Periodista norteamericano que durante la República
residió algunos años en Madrid, donde fue corresponsal de los
diarios de su país
Chicago Daily Tribune
y News
Chronicle.
Afiliado posiblemente al Partido Socialista, fue amigo personal de
Francisco Largo Caballero y, probablemente también, de Julián
Besteiro, Julio Álvarez del Vayo y Juan Negrín.
En julio de 1936,
iniciada ya la guerra civil española, entrevistó en Tetuán al
general Francisco Franco —entrevista que el 29 de dicho mes publicó
el citado News
Chronicle—,
manifestándole dicho general, entre otras cosas, que «no había
compromiso ni tregua» y que pensaba salvar a España del marxismo
costara lo que costara; que Europa tenía que procurar que España no
se convirtiese en la segunda potencia comunista del continente; que
él, personalmente, era partidario de establecer una dictadura
militar y más tarde convocar un plebiscito nacional para ver lo que
el país quería. «Los españoles —le dijo Franco— están
cansados de política y de políticos.» Contestando a otras
preguntas, respondió que a los políticos republicanos no les
pasaría nada, «excepto que tendrían que ponerse a trabajar»; que
había colaborado con la República porque entendía que ésta
representaba la voluntad popular; que el triunfo del Frente Popular
no significaba nada porque «las elecciones nunca representan dicha
voluntad»; que consideraba necesario el envió a España de moros y
de legionarios, cosa que había hecho Azaña en 1932 cuando la
sublevación del general Sanjurjo; que no creía que una guerra civil
prolongada fuera a destruir la República, el ejército y la Marina,
facilitando el triunfo del comunismo, pues «los ejércitos se forjan
en la guerra y ésta es una lucha entre la verdadera España y los
marxistas». «Es asombrosamente pequeño —concluía la entrevista
el corresponsal del News
Chronicle—
(otro enano que quiere ser dictador). Sus ojos son amables, su nariz
aguileña, sus manos y pies muy pequeños. A los cuarenta y tres años
es el general-niño de España. También fue el capitán más joven.
Y el más joven teniente. Es evidente que sus hombres le adoran.»
Más tarde, instalado en la zona republicana, fue uno de los
corresponsales de guerra extranjeros que gozó de más popularidad y
facilidad de movimientos, enviando a los citados periódicos
numerosos reportajes sobre diversos aspectos de la guerra y, en
especial, sobre la represión nacionalista en Badajoz, la ayuda
portuguesa al bando rebelde, etc. En los primeros días de octubre
del mismo año consiguió la correspondiente autorización pan
entrevistarse con José Antonio Primo de Rivera, máximo líder
falangista, que se hallaba preso en la cárcel de Alicante, en espera
de ser juzgado.
Pocos días después, exactamente el 9 del mismo mes,
se publicaba dicha entrevista en el Chicago
Daily Tribune
y el 24, también de octubre, aparecía en el News
Chronicle,
existiendo al parecer algunas diferencias entre ambas versiones. En
lo fundamental, el citado Primo de Rivera se expresó así: «... No
sé nada... Estoy aquí desde marzo... Gil-Robles tiene la culpa de
todo. Durante dos años, cuando hubiera podido hacerlo todo, no hizo
nada. Y Casares Quiroga, por su política de provocación... Pero
¿qué pasa ahora? No sé nada... ¿Usted se acuerda de mi actitud
firme, y de mis discursos, en las Cortes? Usted sabe que dije que si
la derecha, después de octubre, seguía con su política represiva
negativa. Azaña volvería al poder en poquísimo tiempo… Yo
representaba otra cosa, algo positivo. Usted ha leído mi programa de
sindicalismo nacional, reforma agraria y todo aquello... Yo era
sincero. Yo hubiera podido hacerme comunista y conseguir la
popularidad...» Contestando a otras preguntas de su interlocutor,
añadió que no creía que los falangistas estuviesen combatiendo a
las filas rebeldes para defender los intereses del capitalismo y de
la Iglesia, «pero no olvide usted que ellos no tenían líder
después de mi encarcelamiento, y no olvide usted que también otras
muchas personas eran empujadas a la violencia por la política de
provocación de Casares». Niega a continuación que fuera él quien
introdujere el uso de los pistoleros políticos en Madrid: -Nadie lo
probó nunca. Mis muchachos habrán podido matar, pero después de
haber sido atacados por ellos.» A otras preguntas contestó: «Yo si
sé que si este movimiento gana y resulta que no es más que
reacción, entonces retiraré a mi Falange yo... ¡volveré
probablemente a estar aquí o en otra cárcel, dentro de pocos
meses!... Si eso es así, están equivocados. Provocarán una
reacción aun peor. Precipitarán a España en más horrores»
Tendrán que cargar conmigo. Usted sabe que yo siempre he luchado
contra ellos. Me llamaban hereje y bolchevique...»
Pocos días
después de aparecer esta entrevista en los citados periódicos
norteamericanos algunos diarios republicanos publicaron amplios
extractos de la misma. En cambio, la prensa nacionalista la silenció
total y absolutamente, silencio que perduró hasta muchos años
después de concluida la guerra.
Pero el artículo de mayor impacto firmado por Allen lo remitió desde Elvas (Portugal), donde se alojó tras ser testigo de la masacre de Badajoz, la brutal represión perpetrada por el bando sublevado contra la población de Badajoz tras la ocupación de la ciudad. El Chicago Tribune publicó este artículo,4 titulado «Slaughter of 4,000 at Badajoz, City of Horrors» (Matanza de 4.000 en Badajoz, ciudad de los horrores) el 30 de agosto de 1936, crónica considerada una de las más importantes de la historia del periodismo de guerra.3
V. corresponsales de prensa extranjeros
V. corresponsales de prensa extranjeros
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