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martes, 22 de octubre de 2013

Lázaro Cárdenas (1895-1970)

El presidente mexicano es uno de los mayores aliados con los que el Gobierno republicano cuenta en el extranjero: suministra armas, ofrece su apoyo ante la comunidad internacional y facilita la llegada de exiliados

"La Revolución mexicana ha seguido desde su origen y a través de su Historia un anhelo de justicia social y dentro de este anhelo ha tratado de vencer las múltiples resistencias de carácter económico, político y moral que toda revolución encuentra". Así se expresaba Lázaro Cárdenas en su toma de posesión presidencial, el 30 de noviembre de 1934. El gran valedor internacional de la causa republicana española, presidente de México entre 1934 y 1940, es un epónimo de la época en que dirigió los destinos de su país. Cárdenas dio nombre a un periodo, el cardenismo, que constituye la última fase de la Revolución mexicana, tras la cual comienza una nueva etapa para la Historia de su país. 

Lázaro Cárdenas nace el 21 de mayo de 1895 en el estado de Michoacán, en el seno de una familia de clase media rural. Su educación es breve y a los 12 años abandona la escuela sin terminar los estudios primarios, lo que suple con su afición por la lectura y su espíritu autodidacta. A los 18 años se alista en el Ejército Revolucionario. Su ascenso es meteórico, logrando el máximo grado en la jerarquía militar, el de general de división. Llega a ser gobernador de Michoacán en 1928, con el apoyo del presidente Calles. De su labor como gobernador trasciende su pasión por los temas más radicales de la Carta Magna: nacionalismo, agrarismo, indigenismo, obrerismo... ideas que pondrá en práctica al frente de la República.

En las elecciones presidenciales de 1934 es elegido por amplia mayoría. El conservador diario Excelsior califica su discurso de toma de posesión de "sobrio, prudente, bien meditado y juicioso" y añade que "los que esperaban una llamarada de odios, se equivocaron; los que creían que la pieza oratoria sería de perfiles exaltados y radicalistas, deben haber sufrido una decepción. En cambio, estamos seguros de que todos los hombres conscientes de México, hasta los que no piensan con el criterio del general Cárdenas, escucharon el discurso con atención y complacíencia". El diario madrileño El Sol dice que "llega a la Presidencia después de haber sido soldado de la Revolución al lado de sus figuras de mayor prestigio, una vez demostradas  suficientemente sus dotes de gobernante y de hombre de amplia visión y recto proceder".

La reforma agraria, heredada de la revolución, es su política clave: "Que haya tierra para todos en cantidad suficiente, no para resolver el problema económico en cada familia mejorando su alimentación, su vestuario, su alojamiento y permitiéndole la educación de niños y adultos, para que aumente la producción agrícola respecto de la que se tenía bajo el régimen de absorción de la tierra en pocas manos". Las grandes haciendas comerciales se entregan a sus peones, recurriendo a los ejidos colectivos. La población sin tierra desciende considerablemente.

Su otro reto es la política educativa, y su ideal es que la educación cambie la sociedad. Crea escuelas les para llegar a la población indígena y reforma la educación superior. Surgen nuevas instituciones, como el Instituto Politécnico Oficial y la Universidad Obrera. Los gastos educativos alcanzan el nivel más elevado en la Historia del país.

Ante la conflictividad obrera, Cárdenas trata de evitar las huelgas adoptando una actitud intervencionista en las relaciones laborales, a favor de los trabajadores. Su apoyo a la concentración sindical se manifiesta en la creación de la CTM -Confederación de Trabajadores de México-, que reúne a diversas confederacinoes sindicales. "Se necesita que la clase trabajadora organice sus filas. La cooperación que la Revolución solicita de obreros y campesinos no consiste en la celebración de manifestaciones y lanzamiento de vítores entusiastas, sino en una preocupación por agruparse en un solo frente, por despojarse de los prejuicios que estorban su marcha ascendente, por arrollar todos los obstáculos que se opongan al triunfo de los postulados de renovación social". Su nacionalismo le conduce ala expropiación de los ferrocarriles (en junio de 1937) y del petróleo (marzo de 1938), empresas de propiedad extranjera. La industria del petróleo, de importarte papel en la economía nacional, queda bajo el control de PEMEX, empresa estatal que se convertirá en una de las principales instituciones del país. El pueblo apoya al presidente, y colabora masivamente en la compra de los bonos emitidos que cubran la indemnización.

Dos años después de haber alcanzado la Presidencia, estalla la Guerra Civil en España, en el verano de 1936. Cárdenas se pone del lado de la República, condenando de inmediato la causa franquista. Le secundan la CTM y otros sectores políticos y sociales del país, así como muchos mexicanos de a pie. Accede a suministrar amas y provisones y a actuar de intermediario para comprar estos productos a terceros países.

Cuando las democracias occidentales abandonan a la República española invocando el principio de no intervención, al que se adhieren muchos países europeos y americanos, México y su presidente reclaman esta intervención ante la Sociedad de Naciones: "La falta de colaboración con las autoridades constitucionales de un país amigo es, en la práctica, una ayuda indirecta, pero no por eso menos efectiva, para los rebeldes que están poniendo en peligro el régimen que tales autoridades representan. Ello, por tanto, es en sí mismo uno de los modos más cautelosos de intervenir".

Los mexicanos acogen a cerca de 500 niños españoles, con la idea de alejarles de la Guerra, de que vivan en un país en paz. Desembarcan en Morelia en junio de 1937, y Cárdenas envía a Azaña un telegrama diciendo que "el Estado toma bajo su cuidado a estos niños rodeándolos de cariño y de instrucción para que mañana sean dignos defensores del ideal de su patria".

Cuando comienza el exilio de los republicanos españoles, el país azteca acoge a muchos de ellos, entre los que hay artistas, intelectuales y políticos. Cárdenas escribe a Julio Álvarez del Vayo, ex ministro republicano: "El señor licenciado Bassols (embajador de Francia) lleva instrucciones para los españoles que desean venir a convivir con el pueblo mexicano, modesto en sus recursos, pero lleno de emoción y de simpatía para nuestros hermanos que se ven obligados a alejarse temporalmente de su patria. Me satisface su propósito de venir a México, tendré positivo gusto de verlo entre nosotros. Y si el señor Negrín acepta alojarse aquí, le recibiremos también con todo afecto".

Cárdenas se mantiene fiel a la causa republicana hasta su muerte, en 1970. Sigue manteniendo relación con ilustres exiliados españoles, y participa activamente en cuantos actos de homenaje o de recuerdo republicano se celebran en su país. Fiel a su compromiso con la paz y la justicia, lo hizo valer públicamente siempre que tuvo ocasión.

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