Artista gráfico catalán, durante la Guerra Civil española plasma sobre carteles propagandísticos los ideales de la República en los que tanto cree y por los que se ve obligado a exiliarse en Francia
Fontseré es un artista polifacético que trabaja desde la pintura a la fotografía pasando por el dibujo y la escritura, quizá su vertiente menos conocida. Al estallar la Guerra Civil, pasa a formar parte del Comité Revolucionario del Sindicato de Dibujantes Profesionales. Dentro de este grupo aplica su talento artístico a la creación de carteles de apoyo a la causa republicana, organizando un taller colectivo de propaganda. Precisamente a esta época, 1936, pertenece uno de sus carteles más conocidos, titulado Libertat!, realizado para la Federación Anarquista Ibérica (FAI), y en el que apela a los campesinos para que se levanten en armas y luchen por su libertad.
Fontseré, que deja los estudios con 15 años, recibe por parte de sus padres una formación católica que no le va a impedir, por otro lado, y ya de adulto, sentirse más cercano a una ideología de izquierdas. Tras abandonar sus estudios comienza a trabajar en un taller de escenografía. Es entonces cuando publica sus primeros dibujos en el Correo Catalán y en el semanario carlista Reacción, pero en estos tempranos dibujos se pueden ya observar numerosas influencias del arte y los artistas más abiertos del momento, que más adelante le llevarían a participar en el movimiento cartelista de la Guerra Civil, junto a otros artistas de vanguardia.
Gracias a esta labor como cartelista pronto alcanza cierto reconocimiento en el panorama artístico y cultural barcelonés, a pesar de que por aquél entonces tiene tan sólo 20 años.
En 1937, el joven Fontseré decide incorporarse a las Brigadas Internacionales, aunque continúa desarrollando su carrera artística pintando murales e ilustrando los boletines de información del Estado Mayor. Poco después, se incorpora al servicio del Estado Mayor en la Defensa Especial Contra Aeronaves (DECA), donde trabaja como dibujante e ilustrador.
Finalizada la Guerra, y dada su activa participación en ella, Fontseré se ve obligado a marchar al exilio. Francia es el país elegido para residir y realizar su primera exposición. Para ganarse la vida trabaja a tiempo parcial en Les nuits de gala -Las noches de gala- del Casino de Canet-Plage (Languedoc). Sus experiencias en Francia son narradas en primera persona por el propio Fontseré en un libro autobiográfico de reciente publicación (1995), titulado Un exiliado de tercera. En París durante la Segunda Guerra Mundial, en el que muestra su decepción y sentimiento de abandono por parte de la República, y en el que se pueden leer fragmentos como el que sigue a continuación: "(.,.) Ninguna personalidad relevante de la República -Negrín, Companys, Picasso, Pablo Casals...- tuvo el coraje de presentarse en un campo de concentración con el propósito de ser el último en abandonarlo (...). Esta cobardía explica la conspiración de silencio sobre los campos de concentración franceses (...). Los viejos políticos fueron responsables de los campos y nadie les pidió cuentas".
Tras estallar la Segunda Guerra Mundial, se traslada a París y desde allí realiza numerosas ilustraciones y cómics para periódicos catalanes como El Poblé Catalá. Durante esta época comienza a formarse como litógrafo y edita junto al poeta catalán Rafael Tasis algunos libros de coleccionista como Fuenteovejuna, de Lope de Vega; La Fi del Món a Girona, de Joaquim Ruyra, y un largo etcétera.
A mediados de los años 40, Fontseré amplía aún más sus labores creativas y diseña los decorados y el vestuario de varias obras de teatro, como La Casa de Bernarda Alba-de Federico García Lorca-o Peribáñez y el Comendador de Ocaña -de Lope de Vega-, aunque trabaja también para un musical francés que se estrena en México por la intermediación de Mario Moreno, Cantinflas.
Tras el periodo francés, se traslada a Estados Unidos, concretamente a la ciudad de Nueva York. Allí sigue trabajando como ilustrador y dibujante, así como de diseñador de escenografías y vestuarios.
A finales de los 60, Fontseré decide dedicar su tiempo a la fotografía. Muchas de las instantáneas de este periodo son de la ciudad neoyorquina, aunque también capta imágenes de metrópolis como Roma, París, Londres o Ciudad de México.
Ya de vuelta a España (1973) lleva a cabo su primera exposición antológica en la Galería Syra de Barcelona. A partir de ahí, se le abren nuevas puertas y bajo el patrocinio de la Generalitat presenta la exposición Nueva York vista i viscuda. Otra exposición importante es la que lleva el título de Roma, París, Londres, 1960, y en colaboración con el Ayuntamiento de Barcelona realiza la presentación fotográfica Nueva York, 1960-1990, un relat gráfic de Caries Fontseré.
Sin abandonar su trabajo como artista plástico y fotógrafo, publica un álbum con fotos inéditas de Salvador Dalí (1991) y trabaja junto a Jaume Miravitlles y Josep Termes en un libro de carteles titulado Cartells de la República i de la Guerra Civil. Aparte, escribe artículos para La Vanguardia o Avui.
Una de sus últimas apariciones está relacionada con el controvertido tema sobre el Archivo de Salamanca, en el que el artista se posiciona a favor de que su contenido regrese a Cataluña. De hecho, reclama que se le devuelvan los carteles de propaganda del bando republicano que diseñó durante la Guerra y que la policía franquista se llevó de su estudio de Barcelona cuando tuvo que huir al exilio.
El día 2 de enero de 2007, Carles Fontserè fue ingresado en el Hospital Josep Trueta de Gerona. Su mujer, Terry, explicó que el artista estaba convaleciente de un accidente doméstico que sufrió en su casa de Porqueres, Gerona. Finalmente, el 4 de enero de 2007, Carles Fontserè falleció a la edad de 90 años.
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