Es uno de los primeros voluntarios extranjeros que llega a España y el máximo responsable de la organización de las Brigadas Internacionales. Será más recordado sin embargo por la dureza y autoritarismo que impone en este cuerpo
"Quizás sea una gloria. Pero está muy loco. Tiene la manía de fusilar a la gente". En Por quién doblan las campanas, Ernest Hemingway habla así de Massart y Massart, el trasunto literario de André Marty, comunista francés y comandante en jefe de las Brigadas Internacionales.
Llegado a España en octubre de 1936, cuando ya ha cumplido los 50 años, es uno de los primeros hombres del cuerpo de voluntarios internacionales afincado en Albacete y máximo responsable de la organización de los interbrigadistas. No en vano ha creado, meses antes, junto a Maurice Thorez, uno de los centros más activos de reclutamiento de luchadores por la República en la rué de La Fayette parisina, sede del Partido Comunista francés.
A Marty se le conocerá por su dureza, su talante autoritario y por haber personificado, según muchos, la paranoia inquisitorial del Partido Comunista durante la Guerra española. Le apodan Le boucherd' Albacete, responsable de numerosas depuraciones, y dicen que dice que "la vida de un hombre vale 75 céntimos, el precio de un cartucho". Gustav Regler, escritor alemán y comisario de la 12ª Brigada le acusa de corrupto y cruel. Uno de los más reputados estudiosos de este cuerpo, Jacques Delperrie, le califica de brutal, autoritario, paranoide, egocéntrico y violento, aunque matiza: "En realidad Marty no es un sanguinario. Es tan verdugo como víctima de una mística que supera sus posibilidades intelectuales. Implacable con los traidores, con los espías, es decir, con quienes cree que lo son".
Le boucher siempre se ha considerado catalán de sangre caliente -ha nacido en Perpiñán, en 1886, hijo de uno de los condenados a muerte tras la Comuna de París, según apunta el historiador Andreu Castells- y tal vez por ello alcanzara el puesto de delegado de la Komintern. En este sentido, Delperrie sostiene que en un banquete durante la Guerra, cuando los convidados alzaron sus copas por Stalin, él les espetó: "Gritad mejor 'Viva la República española'. Stalin está en Moscú".
Combate en el frente catalán en octubre de 1936, y ya desde ese otoño se le considera uno de los defensores a ultranza de la disciplina férrea.
Marty, el motinero del Mar Negro desde su participación como segundo contramaestre del torpedero Protetet el motín contra la Armada francesa que iba a cargar contra los soviets en abril de 1919, es uno de los principales promotores de castigos en campos de reeducación, cuando no de juicios sumarísimos y fusilamientos.
Combatiente en la Batalla del Jarama, Marty comparte su experiencia española, sucesivamente, con las dos mujeres de su vida. Hasta 1937, ha estado casado con Pauline Marty, poseedora de un brillante historial marxista, organizadora en España del conjunto sanitario internacional y colaboradora de la italo-mexicana Tina Modotti en la organización del contraespionaje. Desde diciembre de ese año, tiene una nueva amante, Raymonde, su "mariposa", a quien lleva 30 años.
Aunque la declaración ante la Cámara francesa de Henri Store, comisario político del 13º Batallón de la 14ª Brigada, sea claramente una hipérbole ("Yo acuso a André Marty", aseveraría "de ser el responsable de la matanza de todo el 12º Batallón y de gran parte de la 14ª Brigada. Yo acuso a André Marty de haber instaurado la injusticia y la delación. Yo acuso a André Marty de ser el asesino de 40.000 jóvenes franceses"), el francés ha llenado las prisiones de brigadistas y ha enviado a muchos otros a las cárceles de Murcia, Valencia y Barcelona.
Con la aquiescencia de Marty, se han instaurado las llamadas compañías de pioneros y las de castigo, que se emplean en los frentes más duros. A los soldados encarcelados se les promete la libertad a cambio de combatir en primera línea durante un periodo de tiempo. Los indultados forman las compañías de pioneros de las que pocos salen con vida. Mientras, en la retaguardia de las unidades, se forman cuerpos adiestrados cuya misión es impedir el retroceso de los pioneros, si es necesario abriendo fuego. Sin embargo, las purgas arrecian tras las derrotas.
Tras el fracaso republicano en la Batalla de Lopera (Jaén), por ejemplo, en diciembre de 1936, Marty es uno de los principales promotores de la condena a muerte del comandante del Batallón de la Marseillaise, Gastón Delasalle, al que acusa de espionaje. La madre de Delasalle habría de interponer una querella criminal contra el comandante en jefe, que propicia su comparecencia ante la Cámara de Diputados de París, el 17 de marzo de 1939. No obstante, las mayores represalias tienen lugar tras el desastre de Teruel y el traslado de la base a Horta. De hecho, a primeros de abril de 1937 se obliga al francés a trasladarse a Moscú para justificarse ante Dimitrov y no regresa hasta fin de año, tiempo durante el que es sustituido por Frangois Billoux.
En Moscú, el que había sido ingeniero naval afirmaría que, ante los delitos, indisciplinas y espionajes de algunos internacionales, no ha dudado en "ordenar las ejecuciones necesarias" y apunta: "Estas ejecuciones, las que han sido dispuestas por mí, no pasan de 500, todas ellas fundamentadas en la calidad criminal de los acusados". A su regreso a la península Ibérica, combate en la carretera de Gandesa en abril de 1938. Y, poco después, es responsable de la orden de evacuación de las brigadas de la base de Albacete hacia Barcelona. A finales de año va a ser uno de los altos mandos que participe en la entrega de armas y el desfile que precede a la evacuación de las brigadas el 28 de octubre de 1938, por la avenida 14 de abril de Barcelona.
Pese a la retirada pública auspiciada por Negrín, el motinero del Mar Negro no se rinde e intenta cooperar en la defensa de Cataluña junto a los más de 3.000 interbrigadistas que, en enero de 1939, aún permanecen en Cataluña. En febrero de ese año, comanda un batallón sobre el Ter.
Autor de diversos panfletos y discursos sobre España como Doce meses sublimes o La guerra de independencia de los pueblos de España, su implicación con la causa española continúa tras la victoria franquista ya que incluso después de 1945, colabora en las labores de asistencia a heridos y mutilados y en el traslado de ex brigadistas a México. No en vano, en 1939 había pronunciado: "Nosotros no tomamos resoluciones, tomamos el fusil. Ahora marchamos pero no vamos a descansar. Continuaremos la lucha. Cambiamos de frente".
Cuando estalla la Segunda Guerra Mundial se encuentra en la URSS y de ahí pasa a Algiers, en Francia. Su colaboración con De Gaulle durante la contienda es importante. En 1952 será expulsado del Partido Comunista, y morirá en El Rosellón cuatro años después.
Todo induce a pensar que detrás de las famosas Brigadas internacionales se esconden pasajes oscuros que la ortodoxia comunista procura mantener al margen del conocimeinto público.
ResponderEliminarSin lugar a dudas protagonizó unos de los capitulos más tristes y sangrientos de la infame guerra civil.El mundo junto a otros personajes de su misma catadura,que están en la mente de todos hubiera sido mejor.Espero que nó encuentre nunca la paz.No debieran nacer personajes así
ResponderEliminarNo estoy seguro del todo, pero creo que la foto que acompaña al artículo no es de André Marty, sino de Palmiro Togliatti.
ResponderEliminarTienes toda la razón, ya está solucionado. Gracias por ayudarnos.
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