Alrededor de la mujer
española han hecho las gentes de sacristía una leyenda sucia. A la
mujer española se la ha presentado con un espíritu egoísta zafio y
repugnante. Para esas gentes, que en el fondo odian a la mujer, ésta
no tiene otra misión que la de coser calcetines y empoyar carne de
esclavitud. Nada más falso que esta leyenda.
La mujer española ha
tomado parte en todas las luchas que el pueblo ha llevado a cabo por
su libertad.
Tres nombres: Agustina de
Aragón, Mariana, Pineda, Aida Lafuente, y ahora los miles y miles de
heroicas milicianas que van a jugarse la vida por la libertad, por el
ideal de ellas y de sus padres, hermanos, marides y novios.
Cualquiera que haya tenido ocasión de presenciar el desfile de una
compañía de estas heroicas mujeres no lo olvidará jamás. No puede
olvidarlo si en su corazón existe un átomo siquiera de humannidad y
de amor a España y a su pueblo.
Las mujeres van al frente
y no sólo a prestar servicios como enfermeras u otros secundarios,
sino a empuñar el arma, a combatir en primera línea contra el
fascismo. También es de destacar la conducta no menos heroica y
abnegada de las que prestan servicio en la retaguardia como
enfermeras, cocineras, encargadas de la limpieza, etc.
A la vista de tanto
heroísmo femenino, no podemos menos de recordar a las mujeres de la
Union Soviética, libertadas de la esciavitud sexual y social por la
revolución del 17, y entregadas hoy en grandes masas a los
arriesgados ejercicios del parachutismo.
Decididamente, el valor
no es hoy sólo privilegio de los hombres.
Milicia popular : Diario del 5º Regimiento de Milicias Populares Año I Número 4 - 1936 julio 30
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