Adsense

lunes, 20 de enero de 2014

Lluís Companys (1882-1940)

Líder del partido nacionalista de izquierdas Esquerra Republicana, ocupa la Presidencia de la Generalitat de 1934 a 1940, convirtiéndose en el mayor representante del catalanismo durante la Guerra Civil española

En sus 58 años de vida, el abogado, sindicalista, periodista y político catalán Luuís Companys fue detenido unas 20 veces por la policía y en cuatro ocasiones pisó la cárcel. Pero entre detención y detención, le dio tiempo a fundar periódicos y sindicatos, crear partidos políticos, ser concejal, alcalde y gobernador civil de Barcelona, presidir el Parlamento y la Generalitat catalanes, ejercer de ministro en un Gobierno de la República y provocar una rebelión contra otro gobierno de la misma. Una vida intensa, apagada por un pelotón de fusilamiento en el castillo de Montjuïc entre vivas a su pasión: Cataluña.

Lluís Companys i Jover nace el 21 de octubre de 1882, en el seno de una familia de payeses acomodados de la localidad leridana de El Tarros. Con tan sólo 18 años, Lluís Companys inicia su actividad política mientras realiza sus estudios de Derecho en la Universidad de Barcelona. En 1900, crea la Associació Escolar Republicana e ingresa en el partido Unión Federal Nacionalista Republicana. En 1906, tras ser testigo de la represión en una serie de revueltas en Barcelona, participa en la formación de Solidaridad Catalana. Desde muy temprano, Lluís Companys muestra dos de los pilares de su ideario político: republicanismo y catalanismo. Un tercer puntal de su ideología, como es su izquierdismo, no aparecería hasta la segunda década del siglo XX.

En su faceta de periodista, colabora con periódicos y revistas como La Forja, La Barricada, órgano del Bloc Autonomista Catalá o La Publicidad.

En julio de 1912, ya con 30 años, asiste a un discurso del político Melquíades Álvarez en Reus, que le ayuda a fijar sus ideas progresistas. Esta evolución se concreta en abril de 1917 cuando participa, junto a los políticos catalanes Marcelino Domingo y Francesc Layret, en el nacimiento del Partit República Catalá, por el que es elegido concejal en el Ayuntamiento de Barcelona.

Companys, entonces, se encarga de dirigir La lucha, periódico del nuevo partido. Durante estos años, también nace su conciencia sindical. Nada más licenciarse, se convierte en abogado de trabajadores, muchos de ellos anarquistas. Son años de gran conflictividad social y laboral en Barcelona y no le falta trabajo. Sin embargo, no gana mucho dinero, ya que se dedica a cobrar cantidades simbólicas a sus defendidos.

Con motivo de las huelgas de 1919, impulsadas por la CNT en Barcelona, Companys intensifica sus visitas a los juzgados, dedicándose a defender a muchos revolucionarios, lo que le da una creciente y peligrosa popularidad en la Ciudad Condal. Su actividad como abogado laboralista le cuesta ingresar en la cárcel-fortaleza de Mola, en Mahón (Menorca), en noviembre de 1920. Un mes después, su amigo y diputado Francesc Layret, encargado de su defensa, es asesinado por un grupo de pistoleros. Companys abandona el confinamiento y es elegido diputado por Sabadell en sustitución de Layret.

En Madrid, usa su escaño en el Congreso de los Diputados como altavoz contra la represión que el Gobierno, apoyado por la patronal catalana, aplica a los trabajadores. En 1921, Lluís Companys crea la Unió de Rabassaires, encargándose además de la dirección de la publicación La Tierra, órgano de prensa del nuevo sindicato de campesinos. El apoyo desde el campo se muestra clave para que vuelva a obtener el acta de diputado en las elecciones de 1923. Sin embargo, el golpe del general Miguel Primo de Rivera acaba con su actividad parlamentaria y regresa a Barcelona, donde retoma la defensa de obreros y campesinos en un ambiente hostil que le cuesta sucesivas detenciones, deportaciones y alguna visita corta a la cárcel.

