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sábado, 18 de octubre de 2025

Aznar Saratxaga, Santiago, (1903-1936), El socialista que mantuvo en marcha la industria vasca

Cuando estalló la Guerra Civil en julio de 1936, el País Vasco se convirtió en un bastión republicano con un gobierno autónomo recién estrenado. En ese contexto de caos, bombardeos y escasez, Santiago Aznar Saratxaga —sindicalista bilbaíno y militante del PSOE— asumió un rol decisivo: Consejero de Industria del primer Gobierno de Euzkadi, presidido por José Antonio Aguirre.

Su misión no era menor: mantener operativas las fábricas de armamento, siderurgia y maquinaria pesada en pleno frente de guerra. Gracias a su liderazgo, el puerto de Bilbao siguió funcionando, los obreros no abandonaron las líneas de producción y la industria vasca se convirtió en un pilar logístico esencial para la resistencia republicana en el norte.

Nombramiento estratégico: Un sindicalista al frente de la industria de guerra

Aznar no fue elegido por casualidad. Su trayectoria en la Unión General de Trabajadores (UGT) y su profundo conocimiento del tejido industrial bilbaíno lo convertían en la figura ideal para coordinar a patronos, obreros y el Estado vasco en una tarea de supervivencia nacional.

Desde su nombramiento en 1936, puso en marcha una política de gestión colectiva y movilización productiva, evitando la paralización de fábricas clave como Altos Hornos de Vizcaya o La Vizcaya. Su enfoque combinaba pragmatismo técnico y lealtad al proyecto autonómico, algo inusual en un socialista español de la época, más inclinado al centralismo.

La Junta de Defensa de Bilbao: Último esfuerzo por evitar la masacre

Con la ofensiva franquista avanzando imparable en el verano de 1937, y tras la caída de Durango y Guernica, la situación en Bilbao era desesperada. Ante la inminente toma de la ciudad, Aznar, junto a Juan de Astigarrabía (comunista) y Jesús María de Leizaola (nacionalista), creó la Junta de Defensa de Bilbao.

Este órgano tenía dos objetivos claros:

  1. Mantener el orden público en los últimos días de la resistencia.
  2. Negociar una rendición ordenada que evitara represalias masivas contra la población civil y los combatientes.

Aunque la Junta no logró evitar la entrada de las tropas franquistas el 19 de junio de 1937, su acción reflejó un intento humanitario en medio del colapso militar.

Exilio inmediato y lealtad al Gobierno Vasco

Tras la caída de Bilbao, Aznar huyó por Santoña —junto a miles de soldados republicanos— y se reunió con el Gobierno Vasco en el exilio, primero en Barcelona y luego en París. A diferencia de otros socialistas españoles, nunca renunció a la legitimidad del lehendakari Aguirre, lo que le granjearía tensiones con el PSOE central.

Durante la guerra, su figura simbolizó la alianza entre socialismo y autogobierno vasco, una combinación que muchos en Madrid consideraban contradictoria, pero que en el frente norte fue vital para la cohesión antifascista.

Por qué su papel en la Guerra Civil merece ser recordado

Hoy, cuando se estudia la Guerra Civil desde una perspectiva regional, la figura de Santiago Aznar emerge como clave para entender cómo el País Vasco sostuvo su resistencia no solo con armas, sino con fábricas, acero y organización obrera.

Fue un ejemplo de político técnico: no buscaba el protagonismo ideológico, sino la eficacia en la defensa de su pueblo. En un momento en que la memoria histórica vuelve a estar en el centro del debate público, su legado recuerda que la industria también fue un frente de batalla.


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