una joven judia de origen alemán. Tras seis meses de relación, y no sin problemas por parte de ambas familias, contraen matrimonio el 21 de octubre de 1921. Malraux, sin mucho éxito en el mundo editorial, consigue participar de una forma más o menos regular en una de las revistas más prestigiosas del mundo de la cultura en aquellos momentos, la NRF. Aparte, el escritor decide rentabilizar sus conocimientos de arqueología y organiza un viaje a Camboya durante el que se apropia de valiosas muestras de su arte. En 1923 repite la experiencia en la zona de Angkor, pero es sorprendido por las autoridades coloniales mientras arranca relieves de un templo. Procesado por este hecho, aprovecha la experiencia para familiarizarse con la realidad social de Indochina.

El primer libro con el que obtiene reconocimiento es Les Conquerantes, basado en esta experiencia, aunque quizá su obra más conocida sea La Condition Humaine (1933). donde, inspirado en la revolución política y social de Shangai, narra la participación convencida o interesada en el conflicto de varios personajes.

El viaje a Indochina es una de las primeras grandes aventuras de Malraux. Allí, asombrado por las condiciones de vida de los campesinos e indígenas saca adelante, no sin problemas, el periódico L'lndochine, de carácter político y socíal, donde critica duramente la gestión colonialista francesa en esta zona.

Ya en mayo de 1936, el escritor visita España para participar como conferenciante, a propuesta de la Komintern, en la reunión de la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura.

Ante la sublevación militar y como respuesta a la petición de ayuda por parte del Gobierno español a Francia, Malraux, que sabe de la necesidad que los republicanos tienen de aviones, acude a la llamada del ministro del Aire francés, Pierre Cot, que le encarga acopio de información sobre la situación en el país vecino. Asi, el 22 de julio, viaja de nuevo a España. Sólo seis días después regresa a París con la intención de comprar aviones y recular pilotos para combatir en la Guerra Civil. Él mismo, que nunca ha manejado un arma, ni ha pilotado un avión, está decidido a participar en el combate.

El 6 de agosto, el escritor sale hacia Madrid. Allí, es nombrado teniente coronel por el ministro del Aire español y queda bajo la tutela de Hidalgo de Cisneros, jefe de Estado Mayor de las Fuerzas Aéreas republicanas. Es entonces cuando se pone al frente de la escuadrilla España, que de ser seis hombres en un primer momento pasará a 120, la mayoría de ellos extranjeros. De Malraux y sus hombres opina el propio De Cisneros: "Más que una ayuda fueron una carga. En varias ocasiones intenté licenciarlos, pero el Gobierno se oponía, alegando la mala impresión que produciría en Francia cuando se supiese que les habíamos tenido que echar de España, por inútiles y sinvergüenzas".

En febrero de 1937, la escuadrilla España se disuelve tras realizar 23 misiones de ataque. Después de aquello, Malraux emprende rumbo a Estados Unidos donde su editor le ha preparado una gira por las principales universidades estadounidenses en las que el escritor critica la política de no intervención y solicita apoyo para la República española.

La idea de escribir sobre España se materializa a finales de 1937 en L'Espoir, una obra que se desarrolla en 8 meses, desde la noche del 18 al 19 de julio de 1936 hasta el 20 de marzo de 1937, con el final de la Batalla de Guadalajara.

Dedicado a la Guerra de España, Malraux emprende el rodaje de Sierra de Teruel , una película basada en el tercer capítulo de L'Espoir y que comienza a rodar en agosto de 1938.

Malraux, a pesar de estar aquejado del síndrome de Tourette, que le provoca numerosos tics faciales, posee un encanto especial y son numerosas las relaciones extramatrimoniales que se le conocen. Entre ellas, destaca la relación que mantiene con Josette Clotis, una joven francesa. Esto desencadena la separación en 1942 de su mujer Clara, con la que había tenido una niña, Florence, en 1933. Tras la separación, Malraux y Clotis viven juntos durante algunos años y tienen dos hijos, el último nace sólo un año antes de que su madre
muera en un trágico accidente arrollada por un tren tras caer a las vías.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Malraux se une a la resistencia francesa. Cae herido y es apresado y confinado en un campo de concentración del que logrará escapar poco tiempo después. Su servicio será reconocido con la Medalla de la Resistencia. Posteriormente, es nombrado ministro de Información en el Gobierno provisional del francés Charles de Gaulle (1945-1946).

En 1948, Malraux se casa con Marie-Madeleine Lioux, una concertista de piano viuda de su hermanastro Roland Malraux. En esta época, el escritor se aleja del comunismo. Sus novelas a finales de los años 40 y principios de los 50 dejan de estar inspiradas en acontecimientos políticos reales y se pasa a la ficción, escribiendo además sobre arte y estética. Entre sus trabajos destacan Les Voix du Silence (1951) y Le Musée Imaginaire de la Sculpture Mondiale (1952-54).

Cuando De Gaulle retorna al poder, nombra a Malraux ministro de Cultura (1958-1969). Sólo cuando el presidente de la República francesa decide retirarse de la vida pública se retira también Malraux, que comienza a escribir sus Antimémoires, una autobiografía poco convencional, donde mezcla retazos de realidad y ficción, con artículos de prensa y fragmentos de sus novelas.

Aquejado de cáncer, muere en París, el 23 de noviembre de 1976. Un año después se publica El hombre precario y la literatura, un proyecto que había presentado al editor Gallimard poco antes de morir.