Con la caída de la Dictadura, la clase política sabe que también caerá la Monarquía. Ante las elecciones de abril de 1931, varios grupos de la izquierda catalanista se unen para formar Esquerra Republicana de Cataluña (ERC). Aunque Companys no puede participar en las reuniones por estar encarcelado, es elegido miembro de la Ejecutiva del partido, que preside el catalanista Francesc Maciá, Lluís Companys vive desde entonces varios meses de intensa y febril actividad. La victoria de las candidaturas republicanas en las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 lleva a Companys a la alcaldía de Barcelona. Dos días después, ocupa el Ayuntamiento, depone al alcalde y sale al balcón proclamando la República de Cataluña. Sin embargo, las promesas provenientes desde Madrid de atender las reivindicaciones autonomistas encauzan la situación. Companys también se hace cargo del Gobierno civil de Barcelona y, aunque sólo lo ocupa durante dos días, le da tiempo de mandar destruir todos los archivos policiales.

El 28 de junio de 1931, es elegido diputado a Cortes por la ciudad de Barcelona, regresando a Madrid como jefe parlamentario de ERC, y forma parte de la comisión que redacta el Estatuto de Autonomía para Cataluña, -l'Estatut de Nuria- implicándose en la elaboración de la legislación agraria. Una vez aprobado el Estatuto (1932), Companys, que también es diputado en el Parlamento catalán, asume la Presidencia del mismo en 1932. Además, durante unos meses, de junio a noviembre de 1933, se hace cargo del Ministerio de Marina en uno de los gobiernos de Manuel Azaña. Y aún le queda tiempo para dirigir La Humanitat, el órgano oficial de ERC, desde noviembre de 1931 hasta el 1 de enero de 1934. Precisamente, en este día, Lluís Companys alcanza la cumbre de su carrera política. Francesc Maciá, presidente de ERC y de la Generalitat había muerto el día de Navidad. El Parlamento catalán, reunido de urgencia, designa a su hasta entonces presidente para sustituir a Maciá. Los 10 meses que Companys está al frente de la autonomía catalana coinciden con la victoria de los conservadores en Madrid. Los roces entre ambos gobiernos son constantes, siendo la ley de Contratos de Cultivos, aprobada en Barcelona, uno de los más importantes puntos de enfrentamiento.

El 4 de octubre de 1934, Alejandro Lerroux, presidente del Consejo de Ministros, remodela su Gobierno dando entrada a tres miembros de la derechista CEDA de José María Gil Robles. Los nombramientos son considerados por los partidos y sindicatos de izquierda y los republicanos como un ataque directo al corazón de la República. Dos días más tarde, Lluís Companys proclama por radio "el Estado catalán dentro de la República Federal Española". Su rebelión contra el Estado coincide con una huelga general en toda España y la sublevación obrera en Asturias. Sin embargo, la revuelta catalanista fracasa al no contar con el apoyo de los militares que, al mando del general Batet, rodean la Generalitat. El 7 de octubre, Companys se entrega y pide a los suyos, también por radio, que depongan las armas. El Gobierno autónomo al completo es recluido en el buque prisión Uruguay, fondeado en el puerto de Barcelona, y el Estatuto de Autonomía suspendido. Tras ser trasladados a Madrid, el Tribunal de Garantías Constitucionales les juzga por rebelión militar en mayo de 1935. Companys y los suyos son condenados a 30 años de cárcel y confinados en el penal de El Puerto de Santa María (Cádiz). El proceso es seguido muy de cerca por la prensa y la ciudadanía, provocando una enorme corriente de simpatía y solidaridad en Madrid con los encausados.

Tras la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936, la primera medida de Manuel Azaña como presidente de la República es la firma de un decreto de amnistía que permite a Companys salir de la cárcel y recuperar la Presidencia de la Generalitat. Ante el levantamiento militar del 18 de julio, Lluís Companys vuelve a recurrir a la radio para animar a los barceloneses a salir a la calle para defender el régimen republicano. Al mismo tiempo, varias columnas de soldados salen de sus cuarteles hacia el centro de la ciudad. Sin embargo, la movilización popular, en especial la de los anarquistas de la CNT, consigue vencer la revuelta militar. Companys, como hicieran con él en el pasado, convence al general Goded, cabecilla de la intentona, para que se dirija a sus seguidores por radio y les ordene la rendición. El propio Companys reconoce ante los líderes de la CNT la importancia del papel del sindicato: "Siempre habéis sido perseguidos duramente... Hoy sois los dueños de la ciudad y de Cataluña". El presidente de la Generalitat no consigue frenar la revolución libertaria en la calle pero al menos les arranca a los cenetistas el mantenimiento de las instituciones catalanas que, aunque vacías de poder, irán recuperándolo poco a poco. De hecho, Lluís Companys inicia un juego a varias bandas para mantenerse en el centro del sistema y conservar su capacidad de decisión. Se apoya en la creciente fuerza del PSUC para debilitar a los anarquistas y, en éstos, para enfrentarse al Gobierno central. Aprovechando el caos y el vacío de poder de los primeros días, Lluís Companys se autoproclama, el 31 de julio de 1936, presidente de Cataluña, cargo que no existía, delegando la presidencia de la Generalitat en Joan Casanovas.

