Desgrañado, sucio de amaneceres proletarios, desalentado y flojo, marcha el obrero a su fábrica gris, a un trabajo que no ilusiona y del que, en espíritu, está plenamente alejado.
Se siente rueda dentada de la gran máquina monstruosa que ha montado el capitalismo rapaz.
Pieza mecánica, sin calor de humanidad, hundido en el embiente turbio del suburbio nebuloso, espera con paciencia resignada el cese en la labor para volver a una realidad sin alicientes, a un hogar frío y miserable, a un ambiente sucio de tabernas y de Comités Societarios.
Y así al margen de la sana alegría del descanso, siente el obrero que no ama su arte. Sin cariño a su trabajo, odia la máquina, eslabón que le encadena a una realidad dolorosa y monótona.
Viene luego el veneno marxista. Sobre el hambre y el descontento de las masas proletarias, elabora Marx su tesis de odio.
Y la semilla marxista prende fácilmente en la tierra propicia que el capitalismo liberal se ha cuidado de abonar.
Y el obrero, desesperado, ciego de furor y con el corazón agrio, lleno de rencores, va de cara a la lucha y busca ansioso en la revuelta su liberación.
Se ha perdido un corazón.
Se ha perdido un músculo.
Se ha perdido un ímpetu.
o o o o
La Falange busca ese músculo. Y ese corazón. Y ese ímpetu. Frente a esa realidad triste, la Falange que quiere Patria, Pan y Justicia, busca para el Obrero la Patria. Y la encuentra apunta de fusil. Y lo mismo que busca y encontra la Patria hallara sin tardanza el Pan y la Justicia.
Queremos una sociedad mejor y más justa. «Repudiamos el sistema capitalista, que se desentiende de las necesidades populares, deshumaniza la propiedad y aglomera a los trabajadores en masas informes, propicias a las miserias y a la desesperación.
Y luchamos también -arma al brazo- contra la tiranía marxista, Soñamos un mañana alegre de paz y trabajo, en el que el obrero sienta la alegría de su tarea y goce la alegría del descanso.
Un orden nuevo, en el que todos tengamos que trabajar para vivir, pero donde no haya algunos que vivan solamente para trabajar; que tan absurdo nos parece que el producto del trabajo de cada uno vaya a la generalidad, como que el producto del trabajo de todos quede en beneficio de unos cuantos capitalistas privilegiados.
«Un orden nuevo, en el que sintamos todos un espíritu de solidaridad nacional que nos permita apreciar, no sólo nuestras necesidades y angustias, sino también las necesidades y angustias de los demás hombres, de las demás familias, de las demás clases y pueblos de España, para que comprendamos que, sólo unidos en apretado haz, podemos salvar a España y salvarnos nosotros mismos».
¡ARRIBA ESPAÑA!
Imperio : Diario de Zamora de Falange Española de las J.O.N.S. Año I Número 5 - 1936 Noviembre 03
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