A las cuatro y media de la madrugada fue trasladado desde la Dirección general de Seguridad al cementerio
A las cuatro y media de la madrugada de ayer se procedió a trasladar el cadáver del teniente de Asalto D. José del Castillo, que estaba expuesto en el salón Rojo de la Dirección general de Seguridad, al Depósito del Cementerio del Este.
A las cuatro y media de la madrugada de ayer se procedió a trasladar el cadáver del teniente de Asalto D. José del Castillo, que estaba expuesto en el salón Rojo de la Dirección general de Seguridad, al Depósito del Cementerio del Este.
La caja fue depositada en un coche estufa, al que seguía otro cargado con las numerosas coronas y ramos de flores recibidas. Rodeaba el coche en el que iban los restos del Sr. Del Castillo oficiales, guardias de Asalto y civiles e individuos de las milicias socialistas y comunistas y muchos obreros.
Acompañaba el cortejo el director de Seguridad, algunos otros altos jefes, los jefes y oficiales de Seguridad y Asalto y comisarios del Cuerpo de Investigación y Vigilancia, con numerosos agentes. La comitiva, que se componía de unos sesenta coches, llegó al Cementerio Municipal del Este, en la parte denominada antes Civil, donde fue depositado y donde quedaron compañeros del finado y familiares velando el cadáver.
Durante el traslado se tomaron precauciones para evitar manifestaciones de cualquier índole.
En el acto del sepelio pronunció un discurso el Sr. Mangada
Para las diez de la mañana de ayer había quedado fijada la ceremonia del sepelio e inhumación del cadáver del teniente Castillo, asesinado en la calle de Augusto Figueroa el domingo último.
Desde antes de las nueve de la mañana empezaron a afluir obreros, militares, numerosas mujeres y muchos guardias, formando un núcleo de varios miles de personas.
A las diez en punto, conforme se había anunciado, se verificó el sepelio, presidido por el subsecretario de Gobernación, Sr. Osorio Tafall, que representaba al ministro; el director general de Seguridad, Sr. Alonso Mallol; el alcalde de Madrid, D. Pedro Rico; concejales, gestores provinciales y bastantes diputados de izquierda; la Junta municipal de Izquierda Republicana, jefes y oficiales del Ejército y de los Cuerpos de Seguridad y Asalto, sargentos y suboficiales, los temporeros de Estadística del Ayuntamiento y numerosísimo público.
La caja fue envuelta en la bandera del Comité provincial del partidocomunista, y ante ella desfilaron las milicias unificadas.
La comitiva recorrió unos veinte metros hasta la sepultura, y una vez allí, antes de dar tierra al cadáver, el teniente coronel D. Julio Mangada pronunció un emocionante discurso.
Terminado éste se verificó el desfile, retirándose la comitiva y asistentes con el mayor orden, sin que se registrara el menor incidente.
Un grupo de francmasones rindió los honores fúnebres al cadáver del teniente Castillo.
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