En octubre de 1936, Companys da entrada en el Gobierno autónomo a miembros de la CNT, ya que unos días antes la central sindical había disuelto el Comité Central de Milicias Antifascistas, el Gobierno de facto hasta entonces. Con ello pretende integrar a los anarquistas y neutralizar su influencia. Pero tras los sucesos de Barcelona en mayo de 1937, es cuando Companys consigue acabar con la autoridad política de los anarquistas. Companys se mantiene al margen de los enfrentamientos entre comunistas y libertarlos, permite la intervención del Gobierno central y el lento desgaste de la CNT concluye en junio cuando, al remodelar su Gabinete, no queda ningún conseller anarquista. Aparte de las intrigas políticas, Lluís Companys combate la persecución de los desafectos a la República. Son continuas sus intervenciones en la radio en las que denuncia y condena los actos de violencia. Pero también actúa. Abrumado por los asesinatos sin control, no impide la salida de la ciudad de miles de perseguidos a bordo de barcos extranjeros. Se da la cruel circunstancia de que dos de los salvados por Companys son el fiscal y el abogado defensor en el juicio y condena a muerte que sufrirá tras la Guerra. Otro de los salvados de una muerte segura es el obispo de Tarragona, Francesc Vidal i Barraquer, retenido por milicianos anarquistas en el monasterio de Poblet.

El 31 de octubre de 1937, el Gobierno de la República deja Valencia y se instala en Barcelona, Companys ve el traslado como una amenaza para la autonomía de su Gobierno. Y no se equivoca. Por exigencias de la Guerra, el Gobierno de Negrín va recortando la capacidad de maniobra del Ejecutivo de Companys. Ambos se rehuyen, y Negrín se niega a coincidir en cualquier acto político con el mandatario catalán. Conforme avanzan las tropas franquistas hacia Cataluña, Companys asiste a un goteo de renuncías. Muchos de sus colaboradores de ERC o marchan al exilio o se integran en el PSUC. Tras la crisis gubernamental de agosto de 1938, en la que los ministros del PNV y ERC abandonan el Ejecutivo de Negrín, Lluís Companys visita a Manuel Azaña -el 14 de agosto- para pedir al presidente de la República un cambio en la política llevada hasta ahora y la destitución de Negrín en favor del general José Miaja, el defensor de Madrid. Al mismo tiempo y en una jugada extraña, Negrín le confiesa a Companys su intención de dimitir y le propone como su sustituto al frente del Gobierno español. Sin embargo, Azaña confirma en el cargo a Negrín y aprueba su política de centralización. Un último intento de acercamiento entre ambos dirigentes se produce en diciembre de 1938, cuando los franquistas han lanzado ya la ofensiva final sobre Cataluña. Negrín ofrece entonces la Vicepresidencia del Consejo de Ministros a Companys que el presidente catalán rechaza.

Ante el avance imparable de los rebeldes nacionales, se produce la desbandada entre los políticos afincados en Barcelona. El propio Companys, que aún el 20 de enero de 1939 pronuncia una desesperada llamada a la resistencia en la radio, abandona la ciudad tres días después, al igual que el Gobierno central. El 5 de febrero, Companys, protegido por un grupo de Mossos d'Escuadra cruza la frontera con Francia en compañía de algunos de sus consejeros. Se traslada a París para representar a la Generalitat de Cataluña en el exilio, pero finalmente se instala en la localidad de Le Baule-las-Pinos, cerca de los Pirineos. Aunque pudo optar por un exilio más seguro, no quiso alejarse de su hijo, Lluís Companys i Mícó, gravemente enfermo. El 13 de agosto de 1940, es detenido por miembros de la Gestapo alemana y entregado a las autoridades franquistas en Irún, siendo conducido inmediatamente a Madrid. Lluís Companys, que había sido juzgado en rebeldía y condenado por incitar a la rebelión, fue juzgado por un consejo de guerra sumarísimo en un solo día. Trasladado a Barcelona, es fusilado el 15 de octubre de 1940 en el castillo de Montjuïc entre proclamas de ¡Per Catalunya!.

No hay comentarios:

Publicar un comentario