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miércoles, 7 de enero de 2015

El Conde Ciano (1903-1944)

Ministro de Asuntos Exteriores italiano durante la Guerra Civil española, su acérrima defensa del movimiento fascista e convierte en una de las figuras más relevantes del régimen instaurado por Mussolini en Italia

"Había en él algo repulsivo y algo atractivo. Eso le aseguraba detractores y admiradores convencidos", apunta el político e intelectual italiano Giuseppe Bottai en su diario, refiriéndose a Galeazzo Ciano. La opinión de Bottai, ministro de Cultura del régimen de Mussolini, resume perfectamente la naturaleza contradictoria del conde Ciano, titular de la cartera de Exteriores durante la Guerra Civil española. Con una alta confianza en sí mismo, el conde Ciano es una persona "arrogante e implacable" en la acción política. Fascista entusiasta y con un sentido político incierto, y a veces ingenuo, Ciano creyó ser el natural sucesor de Mussolini, quien siempre demostró sentir una cierta debilidad hacia él.

El conde de Cortellazzo (Livorno, 1903) título nobiliario que regenta, conduce la política exterior del régimen de Mussolini durante siete años, de 1936 a 1944, y deja en sus diarios un rico relato de aquel periodo, que si no ayudan demasiado en la interpretación histórica del mismo, seguramente son esenciales a la hora de comprender su personalidad e ideas.

La rápida y brillante carrera de Ciano en el Partido Fascista italiano no se debe sólo a su matrimonio con Edda Mussolini, hija del Duce. El yerno de Mussolini es un fascista de primera hora y siempre apoyó al movimiento, hasta el extremo de intentar salvarlo votando, en 1943, en favor de la orden Grandi, que proponía la destitución de Mussolini, para evitar el derrumbamiento del régimen fascista. Pero por su apoyo a Dino Grandi (presidente de la cámara de los fasci) un tribunal de la República de Saló -el Gobierno títere creado por tos alemanes en el norte de Italia tras la caída del régimen fascista- somete a Ciano a un juicio sumarísimo que termina con la condena a la pena de muerte.

Tras la ejecución del conde Ciano, su mujer logra pasar a Suiza y salvar parte de sus cuadernos, sobre todo los relativos al periodo 1939-1943, Los diarios desvelan la personalidad compleja y contradictoria que posee.

En los años en los que es ministro de Exteriores italiano, Ciano intenta mantener a Italia en la tradicional política de equilibrio entre Hitler y las democracias occidentales. El resultado es una política conducida por los acontecimientos, que lleva a Italia hacia las democracias hasta que Hitler no demuestra su fuerza y, viceversa, intentándola alejar de Alemania cuando la Segunda Guerra Mundial parece decidida en favor de los aliados.

Las muchas contradicciones de Ciano le llevan a criticar, por un lado, el intento de expansión alemana hacia el este y, por otro, a inspirar la invasión italiana de Grecia y Albania, a apoyar la intervención de su país en la Guerra Civil española, mientras en su diario escribe que Franco no puede ganar la Guerra porque "los verdaderos combatientes son los rojos", y a buscar la amistad de Hitler en público, mientras que, en privado, lo considera un "vulgar cabo prusiano".

En los años de la Guerra Civil, manifiesta más de una vez la voluntad de pedir al Duce la vuelta de los voluntarios italianos del Corpo Truppe Volontarie (CTV) -Cuerpo de Tropas Voluntarias-, porque "Franco no tiene el concepto sintético de la guerra. Conduce las operaciones como un magnífico comandante de batallón. Su objetivo es siempre el terreno, nunca los enemigos", dice. Respecto a la retirada de soldados, el 16 de abril de 1938, firma un pacto anglo-italiano con Lord Perth, embajador británico ante Mussolini, en el que garantiza la "evacuación proporcional de España de los voluntarios italianos". 

Pese a ello, cuando los nacionales logran un gran éxito en el campo de batalla, Ciano se muestra entusiasta por la intervención italiana en España, y no duda en afirmar que las victorias del bando franquista están marcadas por la presencia italiana. "La victoria en España lleva solamente el nombre de Mussolini, que ha dirigido la operación con valor, seguridad y fineza, hasta cuando los que ahora aplauden estaban en gran parte en contra suya", escribe el 26 de enero de 1939.

En 1943, cuando los ejércitos aliados desembarcan en el sur de Italia, ocupan la isla de Sicilia y la derrota italiana parece ya sólo una cuestión de tiempo, Ciano intenta junto con otros jerarcas desvincular el destino de su país y el régimen fascista del de la Alemania nazi. Es por ello criticado duramente por algunos compañeros de partido y por los alemanes, "Nadie puede acusarme de hostilidad hacia la política filo-alemana. La inauguré yo. Pero, me pregunto, ¿tenemos que considerar a Alemania una meta, o más bien un terreno de maniobra?", escribirá más tarde.

En febrero de 1943, Mussolini retoma las riendas del Ministerio de Exteriores y Ciano pide encargarse de la embajada Italiana en el Vaticano, "un lugar para descansar, pero que puede abrir muchas posibilidades para el futuro".

El 25 de julio, el Gran Consejo fascista, máximo órgano del Partido, vota el orden del día presentado por Dino Grandi destinado a restituir al rey Víctor Manuel III sus poderes políticos y militares. La propuesta de Grandi, escrita en colaboración con el mismo Ciano, es aprobada y significa la retirada de la confianza al Duce.

Tras intentar inútilmente viajar a España, Ciano y su familia se refugian en Alemania con la ayuda del servicio secreto nazi. Cuando en septiembre de 1943, Mussolini crea en el norte de Italia la efímera República Social de Saló, el conde Ciano es transferido a Verona y entregado a la policía fascista. Los alemanes y los jerarcas fieles a este Gobierno convencen a Mussolini de la necesidad de fusilar a su yerno y no aparentar debilidad contra ninguno de los traidores del 23 de julio.

Ni siquiera los intentos de Edda Ciano por rescatar a su marido, ofreciendo a cambio los diarios del conde que los alemanes buscaban por la posible repercusión propagandística que pudiera tener su publicación, tuvieron éxito. Tras un juicio sumarísimo, el yerno del Duce es condenado a muerte por traición y fusilado, sentado en una silla y de espaldas, el 11 de enero de 1944.

El primer ministro inglés, Winston Churchill, apuntó que el "desventurado" conde tuvo una muerte valiente que "contuvo todos los elementos de una tragedia del Renacimiento".

Las valoraciones de los políticos que se relacionaron con el ministro italiano son distintas, pero nunca positivas. Si el entonces embajador estadounidense en Londres, Joseph Kennedy, apuntó: "Nunca he conocido a un imbécil tan vano y pomposo", la opinión de Giuseppe Bottai es diferente. El responsable de cultura de Mussolini escribe que en Galeazzo Ciano sobresalía "una inteligencia rápida e intuitiva (...); una memoria sorprendente para los detalles, minucias y frivolidades, y una no menos sorprendente falta de memoria para lo esencial, las ideas y los sentimientos".

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