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viernes, 4 de marzo de 2011

El bombardeo sobre Madrid prueba de la criminalidad de los rebeldes españoles

A menudo, demasiado a menudo, hemos tenido ocasión de poner de manifiesto este espíritu, indigno de seres civilizados que los rebeldes españoles han puesto en la lucha desde hace cuatro meses, haciendo estremecer nuestra tierra de uno a otro confín. Desde hace unos días sin embargo en sus desesperados intentos de eludir una derrota que fatalmente se les viene encima no reparan en medios ni procedimientos que los caracterizan mejor que nunca de la bajeza moral que les es peculiar. 

Las últimas noticias de los bombardeos aéreos de que ha sido objeto Mardrid nos da desgraciadamente nuevos motivos de hacer estas tristes constataciones. Ante las inocentes víctimas que nuevamente los obuses y la metralla mortífera han producido en la Capital de la República, ante la destrucción inútil y son objetivo militar de que ha sido objeto el museo del Prado, y a la vista aún de estos despojos humanos, de este cuerpo destrozado de un aviador republicano caído seguramente en las lineas rebeldes, y que estos han lanzado sobre la ciudad en un paracaídas, como un nuevo signo de sadismo inhumano, el comentarista mas alejado de la pasión de la contienda se siente poseído de la mayor indignación por estos monstruosos hechos. La guerra es siempre en si una cosa cruel, pero lo que día tras día vienen haciendo es siempre en sí una cosa cruel, pero lo que día tras día vienen haciendo estos seres que se decían salvadores de muestra España, es algo que sobrepasa los limites de la mayor depravación. 

He aquí de manifiesto, con estos últimos bombardeos de Madrid, el verdadero nacionalismo de Franco y de sus partidarios en la obra que pretenden llevar a cabo destruyendo lo mejor del patrimonio artístico de nuestra tierra. La ciudad de Madrid ha sido bombardeada sin objeto ni medida prescindiendo en absoluto del más leve eserúpulo y sentido de humanidad. Sobre el museo del Prado han sido lanzadas bombas incendiarias. Tesoros artísticos de incalculable valor han sido destruidos sin ningún objetivo que la guerra pueda justificar. Y por último, hay aún otra «gesta», que no acertamos a adjetivar, reveladora del más extraordinario sadismo, que es el lanzamiento sobre la ciudad ya tan dolorida, de los restos destroza, dos de un aviador... Algo trágico y monstruoso que nos hace enrojecer solo de pensar que pueda haber en el mundo seres humanos capaces de parecidos hechos. 

Ahora más que nunca, sentimos, todo el peso de absurdo y de injusticia por las medidas «de neutralidad» a 
que desde el primer momento de la lucha hemos sido sometidos por todos estos países que se han cómodamente parapetado detrás del pacto de no intervención. Una vez más, con estas nuevas y dolorosas pruebas que ha tenido que soportar el pueblo español, en la carne viva de mujeres y niños, se ha demostrado al mundo civilizado que nuestros contrarias no son dignos de la categoría de ser una de las dos pares en contendientes, sino que son una partida más o menos numerosa de facciosos al servicio de sus apetencias y contra el poder legalmente constituido. 

En estas horas graves, llenas de dolor y de esperanza, queremos señalar todos estos hechos, en los que no solamente nosotros, sino todo el resto del mundo, juega también un destacadísimo papel. Los unos por su pasividad, que les hace responsable en parte de las víctimas producidas por los aviones de fabricación italiana o alemana, en un bombardeo sobre una ciudad abierta... los otros por algo más que no ha sido precisamente un papel inactivo en la lucha planteada sobre las tierras de Ibéria. 

Ante estas nuevas víctimas inocentes del fascismo internacional, a la vista de los cuerpos inermes de mujeres y niños ame ametrallados por los asesinos del pueblo, sentimos más fuerte que nunca el imperativo deseo de vencer y de aniquilar por completo al adversario, para que nunca jamás sobre el floreciente suelo de nuestra tierra se produzcan parecidos episodios de terrible destrucción. Esta reacción que sobre nuestro ánimo ha operado todo el cúmulo de signos de criminalidad, de que ahora más que nunca los rebeldes han dado pruebas, será un factor más para que sean definitivamente vencidos y deshechos en las mismas puertas de la ciudad que querían convertir en un montón de ruinas.

El Luchador : diario republicano Año 24º Número 8700 - 1936 Noviembre 24

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