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viernes, 8 de enero de 2021

Parte de Guerra Republicano (8 de enero 1938)

Batalla de Teruel.

Ejército de Tierra 
 
A las tres de la tarde
 
A las dos de la tarde el general Rojo ha comunicado al ministro de Defensa que las tropas rebeldes que en Teruel continuaban resistiendo dentro del convento de Santa Clara, contiguo al Seminario y mandadas por el coronel Barba, se han rendido, habiendo comenzado la evacuación de las mismas.
Suprimido este último foco de rebeldía, la ciudad queda por entero en poder de la República.

A las siete de la tarde
 
Cuando anoche quedó concluida la evacuación de las fuerzas que habían permanecido para­petadas en el Hospital, el teniente coronel Rey D’Harcourt, jefe de las mismas, se ofreció para ir a parlamentar con los de Santa Clara.

Consultado el caso con el ministro de Defensa Nacional, éste lo resolvió negativamente. Los aún rebeldes, podían atentar contra la vida de dicho jefe y luego, en la sistemática campaña de embustes que los facciosos mantienen, atribuir el crimen a las tropas republicanas, presentándolo como una violación de nuestro compromiso de respetar la vida de los prisioneros.

El peligro de que así ocurriera se evidenció esta madrugada al ser recibidos a tiros algunos parlamentarios que se acercaron al convento.

A las once de la mañana el general Rojo comunicó sus impresiones de que cuando menos hoy serían evacuados de Santa Clara enfermos y heridos, con respecto a lo cual el ministro dio las siguientes instrucciones:

«Sin perjuicio de hacer luego efectivo nuestro propósito de evacuar heridos y enfermos del Seminario y Santa Clara, conviene que en las negociaciones que sigan verificándose con quienes allí resisten, se dé a éstos la impresión de que sólo accederemos a una rendición total porque allí anida un espíritu recalcitrante para la resistencia, resultará que prestamos a su favor los servicios sanitarios librándoles de la carga y la congoja que supone la asistencia a todas sus bajas, merced a lo cual podrán seguir actuando con holgura y desembarazo.»

El jefe del Estado Mayor Central contestó:

«Por lo que a la rendición se refiere, ha contestado el coronel Barba, que está al frente de los facciosos, que debe consultarlo con sus jefes. Esto es inocente, pues ya se puede suponer la respuesta; pero de todas maneras, como el proceso del asunto es similar al de ayer en el Hospital, cuya total caída se debió a la revuelta interna, ocasionada al ver que unos salían y otros se quedaban, tengo la esperanza de que hoy sucederá lo mismo, si bien procuraremos que todo se haga en la forma más radical y breve.»

«En cuanto a lo ocurrido ayer en la rendición del Hospital —replicó el ministro—, mi parecer es parejo al de usted. Precisamente por eso, encuentro mayor fundamento a la indicación que puede merecerle en interés a nuestros elementos en contacto con los rebeldes, para que haga saber a éstos que la evacuación, a la que ya hemos accedido, tiene plazo determinado, y que después, pase lo que pase, a nada accederemos, porque de otro modo sería la suya una resistencia de puerta abierta demasiado cómo para ceder en ella cuando se le antojara, con lo cual puede considerarse ya la respuesta del coronel Barba de que usted me da cuenta y que reviste todos los caracteres de un truco.»
 
A las dos de la tarde el general Rojo transmitió lo que sigue:

«Durante la mañana se han evadido de Santa Clara 144 soldados, pasados a nuestras filas.
En este instante me comunica el general Hernández Sarabia que puede ya considerarse todo liquidado, pues en la misma forma que en el Hospital, ayer, se están entregando los militares que continuaban dentro de Santa Clara. No queda, por consiguiente, resistencia alguna en Teruel. La plaza es enteramente nuestra. Una de las personas entregadas es el obispo de la diócesis. El coronel Barba pretende puntualizar en cierta forma las condiciones de la rendición, pero ésta se halla prácticamente realizada. En cuanto a evacuados y prisioneros, se adoptarán las mismas precauciones que ayer.»
 
Finalmente, el jefe del Estado Mayor Central se expresó por teléfono ante el ministro en los siguientes términos:
 
«El general Sarabia y yo hemos presentado a usted y al Gobierno nuestra más efusiva felicitación, deseando poder seguir bajo la dirección de ustedes hasta el triunfo total.»
 
A este mensaje contestó el ministro de Defensa Nacional así:
 
«Al aceptar en nombre del Gobierno la felicitación que usted y el general Hernández Sarabia nos dirigen, me place, en representación del mismo, transmitirle los más efusivos parabienes por la victoria que culmina en el episodio de hoy, haciendo extensiva la felicitación a todos los jefes, oficiales, clases y soldados que han participado en las operaciones, bajo la inteligentísima dirección de ustedes dos, cuyos nombres sabrá guardar con satisfacción en su memoria la República.»
 
A las once de la noche
 
En la línea exterior de Teruel se combatió intensamente, frente a las posiciones ocupadas ayer por nuestras fuerzas, en la zona de la Muela y en las cotas 1.076 y 1.062, sin que el enemigo obtuviera la más mínima ventaja. En el resto del frente hubo fuego de cañón sin consecuencias, registrándose, además, una pequeña demostración enemiga por el sector de Celadas, que fue rechazada con gran facilidad. Nuestra aviación realizó vuelos de ametrallamiento sobre diversas concentraciones. La aviación enemiga mostróse hoy mucho menos activa que en las anteriores jornadas.
En los frentes de los demás Ejércitos, sin novedad.

NOTA FACILITADA POR EL MINISTERIO DE DEFENSA NACIONAL

El parte numérico correspondiente a los evacuados ayer viernes del Hospital de Teruel, consigna estas cifras: 40 jefes y oficiales, 450 soldados, 700 heridos, entre militares y paisanos y otras 1.000 personas pertenecientes a la población civil.

Las cifras aproximadas de los rendidos a primera hora de esta tarde en las ruinas del Semi­nario y Convento de Santa Clara, son: 2.000 combatientes y 2.000 personas civiles. En la relación de prisioneros de hoy figuran los coroneles Rey D’Harcourt, Barba y Gasea; otros ocho jefes y 50 oficiales, incluso un hijo del almirante faccioso Magaz. El obispo de Teruel, don Anselmo Polanco Fonseca, ha entregado al mando un documento suscrito por él, espontáneamente, y que dice así: «Tengo sumo gusto en testificar que desde mi evacuación del Seminario de Teruel hasta mi llegada a la estación de Rubielos de Mora, se me han guardado toda clase de conside­raciones y que de corazón agradezco.
El ministro de Defensa Nacional ha recibido el siguiente telegrama del jefe de los Servicios de Sanidad del Ejército de Tierra, telegrama expedido en Valencia a las 9,20 de la noche. «A las 17 horas de hoy recibí, a su llegada, tren hospital número 3, conduciendo 84 heridos propios y 161 heridos y enfermos procedentes guarnición enemiga rendida Teruel ayer, quedando hospi­talizados, estos últimos, en deplorable estado suciedad y depauperación. Llevaban varios días sin curar, siendo convenientemente asistidos, quedando alojados en clínicas dependientes Hospital Militar Base de esta plaza y custodiados por tropas Sanidad Militar, que los mantienen aislados demás enfermos. Salúdale respetuosamente.

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