Compañera inseparable y fuente de inspiración de Rafael Alberti cuenta con una amplia trayectoria al servicio de la cultura y de la causa republicana, desde el teatro a la protección de tesoros artísticos
"Surgió ante mí, rubia, hermosa, sólida y levantada, como la ola que un mar imprevista me arrojara de un golpe contra el pecho". Ni Rafael Alberti pudo resistir el torbellino de vida que María Teresa León llevaba dentro. Con estos versos, el poeta de la Generación del 27 recuerda en uno de los volúmenes de sus memorias -La arboleda perdida- a la que fue su amiga, amante, cómplice y guía durante más de cuatro decenios.
Hija del coronel Ángel León y de Olivia Goyri, María Teresa León nace el 31 de octubre de 1903 en Logroño. Vive una infancia tranquila, alejada en parte de los inflexibles corsés ideológicos de la época. Estudia en la Institución Libre de Enseñanza y se licencia en Filosofía y Letras. Para entonces ya ha germinado en ella el espíritu rebelde, libre y progresista que le acompañará el resto de su vida.
En 1920, con apenas 16 años, se casa con Gonzalo de Sebastián, con quien tiene dos hijos -Gonzalo y Enrique-, Durante este tiempo colabora en numerosas ocasiones con El Diario de Burgos con el seudónimo de Isabel Inghirami.
Por estas fechas realiza su primer viaje a Argentina, pero prosigue su actividad intelectual publicando algunos artículos, donde expresa su oposición a la dictadura de Primo de Rivera.
En 1929 León publica sus dos primeras novelas, Cuentos para soñar y La Bella del mal amor. Sin embargo, este año será especialmente duro para ella, pues coincide con su separación matrimonial. María Teresa León se traslada entonces a Madrid, donde, a finales de 1930 conoce a Rafael Alberti en casa de unos amigos. Desde ese momento, ambos se harán inseparables hasta la muerte de ella a causa del mal de Alzheimer. Ambos formarán una extraordinaria pareja, en la que el amor convive con la camaradería política y el compañerismo literario. Ella siempre fue una escritora sobresaliente, injustamente eclipsada por la trascendencia histórica de su marido. Lo que muchos no saben es que María Teresa saca a Rafael de las tinieblas de una profunda crisis existencial. En 1932 decidieron casarse por lo civil.
Durante más de 40 años, la pareja comparte los avatares de un largo exilio, que les lleva a lugares tan remotos por aquel entonces como Alemania, la Unión Soviética, Argentina -donde nace su hija Aitana-, Holanda o Bélgica.
Estos y otros viajes realizados antes de la Guerra le permiten entrar en contacto con los escritores revolucionarios de la época. Los relatos de su primer viaje a la Unión Soviética fueron ampliados con una docena de los artículos publicados ya en 1933 en El Heraldo de Madrid. Ese mismo año el matrimonio funda Octubre, una revista cultural que se convertirá en plataforma de escritores de izquierdas.
El mayor esfuerzo creativo que María Teresa realiza en su vida es el que dedica al teatro. Es actriz, autora, directora de escena y ensayista. Funda Nueva Escena, la sección teatral de la Alianza de Intelectuales para la Defensa de la Cultura. Sin embargo, su vocación escénica se ve truncada por el exilio, aunque sigue cultivando la literatura dramática. Huelga en el Puerto (1933), La libertad en el tejado o la adaptación de la obra de Galdós Misericordia dan muestra de su talento y dedicación teatral. Alcanza además puestos de responsabilidad, como el de subdirectora del Consejo Central del Teatro y como responsable del Teatro de Arte y Propaganda durante la Guerra Civil.
Para María Teresa León, el teatro será el mejor paliativo para los días de cerco y bombas en Madrid, y la mejor actividad que puede llevar a cabo en apoyo de la causa. El teatro y la guerra, una combinación que, por fuerza, tenía que producir un teatro de agitación y propaganda, acentuado en el denominado Teatro de Urgencia; un teatro de trinchera que, según Alberti, debía estar sujeto a una serie de condicionantes de obligado cumplimiento.
En una época marcada por la miseria generalizada, León sabrá dirigir la situación con brillantez. Desde finales de julio del 36 en Cataluña, y a lo largo de todo 1937 desde el Gobierno central, proliferan las disposiciones gubernativas sobre el teatro en relación con las excepcionales condiciones de la contienda. De este modo, el 22 de agosto de 1937 se crea el Consejo Central del Teatro por un decreto del Ministerio de Instrucción Pública y Sanidad. "En los actuales momentos es necesario que también el teatro sea un medio de propaganda al servicio del Frente Popular para ganar la Guerra". Al propósito de ésta y otras normativas similares, María Teresa León publica varios artículos en los que vierte sus opiniones acerca de cómo debe ser el teatro en tiempos de guerra. Y en este sentido, María Teresa no puede dejar de mirar hacia el teatro ruso que tanto admiraba, para llegar a la conclusión de que había que hacer del teatro un servicio de guerra.
Aunque es el teatro lo que más decididamente la ocupa durante la Guerra Civil, no es su única actividad. León se ve directamente implicada en la evacuación de las pinturas del Museo del Prado, así como en el traslado y protección de varios cuadros de El Greco diseminados por varias localidades toledanas. Y es precisamente esa actuación la que protagoniza el primer ejercicio de memoria realizado por León en el exilio, con el artículo titulado La Historia tiene la palabra, publicado en 1944.
Su intensa actividad la lleva a ser secretaria de la Alianza de Escritores Antifascistas y figurar como cofundadora de las revistas culturales El Mono Azul y Hora de España. La primera ve la luz en 1936 y es la hoja semanal de la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura. En ella colaboran grandes firmas, entre las que se encuentran el propio Alberti, José Bergamín, Rafael Dieste, Ramón J. Sénder o María Zambrano. Hora de España se publica en Valencia desde enero de 1937 hasta noviembre de 1938 gracias a los intelectuales que se trasladan a Valencia, nueva capital republicana. Se nutre de los textos de Antonio Machado, León Felipe, Dámaso Alonso y de los poemas de Luis Cernuda, Emilio Prados o Manuel Altoaguirre. León también participará en la Junta de Defensa y Protección del Patrimonio Artístico.
Después de un largo exilio, la pareja regresa definitivamente a España en 1977. Pero para entonces María Teresa León ya es víctima de una enfermedad que le provoca la pérdida absoluta de la memoria y que acaba con su vida en la sierra madrileña, el 13 de diciembre de 1988. La escritora muere como un fantasma de sí misma, pero con la lucidez suficiente para dejar escrita una profunda reflexión fruto de una vida vivida con pasión y sin tregua: "Somos lo que nos han hecho, lentamente, al correr tantos años. Cuando estamos definitivamente seguros de ser nosotros, nos morimos".
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